En la pelea, se conoce al soldado; sólo en la Victoria, se conoce al caballero.

Jacinto Benavente.

Los abogados ociosos tienden a convertirse en políticos, por lo que hay un cierto interés social en mantenerlos ocupados.

Peterson

Bodas de Plata

El 10 de junio de 1977 la Universidad de Alcalá nacía gracias a un decreto que terminaba por diferenciarla, al fin, de la Complutense de Madrid. Tras su larga gestación (luchas ciudadanas por ser enclave universitario y dos años como Campus adicional de la universidad madrileña, con cierres intermitentes), tanto los alcalaínos como el conjunto de profesores, PAS y estudiantes de aquellos tiempos, recibían con alegría y satisfacción del deber cumplido la noticia.

Ciertamente no han faltado dificultades y nuestra historia reciente no puede considerarse un ejemplo de crecimiento y desarrollo organizado y armónico, pero seguimos siendo entusiastas y prueba de ello fue la comida de jubileo a la que nos autoconvocamos los tres sectores universitarios y los representantes ciudadanos de las épocas actuales y pretéritas, el pasado día 10. Comida en la que no faltó el cava, ofrecido por Ruzafa, ya por entonces concesionario de la única cafetería, en el destartalado cuartel sede de todas las Facultades recién nacidas, y el brindis de rigor, por "los ciudadanos, los universitarios la Universidad y el Futuro".

Que hubo dificultades lo atestiguan las actas del Congreso de los Diputados que recogen la interpelación parlamentaria respecto de la situación de la ya cuarta universidad de Madrid. Sin embargo, el entusiasmo de que siempre hicieron alarde los integrantes, en aquellas fechas, del exiguo cuerpo de la UAH, dieron por resultado la consolidación de la Institución, con todos los errores posibles, por supuesto, y pese a quienes intentaron siempre sacar beneficio propio frente al bien común, pero con éxito final.

La celebración de un evento tan trascendental e irrepetible se ha visto empañada por el olvido (¿intencionado?) de las autoridades académicas actuales, más preocupadas quizás por su futuro inmediato. Ni una nota, ni una convocatoria, ni un reconocimiento oficial a las personas que vivieron esos momentos tan importantes de nuestra existencia como centro superior de enseñanza. Nada, ni siquiera la asistencia a la comida a la que, a título personal, acudió el vicerrector de Departamentos.

Evidentemente, un acto de estas características está destinado fundamentalmente a las personas y no son las personas precisamente el centro de preocupación del equipo de gobierno presente. Por otra parte, el convocante primero del encuentro, protagonista indiscutible de los balbuceos y primeros pasos de la universidad alcalaína, José Morilla, es uno de los candidatos a rector peor vistos por el rectorado. Pero ello no quita que sea, al parecer, el único concienciado de la importancia de nuestro pasado histórico en conjunción con el futuro que nos espera. Vivat Academia también participó en la convocatoria, consciente de que, en las circunstancias actuales, el llamamiento de Morilla podría ser mal interpretado. Sin embargo y lamentablemente, el resultado no fue positivo.

Cincuenta personas pueden considerarse un éxito o un fracaso, según se mire, pero sin lugar a dudas supone una representación escasísima en un colectivo que sobrepasa las 20.000. Allí no hubo miembros del Consejo de Estudiantes, ni de la cúpula gerencial, y muy pocos decanos y directores de Departamento, sólo aquellos asiduos a otros eventos diferentes de los organizados por el rectorado. Es de destacar la ausencia significativa de los otros tres candidatos en la carrera por ocupar el sillón rectoral. En honor a la verdad, Juan Ramón Cuadrado sí excusó su asistencia, por compromisos personales, pero ¿no parece raro, dadas las circunstancias, que ni Diego Luzón, ni Virgilio Zapatero hicieran acto de presencia? Curiosamente, análogo comportamiento tuvieron los más íntimos colaboradores de los tres. No se trataba de ningún acto electoral y, si así se ha interpretado, mal empezamos; ello podría ser indicativo del desprecio hacia iniciativas de esos que pueden ser considerados "enemigos", es decir, un gesto de galismo puro y duro.

Críticas a un lado, debemos felicitarnos todos por haber llegado a celebrar estas bodas de plata que, casi nadie, en aquel 1977 en que nacía por fin la democracia en España, parecía estar muy convencido de poder celebrar. Desde aquí también queremos dejar bien claro que si esta andadura ha sido posible y si la situación actual de la UAH es la de una Universidad al mismo nivel de las otras y dentro de la media nacional, no se debe a una persona o un grupo de personas concretos, son el fruto del esfuerzo, el trabajo, la entrega y la dedicación de todos los que pertenecen o han pertenecido, de forma permanente o de paso, para realizar sus estudios, a esta insigne Institución.

No podría faltar un recuerdo especial para todos aquellos que un día compartieron nuestros anhelos y preocupaciones y nos han dejado para siempre. Para ellos, por nosotros, los universitarios y los ciudadanos, por la Universidad y por el Futuro presente y lejano, levantamos nuestra imaginaria copa, rebosante de optimismo y decimos:

¡Felicidades y enhorabuena Alcalá, universitaria y cervantina!

LA REDACCIÓN

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