LA FRASE DEL MES:"La libertad es aquel don que se nos da al nacer,
aunque no se nos A.P. París RECURSO DE DICTADORUna vez compuesta la edición de este número de Vivat Academia, hemos reflexionado sobre el insólito giro que se está dando a la filosofía que subyace en la actual gestión universitaria. No cabe duda de que este problema lo es también de otras muchas universidades del país, y no exclusivo de la de Alcalá, aunque sea ésta la que parece estar liderando el cambio. Nos referimos a las actitudes de las personas que ostentan cargos académicos, cada vez más inclinadas a mostrar un perfil psicológico común. Desafortunadamente, tampoco estas manifestaciones son privativas de la universidad, se dan en un gran número de agrupaciones y conjuntos más o menos jerarquizados de la sociedad en general. Por esta razón hemos creído conveniente hacer algunas consideraciones sobre el particular. Lo sorprendente, de ahí nuestro calificativo de insólito, no es que surja el fenómeno en sí, ya que ha sido una constante a lo largo de la historia, sino que al hombre de hoy le parezca natural y, adoptando una postura de indiferencia, intente contemporizar. A modo de definición, diremos que desde la época de T. Larcio, primer dictador oficial de la historia, se ha identificado con la palabra dictador a todos aquellos que ostentan poder y lo ejercen de manera absoluta, autoritaria y/o sin tener en cuenta la opinión de los gobernados. Dependiendo de las diferentes fechas y situaciones, los aludidos han utilizado distintos métodos para implantar su voluntad política, sistemas económicos autárquicos y divinizar su persona. Todos ellos se caracterizan por haber conseguido su objetivo por periodos largos de tiempo, más de lo que es normal por regla general. En todos los casos se observan las mismas pautas de comportamiento, al margen de las variantes que, según países y culturas, afloran como signos visibles. Es conveniente que aprendamos a descubrir en sus actitudes al futuro dictador, al menos para tener conciencia de lo que se nos puede venir encima. Por ello, les recomendamos que analicen con nosotros su personalidad. Para aquellos casos en que ya ejercen sus funciones no tenemos ninguna solución práctica, lo sentimos.
Inevitablemente, todo ello hace que no admitan la crítica. Suelen, eso sí, servirse de una crítica leve, normalmente semijocosa, pero dirigida preferentemente a sus colaboradores, para argumentar que "no es cierto que en sus dominios no exista la libertad de expresión". Y lo peor es que lo dicen convencidos de que es verdad, e incluso llegan a inventar palabras, o usar eufemismos, para designar la autentica censura. Las otras críticas terminan identificadas como un atentado grave a la INSTITUCIÓN, de la que son meros representantes y que han fagocitado completamente. El resultado suele ser toda una variopinta colección de despropósitos, que van desde expedientar a un funcionario, a la ejecución por pena de muerte (en los casos más graves), pasando por toda clase de persecuciones y torturas físicas o psicológicas. Así pues, el recurso al que más comúnmente acude el dictador, y que es un indicativo preciso e inequívoco de su calidad de tal, es el de acusar a todo crítico, disidente o desobediente, por mínima que sea su desviación, de enemigo público de la comunidad o grupo. Da lo mismo que se trate de un estado, de una universidad, de un club deportivo, de una comunidad de vecinos, etc., el discurso es siempre el mismo. Lean los informes relativos a las formas utilizadas por Obiang en Guinea. Vean las palabras del Rector Vinuesa (Universidad de Cantabria), tras la crítica desatada al procedimiento de control del profesorado que ha implantado: "se ha hecho un daño irreparable a la universidad". El rector de la Universidad de Alcalá también nos tiene acostumbrados a frases análogas, en cuanto atisba la menor idea contraria a su gestión y Vivat Academia ya se ha hecho eco de más de una en números anteriores. Evidentemente, para mantenerse en el poder en sistemas que, nominalmente, son democráticos, no dudan en acudir a todo tipo de triquiñuelas: promesas electorales que de sobra saben que no van a cumplir; entrega de dádivas y prebendas a los potenciales enemigos que carecen de la ética imprescindible; amenazas veladas, o no tanto, sobre las catástrofes que se avecinan en caso de prestar atención a sus opositores, etc. De todo esto se desprende una caótica administración que sólo redunda en beneficio de unos pocos, y que son los que, en definitiva, ejercen la presión real sobre el resto de la mayoría silenciosa. Resultado de todo ello es que los miembros de la comunidad correspondiente terminan por ejercitar la autocensura. Muchos de ellos incluso experimentan dudas y piensan que el dictador puede llevar razón. Sólo unos pocos se atreven a hacerle frente, aún a sabiendas de que arriesgan mucho, empezando por su prestigio, que el dictador se encarga de poner en entredicho con toda suerte de trucos, mentiras y difamaciones. Podemos poner remedio. No nos conformemos. Por favor, permanezcan alerta. LA REDACCIÓN Volver al principio |
|