Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

Histórico Año II

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Octubre 2000. Nº 19

LA FRASE DEL MES:

"Todos los hombres pueden caer en un error, pero sólo los necios perseveran en él".

Cicerón.

EN BUSCA DEL ESTUDIANTE PERDIDO 

El curso 2000-2001 ha comenzado con la constatación del descenso de alumnos matriculados en nuestra Universidad, que ha tenido una especial incidencia en algunas titulaciones como Derecho, Económicas, Químicas, etc. Esta situación ha provocado la generalización de debates y reflexiones ante el problema, en ambientes de "alto standing", en Junta de Gobierno, e incluso, en el discurso del rector en la inauguración oficial del curso.

En este sentido, lo más destacable de estas reacciones de reflexión sobre el futuro que se avecina para la Universidad, son los tintes de sorpresa con que se revisten, puesto que ningún responsable de la gestión se planteaba el problema meses atrás, antes de conocer los datos de matrícula.

La Universidad se ha venido gestionando como si la fuente de nuestra materia prima, los alumnos, fuese inagotable e ilimitada, y en estos momentos, se plantea el problema como si esos mismos alumnos hubiesen sido abducidos por una fuerza intergaláctica y sobrenatural que los ha hecho desaparecer de forma repentina e imprevista.

Sin embargo, la situación actual era perfectamente previsible, e incluso, se le podía haber puesto una fecha casi exacta hace varios años. No obstante, parece que nuestras autoridades, tanto nacionales (ministros, responsables de educación, consejeros, etc.) como universitarias (rectores, equipos rectorales, etc.), necesitaban signos más concluyentes para poder anticiparse al problema (quizás una estrella de Belén, una legión de arcángeles o alguna aparición mariana), pues de lo contrario no se explica que hayan ignorado los datos que, sistemáticamente, elabora el Instituto Nacional de Estadística sobre evolución del movimiento natural de la población, índices de natalidad, tasas de fecundidad, etc.

Analizando algunos de los datos antes mencionados, constatamos que el descenso del número de alumnos de primer curso que, en estos momentos, padecemos, es consecuencia del número de nacimientos y de las tasas de fecundidad de los primeros años de la década de los 80, puesto que son los nacidos en esos años los que hoy se incorporan a la enseñanza superior. Veamos a continuación algunas de esas tablas:

Evolución del Movimiento Natural de la Población

Años Matrimonios Nacimientos (a) Defunciones (b) Crecimiento Vegetativo de la Población (a-b)
1976 260.974 677.456 299.007 378.449   
1981 202.037 533.008 293.386 239.622   
1986 207.929 438.750 310.413 128.337   
1991 218.121 395.989 337.691 58.298   
1996* 190.780 358.879 349.347 9.532   
1997* 192.627 361.811 348.084 13.727   
(*) Datos provisionales
FUENTE: Instituto Nacional de Estadística.


Movimiento Natural de la Población 1998. Datos provisionales
Matrimonios, nacimientos y defunciones (1976-1998).
Cifras relativas

  Tasa de Nupcialidad Tasa de Natalidad Tasa de Mortalidad
1976

7,26

18,85

8,32

1981

5,35

14,12

7,77

1986

5,39

11,37

8,04

1991

5,59

10,15

8,65

1997*

4,90

  9,20

8,85

1998*

5,14

  9,19

9,09

(*) Datos provisionales
FUENTE: Instituto Nacional de Estadística.


