LA FRASE DEL MES:"El pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios pronto pierde unos y otros." Dwigth D. Eisenhower. URGENTE: SE BUSCA BRÚJULAEn realidad se necesita más de una, porque la pérdida del rumbo no corresponde sólo al rector de la UAH, sino a una gran mayoría de rectores de las universidades españolas, aunque el representante alcalaíno sea el mejor ejemplo de "marino perdido y atacado por el mal de las sirenas". Desde hace meses se venían filtrando a la opinión pública algunas de las conclusiones del llamado "informe Bricall", encargado por la CRUE, que pretende recoger, entre otras, las soluciones dadas por las actuales autoridades académicas a los problemas universitarios derivados de la gestión y el gobierno de los centros de enseñanza superior. Al parecer, los "prestigiosos intelectuales" presididos por el profesor Josep María Bricall Masip no han encontrado mejor sistema de gobernar la universidad que el imperante en España entre los años 40 y 70 de nuestra historia reciente. Durante el periodo de rumores, teníamos la impresión de que la información que nos llegaba era producto de algún grupo malintencionado que deseaba desprestigiar el documento "Universidad 2000". Ahora que lo conocemos en toda su amplitud, no nos cabe la menor duda: "aquellos malintencionados" se habían quedado cortos en sus apreciaciones. Propuestas como la de "eliminar la excesiva mediatización del rector por el Claustro que le elige y le condiciona en su capacidad de gestión", pensábamos que tenía que ver con la eliminación de la compra de votos y voluntades, posible en un sistema de elección por unos pocos. Pero cuando, en vez de hacer una propuesta encaminada a un método más universal, se nos plantean "procedimientos de elección directa de los órganos académicos (especialmente del rector) en lugar de a través del Claustro", junto con la posibilidad de que el máximo responsable de la gestión universitaria sea elegido por un reducido Consejo Social, resulta evidente que el informe hace uso del eufemismo, tan habitual en nuestro país, para llamar a la digitalización por otro nombre menos hiriente. Así ya no se necesitarían comparar alrededor de 500/2=250 votos, (dependiendo de los diferentes estatutos), con una decena, a lo sumo, bastaría. La cosa no tendría mayor enjundia si, a la vez, no se propusieran quitarle al Claustro las pocas competencias que la habilidad de los actuales rectores le han dejado. Se habla además de "un único órgano de gobierno"; ignoramos si la idea de los elaboradores del informe es que en ese órgano de gobierno sólo estén las personas elegidas por el rector y los políticos autonómicos de turno. Pero no acaba ahí el desatino. Si analizamos el capítulo dedicado a la financiación, se observa una descarada apuesta por la privatización de la enseñanza universitaria. Para comenzar, los rectores no tienen rubor alguno en solicitar un aumento de las tasas por matrícula y de las aportaciones privadas, sin que haya ningún lamento por la desidia de las autoridades en aumentar los fondos dedicados a la universidad pública. ¿Investigación? Debemos confesar que somos incapaces de sacar conclusiones claras al respecto. Mucho nos tememos que el tan traído y llevado artículo 11 de la LRU esté tras "esos grupos de excelencia pluridisciplinares, independientes de la estructura departamental universitaria, e integrados en una red de centros de investigación y laboratorios de empresas". La investigación viene, de nuevo, a ser término eufemístico aplicado al "mercadeo" establecido ya en muchas universidades del país que, dicho sea de paso, a través de las correspondientes "Fundaciones" ven incrementados sus ingresos, sin que la calidad sea un factor a tener en cuenta, ni de lejos. El investigador universitario, mal pagado, ve con buenos ojos esta forma de sacarse un "extra", sin depender de sexenios ni reconocimientos externos, aunque simplemente se trate de prestar "servicios baratos" a ciertas empresas, (a precio de saldo la mayoría de las veces). No hablemos ya de los recursos humanos. Por favor, reflexionen sobre la frase: "definición de plantillas de personal docente-investigador adaptadas a las demandas de la sociedad", y tengan en cuenta que los "peticionarios" del