Esta página está abierta para dar información u opinión sobre las futuras elecciones a Rector en nuestra Universidad. Contenido:
Candidatura de José Morilla: lo que representamosJosé Morilla Critz En las próximas elecciones a Rector en nuestra Universidad, nos vamos a presentar no sólo candidatos individuales, sino grupos de personas sobre los que los electores (en este caso toda la comunidad universitaria) han de conocer sus características, intenciones y trayectorias así como el programa con el que se presenten. Ese ha de ser el objeto de la campaña electoral. Pero aun antes que todo eso, se ha de saber como ven, sienten e imaginan la Universidad y con qué grupos e ilusiones colectivas conectan. Yo, los que están y estarán en esta candidatura, comprendemos la exasperación de un amplio número de universitarios alcalaínos ante los sucesivos fracasos que ha habido hasta ahora de los varios intentos de cambiar los usos y las personas en el gobierno de la Universidad como forma de arreglar vicios que hoy han terminado en problemas graves (por ejemplo: la desorganización de las plantillas, el deterioro de servicios imprescindibles, el enfrentamiento progresivo de las representaciones estudiantiles y docentes, la inseguridad sobre las decisiones adoptadas por órganos colectivos, los infructuosos esfuerzos para la consecución de acuerdos en los órganos de gobierno, la desconfianza ante las estructuras parauniversitarias surgidas en el entorno de la institución, etc.). Se han derrochado demasiadas ilusiones y energías de personas en lo mejor de sus vidas, todas responsables, equilibradas y con la Universidad en sus mentes, ante el altar del culto a la continuidad personal, habiéndose olvidado que en una institución colectiva la posibilidad de continuidad de sus funciones viene en gran medida, precisamente, de la renovación periódica de sus dirigentes. Queremos reunir más que a las "víctimas" o "damnificados" de un Rectorado que ha sido muy eficiente en mantenerse, a los que simplemente llevan tiempo creyendo, o están dispuestos a entender ahora que cambiar es de sabios y prudentes. Y la primera regla de la sabiduría, en situaciones como en la que nos encontramos, es la de pensar en construir antes que en ajustar cuentas. Somos, al mismo tiempo, quienes comprendemos el miedo de quienes, cuando esta larga etapa se acaba, temen que las ilusiones que fraguaron para la institución y llevaron en buena medida a la práctica, queden ninguneadas, con independencia de su valía, por el hecho de haber sido en muchas ocasiones arteramente proyectadas, obtenidas o realizadas. Por ello, no tenemos reparo en reclamar consideración por los logros concretos en nuestra Universidad en los últimos dieciocho años. Pero afirmamos que esos logros son de toda la Universidad, que no se reduce ésta al Rectorado, ni éste al Rector. Y somos también quienes asumimos los dos polos presentes en la vida de nuestra Universidad desde su nacimiento hace ahora veinticinco años: el que la mantiene anclada a su ciudad histórica y de corazón universitaria y el que, dentro de sí, le da su razón de ser y su responsabilidad como institución pública de docencia e investigación. Es esta simbiosis la que la ha salvado en momentos críticos de desmantelamiento y, viviendo normalmente en condiciones adversas, le han permitido nichos preferenciales que, a modo de empujes ocasionales, nos han convertido en una Universidad con cierta originalidad que hoy día puede tener cierta utilidad ante la diferenciación y competitividad que se nos presenta. Pero es este el momento de mirar preferentemente a la institución docente e investigadora en sí, para que nuestra función institucional no quede fagocitada por el "designio histórico" de la ciudad universitaria, porque salvar para Alcalá su Universidad es ,ahora, hacerla más y más una buena Universidad sin más. Cuando el actual Rector sea sustituido, se habrá terminado no ya un largo mandato, sino toda una era. Empezaremos unos nuevos estatutos, unos nuevos objetivos adaptados a la nueva realidad social de nuestro país y a una ciudad en la que las ilusiones restauradoras de los años 80 estarán ya encauzadas. Y en todo ese ambiente y proceso, los agravios esclerotizados, las trincheras inamovibles durante años, y hasta las justas y