LAS FRASES DEL MES:Cuando apuntas con el dedo, recuerda que otros tres dedos te señalan a ti. Proverbio inglés ¿Por qué matamos a quienes han matado a otros? ¿Para demostrar que matar está mal? Norman Mailer La anticultura está servidaEuropeos, canadienses, australianos, sudafricanos, coreanos del sur y hasta nigerianos restringen, como pueden, el número de horas de la programación televisiva y las proyecciones cinematográficas dedicadas a la anticultura estadounidense. En la última Mostra de Venecia se ha vuelto a suscitar el problema y se han realizado reuniones en ese mismo sentido. El problema planteado a estos estados no es meramente económico, tiene profundas raíces sociales: el miedo a la pérdida de sus peculiaridades culturales y sociales, cuando no el miedo a la propagación de unos modos de vida y comportamiento encontrados con los progresos que tantos siglos, sangre, sudor y lágrimas ha costado conseguir. No obstante, y desgraciadamente, los productores han encontrado la vía de subvertir estas limitaciones gracias a las llamadas "guerrillas digitales". La facilidad y economía para producir y editar material grabado digitalmente y la universalidad de su distribución vía satélite o Internet hacen prácticamente inútiles los esfuerzos de las administraciones preocupadas por la nefasta influencia yanqui. Sin lugar a dudas, en los últimos decenios hemos asistido, impasibles e impotentes, a una americanización de costumbres, cuando no de formas de pensar, y ello supone un atraso en los planteamientos sociales de mediados del siglo XX. Nuestro país es uno de los mejores exponentes del proceso. El inicio se dio en la era felipista el Sr. González afirmaba que prefería ser pobre en el metro de Neva York a vivir en ciertos países- y los gobiernos aznarianos no han hecho sino profundizar en la idea. ¡Ahora somos los aliados más incondicionales del tio Sam! El capitalismo feroz, despreocupado de los ciudadanos más débiles y las minorías étnicas, la propagación de ideas de corte neofascista, donde el fin justifica los medios por muy violentos y fuera de lugar que sean, va calando poco a poco en aquellas poblaciones usuarias, casi como única vía, de la educación televisiva. Un dato incuestionable: la mayoría silenciosa de los españoles, convenientemente adiestrada desde los informativos de la "caja tonta", pese a los trucos, mentiras y falsificación de pruebas utilizados y de los que todos somos conscientes, ya defiende la injustificable invasión de Iraq. ¿De qué sirvieron tantas manifestaciones en contra? Nuestras fuerzas armadas relevan a las americanas y no decimos casi nada. Ya lo anunciamos en un editorial anterior, el movimiento era sólo una maniobra política de los grupos de la oposición para echar leña al fuego. Ahora tienen otros motivos más cercanos y prometedores para sus intereses. Es responsabilidad de los educadores, en cualquier estadio del proceso de aprendizaje de las futuras generaciones, desafiar esta invasión cultural para evitar una globalización aún más perniciosa que la económica que ya nos ha absorbido. ¿Qué se puede pensar de una cultura que mantiene sin rubor la pena de muerte? El país de las libertades, como gustan en llamarse, está a años luz de ser tal, y todos lo sabemos. La hipocresía de su puritanismo de escaparate no puede dejarnos al margen de actuar en nuestro ambiente, denunciando estas actitudes fuera de toda moral. No lo olvidemos, se comienza por los vaqueros y las bebidas a base de cola, para terminar asumiendo el "todo vale" con tal de ser los dueños del mundo. Podríamos llegar a aceptar el terrorismo de estado, no como un mal menor, sino como un bien. Es curioso que, formal y oficialmente, los EE.UU. se consideren el país cristiano por excelencia. De la Biblia, de la que tan orgullosos se muestran en leer en cualquier ocasión, sólo parecen haber retenido la ley del talión amplificada: no se trata del "ojo por ojo y diente por diente", sino de "cabeza por ojo y mandíbula por diente", algo que también han aprendido, a las mil maravillas, sus mejores aliados, los israelitas. Imagínense ustedes un mundo futuro gobernado a imagen y semejanza de estos métodos. Cuando se queden sin enemigos externos, la emprenderán con aquellos considerados posibles amenazas de ese modo de vivir, por muy internos y ciudadanos propios que sean, no lo neguemos. No tenemos el derecho a obligar a todos a ser como nosotros y menos aún si ese "nosotros" se centra en los económica y bélicamente poderosos. Si permanecemos de meros espectadores, corremos el riesgo de dar en herencia a nuestros nietos un mundo insufrible. Insistimos, desde nuestra posición de educadores y/o informantes tenemos los medios y la obligación de intentar acabar con estas tentativas de entronizar la podredumbre cultural que nos amenaza. LA REDACCIÓN Volver al principio |
|