Universidad de Alcalá. Enero 1999. Me gustaría publicar un caso mas,
que ratifica el injusto corporativismo y amiguismo que impera en la actual desprestigiada
Universidad Española; creo que da mucho que pensar. Yo debo ser de esos científicos
locos que piensa que trabajar en equipo y con una disciplina basada en la investigación
"aplicada" puede redundar en un beneficio social más acorde con la España
moderna y permite una gestión productiva de la resultados obtenidos. Por ello, abandoné
la investigación llamada "básica" y he buscado siempre fuentes externas de
financiación con otros grupos similares en España o el extranjero.
Una vez obtenido mi grado de doctor, me separé del grupo en el que me
encontraba por considerar que la línea de investigación se alejaba mucho de las líneas
prioritarias de la CICYT y no existía posibilidad de viabilidad para el proyecto en el
que nos encontrábamos. Desde este momento me convertí en enemigo natural y objetivo
número uno a abatir, todavía no sé si era porque se habían quedado sin "mano de
obra" o porque temían que yo pudiese "alzar el vuelo" sólo. En esos
momentos recordé las palabras de un eminente científico español que al entrar en la
Universidad me comentó: "...acabas de entrar en una institución que es un reloj,
tú eres parte del mecanismo de ese reloj, nunca intentes ir mas deprisa que el resto de
las piezas o serás sustituido rápidamente...".
A pesar de ello, con ayudas pírricas de la Universidad y mi propio
patrimonio me fui a EEUU, donde he trabajado con los mejores equipos en Biomedicina de
anticancerosos, más acorde con las necesidades sociales y donde actualmente desarrollo mi
investigación, colaborando con el Hospital Puerta de Hierro y dos equipos en EEUU.
Numerosas aplicaciones de nuestra investigación han sido publicadas en las mejores
revistas del mundo, siempre entre las 25 revistas con mayor Indice de Impacto del mundo
científico
Tras tres años, solicitando un proceso de reconversión; la plaza que
actualmente ocupo de Profesor Asociado sale a un Concurso de Interinidad, antes del
correspondiente Concurso-oposición a Profesor Titular de Escuela Universitaria. Dichas
plaza son evaluadas por una Comisión de Contratación del propio Departamento, y cosas de
la vida, se encuentran en dicha Comisión todos los miembros con los cuales trabajaba
previamente. El resultado de dicha Comisión era predecible, consideran que después de 10
años en la Universidad no tengo perfil docente y me dan la mínima puntuación de los
tres candidatos presentados. Dándose la paradoja que la candidata electa no tiene ninguna
docencia reconocida, tal como se comprueba en la documentación aportada por la misma.
Presentado el correspondiente recurso a la Universidad, por supuesto con ayuda de un
reconocido abogado en Derecho Administrativo, estoy pendiente de la decisión de la
Comisión de Reclamaciones. He solicitado en dos ocasiones, una entrevista con el Rector
de la Universidad de Alcalá, como Presidente de dicha Comisión y en ambas ocasiones me
ha sido denegada. Lo cual me hace prever el resultado de la Comisión de Reclamaciones.
Consciente de la lucha necesaria contra la endogamia y la enseñanza
competitiva, cuando tuve que seleccionar el Presidente y el Secretario para mi
Concurso-oposición, con la esperanza de dar mayor competitividad y transparencia al
proceso, elegí a miembros que geográficamente estuviesen mas alejados de Madrid y que
fuesen de reconocido prestigio, a pesar de no conocerlos personalmente. Mi gozo en un
pozo, ya que "casualmente" hay un candidato de la Universidad del Presidente del
Tribunal. La maquinaria ha funcionado perfectamente y mis días en la Universidad están
contados.
No acabaré sin citar a Ortega y Gasset, en 1930 que en su alegato
sobre la misión de la Universidad manifestó: ..."todo el que osa hablar de la
Universidad, insinuar sus conveniencias queda, ipso facto declarado demente o forajido, y
fuese él quien fuese se le centrifuga de la comunidad universitaria, condenándolo a una
existencia marginal, como si reforma fuese lepra"... Bienvenidos amigos leprosos.
José M. Cobo