Número medio de hijos por mujer

  1970 1975 1980 1981 1985 1990 1994 1997*
España 2,86 2,80 2,21 2,04 1,64 1,36 1,21 1,16
Andalucía 3,36 3,13 2,73 2,54 2,01 1,66 1,42 1,29
Aragón 2,36 2,41 1,96 1,79 1,44 1,16 1,12 1,09
P. de Asturias 2,34 2,38 1,83 1,67 1,31 0,97 0,83 0,76
Baleares 3,09 2,84 2,19 2,04 1,90 1,62 1,36 1,40
Canarias 3,73 3,20 2,53 2,37 1,80 1,48 1,27 1,22
Cantabria 2,85 2,68 2,16 2,02 1,45 1,15 0,95 0,96
C. y León 2,53 2,32 2,04 1,90 1,50 1,17 0,99 0,95
C.-La Mancha 2,76 2,63 2,38 2,30 1,83 1,61 1,41 1,23
Cataluña 2,69 2,86 1,90 1,61 1,49 1,25 1,18 1,19
C. Valenciana 2,87 2,92 2,33 2,15 1,63 1,38 1,21 1,15
Extremadura 2,87 2,53 2,50 2,37 1,92 1,63 1,39 1,21
Galicia 2,28 2,38 2,07 1,91 1,48 1,17 0,99 0,89
C. de Madrid 2,90 2,91 2,09 1,94 1,54 1,27 1,17 1,17
R. de Murcia 3,58 3,23 2,88 2,59 2,02 1,73 1,45 1,44
Navarra 2,72 2,66 2,00 1,88 1,42 1,23 1,14 1,19
País Vasco 2,85 2,77 1,86 1,73 1,28 0,99 0,91 0,98
La Rioja 2,49 2,45 2,06 1,85 1,49 1,21 1,11 1,10
Ceuta y Melilla --- 2,56 2,40 2,31 2,19 1,93 1,90 1,84
(*) Datos provisionales
FUENTE: Instituto Nacional de Estadística.

De un primer análisis de los datos recogidos en las tablas anteriores se desprende que la situación de hoy no es sino la punta del iceberg de lo que se nos avecina, teniendo en cuenta la caída en el número de nacimientos (1981: 533.008 nacimientos. 1996: 358.879 nacimientos) y de las tasas de fecundidad (1981: 2,04 hijos por mujer. 1997: 1,16 hijos por mujer) de los últimos años.

De este modo, se puede concluir que dentro de 10 años el número de alumnos que se incorporará a la Universidad será casi la mitad de los que lo hacen hoy, eso suponiendo que no varíen ciertos factores socioculturales que nos favorecen en estos momentos, como es el hecho de que una gran parte de la juventud opta por seguir estudios universitarios a fin de obtener un título ("titulitis") que, en muchos casos, no le va a servir para nada en el futuro. Si en las próximas décadas, una parte de los jóvenes cambiasen su interés en un título universitario por una especialización en un oficio con más futuro económico y laboral (cualquier operario especializado -fontanero, soldador, mecánico, etc.- gana hoy más que un profesor de universidad), la situación de la Universidad sería patética.

Y en esta coyuntura se critica, con razón, la falta escandalosa de una política educativa universitaria en España, como decía el rector de Alcalá en la inauguración oficial del curso; sin embargo, obvió el hecho de que esa ausencia de política educativa universitaria ha favorecido la gestión descontrolada y sin planificación alguna de muchas universidades (de la que es claro exponente la UAH), tanto en el plano académico como económico. En este sentido, se podría afirmar que la gestión de la Universidad de Alcalá se ha centrado, casi exclusivamente, en la recuperación y acumulación de patrimonio inmobiliario, más allá de las necesidades de nuestra Institución y que, como consecuencia de esa política, se ha dejado en un segundo plano el esfuerzo necesario sobre la docencia y la investigación universitaria que, en definitiva, son los pilares básicos sobre los que se sustenta la calidad de nuestras titulaciones.

Y es precisamente en la calidad de esas titulaciones y de la investigación en donde se encuentra, quizás, la principal solución al problema de la falta de alumnos, pues, en un futuro no lejano, cuando los alumnos puedan elegir libremente tanto los estudios que desean cursar como la universidad en la que realizarlos, será cuando opten por aquellos Centros cuyo prestigio esté reconocido en el ámbito laboral y profesional.