pacientes esperas por las causas relegadas, no nos van a servir de guía para los nuevos tiempos. Son tiempos que hemos de abrirlos para los que ya dentro de nosotros, crecidos dentro de nosotros, son ya más sabios que nosotros. A este movimiento de reencuentro dentro de nuestra institución, renovador, integrador y plural, que es lo que dicta el sentido común en una institución caracterizada por la acumulación de saber, te convocamos en esta candidatura. Volver al principio del comunicado Volver al principioCarta de José Morilla Critz a la comunidad universitaria alcalaínaAhora, el sentido común Querido(a) compañero(a): Los últimos acontecimientos relacionados con la iniciación del proceso para las elecciones a Rector y para la adaptación a la nueva Ley Universitaria, confirman a mi juicio lo que he venido diciendo sobre la crisis institucional en la que se halla inmersa nuestra Universidad y la inexplicable dificultad por encontrar una solución en un ambiente de paz y consenso. Y sin embargo, éstos son imprescindibles en una etapa tan trascendental y determinante de nuestro futuro como se nos abre con aquellos procesos. El Claustro recomendó el día 15 la celebración de elecciones de Rector en Mayo y recomendó, igualmente, una distribución de los porcentajes aplicables tanto a esas elecciones como a las del Claustro constituyente. La junta de Gobierno no ha atendido a ninguna de las dos proposiciones, dejando insatisfechos en cada caso a distintos sectores de nuestra comunidad. De paso también el Claustro rechazó una vez más los Presupuestos de la Universidad. Cada uno de nosotros tendrá seguramente su criterio personal sobre los diferentes órganos de nuestra Universidad, pero es incontestable que para la institución como un todo, estas desautorizaciones múltiples (Rectorado, Claustro, Junta de Gobierno) muestran el lamentable estado de desconfianza que hay en la Universidad y de falta de liderazgo consensuador, arbitral y pacificador. En este estado vamos a encarar el proceso de adaptación a la LOU. Llamo, por tanto, a la responsabilidad desde abajo, ya que estamos siendo incitados a la locura desde arriba. Ya sea en la Junta de Gobierno, en el Claustro o en cualquier otra ocasión pública que ha habido, muchas personas hemos hecho abiertamente la pregunta al Rector sobre cuales son las razones objetivas, claras y definidas que le han estado llevando a proponer el retraso de las elecciones y no ha habido respuesta fuera de un impreciso "interés general de la Universidad". Las discusiones se han enzarzado pues en un inextricable marasmo jurídico que, por mi parte, he rechazado como inútil, pues lo sustantivo eran y son las razones que pudiere haber en bien de la Universidad. Tendremos, pues, elecciones retrasadas sin justificación declarada. Considero lícita la decisión de la Junta de Gobierno, como las otras que ha adoptado, aunque me parezcan un error. Como candidato a Rector que seré, yo y mi grupo de colaboradores tendremos más tiempo de llegar a todos vosotros y, desde luego, el tiempo también dará opción a que las razones que nunca se han explicado acaben brillando. Tengo la esperanza de que objetivamente sean por el "interés general de la Universidad" y no que rememoren aquellas "coplillas" que compuso Salvador de Madariaga para nuestra institución en un momento tan delicado como éste de su vida: ... si la Universidad Es el momento de la Universidad, toda, frente a intereses particulares. Un afectuoso saludo, José Morilla Critz Volver al principio de la carta Volver al principioCarta abierta a los universitarios de Alcalá de Diego Luzón PeñaLa necesidad de una alternativa de cambio Queridos compañeros y compañeras: Como candidato a Rector en las próximas elecciones, y amén de las manifestaciones que he ido realizando en órganos de gobierno, actos públicos y medios de comunicación, creo necesario expresaros a todos, de una manera inequívoca, mi posición sobre el conjunto de acontecimientos que se están produciendo últimamente en nuestra Universidad de Alcalá. Elecciones de Rector: La situación ante la que nos encontramos es insólita ya que constituye un caso único y singular si se compara con el resto de las Universidades españolas: no se quiere celebrar las elecciones al finalizar el plazo de cuatro años desde