El Rincón Literario
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año VI

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Abril 2004. Nº 54

Contenido del Rincón Literario:

Declaración de intenciones de un D. Nadie superviviente (Arturo Pérez París)
Con tu puedo y con mi quiero (Bennedetti)

Declaración de intenciones de un D. Nadie superviviente

Arturo Pérez París

En estas letras, me gustaría hacer una pequeña declaración de intenciones de cómo soy, de mis creencias, de mis ideas y mis divagaciones. Lo hago con el fin de reafirmarme y por si puede servir de algo a alguien en cualquier lugar. Dicho esto, al más puro estilo bíblico, comienzo: "El que tenga ojos que lea, y el que tenga conocimiento que comprenda y perdone mi arrogancia".

Muchas son mis creencias, entre ellas, que el infierno puede resumirse en una sola palabra: soledad. Verdaderamente, nunca antes esta palabra había tenido tanta relevancia para mi, sobre todo después de conocerlo. Resulta paradójico pensar que no hay peor soledad que la de dos en compañía. Eso me lo decía mi pobre madre, y cuanta razón cargaban sus palabras. ¡Cuanto añoro sus buenos consejos... aun más, su sola presencia! Pero esa es otra historia... retomaré mi pequeña disertación.

También creo en la idea de seguir el camino que me traza la providencia con la seguridad de un sonámbulo al borde mismo del abismo. Y aunque mi mayor esperanza se encuentra en un mejor y brillante mañana, sé que este tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable, para los temerosos es lo desconocido y para los valientes es la oportunidad. Sé pocas cosas, y las que verdaderamente me convencen son aquellas que tiene sólidas bases. Aunque me resulte evidente que verdades absolutas no existen, incluso para aquellos que tenemos un pensamiento relativista, también, de cuando en cuando, a mí me gusta algo de estabilidad en mi vida y al menos una referencia a la que agarrarme.

Creo fervientemente en la libertad individual e inalienable. Se nos da al nacer, pero no se nos regala aunque nos empeñemos en confundir el término dar y el de regalar. Tarde o temprano se nos pasa factura por ella, y ésta se paga, nos parezca bien o no. Por otro lado, a medida que uno crece, creo con gran certeza que esta ha de conquistarse y reconquistarse de continuo, porque tenemos la mala costumbre de malvenderla a cambio de un plato de lentejas. Así es como yo lo veo. Me puedo equivocar como cualquiera.

Pienso que la ambición bien entendida es un valor positivo de cualquiera. Yo le llamo querer progresar. Marcarse metas en la vida, objetivos a alcanzar para mejorar tanto en asuntos prácticos como mejorar el propio status, a saber: ganar más dinero para no tener que preocuparse de problemas económicos o mejorar nuestro entorno y relaciones, como también para la mejora espiritual propia, sentirse más a gusto con uno mismo, evolucionar, satisfacer nuestra curiosidad por las cosas. Para ello, uno ha de ser audaz, pues el que nada arriesga nada gana. Debemos partir siempre de ideas con base positiva, así por ejemplo, la idea de negociar o dialogar ha de conllevar la premisa de conseguir mejoras, no la de ceder. Mi creencia está en que se debe (y empleo esta palabra con todas sus consecuencias, pues parece que últimamente eso del deber nos cuesta mucho aceptarlo)... -prosigo-, debemos ser intrépidos, pues la fortuna suele acompañar a los audaces, aunque claro es, con ciertos límites, pues entre el coraje y la necedad, en muchas ocasiones, solo hay un paso... y desgraciadamente la estupidez humana es algo que no tiene límite en el conjunto de la creación.

Quizás lo que a continuación referiré es una jilipollez mía, mas diré que tengo dos lemas que trato siempre tener presente: "SEMPER FIDELIS" y "HONOR VIRTUS MINE". El primero se refiere a que uno de mis principios es la fidelidad que guardo a aquello o aquellos en los que creo. El segundo es referente a su traducción: "EL HONOR ES MI VIRTUD" ó "MI VIRTUD ES EL HONOR". Alguien a tenor del honor podría preguntarme, con todo el derecho del mundo, ¿qué es el honor? Bien, la respuesta, a mi modo de ver, no es sencilla pues tiene que ver con la esencia propia de cada uno; con todo lo tocante a la parte de nuestro discernimiento entre El Bien y El Mal, ya no como conceptos relativos, sino a nuestros conceptos absolutos marcados por nuestra conciencia no sólo individual, sino colectiva de la sociedad a la que pertenecemos. También se refiere a la vergüenza (incomodidad, por definirlo de alguna forma) que nuestros actos, o los ajenos, causan en nuestra propia alma. El honor además atañe a algo con lo que últimamente nos da mucha grima: el deber. Ya sé que me repito, pero observo, con tristeza, que ha cundido entre los individuos de nuestra sociedad la idea de "aquello que no nos gusta o nos desagrada hacer, se deja de llevar a cabo", con la intencionalidad infantil de "si algo no me gusta o me incomoda, no lo hago". El honor tiene su parcela en la responsabilidad de llevar a cabo aquello que aunque nos desagrade, es necesario hacerse, ya sea por nuestro bien o el de otros, o simplemente porque ha de hacerse.

Me encuentro en un momento de mi vida, a mis treinta y dos años, en que considero que muchos de mis valores están en franca decadencia, y estoy en proceso de cambiar mi vida radicalmente, o al menos eso pretendo, en tanto en cuando me lo permitan aquellos que hoy arrasan con todo. No entiendo muchas cosas. Quizás me invento cruces que arrastrar cuando los pecados que se me pueden imputar son errores de cálculo sin malicia... unas veces por dejadez, otras por miedo, otras por pura ignorancia, otras... vaya uno a saber.

Creo en un Supremo Hacedor, aunque eso no esté muy de moda hoy por hoy. No puedo demostrar su existencia, o quizás mi línea de argumentación se basaría en observar todo lo que nos rodea. Esto es muy posiblemente poco convincente, amén de ser un argumento por demás trillado, pero es que estas letras no pretende convertir ni convencer a nadie de nada en especial. Yo expongo ciertas ideas que quizás sirvan a alguien... o no. Yo creo en Dios, como algo intimo y padre universal a la vez, cercano, clemente y con una paciencia enorme -yo en su lugar habría mandado a la humanidad a tomar por el c..., saco, que es más políticamente correcto-. Mas afortunadamente no es así, y seguimos aquí. Creo que es perfecto y que, en conciencia, todos, nos guste o no, somos sus hijos. Yo, personalmente como "hijo" suyo trato de imitarle, como intuitivamente haría cualquier hijo al ver a su padre. Sé que estoy lejos (o más aún si cabe) de la perfección, pero persevero, como creo que hacemos en definitiva todos o casi todos... cada uno a su manera. Entienda cada uno el concepto de perfección a su modo y forma, pues en sí todas esas concepciones son parte de la misma idea universal.

Sé que estas palabras pueden resultar duras e incluso retrogradas y en muchas de sus formas equivocadas o acertadas (¡a saber!), mas piense el lector que no son más que una pequeña declaración de intenciones, pensamientos en voz alta, de un pobre loco que convive con otros muchos en este planeta al que llamamos Tierra.

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Con tu puedo y con mi quiero

Bennedetti

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

Compañero te desvela
la misma suerte que a mí,
prometiste y prometí
encender esta candela.

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

La muerte mata y escucha,
la vida viene después,
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha.

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

La historia tañe sonora
su lección como campana,
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora.

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

Ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena,
cada cual en su faena,
porque en esto no hay suplentes.

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

Algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas,
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia.

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 10-05-2004