reiterado informe llevan muchos años llenando las universidades de profesores en empleo precario. Así podrán hablar de "flexibilidad y movilidad", otra de las frasecitas del "desinforme Bricall". ¿No les suena a contratación por el método del empleo temporal? Claro que a lo mejor más de un rector está pensando en, precisamente, montar una empresa de empleo temporal de profesorado, adaptada a planes de estudios cambiantes, (sólo en cuanto a nombre, por supuesto), para tener la coartada del "quito y pongo a placer". Adoptando una postura cínica y malvada, podemos dar alguna idea al respecto, la podríamos llamar OPU, a la empresa claro, o mejor OPUSA, (Oficina de Profesorado Universitario, no vayan a pensar mal). Naturalmente hablan de calidad, pero desde estas páginas retamos al mejor lector entre líneas para que intente sacar algo en claro, que no sea un canto a las excelencias de la privatización. En fin, toda una obra maestra del transformismo intelectual. Párense un momento a pensar en las consecuencias del documento: Una serie de rectores, en la impunidad más absoluta, - gozan del respaldo de la mayoría de los universitarios, ya que han sido elegidos por métodos democráticos, - deciden poner sobre el tapete las maldades de tales métodos democráticos. Nosotros pensamos que ello es exclusivamente debido al desgaste que supone, para tan insignes padres de la Universidad del siglo XXI, tener que renegociar votos y apoyos cada cuatro años, con representantes, además, cambiantes. No mucho, bien es verdad, pero sí lo suficiente como para ver en peligro su permanencia en la poltrona. Hemos de reconocer que algunos "magníficos" lo tienen peor que otros. Por ejemplo, para el rector Gala la cosa no se presenta tan mal, ya que puede optar a la reelección tantas veces quiera, por culpa de errores democráticos del pasado. Sin embargo, otros sólo pueden repetir un número pequeño de mandatos. Tampoco es que les importe mucho. Véase, a título ilustrativo, la proeza del rector de la universidad coruñesa, que ha conseguido cambiar los Estatutos para hacerlos más alcalaínos. (Les ofrecemos la última noticia que nos llegó al respecto en este vínculo). La verdad es que con esto de la democracia les pueden crecer granos molestos y difíciles de extirpar. Algo había que hacer para evitar que un candidato, que pierde las elecciones pero ha conseguido un alto apoyo, de aquellos que todavía creen en una universidad pública de calidad, gobernada en justicia y con criterios puramente universitarios, se dedique a hacer oposición. El rector alcalaíno lo ha dicho varias veces, haciendo clara referencia a esta publicación. Están demasiado acostumbrados a que los catedráticos que se presentan a rector habitualmente lo hagan por aquello del prestigio, el figurar, aunque sea a nivel local, el sacar adelante proyectos personales. Una vez perdidas las elecciones les dicen a los que pusieron en ellos sus ilusiones: "si te he visto no me acuerdo"; o por utilizar el lenguaje coloquial del momento: "hasta luego Lucas". Basta con que el ganador se gane también la voluntad del vencido. Con los nuevos métodos se evitan, evidentemente, estos problemillas. Una cosa nos tiene un poco "moscas", "el desinforme Bricall" no contiene mención alguna a un código deontológico, sobre comportamiento universitario de una posible oposición frente a la actuación de los equipos de gobierno. Decimos esto porque, sin embargo, al parecer, en la Universidad de Alcalá se está haciendo alusión continuada a este tipo de reglas. Incluso nos ha llegado el rumor de que el rector insiste ante el Consejo Social en la necesidad de elaborarlo. El fundamento sigue siendo, presuntamente, la edición de esta misma revista, que, ¡oh desastre!, se dedica a poner en tela de juicio el buen hacer de nuestros gestores y, lo que es peor, arremete en clave de humor contra ellos. Aunque pensándolo bien, a lo peor la idea de los "chicos Bricall" va más allá de nuestros cortos planteamientos y luces y, sabedores de las tendencias políticas europeas actuales, piensan que en un decenio, a lo sumo, las dictaduras y los gobiernos a lo "Gran Hermano" habrán acabado con este tipo de molestias. Deseamos de todo corazón estar equivocados. LA REDACCIÓN Volver al principio |
|