Los otros "pirulís"José Riquelme Acabada la contienda civil, la España de la posguerra, resquebrajada por sus cuatro costados, empezó muy lentamente a crear industrias. Ello trajo, como consecuencia, la proliferación, por toda nuestra geografía, de esos otros pirulís, gigantes de ladrillo macizo, de unos 50 metros de altura, que pululaban por los cielos españoles y que eran las chimeneas de las calderas de vapor. La verdadera eclosión, como decíamos, se produjo nada más acabada la guerra, aunque antes, en la década de los 30, ya se construyeran algunas. Para su fábrica, se utilizaban los medios más rudimentarios que se puedan imaginar. Un dato poco conocido: los constructores o artistas de estas auténticas obras arquitectónicas, procedían de la Región de Murcia, concretamente de Alcantarilla, quienes, siempre con la maleta bajo el brazo, iban de provincia en provincia del Estado Español, transportados en los desvencijados Correos de la Renfe, allá donde se les requería, para levantar nuevas chimeneas. Las que quedan en pie están consideradas, hoy día, como auténticas reliquias. La mayoría de estos "artistas" han desaparecido. Sirva este pequeño reportaje como homenaje a ellos, y a los pocos que aún quedan con vida. Cuando allá por 1982, con motivo de los mundiales de fútbol celebrados en nuestro país, se levantó y se construyó lo que entonces se denominó, a bombo y platillo, una obra casi faraónica, el "verdadero Pirulí", a fin de albergar los Servicios Informativos de TVE, nadie, ni de pasada, aludió a esos otros pirulís, que ya existían. ARTISTAS DEL LADRILLO MACIZO Los medios técnicos con los que contó la empresa constructora del verdadero Pirulí, no fueron, ni por asomo, los mismos utilizados por estos otros artistas del ladrillo macizo: la paleta, la cuerda y el nivel. Estos últimos, simplemente, no utilizaban prácticamente medio técnico alguno: ni grúas, ni nada por el estilo. Simplemente, buenas dosis de ingenio y arte y alguna que otra polea. Por una sencilla razón: no existía otra posibilidad. Estas chimeneas se diseminaron por nuestro país en las décadas del 40 al 60 del siglo XX. Su altura, generalmente, oscilaba entre los 45 y 50 metros. Su principal componente era el ladrillo macizo de cuña de 5 x 4,5 cm. Se construían haciendo un cimiento de 4 x 4 metros de ancho de piedra y cal, sin unir una piedra con la otra, hasta el nivel del suelo. También se construía una galería por debajo del centro de la chimenea, para permitir el paso de los humos hacia arriba. Cada vez que se levantaba un metro de altura, la chimenea iba perdiendo 5 cm en diámetro, hasta llegar a la cúspide que resultaba de un total de unos 80 cm de diámetro, la cual se coronaba con un pararrayos. COMO ANDAMIO: DOS TABLAS Para la construcción, el único andamio utilizado consistía en dos rudimentarias tablas y, cuando se iniciaba la obra de sección circular, se instalaba un andamio por el interior de la misma chimenea, que avanzaba a metro de altura por día. La empresa alcantarillera (Murcia) que se dedicaba a levantar estas chimeneas era la de Juan Pacheco Riquelme -ya fallecido- y los lugares españoles en los que éstas se elevaron hacia el cielo fueron, entre otros: Palma de Mallorca, Sevilla, Granada, Baza, Pozo Alcón, Zaragoza (Central Lechera), Sahagún de Campos (León)... y en toda la provincia de Murcia, sobre todo en empresas conserveras de Blanca, Cieza, Campos del Río, Algezares, Tiñosa, Alcantarilla, Alhama, Murcia, "Hortícola de Cobarro" y en la fábrica de conservas "Andrés Marín Martínez", entre otras muchas que harían interminable su enumeración. La mayoría de ellas siguen conservándose en pie y otras, por la especulación del suelo, han sido derribadas con objeto de construir moles de edificaciones. Otras, en cambio, han tenido mejor suerte, como en el caso de Molina de Segura, donde una de ellas ha sido designada como monumento, en el centro de una industria de exposición de pieles. En Alcantarilla, de momento, se han respetado. No obstante, la de "Esencia" y la de "Cobarro" tienen un futuro enigmático y un tanto incierto. Aunque empresas de todo tipo requerían la construcción de estas chimeneas, generalmente, las más abundantes eran las industrias conserveras y las industrias de cerámica y de ladrillo. La función primordial de estas chimeneas era la de extraer, en altura, los humos producidos por las calderas de vapor. A esta empresa alcantarillera, prácticamente la única existente y dedicada a ello en todo el país; tan sólo le mojó la oreja otra empresa valenciana, pero ésta apenas construyó chimeneas de las características que comentamos, ya que no era esa su especialidad. La primera chimenea construida por esta sociedad murciana se elevó en el año 1943, en el Molino Seco de Alcantarilla, antigua sede de Furfural Español. Y la ultima lo hizo en 1963, en Zaragoza. LES CAYÓ UN RAYO En ningún momento tuvieron que lamentar accidente alguno, de entre todas las chimeneas que construyeron. Sólo en una ocasión, en la de Blanca, una vez terminada -el pararrayos, por lo visto, estaba en malas condiciones-, cayó un rayo en su interior, taladrándola