las elecciones anteriores, es decir en mayo de este año 2002 (puesto que el actual rector fue elegido el 8 de mayo de 1998), sino en octubre o noviembre. Y ello pese a que el art. 100.3 de nuestros Estatutos establece que el mandato del Rector será de cuatro años, y pese a que además el Claustro, máximo órgano de representación de la Universidad (tanto en la anterior LRU como según la nueva LOU), en su sesión de 15 de febrero pidió expresamente que las elecciones se celebren en el plazo que corresponde, es decir, en mayo (un año antes este mismo claustro se pronunció a favor de anticipar las elecciones, recomendación a la que el Rector hizo caso omiso). El pasado mes de enero, me llegaron noticias de que el Rector mantenía la intención de posponer la convocatoria electoral para que las elecciones se celebrasen en otoño. Por ello, solicité, junto con otros cinco miembros de Junta de Gobierno (representantes del profesorado y del PAS), un dictamen a los tres catedráticos de Derecho administrativo de nuestra universidad, juristas de tan reconocido prestigio como son los Profs. Leguina Villa, Bassols Coma y Sánchez Morón. El mismo concluía que el mandato de cuatro años del rector no se puede prorrogar y que, por coherencia con la legislación electoral general y con los anteriores procesos electorales en nuestra propia Universidad, el final del mandato debe computarse desde la elección anterior, es decir, en mayo. Sin embargo, el Rector no se conformó con ese dictamen y solicitó otros dos: uno a la Secretaría de Estado del M.E.C. y otro a la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, preguntando si cumpliría la legalidad convocando antes del fin de su mandato, pero celebrando la elección en octubre o noviembre. El Secretario General de nuestra universidad aclaró, en una comisión nombrada al efecto por la Junta de Gobierno, que el Rector defendía la celebración en otoño y sólo convocaría en mayo las elecciones si estos dos informes solicitados coincidían con el dictamen inicial presentado por nosotros. En la Junta de Gobierno del 18 de febrero el Rector entregó a los miembros reunidos el primer informe, de la Secretaría de Estado del MEC. Dicho informe, no muy preciso, indica que, en caso de no haberse celebrado la elección para la fecha de los cuatro años desde el nombramiento de Rector (junio), una posible solución sería su sustitución por un Vicerrector. A continuación, el Rector afirmó ante los miembros que no había informe de la Comunidad de Madrid, ni lo habría, porque se sumaban en intención al del Ministerio. Hubo un breve debate, en el que unos defendimos que la única solución que no planteaba dudas legales era celebrar elecciones en mayo convocándolas en marzo, mientras que los representantes de los alumnos defendieron la posposición de las elecciones hasta después del verano para dar tiempo a que concluyesen algunos proyectos pendientes. Finalmente, sin que el Rector y su equipo se molestaran en defender su posición, se votó una propuesta del Prof. Espinar en la que se convocan elecciones a mediados de abril pero no se celebran los comicios hasta que una Junta electoral determine el calendario, lo que supone entrar ya en junio, en período de exámenes, y en la práctica aplazarlos hasta octubre o noviembre. Esta propuesta, en votación secreta, tuvo 31 votos, frente a 21 que obtuvo la de celebrar las elecciones en mayo. Todo ello pese al pronunciamiento en el sentido contrario del Claustro celebrado tres días antes. Hasta aquí el breve relato de los hechos, aunque lo más asombroso, sorprendente e increíble estaba por llegar. Nos enteramos de que "sí existía el segundo informe, de la Comunidad de Madrid" con fecha del 18 de mayo, y con registro de salida del día 19, claramente contrario a la posición del Rector, y que éste, hay que suponer, debió de olvidar en algún cajón, hasta que en la Junta de Gobierno del día 6 de marzo presionado por la evidencia de que la representación del P.D.I. repartió una copia del mismo -que se las había ingeniado para conseguir-, le obligó a distribuir la que él había recibido entre los miembros de la junta. (Más tarde, la hemos recibido todos por correo electrónico). ¿Qué se puede añadir a estos lamentables hechos que generan indignación y tensión en buena parte de la