Benjamín Hernández Blázquez. Universidad Complutense de Madrid "El esposo de María hace la noche igual al día", o por "San Matías igualan las noches a los días", éste ya con menos validez, son dichos castellanos que anuncian la llegada del primer equinoccio, evento geográfico que, a su vez, marca el devenir histórico de la Pascua, célula generatriz de todas las fiestas movibles del calendario al uso. Por ende también de la Cuaresma, la larga cuarentena que "empieza con la ceniza y acaba con la risa"; se refiere al Risus Paschalis del Domingo de Resurrección. Cuaresma es una abreviación del latín quadragésima dies, es decir el día cuadragésimo por la duración de cuarenta días que tiene este periodo religioso, en el que los cristianos se preparan para las celebraciones pascuales. En los primeros siglos del cristianismo, esta preparación constaba de tres días: viernes y sábado santos seguido del colofón de la vigilia; posteriormente, Pedro, obispo de Alejandría, la fijó en 40 días. Su constante era el ayuno y la mortificación "como expresión exterior de la conversión interna", y su símbolo principal, la ceniza que arraigó, ya en el siglo VI, cuando se mezclaba con agua y vino. El número cuarenta, fijado como ninguno otro en la simbología cristiana, hunde sus raíces en otras culturas aún más ancestrales, pero unas y otras lo han tipificado para designar espacios temporales de gran duración, asimismo como periodo de prueba o de arduas vicisitudes. La Biblia se llena de ejemplos: los cuarenta días del Diluvio, los cuarenta días que Moisés permaneció en el Sinaí, los años que los israelitas peregrinaron por el desierto, los cuarenta del ayuno de Jesús, los días que median entre la Resurrección y Ascensión a los cielos, etc. Esta cifra también voló por encina del tiempo para designar cosas o actividades tan dispares de su raíz, como cantar las cuarenta o los cuarenta principales, entre otras muchas más acepciones. Cuarentena, hoy muy utilizado, es el periodo de 40 días, meses o años, y define la medida profiláctica por la que se aíslan personas o animales que proceden de lugares sospechosos de padecer enfermedades contagiosas, para impedir su propagación. En los países donde la libertad de prensa está restringida, algunas noticias o hechos se someten a cuarentena para contrastar su certeza. De una forma o de otra, en esta cuarentena de días, la iglesia manda abstenerse de comer carne ciertas fechas. La abstinencia es el distintivo de este tiempo cuaresmal que la iconografía presentaba como la figura de una matrona que, con una mano, se tapa la cabeza y, con la otra, parece alejar de sí una copiosa mesa de viandas. La alimentación que tenía como protagonista al cerdo con sus múltiples derivaciones, ahora es sustituida por la pesca. La ingesta desmesurada de pescado, ictiofagia, hacia que se comiera tanto como la economía pudiera permitir a cada hijo de vecino, olvidándose del mas esencial de los preceptos, el ayuno. La sociedad, como la familia, siempre ha navegado entre contradicciones. Sin antagonismos, carne y pesca, cerdo y bacalao convivieron en la España profunda, que era muy grande; y así como se dice que los ingleses inventaron la sobremesa para olvidar la comida, los castellanos se solazaban en la eterna lumbre, y escarbando el rescoldo evocaban tiempos mejores. La abstinencia, empero, tenía sus restricciones, es decir, existía la minoración o exención de ella cuando se compraban las denominadas bulas: de Lacticinios de Difuntos, de Composición o de la Cruzada, que en épocas medievales era la ayuda económica que los fieles daban para los gastos bélicos de la pugna con los infieles de la Reconquista. De aquí derivó para ser tributo ordinario de la Iglesia en la Cuaresma, con lo que España fue el único país católico que las mantuvo hasta 1966, que fueron abolidas por el Vaticano. Las bulas eran de varias categorías, es decir precios, y concedían el privilegio de comer carne algunos días a cambio de cierto pecunio: "nadie puede ser sensato con el estomago vacío". Existía la figura del bulero "el que echaba las bulas", y se encargaba de su cobranza en varios pueblos, casi siempre coincidentes con la administración de sus párrocos, profesión que conllevaba otros menesteres y actividades, algunos lejos de la moralidad que propugnaban. Volver al principio del artículo Volver al principioEl Arco IrisBenjamín Hernández Blázquez. Universidad Complutense de Madrid. Ancestralmente, marzo inauguraba el año civil que se extinguía con diciembre , décimo mes y colofón anual; marzo y diciembre eran el alfa y omega de la traslación solar. Ambos son de los tipificados como