MI MEMORIA: La corta historia de "Campus"Por Julio Gutiérrez. Departamento de Física. Universidad de Alcalá de Henares. "Ni boletín oficial del Rectorado, ni revista de colegio. Ni eco del parvulario, ni "correveidile" de las alturas. Campus será lo que entre todos decidamos que debe ser una revista universitaria". Así comenzaba el editorial, titulado "Si me quieres escribir...", del número cero de la primera revista de información general y opinión de la Universidad de Alcalá de Henares. Pero antes de entrar en materia haré unas breves puntualizaciones. Esta pequeña crónica es la primera de una serie, dedicada a la historia reciente de la Universidad de Alcalá de Henares, que me he propuesto escribir para Vivat Academia. Aunque no es mi estilo habitual redactar en primera persona, considero que, en este caso particular, resulta mucho más directo y comprensible hacerlo así ya que, siendo uno de los protagonistas destacados de los acontecimientos que se relatan, resultaría chocante, cuando no petulante, utilizar el distanciamiento como forma de expresarme. Pido disculpas por ello a aquellos que no gustan del método. Corría abril de 1984 y Manuel Gala, el, desde entonces, sempiterno rector de la Universidad de Alcalá de Henares, estaba eufórico pues acababa de ganar las elecciones en una reñida confrontación, con la ayuda del sector más progresista de la comunidad universitaria. En otra ocasión les contaré los intríngulis de la campaña electoral, los miedos de muchos, las prepotencias de otros y los cohetes que alguno se dedicó a lanzar al cielo de la Plaza de San Diego en aquel día que pensábamos, totalmente equivocados: "por fin la UAH va a ser una Universidad". Ahora me contentaré con contarles la historia de la primera revista de opinión que vio la luz, con el esfuerzo de unos cuantos entusiastas de la información libre, y que, desgraciadamente, tuvo una vida efímera, ahogada por aquellos que nunca han visto con buenos ojos la crítica, por muy constructiva que sea. Fui nombrado vicerrector de Docencia y Estudiantes, aunque el nombramiento fue muy posterior al del resto de compañeros de equipo (varios meses). Durante la campaña electoral estuve integrado en el grupo más activo de apoyo a Gala, siendo una de las ideas del programa el crear una revista de opinión libre, al margen de las autoridades académicas. En el mes de mayo, nos enteramos de que los antiguos "Medios de Comunicación del Estado", en vías de desintegración (el diario nacional "Pueblo" y diarios parecidos en cada provincia, las emisoras de radio "la voz de...", etc.), habían decidido ofertar sus trabajadores fijos, con dotación económica incluida, a los organismos públicos. Llegamos tarde. En la entrevista con la "Comisión de Liquidación" que mantuve acompañado por María José Llorente, entonces Gerente de la UAH, nos comunicaron que ya no quedaban apenas personas disponibles. Conseguimos que nos transfirieran una periodista, Marita Martín, junto con la promesa de que más adelante verían si había posibilidades de nuevas incorporaciones. Administrativos y demás personal de gestión, imposible. En aquella época cuatro vicerrectores compartíamos una secretaria, por lo que, la mayoría de las veces, hasta los oficios los escribíamos a "máquina antediluviana" nosotros mismos. Después del verano se incorporó un nuevo periodista, Gonzalo Mellado. A este último le he perdido la pista, pero la voz de Marita se oye frecuentemente en "off" en los reportajes de las "noticias" de Telemadrid.
Pueden imaginarse las dificultades del momento, pero pese a ellas, las dieciséis páginas del número cero de la revista "Campus" salían de los rodillos de la imprenta "Raíz Técnicas Gráficas" de Madrid, en noviembre de ese mismo año, todo un récord. El mayor problema con que nos enfrentamos fue el del diseño y maquetación (había que pagarlo aparte, a una persona ajena a la UAH). Como pueden ver en la imagen adjunta, no había "Consejo de Redacción", sí colaboradores, los de siempre, los entusiastas de la difusión de la información en aras de la libertad democrática (Julio Gutiérrez, Miguel Ramos, Diego Azqueta, José Morilla, José Luis Gil y Tomás Calvo). Hasta los reportajes fotográficos fueron elaborados por tres de estos colaboradores. Observen el número de teléfono de contacto (¡Qué más quisiéramos! Multitud de promesas incumplidas).
