LA FRASE DEL MES:"Los ignorantes son los muchos, los necios son los infinitos; y así el que los tuviere a ellos de su parte, ése será señor de un mundo entero." Baltasar Gracián. UN TARDÍO 1984.Sí, efectivamente, nos estamos refiriendo a la famosa novela de George Orwell (cuyo verdadero nombre de pila era Eric Blair), y hablamos de tardío, en el tiempo de ejecución, porque llegó 1984 y no parecía que el relato fuera tan profético como se pretendió en un primer momento. Sin embargo, llegó 1995 y las cosas empezaron a tomar otro cariz. Bill Gates empezaba a hacer méritos para convertirse en "el Gran Hermano", intentando controlarnos a través de su diabólico e imprevisible sistema operativo. Pero la humanidad reaccionó y apareció la vacuna llamada LINUX, que ha frenado el proceso, al menos de momento. Pero estamos en 1999 y, precisamente, se cumple ahora el cincuentenario de la publicación de la genial obra de Orwell. Estaba claro que la Universidad de Alcalá, a través de su equipo gestor y con la complicidad de una Junta de Gobierno, (que más bien parece una escuela de acólitos, donde se aprende a decir "amén" en todos los tonos posibles), no podía dejar pasar la oportunidad y haría posible el control absoluto y total del ser humano, aunque de momento se haya conformado con el PDI, por aquello de abrir boca. Eso sí, en la U.A. no disponemos de un "Gran Hermano", pero sí de un "Pequeño Gran Hermano" (pequeño en cuanto a la amplitud de miras, no vayan a pensar mal). Y el pobre lector, sobre todo aquel ajeno a la evolución del gobierno de la Universidad de Alcalá, se preguntará atónito: "¿A qué viene todo esto, a las puertas del siglo XXI, cuando parece que nuestra sociedad sigue derroteros democráticos, lejanos a los planteamientos de Orwell?" Y nosotros les devolvemos la pregunta: ¿Cómo calificarían ustedes el hecho de que se pretenda controlar la asistencia a clase del profesorado utilizando un sistema de lectura de huellas dactilares? Al parecer, hay algún profesor, de áreas cercanas a algún miembro del equipo rectoral, que no cumple con sus obligaciones. Persígasele, porque es de dominio público su identidad. Ya está de más tener que firmar la asistencia a clase, cuando todo el mundo sabe quién cumple y quién no. El problema es que no están dispuestos a establecer una auténtica inspección de servicios, y han de inventar alternativas como la del controlador de huellas. Así, dicen, el recalcitrante profesor que envía a un "propio" a dar sus clases, con la consigna de falsificarle la firma a diario, no podrá escabullirse del control. Si sabemos quién es, bastaría con que el señor vicerrector del ramo, que para algo cobra más que los demás mortales, se dé un peseíto por una de sus clases para comprobar la certeza de lo que se denuncia; aunque mucho nos tememos que hay más paranoia que otra cosa en todo esto, lo que no sabemos es de quién. Pero sepan, señores que nos gobiernan, que no hay sistema seguro, por mucho que lo intenten, y que existen métodos para proveer al "propio" de una copia de la huella dactilar del profesor incumplidor. Claro que así a lo mejor se justifica el derroche de presupuesto del sistemita en cuestión: tendrían la coartada necesaria para no tener que abrir el expediente correspondiente, repetimos, si es cierto: "Nuestro genial sistema de control no ha detectado irregularidades", dirán muy serios. La verdad es que tampoco debemos exagerar en cuanto a lo del coste. Según se explicó en la Junta de Gobierno, los aparatitos son baratísimos, (al hilo del razonamiento se nos acaba de ocurrir una pregunta perversa: ¿no será que hay algún interesado en comercializar el sistema?). No obstante, nos surge una gran duda: ¿por qué cuando un grupo de profesores solicitó un sistema de control y apertura automática de puertas, utilizando las tarjetas inteligentes, para poder entrar a trabajar los sábados y festivos, nos convencieron de que no se podía poner en práctica porque suponía un desembolso desorbitado?; y eso que era sólo en las puertas de acceso y no en todas las aulas. Alguno habrá que esté pensando: "¡Qué bien!, por fin se va a controlar a los profesores", y le importará poco los métodos empleados. Pues ponga usted las barbas en remojo, porque las del vecino están siendo peladas. Precisamente, la otra posibilidad que existe, ya utilizada en el control del PAS, el uso de las tarjetas inteligentes para controlar la asistencia del profesorado, no se considera adecuado porque, como los profesores son tan perversos, se pasarían las tarjetas para "firmar" unos por otros. ¿Y el PAS? Seguro que entre el personal de Administración y Servicios también hay algún perverso que le pasa la tarjeta al amigo para que le fiche a la entrada y/o salida. Pues nada, enseguida se sacarán de la manga un nuevo método. Pero, cómo les hemos puesto en la pista adecuada con lo de la copia de las huellas dactilares, (en un simple portaobjetos de laboratorio, ¡oiga!), el sistema