mixtos, es decir de los cuatro meses que distribuyen sus días entre dos estaciones y, de éstos, los dos con 31 días. Invierno versus primavera, carnaval contra cuaresma, cambia la hora y, cambia la meteorología cada semana, cada día, incluso cada tarde; en marzo es como si se ensayara el tiempo para reajustar el paradigma de su volatilidad. En lo que atañe a 2002, marzo tuvo carácter cálido o muy cálido según la referencia de las últimas décadas. Estas mismas series de datos nos dicen que los cielos cambiantes son los actores principales de esta narración que se desarrolla en cinco semanas. Lejos de la salmodia urbana, en alcores y mesetas castellanas se contemplan y registran ciclos empedrados, caóticos, emisarios, negros, marginales o verdes, casi siempre; tipificados así según las octas o "fracciones iguales a la octava parte de la bóveda celeste utilizadas para el cifrado de la nubosidad". Esta variedad de cielos consustanciales al mes, unos más probables que otros, convergen y cristalizan en dichos como: "cuando llueve y hace sol sale el arco del Señor". Este es el protagonista del espectáculo, Rabindranath Tagore el poeta indio escribía: "es la sonrisa que el cielo nos envía para congraciarse con nosotros después de la tormenta". La visión del arco iris únicamente es posible cuando el sol y la luna se hallan a espaldas del observador y, frente a él se alza una cortina de lluvia; por consiguiente en las primeras horas del día sólo es visible en el lado oeste del cielo, al mediodía se encuentra en el norte y en horas vespertinas en el este. Por otra parte, aunque no se presente así, el arco iris es una circunferencia completa cuyo centro se fija en el punto de la esfera celeste opuesto al lugar que ocupa el sol en el instante de la observación; por tanto dicho centro se suele encontrar debajo del horizonte y, desde el nivel del mar. sólo podrá verse una parte de la semicircunferencia superior. La circunferencia completa sólo puede verse desde un avión, siempre que la cortina de lluvia que lo ha generado tenga suficiente espacio de desarrollo. Así lo presenta el Instituto Nacional de Meteorología. En algunas ocasiones, es factible contemplar dos arcos distintos, entonces el segundo tiene un diámetro mayor que el primero y con colores que figuran en orden inverso, es decir el rojo en la parte interior. El arco iris como símbolo cristiano desempeñó un importante papel en representaciones pictóricas y en la amplia iconografía medieval, como idea bíblica de la alianza entre Dios y los hombres después del Diluvio. Amplia es, asimismo, la mitología que destaca la rapidez con que este meteoro se extiende del Cielo a la Tierra, configurando a Iris como arquetipo de la velocidad, a la par que mensajera de Zeus en el Olimpo, por lo que fue representada como una diosa, veloz como el viento con un vestido matizado de siete colores y el bastón de heraldo. La ciencia siempre encuentra explicaciones que no suelen ser tan románticas como el empirismo popular, pero no por ello dejan de ser apasionantes como elemento constante en el devenir de la naturaleza: "quien arco ve no muere de sed"; abundando en frases y refranes relativos a indicios acuosos según su posición: "arco a la matina descuelga la gabardina, arco a poniente deja el arado y vente, también arco a la sera, buen tiempo espera, o arco a mediodía llueve todo el día". Arco de la niebla, arco del cielo, de san Martín o de san Juan como, asimismo, se menciona en la literatura popular, pero siempre con sus múltiples matices y contrastes que nunca dejan de sorprender a los observadores que ven como derrama sus colores por el paisaje castellano. Según el costumbrista, Gómez de la Serna el arco iris es "la cinta que se pone la naturaleza después de haberse lavado la cara". Volver al principio del artículo Volver al principioProblema de Selwyn o cuántas horas hay que entrenar para llegar a ser como Severiano BallesterosJosé Antonio Martínez Pons. UNiversidad de Alcalá. Tengo delante de mi un formulario en el que se me pide haga una estimación del tiempo que "un estudiante medio" debe dedicar al trabajo, para adquirir los conocimientos mínimos precisos para superar mis asignaturas. No puedo menos que recordar un viejo libro de D. Julio Palacios, su célebre "Análisis Dimensional". En él se presenta un contra-problema típico, que se atribuye a Selwyn. Dice algo así como. Sabiendo que en el juego del golf intervienen las variables: velocidad de la pelota, peso de la misma y ángulo de lanzamiento ¿Cuántas horas debe entrenar un jugador para lanzar y embocar la pelota a una distancia l? Aplicando el análisis dimensional es fácil