Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año IV

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Octubre 2002. Nº 39

LA FRASE DEL MES

Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada más rápido que un favor.

Martín Luther King. Predicador.

Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas.

Jean Jacques Rousseau.

Cambios demasiado tardíos

Algunos dirán, bien es verdad, "nunca es tarde si la dicha es buena". No obstante, es necesario recordar que la Universidad de Alcalá de Henares hubiera tomado otro rumbo, más acorde con sus objetivos y misión institucionales, si el cambio de rector se hubiera producido hace muchos años. ¿Cuántos? A nuestro entender hubiera sido una buena fecha 1990. En aquel tiempo las ideas de Manuel Gala ya estaban agotadas y pocas personas decididas a dejarse la piel en el gobierno de la universidad estaban dispuestas a colaborar con él. Su retirada en aquellos días hubiera supuesto recordar su rectorado como una de las mejores etapas de la UAH pretéritas y, posiblemente, futuras.

La evolución inexorable de su filosofía y formas de gobierno no significan sino el proceso natural de una identificación, ausente de la realidad, de la persona con la institución, tras demasiados años de mandato. Alentada, eso sí, por aquellos que han sabido sacar pingües beneficios (no necesariamente económicos) de la situación y la necesidad de votos de Manuel Gala para mantenerse al frente de la gestión durante tantos lustros.

Partamos de un axioma: la personalidad de Gala no ha cambiado en nada desde su primera elección, allá por abril de 1984. Las personas no cambian porque un sillón o un trato especial, magnífico incluido, les hagan sentirse de una nueva forma y en una nueva piel. El genio y la figura se obtienen en la cuna y el refrán castellano afirma que se comparten hasta la sepultura. Pero es bien cierto que hasta no sentirse menos atado, hasta haber medido bien las fuerzas, hasta haber conseguido las adecuadas alianzas y hasta haber comprado suficientes voluntades, este tipo de personas se agazapan y dejan correr los acontecimientos por el cauce debido, a la espera de mejores circunstancias. Una vez iniciado el declive es cuando, sin rubor ni vergüenza alguna, dan rienda suelta a su verdadera personalidad. Ejemplos recientes tenemos hasta en el gobierno de la nación.

Una vez establecida esta premisa, es innegable que ciertos desaguisados no se hubieran hecho realidad si, desde 1990, nos hubieran gobernado, al menos, un par de rectores. No se habría consumado la atrocidad de un Consejo de Estudiantes que poco o nada vela por sus compañeros. No se habría asistido a la desfachatez de tantas y tantas promesas electorales incumplidas. (Todavía recordamos la elección de 1998 con sus dos vueltas. En la primera, Manuel Gala apenas presentó un programa electoral, confiado como estaba en su victoria, según indicaban todas las encuestas. Después "vio las orejas al lobo" y decidió presentar un compromiso prácticamente idéntico al de su oponente, el cual, por supuesto, nunca cumplió ni en lo más fundamental: la docencia y la investigación). No se habría acumulado una deuda de una magnitud tal que una empresa privada, en la misma tesitura, se hubiera visto en la necesidad de declararse en quiebra. No se habrían dado tantos casos de acoso psicológico a miembros de la comunidad universitaria, por parte de algunos otros, sabedores de la impunidad de su proceder, dada la manía del rector de no poner solución a los problemas y dejarlos en proceso natural de descomposición, hasta que la "mierda deje de oler", según sus propias palabras. No se habría degradado tanto la calidad de nuestra universidad como para tener que mendigar alumnos mantenedores de nuestro presupuesto, en el declive del número de estudiantes rebotados de otras universidades de la capital. No se hubieran creado tantas titulaciones nuevas, oficiales, propias e impropias, con el consiguiente aumento sin tino del profesorado a bajo nivel de contratación, casi en condiciones de explotación laboral. En fin, no se habrían hecho tantas cosas mal como se han hecho en la última década de nuestra historia más reciente.

Ahora, por muchos cambios que nos prometan los diferentes candidatos, poco podrán hacer para devolver la Universidad de Alcalá a la normalidad. ¿De qué sirve su promesa de ir a mendigar a las autoridades provinciales, autonómicas y nacionales el presupuesto necesario para hacer frente a todo este cúmulo de despropósitos? ¿Se imaginan ustedes, a punto de casarse, que su futuro cónyuge les proponga, para poder subsistir y hacer frente a los gastos de la vida en común, como única solución, coger la boina y ponerse en la puerta de la iglesia más cercana a la salida de misa? ¿No les parece excesiva la falta de ideas al respecto? Claro está, algunos dirán aquello de "contigo pan y cebolla", mas eso nos recuerda un chistecillo al respecto, cuya esposa protagonista, en paro, utiliza este mismo refrán:

"No te preocupes amor mío, si no tenemos para comer, no pasará nada, yo te amo tanto que con verte tengo suficiente". Al cabo de unos días, el esposo ve a su mujer demacrada y le dice: "Cariño, lo siento, pero mi trabajo es muy duro y, si no como lo suficiente, no podremos pagar el alquiler y nos veremos obligados a dormir bajo el puente". "No te preocupes - responde la sacrificada esposa -, te dije y te digo que con verte tengo suficiente. Ya llegarán mejores tiempos". No obstante, al cabo de un mes, la esposa pide con urgencia al marido un poco de su pitanza. "¿No habías dicho que con verme tenías suficiente?" - argumentó éste. "Sí, amor mío, pero es tanta mi debilidad que ¡ya no te veo!"

En resumen, muy crudo lo van a tener los miembros del equipo ganador en las próximas elecciones, salvo que sean meros continuadores de la situación y nos lleven al desastre de un galismo sin Gala. Por eso, sólo nos queda poner atención al nombre introducido en la urna, y así estar seguros de que, al menos, se establecerán las bases de los cambios necesarios. No le vamos a pedir milagros al próximo rector. No le vemos a pedir que camine sobre las aguas, pero sí la búsqueda de las piedras en el lecho del río para mojarse lo menos posible y no hundirse, como decía el otro chiste. Y, por favor, no nos den el triste espectáculo de iniciar la serie de interminables actos de sometimiento y agradecimiento al responsable de esta situación casi desesperada.

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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