de control puede ser mucho más drástico. Ya vemos al PAS y al PDI pasando por un nuevo servicio, contratado con la empresa que nos provee de "software", el de "Fichado y Tatuaje", para grabar indeleblemente, en el antebrazo, el número de registro de personal, con un anagrama insertado en una placa holográfica, para evitar falsificaciones, en la que, según la frecuencia de la luz incidente, se puede observar "un macillo y la espada de la justicia". Pero aún hay más, llevará incorporado un "microchip" detector de microondas, a través del cual, el trabajador "indócil" recibirá la descarga eléctrica correspondiente. Ya está bien de que se nos trate como simples trastos y no se reconozca ni el trabajo que realizamos, salvo a los que forman parte del grupo de los "allegados", pero que, además, nos traten como simples delincuentes, nos hace entrar en rebeldía. En los países civilizados, ni para hacerse el carnet de identidad le toman al ciudadano corriente las huellas (incluidos los emigrantes en países de fama xenófoba). Sólo están fichados por ese procedimiento los que han cometido algún delito. Cuando les contamos a nuestros colegas y amigos extranjeros que aquí la policía le toma las huellas al primero que aparece por las dependencias de una comisaria, aunque sea a preguntar, no se lo creen. Al menos ahora, en el nuevo formato del carnet de identidad ya no va impresa la huella, para que esté a disposición de cualquiera. Y, por si no queríamos caldo, nos obsequian con tres tazas. Tendremos que pasar por alguna dependencia del rectorado, (pedimos el despacho del rector, para que sea más divertido), para dejar la marca de nuestros dedos, (pedimos los de los pies, para hacerlo más espectacular), a fin de que sea introducida en un ordenador que controlará nuestra asistencia al trabajo, el número de veces que tomamos café (les será fácil conseguir muestras de los vasos), etc. Estamos seguros que todo esto es ilegal y, por ello, nos negamos a que nos tomen las huellas. Si estuviéramos en un recinto de seguridad, con secretos de estado, de acceso restringido, podríamos entenderlo, pero en tal caso ganaríamos muchísimo más y no los miserables sueldos de la enseñanza española. Desde estas páginas pedimos a la comunidad universitaria, al estilo GHANDI, (es decir, hacemos un llamamiento a la resistencia pasiva y pacífica), que se niegue a pasar el dedito por el detector correspondiente. Claro que ya no nos extraña nada. Y esto entronca con el primer artículo de la página de opinión y debate, "La democracia secuestrada", y con la "seudomuralla china" que nos están construyendo, usando los escombros de las nuevas urbanizaciones alcalaínas. ¿Saben ustedes para que sirve la mencionada muralla, o cordillera, o lo que sea? Nos han dicho que como pantalla acústica de la autovía. Pues bien, que sepamos, nadie se ha quejado de los ruidos de la Nacional II y, sin embargo, es un hecho constatable que en las aulas de la Facultad de Ciencias han de interrumpirse las clases cuando pasa un tren o un avión. ¿Nos harán también una pantalla acústica para las vías de RENFE y una cúpula insonorizada para los ruidos celestiales? La verdad es que nosotros sospechamos que la razón es muy otra. Si han leído ustedes la historia reciente de nuestra universidad, se habrán dado cuenta que en la década de los sesenta, cuando se crearon las universidades autónomas, Alcalá de Henares fue candidata a ser la sede de la correspondiente a Madrid. ¿Por qué se abortó el intento? Las crónicas cuentan que el almirante Carrero Blanco realizó un vuelo de inspección en helicóptero y opinó que el campus de Alcalá no era idóneo por las muchas dificultades para ser controlado por la policía. Recuérdese que en aquella época de movimientos estudiantiles, con un gobierno de tinte fascista, lo importante era poder controlar "desde lo alto" las posibles acciones de las "masas revolucionarias". Por esa razón y no otra se eligió el Goloso para ubicar la Autónoma de Madrid, que dispone de unos aledaños adecuados al fin propuesto. Si han estado ustedes en la Autónoma de Barcelona, se habrán dado cuenta que está construida en el lecho de un antiguo río, hoy seco, cuyas riberas permiten lo mismo. En la línea del relato de Orwell, al que aludíamos al comienzo de estas páginas, nuestro actual equipo rectoral, consciente del grave problema que representa el no disponer de la infraestructura necesaria para atender al control de la comunidad universitaria, ha decidido crearla artificialmente. Pero ahora pongámonos serios, ¿Se han enterado de que la Junta de Gobierno ha dado el visto bueno a todos estos despropósitos, sin que se hayan oído muchas voces discordantes? ¿Qué está ocurriendo realmente? A lo peor no va tan en broma lo de 1984 y, aunque con un poco de retraso, se ha impuesto la sensatez social. Por ello, y con el fin de evitar malentendidos y posibles castigos futuros: ¡¡¡Damos la BIENVENIDA AL GRAN HERMANO!!! La Redacción |
|