llegar a una expresión del tipo , una expresión exacta, precisa y... ridícula, (sobre todo ridícula y sin ningún sentido). Algo así me ocurre con eso que, con la mejor voluntad, me están pidiendo. Primero, porque no creo que exista el estudiante medio, segundo porque no creo que exista la hora de estudio media, tercero porque admitiendo que no son correctas mis dos afirmaciones anteriores y que se puede promediar, el primer parámetro que hay que fijar es donde está el hoyo, es decir ¿Qué se entiende por superar, promocionar, aprobar, pasar el listón, "probatus esse", "non essere bocciato" o como quiera decirse, es decir, qué hay que evaluar y cómo hay que evaluarlo. Por tanto me parece que por vía de aproximación, y siempre dentro de los parámetros tradicionales de la universidad española, que son los que entiendo, la magnitud es inmedible y cualquier respuesta que se dé se parecerá a la solución del problema de Selwyn. Y aquí entro en la segunda parte de mis reflexiones. Todo este asunto se inscribe en un propósito mucho más profundo y complejo, la reforma de la Universidad española. No tengo ninguna duda de que nuestro sistema educativo universitario necesita una reforma en profundidad pero, cuidado, una reforma, por muy rupturista que sea, perfectamente encajable en nuestra tradición. Una mala copia de los sistemas educativos anglosajones no dejará de ser eso, una mala copia de los sistemas educativos anglosajones, de los que sacará los defectos (ya lo dijo Benavente, bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán nuestros defectos) y corruptelas, incluso las virtudes, las sacará de su contexto y se convertirán en nuevas corruptelas a la española, porque, por supuesto, la mayoría de vicios del sistema educativo actual seguirán ahí y al final tal convenga recordar a Lampedusa, sí, aquello de cambiémoslo todo para que todo siga igual. Se impone primero un estudio en profundidad para ver el estado actual de nuestra universidad y su sistema que, no lo olvidemos, para bien o para mal, tiene a sus espaldas muchos siglos de historia, cosa que por razones obvias, no se puede decir de la americana. En estos siglos se han creado tradiciones y hábitos buenos, que hay que conservar y malos, que hay que corregir, pero después de un análisis serio y coherente y dando razones de peso intelectual. En resumen, que tan malo es rechazar todo lo que viene de fuera como aceptar todo lo que viene de fuera. Hasta ahora no he visto un solo atisbo de este análisis, sólo un constante machaconeo de que hay que ir a una convergencia con Europa y dale que te doy. Y sale una pregunta: ¿Qué es esto de la convergencia con Europa? Mucho me temo que una vez más Europa es una entelequia y una excusa. Dicen que Italia está dispuesta a renunciar a su historia universitaria y abrazará con furia de converso el nuevo método. Conocedor que soy del mundo italiano, lo dudo. Estoy seguro que Francia se apuntará a todo para acabar haciendo lo que le dé la gana. Me cuesta mucho creer que los países de influencia germánica renuncien a su método que tantos buenos resultados, al menos científicos, les han dado, así que, ¿en qué quedará Europa? Aceptar los nuevos métodos de créditos al trabajo etc... significa un cambio radical en toda la estructura. No concibo un sistema como el propuesto en que se siga trabajando a base de unas clases magistrales, unas prácticas de laboratorio desconectadas en el espacio y en el tiempo de las clases de teoría. Sí, sé lo que estoy diciendo. ¿Tiene algún sentido hacer las prácticas en Octubre, cuando todavía ni se ha empezado a estudiar la asignatura, impartidas por el último becario del Departamento y que consisten en una serie de manejo de instrumentos desconocidos y el llenado de huecos en un guión que, por supuesto, ni se entiende, ni se puede entender?- y una prueba de examen como única forma de evaluar el progreso del estudiante que se limita a estudiar, perdón por la repetición, los quince días antes de esta prueba, siendo todo el material que utiliza unos apuntes de clase que contienen los errores del profesor, los errores del alumno y los accidentales de trasmisión. No hablo de los contenidos de estas pruebas, dudo que la mayoría superasen los más mínimos controles de adecuación y que sean un instrumento fiable de medida de la capacidad de un futuro profesional, sobre todo las pruebas de respuesta cerrada ("tipo test" por emplear el horrible barbarismo), en las que un error de concepto vale lo mismo que un error de interpretación o de lectura. Me temo que al final todo el follón de créditos y horas se reducirá a una cosa: Reducir el bagaje cultural de