Ilusiones ópticasSigfrido del Alce He aquí otro clásico de lo imposible Volver al principio de ilusiones ópticas Volver al principioImágenes de Escher:
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Luis Monje Arenas
Una de chorizos
A una mujer le robaron el coche. Al hacer la denuncia comunicó que el coche tenía teléfono. Entonces, un policía llamó a ese teléfono, y le dijo al conductor que si se acordaba de él, que estuvieron hablando sobre lo del anuncio del coche hacía un mes, que ya se había decidido finalmente y que iba a comprarle el coche, tras haber estado mirando precios y tal.
El chorizo picó, y fue detenido al ir a la cita para cerrar el trato esa misma tarde.
Otra de chorizos
Se dice que un 'profesional' tuvo la genial idea de meterse en una tienda y mirar si había gente, policías, como escapar, etc., mientras le pedía cambio de un billete de 20$ al dependiente. Éste le dijo que lo sentía, que los de seguridad se acababan de llevar todo el dinero y que sólo le quedaban unos 15$ en la caja. El ladrón no se cortó, sacó la pistola y le dijo que le diera los 15 dólares. Luego se largó, olvidándose el billete de 20$ encima del mostrador.
Una de campesinos
Un campesino se dedicaba a cultivar melones. Le iba bastante bien, pero había una pandilla de chicos que se metía en su huerto y le robaban los melones.
Al cabo de un tiempo, este hombre decidió hacer algo para detenerlos, así que plantó un cartel en mitad del huerto diciendo "uno de estos melones esta envenenado." Ciertamente los chicos dejaron de robarle melones, pero unos días más tarde se encontró con que habían cambiado el cartel y ahora decía "dos de estos melones están envenenados".
Tuvo que tirarlos todos.
Una de concursos
En un concurso televisivo:
- Dígame, señora, por 50.000 pesetas., ¿quién fue el primer hombre?
- ¡Eso no se lo digo yo, ¡ni por un millón de pesetas!
Otra de concursos
En un concurso radiofónico de preguntas y respuestas:
(Locutor): - Buenos días, señora. Voy a hacerle una pregunta muy sencilla. ¿Qué es el cloruro sódico?
(Señora): - Pues no lo sé. Deme una pista.
(Locutor): - Lo tiene usted en la cocina.
(Señora): - Aceite.
(Locutor): - No. Mire, es blanco.
(Señora): - La harina.
(Locutor): - No. Lo siento.
(Señora): - Ande, deme otra pista.
(Locutor): - Bueno, se lo echa a su marido en los huevos.
(Señora): - Los polvos de talco.
Por supuesto hubo un corte de 5 minutos de música y una amonestación al locutor por soltar una carcajada tan bestial.
Para aplaudir
Esta historia sucedió en un avión de la British Airways y es totalmente verídica, aunque también parezca mentira. Durante el transcurso del vuelo entre Johanesburgo y Londres, una señora blanca de unos cincuenta años tenía su reserva al lado de un caballero negro.
Llamó a la azafata para quejarse:
- ¿Cuál es el problema, señora? - preguntó la azafata.
- Pero, ¿no lo ve? - respondió la señora-. Me han colocado al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Deme otro asiento.
- Por favor, cálmese. - dijo la azafata -. Casi todos los lugares de este vuelo están ocupados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera.
La azafata se marchó y volvió unos minutos después...
- Señora, como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Conversé con el comandante y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutivo. Por suerte, sí tenemos un lugar en primera clase.
Antes de que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó:
- Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a quién reservó en económica, pero dadas las circunstancias, el comandante ha considerado que sería escandaloso que alguien esté obligado a sentarse al lado de una persona tan desagradable.
Diciendo eso, la azafata miró al hombre de color y dijo:
- Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado.
Todos los pasajeros de alrededor, que habían contemplado la escena, se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía.
Fuenteovejuna
Sigfrido del Alce
Este mes, coincidiendo con nuestro quinto aniversario, les proponemos un problema un poco más fácil.
Usted está en un gran aprieto, pues ha cometido un delito imperdonable en el "país de los imposibles posibles". El juez le propone el perdón a cambio de un pequeño trabajo: La única forma de salvar su "pellejo" consiste en llenar de agua un depósito, situado a doscientos metros del surtidor más cercano. Para ello dispone de un cedazo o criba de alambre, un mechero y una vela de parafina, no muy grande. Sólo puede usar el cedazo para transportar el líquido.
¿Conseguirá salir del apuro?
La solución en el próximo número.
Sigfrido del Alce
La solución ingeniosa consiste en situar el papel sobre el suelo, junto a una puerta cerrada, pasando la mitad del periódico, por debajo de la misma, a la otra habitación. Previamente usted se habrá quedado a un lado de la puerta y su amigo en la otra estancia. Una vez ambos de pie sobre el papel, por mucho que quieran es imposible que lleguen a tocarse, salvo que sean capaces de traspasar la materia.
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