literalmente hacia abajo, hasta que descargó en el interior de la nave. Afortunadamente, no causó ninguna desgracia personal. El tiempo invertido en la construcción de una chimenea de estas características era todo un récord, si tenemos en cuenta los escasos medios de que disponían. Como ya hemos mencionado, construían a un metro de altura por día, más las tres semanas utilizadas en la cimentación. En total, unos 50 días aproximadamente. Los trabajadores siempre iban a gastos pagados, comida y alojamiento; siendo el sueldo de estos especialistas de ¡20 pesetas por día! (entiéndase del año 42 al 47, que fueron los años fuertes de la construcción de las chimeneas). El material utilizado oscilaba alrededor de las 1.000 pesetas por metro construido en altura, más la mano de obra y otros gastos. Con todo, el costo total (entiéndase presupuesto de ejecución material) de una chimenea resultaba entre 120.000 y 150.000 Ptas. de la época. FELICITACIÓN DEL CLERO Y ACTUACIÓN DE LA BANDA LOCAL Felicitaciones tuvieron muchas, incluso de algunos curas de ciertos pueblos. En otros lugares, cuando culminaban felizmente su cúspide, colocaban la bandera nacional de rigor y el pararrayos. El pueblo de turno, entonces, como colofón, se echaba a la calle, se engalanaba de fiesta e, incluso, la banda de música local acudía al pie de la chimenea a tocar piezas y acordes musicales de los pasodobles de moda del momento, tiraban cohetes, hacían bailes... Aunque en el proyecto técnico, elaborado por -se supone- perito competente, presentado ante los ayuntamientos respectivos, para solicitar la oportuna licencia municipal de obras, se proyectaba la construcción de la chimenea junto con el resto de la nave, la empresa constructora de esta última no era la misma constructora de la chimenea. Aquí ya requerían la presencia del equipo murciano de técnicos, quienes ponían manos a la obra. Existía una especie de pacto, y el arquitecto técnico encargado de vigilar las obras de la nave se mantenía al margen de la chimenea. El maestro de obras alcantarillero era el que, única y exclusivamente, con croquis en mano, se encargaba de la dirección "facultativa" de la chimenea, desde su comienzo hasta su final, y éste era el responsable máximo. Un apunte: La Ley del Suelo, por aquel entonces, no era tan rigurosa como lo es ahora. MATERIAL SUBIDO A PULSO El equipo de especialistas estaba formado por unas 10 personas, aproximadamente, que viajaban constantemente por toda España, en equipos de sólo 2 personas, más 3 ó 4 peones, contratados en el lugar correspondiente. Peones que se empleaban para subir todo el material a mano, con una cuerda y una gavia. Sin más. Estos hombres, eran: Diego López (fallecido), los hermanos Pacheco, Pepe El Rambla, Porras, Jesús Pacheco, Pedro Lisón y Corrigüela, entre otros. Al contrario de la Torre de Pisa, a estos técnicos, maestros, especialistas o, simplemente, anónimos oficiales de primera de la arquitectura de la posguerra, sin ser ni Gaudí ni Eiffel, no se les torció, ni cedió, ni se les cayó, nunca, chimenea alguna. Estas chimeneas han ido sustituyéndose, progresivamente, por otras de chapa de 10 metros de altura. Pero la mayoría de las primeras, aunque fuera de uso, ahí siguen vigilantes y rememorando su pasado, mientras miran atentamente su futuro, hacia lo más alto del cielo. Volver al principio del artículo Volver al principioRueda de Prensa de la Asociación de Víctimas de la Talidomida de España (AVITE)Tras la evocación, por el programa de TVE "Línea 900", del dramático problema que provocó la administración del medicamento fatídico, la revista Vivat Academia, junto con la asociación Avite, organiza el próximo lunes día 16 de febrero, en el salón de actos del Rectorado de la Universidad de Alcalá (Plaza. de S. Diego s/n, Alcalá de Henares), una rueda de prensa, en la que se denunciará públicamente la situación vergonzosa y denigrante de todas las víctimas de la talidomida en España y el olvido al que se han visto relegadas por parte de todos los gobiernos y,, es especial de sus ministerios de sanidad. Pulse el enlace de la tabla siguiente para obtener información detallada.
Volver al principio de la información Volver al principioReseña de la participación de nuestro colaborador José Riquelme en el programa de TVE "Línea 900"Carlos Gamero escribió, para esta misma sección de Vivat Academia, una serie de artículos, en los que trataba sobre los problemas causados por el uso de la Talidomida en el pasado y el abuso de este medicamento fatídico en el presente, incluido el mercado negro. Uno de los españoles afectados por aquellos "efectos secundarios" José Riquelme, ahora convertido también en colaborador habitual de estas mismas páginas, ha evocado de forma dramática y magistral, en el programa "Línea 900" de la segunda cadena de TVE, aquella catástrofe sanitaria. En la imagen siguiente pueden ver el artículo que el diario murciano "La Opinión", el pasado once de enero, dedicaba a Pepe, como él gusta que le llamen. Volver al principio de la reseña Volver al principio |
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