Sin embargo, esta mejora de la calidad de nuestros estudios se encuentra con dificultades de diferente índole. La primera la falta de financiación, sobre todo cuando ésta comience a reducirse con la disminución de alumnos y sea necesario seguir haciendo frente a los gastos generales de mantenimiento de infraestructuras innecesarias, de exagerados "staff" de gestión, de un elevado número de vicerrectorados, de empresas satélites deficitarias, etc., que, posiblemente, algunos insistan en mantener.

Otra dificultad añadida es la caótica política de implantación de planes de estudio, que han tendido más a salvaguardar intereses corporativistas que a dotarlos de una verdadera calidad, sin tener en cuenta si la sociedad realmente los demandaba, o si se ponían en marcha al abrigo de una masificación coyuntural que, en ningún caso, garantizaba su futuro.

Por último, también se puede mencionar un inconveniente, quizás más grave, consistente en haber creado, a lo largo de estos años de bonanza en el número de alumnos, un modelo de universidad que va más allá de su verdadero ámbito geográfico de influencia (Alcalá de Henares, resto de poblaciones del Corredor y provincia de Guadalajara) y que, en estos momentos, con la disminución de estudiantes y con la competencia de las universidades públicas y privadas de la Comunidad, dejará a nuestra Universidad en su verdadera dimensión (entre 10.000 y 15.000 alumnos en lugar de los 20.000 que ha venido teniendo), y esa reestructuración seguramente será dolorosa.

Con respecto a las posibles soluciones a adoptar también corremos evidentes peligros, sobre todo, si se ponen en marcha por aquellos que gestionan la universidad como una empresa privada de servicios, puesto que es previsible que recurran a iniciativas ya conocidas para hacer frente a la reducción de ingresos como:

Privatizaciones. Con la muy dudosa justificación de dar un mejor servicio y reducir gastos.
Patrocinios. Si Vd. consigue una empresa privada que financie su titulación o Centro, tiene futuro, si lo suyo es el servicio público, prepárese para la extinción.
Reducción de gastos de personal. Ya hemos oído nombrar términos de sospechosa finalidad como "flexibilidad".
Reducción de la calidad de la docencia. El fin sería atraer estudiantes menos motivados por el aprendizaje y más inclinados, o deslumbrados, por la facilidad del aprobado. Al menos eso hemos podido deducir del discurso inaugural del rector para el presente curso: "debemos ser imaginativos y más flexibles".
Utilización de figuras de profesorado de fácil intercambio y despido, como la de asociado (práctica habitual en los últimos años).
Potenciación de Estudios Propios, en muchos casos en detrimento del Tercer Ciclo. Estos Estudios Propios y de Postgrado dotan, supuestamente, de calidad a los devaluados estudios oficiales y además reportan pingües beneficios. Esta medida podría tener justificación si atrae alumnos y su docencia se cubre con el excedente de carga docente de los estudios oficiales, a causa de la disminución de alumnos, por supuesto, sin compensaciones económicas más allá de las reflejadas en la correspondiente nómina (aunque para eso ya existe el Tercer Ciclo, cada vez más abandonado a su suerte).

En cualquier caso, parece que las soluciones para el futuro pasan por hacer atractiva la Universidad de Alcalá a todos los potenciales estudiantes, tanto españoles como extranjeros (en estos últimos, posiblemente, radique parte de la clave de nuestro futuro), y eso no se consigue sólo con faraónicas infraestructuras, redes de hospederías, compra y rehabilitación de palacios, etc., sino, básicamente, con unas titulaciones de prestigio que garanticen, en alguna medida, un futuro laboral y profesional más competitivo que el de otras universidades.

Para finalizar, una reflexión: ¿Qué será de la Universidad de Alcalá si los que la han llevado, en gran medida, a esta situación, gestionando la bonanza, fuesen los que gestionasen la crisis?

LA REDACCIÓN

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