comunidad universitaria, y cuya gravedad es responsabilidad, en primer lugar, del Rector Gala y de su equipo (que ha apoyado su posición pese a que antes de la votación algunos de sus integrantes habían defendido el no retraso de las elecciones), pero que también lo es de quienes en la Junta de Gobierno apoyaron tal posición abiertamente o en votación secreta? Además entiendo que el que algunos hayan seguido el juego al dictado del deseo de una sola persona nos ha colocado en una situación de ridículo ante el resto de las Universidades. Frente a esto, manteniendo la misma postura que votamos 21 miembros de la Junta, defendí expresamente en esa Junta de Gobierno del 18-02, por respeto a la normalidad y a la imagen y prestigio de esta Universidad como institución, la celebración en mayo de las elecciones a rector como la única opción que claramente no vulnera la disposición legal y estatutaria de duración de cada mandato del rector en cuatro años, y de ninguna manera ¡en cuatro años y unos meses más!, que por lo demás es lo que se entiende y se aplica en todas las demás Universidades (incluyendo la nuestra en las anteriores elecciones rectorales); por lo que, siendo así de claro y fácil de entender el sentido de la ley, contra lo que otros pretendieron, hay que respetarla y no procede en absoluto entrar a discutir argumentos materiales sobre si es más conveniente o no aplazar las elecciones. Pero además he mantenido desde el principio pública y enérgicamente esta posición en todos los foros y ocasiones y por supuesto con la misma posición pública e inequívoca de mis colaboradores, a diferencia de otros candidatos o posibles candidatos. Elecciones al Claustro: En la indicada Junta de Gobierno sí se acordó celebrar en mayo, para no entrar en el período de exámenes, la elección del Claustro universitario que conforme a la LOU habrá de redactar los nuevos Estatutos de la Universidad. Pero frente a la propuesta que unos defendimos de llegar en su composición al máximo de 300 miembros que permite la ley, se optó por la mitad de esa cifra: 150 miembros. Creo que ello es un error porque, al menos en esta ocasión constituyente en que el claustro tendrá la fundamental responsabilidad de elaborar los estatutos, debería haberse ido al máximo legal, que permitiría una mayor representación de personas, sectores y sensibilidades a la hora de aportar puntos de vista plurales en la elaboración de nuestra norma interna básica. Porcentajes de representación y de voto En cuanto a los porcentajes de representación y de ponderación de voto, desde un mes antes sostuve públicamente que, al dar la LOU mayor peso a los profesores doctores de cuerpos docentes (al menos el 51 %), tendría que haber reequilibrios de los restantes sectores: profesores no doctores, estudiantes y PAS, pues, p. ej., no parece razonable que, si el alumnado y el PAS mantuvieran su actual 40 %, los restantes profesores (TEU, ayudantes y asociados) quedaran reducidos del 28% actual en el claustro a un 9 %. Por eso defendí la conveniencia de aproximar posiciones e intentar llegar a un acuerdo lo más amplio posible. Pero en dicha sesión de Junta de Gobierno no se hizo por parte de la presidencia el más mínimo intento de aproximar posiciones y de llegar a un consenso. Por el contrario, en una impensable estrategia de confusión se sometieron a votaciones sucesivas eliminatorias, hasta cinco propuestas distintas de vicerrectores junto con otras cuatro propuestas, pudiendo votarse varias propuestas simultáneamente en las papeletas. Ello dio lugar a que, gracias a esta ruleta de despropósitos, se aprobara en este azaroso juego, al que los representantes de los alumnos no son ajenos, una opción que reduce el porcentaje de su participación del actual 30% al 20%. Esa reducción tan fuerte no me parece razonable, habiéndome inclinado yo a favor de porcentajes para el alumnado en torno al 25%, similar al que había recomendado el Claustro y la comisión nombrada al efecto por la propia Junta de Gobierno. Presupuestos de la Universidad Por otra parte, el rechazo a la gestión del rectorado ha llegado al punto de que no se han aprobado los presupuestos. El pasado 15 de febrero el Claustro acordó por amplia mayoría la propuesta que presenté de no aprobar el proyecto de presupuestos de la Junta