Hemos mencionado, al comienzo de esta crónica, cómo comenzaba el editorial de la recién nacida Campus que terminaba ofreciendo premios por un concurso sobre el nombre, que a nadie parecía gustar, pero que nunca se cambió: Un frasco de depilatorio, un lote de libros que regalaba el Vicerrectorado de Alumnado (o ¿deberíamos decir el vicerrector?, que los ponía de su bolsillo), un lote de jaculatorias en malayo y, como premio mayor, una docena (12) de impresos de hábil factura, homologados por la UNESCO, de suma utilidad para la confección de todo tipo de chuletas. Era la primera vez que se hacía una revista gratuita, repartida a toda la comunidad universitaria, con contenido variado: Opinión, Reportajes, Información General, Literatura, Cine, Teatro, Tablón de Anuncios y, como no, Humor. El número uno nacía en diciembre de 1984, pero ya con un "Consejo de Redacción", integrado por el rector, el secretario general, dos profesores y dos PAS, entre los que no se encontraba Julio Gutiérrez. Nunca quise ser miembro de una comisión que estudiaba las colaboraciones para discriminarlas pero, fundamentalmente, mi negativa a pertenecer a dicho consejo se debía a que no me parecía correcto controlar la revista en mi condición de autoridad académica (cada uno es como es). Se adoptó la medida de cobrar 35 pesetas por ejemplar, bien es verdad la cantidad era más bien simbólica, para evitar que se la llevaran con el único fin de envolver el bocadillo. Más adelante, allá por el número seis, se comprobó lo innecesario de esta cautela y se retornó a repartirla gratuitamente.
A partir de este momento comenzaron las dificultades mayores para publicar el siguiente número. Manuel Gala era muy sensible a las críticas que el sector más recalcitrante de la Universidad vertía sobre la existencia de Campus. La actitud era verdaderamente incomprensible. He de confesar que los artículos de opinión o denuncia habían sido muy suaves, en comparación con los contenidos de Vivat Academia, pero la mera posibilidad de que alguien apareciera nombrado en letra impresa, sin las dificultades que conlleva escribir en un diario extrauniversitario, ponía nervioso a más de uno. Resultado: el número dos no aparecería hasta mayo del siguiente año, mientras que el tres lo haría en octubre de 1985. Para entonces Marita Martín ya tenía un pie puesto en lo que se suponía iba a ser la Televisión Autonómica madrileña, Gonzalo Mellado había pedido el traslado a no sé donde, pero se habían hecho dos nuevas adquisiciones de los "Medios", una nueva periodista, Concha Serrano, y un oficial de imprenta, Antonio Ávilas, que fue adscrito al servicio de fotocopias. De todos ellos sólo Antonio permanece entre nosotros, en la imprenta de la UAH. Concha Serrano tomó la dirección de la revista, cada vez menos "nuestra" y, tras un cambio de formato, de "cuchitril" y ya con teléfono, consiguió editar, con bastante irregularidad temporal, los siguientes números en las fechas que se indican: Nº 4: Diciembre de 1985. Quizás sea casualidad, pero la incorporación de Miguel Angel Pavón a la UAH coincide con la desaparición definitiva de Campus, que terminó por expirar con esta edición de una publicación que había ido perdiendo paulatinamente su identidad original, convirtiéndose en un órgano de propaganda (sólo la interesada) del equipo rectoral, proceso del que me había mantenido al margen. Concha Serrano pretendía el traslado, lo que consiguió en el noventa (también le he perdido la pista) y no se volvió a hablar de la resurrección de Campus. Aunque continué dando la "murga" para intentar evitar esa muerte prematura, ni que decir tiene que mis esfuerzos fueron vanos. Fue precisamente en Febrero de 1990, coincidiendo con la tercera campaña electoral de Manuel Gala, esta vez con Manuel Peinado, actual Alcalde de Alcalá de Henares, como contrincante, cuando aparece una nueva revista llamada Paraninfo, también dirigida por Concha Serrano como último acto de su carrera en la UAH, de edición mucho más irregular que Campus y ya abiertamente dedicada a exaltar la figura y la persona del rector. Curiosamente Paraninfo desapareció definitivamente antes de las pasadas elecciones a rector. No conservo todos los números, porque unas veces los recibíamos y otras no, pero se publicaron pocos en estos ocho años. Sin embargo, tras el éxito de Vivat Academia, que nació como respuesta al vacío de información que se había creado, el equipo rectoral intenta de nuevo la edición de una revista que, en principio, debía aparecer en marzo y, a estas alturas, todavía no ha visto la luz. No cabe duda que Vivat academia ha supuesto un gran revulsivo para la comunidad universitaria alcalaína. Por fin se ha publicado información sobre hechos que afectan a una amplia mayoría, se ha dado difusión a las actas de Junta de Gobierno (ahora parece que el equipo rectoral se ha tomado en serio esta iniciativa y ha creado una base de datos con el mismo fin), se ha puesto en tela de juicio lo que parecía "la universidad de las maravillas", se ha llamado, con éxito cuantificable, a la participación en los órganos de gobierno, en definitiva, se han denunciado muchas de las irregularidades que nos acompañan desde hace largos años. Como ven el esfuerzo ha merecido la pena, al menos ha servido para que, de nuevo, vea la luz una revista en papel impreso, falta ahora conocer su trayectoria. Volver al principio |
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