El Pelín
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año VI

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Diciembre 2003 - Enero 2004. Nº 51

La unidad por excelencia: "El Pelín"

Teodoro, "el arquero". Diario "La Monda". 23 de noviembre de 2003.

BRUSELAS. Recientemente se ha reunido en Bruselas el Comité Técnico de Pesas y Medidas de la Unión Europea, para unificar criterios y establecer nuevas normas en el seno de los países miembros. España, ha estado representada por el Secretario Técnico del Ministerio de Industria y Tecnología.

Durante las numerosas e intensas sesiones de trabajo, en las que se aprobaron diversas disposiciones, el delegado español había guardado un silencio sepulcral, sin intervenciones, mientras aprobaba o rechazaba con aire distraído las diferentes propuestas –alguien dijo, en tono de broma, que no se había enterado de gran cosa pues no sabía inglés, lengua en que tuvieron lugar los debates-. Cuando el presidente, el belga Frites, se disponía a levantar la última sesión, pidió la palabra el representante alemán y, en un perfecto español, se dirigió a los reunidos:

- Señores Delegados, mi gobierno me ha encargado especialmente que intente descubrir el misterio que ha hecho posible el último gran desarrollo tecnológico, que no científico, español de los últimos años.

- Quiero que el delegado español –continuó- que parece tan ausente, despistado y desinteresado por todo lo que aquí se ha tratado, nos explique, de una vez por todas, el gran secreto que indudablemente posee España y ha hecho posible su desarrollo, amén de su ingreso en nuestra Comunidad.

Tras beber un sorbo de agua, el alemán bajó la voz y comentó:

- Estamos seguros de que ese aire tan apático, esa indiferencia por lo que aquí se decide, se debe a ese gran conocimiento y las ilimitadas posibilidades que confiere su aplicación. Eso hace que "pase" de cualquier tema, al fin y al cabo...

- Les voy a poner a todos ustedes en antecedentes –dijo acabando de un trago el gran vaso de agua, como si de cerveza muniquesa se tratara-. Llevo más de 10 años investigando secretamente en España, comisionado por mi gobierno, intentando descubrir datos fiables que puedan responder a nuestras preguntas. He de confesar que no he encontrado ninguna base científica que avale nuestras suposiciones pero, sin duda, existe y está extensamente aplicada en todos los campos de la ciencia, el I+D, la industria y, en general, en todo el Conocimiento, siendo del dominio público entre los españoles quienes, por vez primera en la historia, han sabido guardar un secreto. Desde el catedrático hasta el alumno de primaria, desde el ingeniero o arquitecto hasta el simple aprendiz de un oficio, pasando por oficiales, jefes de equipo, capataces, etc, de cualquier empresa, laboratorio o actividad imaginable, todos conocen perfectamente el misterio tan bien guardado.

- Después pondré ejemplos –informó, mientras escanciaba el contenido de la botella del vecino en su vaso- recogidos a lo largo de estos diez años, en mi recorrido por todos los rincones ibéricos. Pero ahora es mi deseo, mi ruego, y creo que será el de los demás delegados... Mejor dicho, puesto que estamos en una Europa unitaria, pido, exijo que nuestro colega español nos defina y nos aclare el alcance y misterio de esa Única Unidad de Medida, válida tanto para magnitudes de longitud, masa, peso, capacidades de todo tipo, tanto eléctricas como caloríficas, tiempo, temperatura, etc., etc... y ¡las unidades de pensamiento!, si es que el pensamiento se puede medir. En resumen, pido a la representación española nos indique que es el PELÍN. Ya hubiera querido el mismísimo Einstein, cuando escribió su Teoría de la Relatividad, poder utilizar la misma unidad para el tiempo, la masa, la distancia, la velocidad, la energía...

El delegado germano guardó silencio. Los demás presentes se miraron unos a otros con cara de sorpresa, mientras el español, que jugaba al solitario en su portátil, ni siquiera se dio por enterado.

A la vista de la actitud del Secretario Técnico del Ministerio de Industria y Tecnología, el alemán volvió a solicitar la palabra, después de haber pedido al ujier le trajera una jarra de cerveza bien fresca.

Tras recibir la aprobación del presidente, agregó:

- Ya que el dignatario español prefiere guardar silencio continuaré con los ejemplos prometidos, vividos en primera persona.

