LA FRASE DEL MES:Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo, y algunos no oyen en absoluto. Oscar Wilde AL PAN, PAN Y AL VINO... ¡HORCHATA!Vivimos en el país por excelencia de los eufemismos, de eso no nos cabe la menor duda, pero una cosa es evitar el uso de palabras socialmente "mal vistas" y otra muy diferente es disfrazar cualquier suceso, por grave que sea, con una importancia menor, o no darle importancia en absoluto.Afortunadamente el leguaje popular ha ido asumiendo, sobre todo en los medios de comunicación, el uso de esas expresiones que hace unos años estaban totalmente fuera de lugar y que son adecuadas y reconocidas por la Real Academia. Pero existe, bien es verdad, el lado negativo del fenómeno; el efecto péndulo ha hecho que, en la actualidad, hayamos pasado al otro extremo. Los eufemismos ahora se emplean justamente al revés. Una frase o término de gran belleza en castellano se sustituye, hasta en los telediarios, por un conjunto de palabras sin sentido, pero que tienen su impacto porque suenan mal. Así, cuando una cosa es bonita, bella, buena, maravillosa, estupenda, agradable, asombrosa, etc, en el lenguaje de moda se convierte en: "que te cagas" (con perdón). Y el lío está hecho, porque esa expresión la siguen empleando muchas personas para indicar miedo o las consecuencias de la disentería. Sin embargo, no es éste el motivo central del artículo. Nuestra inquietud proviene del hecho demasiado extendido, y particularmente arraigado en la Universidad de Alcalá de Henares, de no querer, bajo ningún concepto, que las cosas sean llamadas por su auténtico nombre. Son muchos, multitud, los que se escandalizan porque una arbitrariedad de los equipos u órganos de gobierno sea calificada de tal. No se puede ni siquiera mencionar en público la palabra "mentira". La toma de decisiones claramente injustas o se califican de "errores" o se silencian. Los estancos de la zona deben estar haciendo su agosto con la venta de papel de fumar, por aquello del dicho que no nos atrevemos a reproducir no vaya a ser que... Si alguien en Junta de Gobierno, de Centro, de Facultad o en el Claustro comete la osadía de expresar con calma y respeto, pero con firmeza, lo que verdaderamente piensa, se dirá a los cuatro vientos que es un impresentable que, además, pierde los papeles con mucha frecuencia. No obstante, si un grupito muy particular de estudiantes decide emplear una jerga soez, inadecuada al momento y al lugar, haciendo ostentación de su falta de respeto sin cuento, esos mismos, que antes se rasgaban las vestiduras, sonríen y justifican la gracia. Si uno comete "errores", o los comete el amigo de turno, debe estar dispuesto a que sean llamados por su verdadero nombre, sólo así conseguiremos entendernos y orientarnos. Es más, opinamos que, como la verdad suele ser muy dolorosa, la próxima vez pondremos más cuidado en hacer las cosas bien y todos saldremos ganando. Al paso que llevamos terminaremos hablando en argot (nos gustaría poder ver el futuro para leer las actas del año 2050), sin que los términos injusticia, prevaricación, ignorancia, inutilidad, falta de ética, denuncia, incluso urgencia, puedan ser empleados. Siempre nos quedará la duda de que aquellos que gustan de la "horchata" no lo sean por miedo a que se les descubran sus verdaderas intenciones, o se les pueda callar la boca en cualquier momento, porque como dice el refrán: "En todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas". Así, al hilo de lo escrito, nos vienen a la memoria las muchas historias que, sobre los fariseos, se narran en los Evangelios. ¡A sufrir con paciencia las inclemencias del tiempo! (el que nos ha tocado vivir, se entiende). Volver al principio |
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