los nuevos licenciados, por mucha verborrea con que esos se revista, en consecuencia, devaluar su capacitación y su título. Y no cabe duda de que se devaluarán porque, además de aligerarles la carga , los estudiantes, consecuencia de las sucesivas leyes de educación, llegan cada día a la universidad más inmaduros. No me refiero a conocimientos, lo que es obvio, sino a madurez mental. Con madurez y hábito de trabajo, los conocimientos necesarios "entran solos", sin madurez y con la idea de que todo tiene que venir resuelto desde afuera, mal vamos, ni se aprende, ni se estudia, ni se lamenta no haber aprendido, sobre todo si, por arte de birlibirloque, se "aprueba". En resumen, si reducimos la base y el tiempo real de formación, los resultados serán titulados de segunda división. Y ahora entra Europa. Si el título de "licenciadillo" no vale y hay que competir con jóvenes formados en universidades extranjeras, será necesaria una formación extraordinaria, incluso no reglada y por tanto cara, y a cargo del bolsillo del estudiante o de su familia y ocurrirá, lo de siempre, el joven cuyos padres tengan dos euros y quieran invertirlos en sus hijos buscará centros privados, colegios o universidades, que den una formación de calidad, que los hay, como los hay que se limitan a vender "aprobados". Evidentemente, en cualquier proceso selectivo limpio, para estos jóvenes serán todas las ventajas. Los otros no tendrán nada que hacer frente a aquellos y no por ser "hijos de obrero" sino por estar mal preparados. No dudo que en tres años de trabajo intensivo se adquiere mucha más formación que en siete remoloneando por la Universidad y aprobando las asignaturas por la teoría del Slalom y del paracaidista (sí aquel paracaidista que no se le abre el paracaídas y va mirando el altímetro y, cuando le quedan dos metros se consuela, sólo es un saltito). Pero debe tratarse de un trabajo serio e intensivo con dedicación exclusiva a lo que se hace y esto requiere tanto un alumnado como un profesorado concienciado y dispuesto, y con un seguimiento diario del progreso, con un trabajo personalizado y dirigido y con unos puntos departida y llegada claros. Lo que se pretende mucho me temo será simplemente una devaluación más del nivel intelectual español. Los estudiantes a hacer lo menos posible, y a conseguir su diploma, que cada día valdrá menos, con todas las trampas que puedan, y los profesores a seguir soportando la docencia como una carga y a seguir haciendo las cosas como las han venido haciendo, hasta ahora: su investigación , lo primero y después sus clases, como las han venido dando desde hace 20 años y sus examencitos que corregirán al mes de la prueba, que tienen otras cosas mucho más perentorias que hacer. Creo, por tanto, que antes de convergencias europeas, lo mínimo que compete a las autoridades académicas es hacer un estudio de la situación actual, analizar la capacidad de profesores y alumnos a adaptarse al sistema que se propone, analizar la viabilidad de este sistema y su integración en nuestra universidad y, si los resultados son negativos, pues echar mano a la imaginación y buscar una solución nuestra y dentro de nuestra idiosincrasia e historia, que conduzca realmente a una mejora de la Universidad y de la formación que esta imparte, sin olvidar nuestra rica tradición universitaria, que, aunque muy ayuna de premios Nobel (los genios, para desarrollarse, sobre todo en materia de ciencia, necesitan un caldo de cultivo social que por las razones que sean en España no se ha dado prácticamente nunca) no es tan negativa como a veces los propios universitarios creemos. Una reforma que no cuenta con el entusiasmo o, al menos, el convencimiento del profesorado y su disponibilidad sincera a adaptarse a ella, está condenada al fracaso. Lo que nos llevará a convergencia con Europa son unos profesionales "en promedio" sólidamente formados, no unos planes artificiales de puro artificioso e irreal, salvo, por supuesto, que en los repartos europeos nos haya tocado ser región de servicios, de camareros y flamencos, vaya. (Si son expertos en el uso del preservativo, mejor). Por cierto y es un detalle final. Si se devalúa la moneda se devalúa toda la moneda en circulación, no la emitida a partir del momento de la devaluación. Si se devalúan los títulos universitarios, se devalúan todos, también los nuestros y como las autoridades económicas caigan en la cuenta, me parece más probable que los "funcionarios Clase A" pasemos "Clase B" que la recíproca. Es una aviso para "navegantes". Volver al principio del artículo Volver al principio |
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