- En primer lugar, durante el trazado de la Autopista del Mediterráneo, en su fase inicial, fui testigo excepcional de la fijación del mismo en Barcelona. Uno de los ingenieros se encontraba midiendo con gran precisión el terreno con un teodolito, cuando indicó al oficial portador de la barra de posición: "Mueve la estaca un pelín más a la derecha". Tras ello y sin mirar las indicaciones del goniómetro, anotó en su cuaderno lo que sería el trazado definitivo de la vía. ¿A cuánto equivale un pelín? ¿A un metro? ¿Un milímetro? Es maravilloso, me dije, ¿por qué no dejamos todos los centímetros, pulgadas y demás y medimos en pelines?

- Pero no acabó ahí la cosa y mi sorpresa fue aún mayor si cabe, cuando en la construcción de las Torres de Kío, en la Plaza de Castilla de Madrid, el arquitecto proyectista, comprobando los planos presentados por el delineante, dijo a éste: "Hágalas un pelín más inclinadas, por favor". A los pocos días, volviendo a estar yo presente, observó atentamente los dibujos y, sin tomar medida alguna, sonrió satisfecho y dio su visto bueno. ¿Cuántos grados más se inclinaron las Torres, respecto del proyecto original? ¿2 grados? ¿35 minutos? ¿Sólo unos segundos? No salía de mi asombro ¡Resultaba que el pelín también era una unidad de medida para grados sexagesimales!

El delegado teutón, entre fase y frase, seguía trasegando cerveza, a la vez que ponía cara de mayor entusiasmo.

- Vean señores delegados otro ejemplo. En cierta ocasión, me encontraba en un laboratorio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, mientras se desarrollaba un experimento de capital importancia, con un horno controlado en temperatura de forma extremadamente precisa. El termómetro indicaba que la probeta de prueba se encontraba a 126,3 grados Celsius exactamente. En aquel momento todos los investigadores presentes estaban en tensión y miraban con ansiedad el contenido del envase transparente, que no quería cambiar de aspecto. El director del proyecto se dirigió a uno de los becarios y le dijo en voz baja: "Sube un pelín la temperatura". El ayudante, sin preguntar nada y sin esperar indicación adicional alguna, se dirigió al mando giratorio de control y giró éste sin ni siquiera mirar el dial. El efecto fue tan sorprendente que me olvidé de mirar la indicación final del termómetro. Aquí el pelín era una medida de temperatura en la escala Celsius pero... ¿a cuántas milésimas, centésimas o grados equivalía? Ahora me arrepiento de mi torpeza, por no estar más atento.

- En otra ocasión visité la empresa Aceros de Llodio, en Álava, por cierto que bajo el cartel de nomenclatura de la empresa, alguien había pintado con grandes caracteres: "Somos de Bilbao, pero si os empeñáis nos acemos de Llodio, faltaría más". Cuando pregunté sobre el significado todos rieron y no quisieron explicarme nada en absoluto Pues bien, se estaba preparando en aquellos momentos una colada de acero de muy alta calidad. El horno se encontraba a una temperatura de 1.300 grados Fahrenheit. En un determinado instante, el ingeniero de planta gritó alarmado: "¡Bajad un pelín la temperatura!" Inmediatamente, el encargado del control corrigió la corriente que alimentaba el crisol y el proceso continuó sin más sobresaltos. Estaba tan absorto que volví a olvidar observar el resultado final. ¡Esta vez también se había utilizado el pelín como unidad de temperatura, pero en la escala Fahrenheit. ¿Se imaginan ustedes las enormes ventajas de no tener que hacer conversión alguna entre las escalas termométricas? ¿Qué grado de avance tecnológico representa esta unidad?

- Pero aún hay más, tengan paciencia. El presidente de la Comunidad de Madrid me acompañó a presenciar el Gran Premio Motociclista, en el circuito del Jarama. Crivillé entró en segunda posición en la meta, detrás de Dohan. Entonces, un espectador exclamó: "Si la carrera hubiera durado un pelín más, le habría alcanzado". Otro comentó: "Si hubiera ido un pelín más deprisa no hubiera tenido problemas". Un tercero argumentó: "Toma, claro, y si la meta hubiera estado un pelín más lejos, sin duda hubiera ganado Crivillé". ¿Tres aplicaciones del pelín en tres dimensiones diferentes, velocidad, tiempo, longitud...? ¿Cómo se interrelacionan estas tres dimensiones? Si la velocidad es espacio dividido por tiempo, ¿cómo es posible que el espacio se mida en pelines, el tiempo también y su cociente vuelva a tener como unidad el pelín? Es más, allí pude constatar que el pelín no sólo es una unidad utilizada en los campos tecnológicos y científicos, sino que, en el terreno cotidiano y familiar, el pueblo la utiliza y está en posesión de su secreto.

