El Rincón Literario
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año IV

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Junio 2002. Nº 36

Aladino y el Genio

Eduardo Acaso

Al salir el genio de la lámpara y reparar en Aladino le saludó y le dio trato de amo. Después proclamó que poseía el Poder Absoluto y que gracias a él le concedería hasta tres deseos. Clara contradicción que nuestro héroe no dejó en saco roto pues ¿cómo alguien con el Poder Absoluto podía ser su servidor?

- Mi primer deseo -dijo con voz clara- es que me deis todo vuestro poder si no me concedéis alguno de los dos restantes.

- Sea. Te daré mi poder si no puedo cumplir mi palabra.

De nuevo otra maliciosa contradicción, porque si el genio estaba seguro de la infinitud de su poder, ¿cómo podía abusar de Aladino y dejar que gastase uno de sus tres preciados deseos en tal obviedad?

- Tú a mi no me la das, -masculló el joven.

- ¿Decías algo?

- Nada, nada.

El segundo deseo puso de los nervios al genio porque la cosa consistió en lo siguiente. Transcribo:

- Mi segundo deseo es que jamás me concedas el tercero, sea cual sea.

- Ah no, de ninguna manera.

- Piensa que si te niegas incumplirás mi segundo deseo y habrás de entregarme el Poder.

- Pero si cumplo el segundo deseo –protestó el genio- será para incumplir el tercero y perderé el Poder de igual modo.

- Tú lo has dicho.

- No me queda otro remedio. Sea, jamás cumpliré tu último deseo.

El genio, abatido, comentó poco después que daba igual lo que pidiese porque sería la última vez que hiciese actuar su poder. Que aparezca un plátano, que doble un picaporte, es lo mismo.

- Para que veas lo cerca que has estado de salvarte y también un poco por chulería –pronunció solemne nuestro héroe- mi tercer deseo es que no me des jamás tu poder, ocurra lo que ocurra.

- La verdad es que me estás haciendo un lío porque, si ahora cumplo, sólo servirá para incumplir el segundo deseo y si, por el contrario, sigo los dictados de éste incumpliré el último. En cualquier caso, estoy obligado a conceder el primer deseo. Lo vea como lo vea, tengo que entregarte el Poder. Me has pillado, lo reconozco.

Y Aladino recibió el Poder Absoluto. Ni que decir tiene que alzó los brazos, pareció más musculoso y comenzó a proferir cosas tales como: ¡El Poder! ¡El Poder Absoluto! ¡Todo mío! ¡Hala! Iban a caer ya los primeros rayos entre nubes tormentosas cuando se oyó la voz del genio –del ex-genio- que le decía:

- Te recuerdo que soy tu amo y que me tienes que conceder tres deseos.

FIN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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