de Gobierno para 2002, por entender que no reflejan en absoluto la situación económica real de nuestra Universidad y, por ello, no se ajustan materialmente, aunque sí aparentemente, a los compromisos suscritos con el M.E.C. y la Comunidad de Madrid. Con lo cual deberán ser reelaborados por la Junta de Gobierno o, en su defecto, seguiremos con prórroga de los del año anterior. Para mejor comprensión de las razones del rechazo, reproduciré, a continuación, el texto íntegro de la resolución aprobada y de su motivación: "En el 2º punto del orden del día se propone la no aprobación de los presupuestos elaborados por la Junta de Gobierno de la Universidad para el ejercicio del año 2002. Se fundamenta la propuesta en las siguientes consideraciones: En primer lugar, no se proporciona información válida sobre el ejercicio 2001. La ejecución presupuestaria a 30 de septiembre es absolutamente inútil para juzgar el ejercicio pasado y no resulta aceptable que, mediado el mes de febrero, no se faciliten al Claustro los datos a 31 de diciembre aunque sea con carácter provisional. El presupuesto presentado no se corresponde con las necesidades previsibles para el funcionamiento de la Universidad. Se pretende reducir el gasto globalmente en 1.500 millones de pesetas (9 M) ampliando actividades y proyectos en curso (nuevos estudios, entrada en funcionamiento de nuevos edificios, comienzo de nuevas obras etc...). El anterior punto queda reforzado al contemplar la disparidad sistemática existente entre los presupuestos iniciales y las liquidaciones finales siempre mucho mayores y financiadas (en su mayor parte) con deuda no autorizada. La memoria económica del 98, (primera auditada externamente), mereció el peor de los juicios que podía emitir el auditor: "opinión denegada". Las memorias del 99 y 2000 contienen reservas muy serias del auditor sobre los resultados y situación financiera de la Universidad. El análisis de las cuentas de la Universidad llevó al Órgano Técnico del Consejo Social a estimar que en el ejercicio de 1999 se generó un déficit ajustado de 1.829 millones de pesetas y en el de 2000 se alcanzó la cifra de 2.089 millones. Nada hace pensar que el resultado del año 2001 no supere esta última cifra y no los 660 millones de déficit que figuraban en el presupuesto. El presupuesto presentado tampoco incluye la regularización definitiva de las muchas reservas y salvedades del auditor, unas nuevas y otras que se vienen arrastrando año tras año sin corrección. Particularmente no atiende a la observación del auditor de presentar presupuesto consolidado con todos los entes que dependen de la Universidad y que están cargados de deudas, problemas financieros e incluso han perdido su patrimonio según consta en el informe de auditoría. Es urgente diseñar el futuro económico de la Universidad que, en este primer semestre de 2002, deberá rendir cuentas a la comunidad de Madrid en cumplimiento del Contrato-Programa Marco de financiación de las Universidades públicas. Se debe corregir el déficit estructural "real" de 2000 millones de pesetas anuales en promedio, que ha llevado a la Universidad a tener una deuda de 8.000 millones de pesetas como mínimo a finales de 2000, y a cambiar este proyecto continuista por otro de futuro viable económicamente." Conclusión Todo el panorama expuesto no son sino diversas manifestaciones de un modo agotado y rechazable de gobernar la Universidad que, con sus últimos devaneos, nos ha convertido, en lo referente al proceso electoral, en el hazmerreír del mundo académico. Así como otras veces he defendido un modelo alternativo al actual convirtiendo en prioridad absoluta la calidad en la docencia y la investigación y propugnando la eficacia y transparencia en la gestión, ahora hay que insistir en que es absolutamente necesaria una alternativa de cambio para gobernar procurando integrar y, en todo caso, contando con la opinión y la participación de la mayoría de la Universidad expresadas en el Claustro y no de espaldas a ella. Y no podrán ofrecer esta alternativa quienes, abierta o encubiertamente, pretendan apoyarse en o continuar con la línea actual. Un saludo muy cordial Diego-Manuel Luzón Peña Volver al principio de la carta Volver al principio |
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