- Para que vean que en el terreno familiar es de uso corriente, les contaré este otro ejemplo –a estas alturas el alemán ya estaba eufórico de tanta cerveza-. Antes de la implantación del euro como moneda única, me encontraba en el Aeropuerto de Barajas, facturando el equipaje, cuando sin querer escuché la conversación del matrimonio que me seguía en la fila y que ahora les transcribo:

- Oye María, llevo 2.000 francos, 1.500 marcos, 200.000 liras y 500 libras, ¿crees que será suficiente?

La mujer contestó:

- Por si acaso, cambia un pelín más de dinero.

- Imagínense mi sorpresa, ¿el pelín valía también como unidad monetaria?. ¿Para qué, entonces, hemos introducido el Euro, con todos los engorrosos cambios involucrados y tanto tiempo de discusiones y dinero y trabajo gastados en su implantación, cuando los españoles tenían ya resuelto el `problema de la moneda única? Eso nos pasa por haberlos despreciado siempre como un país de segundo orden.

- Pero escuchen por favor y no pongan esa cara de incredulidad que todavía me quedan ejemplos. Una vez estaba tomando el sol en la playa, en un día de calor sofocante, cuando la señora tendida en la tumbona de contigua exclamó agobiada: "¡Qué bien me vendría un pelín de aire fresco!" ¿Cómo se mide el aire?, ¿en velocidad?, ¿volumen...?. Pero no cabe duda que los españoles lo miden en pelines.

- El colmo de mi sorpresa vino cuando acompañaba a la Ministra de Educación en una visita a un centro de enseñanza. Para demostrar que los niños sabían mucho, la maestra preguntó a uno de ellos: "a ver Jaimito –tampoco he entendido por qué todos los niños españoles en edad escolar se llaman Jaimito, dicho sea de paso-, dile a la señora ministra cómo se llama el periodo en que proliferaron tanto los dinosaurios". Como el niño puso cara de no saberlo, la profesora añadió: "No te preocupes, piénsalo un pelín". Señores, ¿cómo se puede medir el pensamiento? Evidentemente los españoles sí lo saben.

- Cuando se me ocurrió entrar a comprar jamón en una tienda, la señora a la que, en ese momento, despachaba el dependiente, dijo tras haber observado la aguja de la báscula: "Póngame un pelín más, Ignacio". ¡Resulta que el pelín es una medida de fuerza o de masa, según se mire respecto del lenguaje ordinario!

- El presidente de la Junta de Extremadura quiso mostrarme las maravillas del cerdo ibérico, con perdón del delegado español. Nos encontrábamos en la feria de ganado de Badajoz y nos acercamos a uno de los corros en que se vendía una partida de puercos. En ese mismo instante el tratante decía: "... éstos le van a gustar, pesan entre 12 y 12 y medio". El comprador contestó: "No, no me valen, los quiero un pelín más gordos". ¿Estaban hablando del peso en arrobas extremeñas? Tanto da kilos que arrobas que libras, el pelín sirve para todo.

El alemán, tras pedir otra jarra de cerveza, continuó:

- Señores Delagados, en definitiva, podría seguir poniendo muchos ejemplos, pero no les quiero cansar más, creo que con éstos es suficiente. ¡Exijamos al delegado español una respuesta precisa y clara!

El presidente de la Comisión, en medio de una gran expectación anunció:

- Tiene la palabra el delegado español.

Éste se levantó indolentemente y, con calma, dijo:

- Está bien claro señores, lo que pasa en que son ustedes un pelín cortos de entendederas. En España todo el mundo lo sabe, un pelín es un pelín y ya está y el que quiera aprender que vaya a Salamanca.

El presidente cariacontecido declaró clausurada la reunión de la Comisión.

Como noticia de última hora, diremos a nuestros lectores que el delegado alemán ha sido obligado a iniciar otro periplo de 10 años por los campos de España, esta vez empezando por Salamanca, comisionado para buscar el significado exacto de Pelín. Ya no viaja solo, le acompaña el delegado inglés, que harto de libras, kilos, pulgadas, centímetros, etc, busca la panacea: "El PELÍN"

NOTA de VA: El Pelín es la cantidad necesaria y suficiente para ajustar cualquier medida y en cualquier dimensión. El pelín no se ve, no se mide, no se pesa, es pues adimensional, pero es lo suficientemente preciso como para corregir cualquier cantidad. El Pelín no tiene múltiplos ni submúltiplos; no se dice tres pelines y medio, ni tres cuartos de pelín, por ejemplo, El Pelín es una medida única e indivisible.

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