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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año VI

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Junio 2004. Nº 56

Contenido de esta sección:

Las tabernas del tiempo (Benjamín Hernández Blázquez)
Cosas de los científicos (José A. Martínez Pons)
Los "NEUROCHIPS" pronto estarán en proceso de fabricación (Ana María Pérez París)

Las tabernas del tiempo

Benjamín Hernández Blázquez. Universidad Complutense de Madrid.

Tanto en pueblos como en ciudades, pocos o ningún establecimiento público contienen en su inventario una raigambre tan dilatada como las vetustas tabernas, como los mesones medievales. Unos y otros antecesores de los sofisticados pubs de corte anglosajón. Por ello no resulta sorprendente, cuando algún medio de comunicación nos informa de tal o cual paraje, la protesta por la demolición de alguna taberna, siempre en aras del progreso, y auspiciado por el político de turno; si el pueblo escasea de población, se equiparan a las novelas no leídas "pensamiento sin defensa". En los municipios, históricamente, las tabernas son indicadores sin par de lo que acaece cotidianamente. En poblaciones mayores siguen manteniendo su tradición con vinos y tapas; tradición que aunque cayera en desuso, parece que ha vuelto a resurgir exhibiendo culturas y costumbres en su acervo.

Según el Diccionario de la Lengua Española , taberna es la tienda o local público de tipo modesto donde se vende al por menor o para tomar allí vinos y otras bebidas espirituosas, y a veces también comidas. Según el filólogo Corominas, en castellano se documenta en el siglo XIII, acreditando su origen latino. Tasca, chiscón o fondela son denominaciones gitanas y, como el sudamericano boliche, próximas a su extinción; han quedado asfixiadas por el empuje del inglés que nada a su gusto dentro de la jerga comercial impuesta por el consumismo más exacerbado.

Las tabernas que hoy denominamos clásicas solían tener sus portalones pintados de rojo, como si trataran de asociar el color con el vino que allí se suministraba. En algunas, sobre la cornisa, se ubicaba el número de la calle y el nombre del propietario en letras oscuras. En su interior una barra de madera labrada, mostrador de estaño y agua corriente que refresca los vasos, mesas de mármol y sillas de hierro labrado. Al frente, el tabernero, orondo y coloradote, no muy aseado, remangado desigualmente, siempre parlanchín, y psicólogo como pocos.

Burros, mulas y otros cuadrúpedos que, asimismo, formaban parte del paisaje circulaban aleatoriamente por callejas de ciudades transportando vino y otras viandas; con sus rebuznos y relinchos actuaban como improvisados despertadores cercenando los sueños mañaneros. El escritor Diez Cañabate, que glosó historias costumbristas como pocos, a la sazón escribía: "una taberna es como un puerto de mar. El mostrador es el muelle, las mesas son las boyas, los barcos los bebedores que van y vienen, anclan y naufragan; navegan por el mar del vino ahíto de sirenas y de sueños, pero también de escollos y de arrecifes traidores".

Abundando en razones, estas tabernas gozan de cierta aquiescencia entre los escritores más descollantes de la época; se cuenta que, en 1921, en un homenaje en Madrid y en la "Taberna del Segoviano", se reunían Machado, Arniches, Ortega, Pérez de Ayala y Gómez de la Serna, "hasta un centenar de reputados literatos". En varias ciudades europeas, empero, no gozaron de esta aceptación social, es por eso por lo que Bernard Shaw decía: "la taberna es el club de los pobres".

Antes, en pleno Medioevo, se utilizaban para entrar y salir de villas y ciudades sin ser vistos por las autoridades, por eso proliferaron en arrabales y barrios de población inmigrante que se acercaba a las florecientes ágoras con otras miras. Algunos cronistas defienden que la imprescindible tapa nació en estos tiempos no tan oscuros. Fue la causa cierta enfermedad que contrajo Alfonso el Sabio y, por imperativo médico, debía tomar pequeños bocados entre horas con pequeños sorbos de vino. Pareció surtir efecto por lo que, una vez repuesto, dispuso sabiamente que en las tabernas castellanas no se despachara jarra alguna de vino sin acompañamiento de condumio, para evitar que los vapores etílicos ocasionaran desmanes orgánicos en aquellos que libaban.

El vino llegaba a las tabernas de las ciudades a través de las aduanas o tarafanas que hábiles carreteros intentaban sortear. Lo compraban por medidas mayores como la bota que equivalía a las 30 arrobas o el mayo que tenía 16. La arroba de vino castellana o cántara tenía 4 cuartillas, 8 azumbres y 32 cuartillos. Con esta mercancía, tabernas y posadas se confundían y competían para henchir el estómago y aliviar los gaznates de arrieros y aldeanos que venían en caterva a las zonas de trasiego. Esto provocó el cierre a altas horas, por lo que el ambiente fue proclive a riñas y trifulcas entre los más trafalmejas que utilizaban un lenguaje zafio, rahez o tabernario. En otros casos, las tabernas fueron refugio de espías y conspiradores contra el régimen de turno provocando contubernios o cum taberna.

Sin menoscabo de su protagonismo anterior, en los municipios pequeños su relevancia no tiene parangón, son adalides de la ciencia rústica. En los 981 de menos de 100 habitantes que en la actualidad se cuentan en España, las tabernas son el latir del pueblo, son un freno cuando se desdibuja la antigua forma de vivir. Los tratos, las novedades que acontecen, la tertulia y la partida de cartas, son bolsas residuales de viejos, empujados por nuevas edades que manejan distintas ciencias. Empero las tabernas en las aldeas tienen sus enemigos seculares cuando predican que "son lugares donde se gasta en beber lo que hace falta para comer".

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Cosas de los científicos

José A. Martínez Pons. Universidad de Alcalá.

La mayoría de grandes científicos han hecho sus descubrimientos clave jóvenes, valgan como paradigma Newton y Heisenberg, pero no hay regla sin excepción y André Marie Ampère lo fue; de hecho, si se hubiera muerto a los cincuenta años hoy no se hablaría para nada de él.

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Uno tiene sus pequeños o grandes héroes, ahí está el mío. De joven o de mayor, me habría gustado ser como él.

Tampoco realizaron sus obras maestras de jóvenes ni Cervantes, don Miguel, ni Brahms Herr Johannes, al menos en lo que se refiere a sinfonías… ¡y qué cuatro sinfonías nos dejó!, menos mal que empezó tarde.

Monsieur le professeur, además, poseía una de las características de todo científico que se precie, el despiste en grado sumo: Una vez el Emperador Napoleón visitó el centro donde Ampère trabajaba

- Sabe Vd. quien soy yo.

- Pues no señor, no tengo ese gusto.

- Pues soy el Emperador.

- Pues encantado de conoceros.

- Vd. y yo debemos ser amigos y los amigos deben conocerse bien, así que venga tal día a cenar conmigo en Las Tullerías...

Y Ampère se olvidó y no fue.

Otra vez, cuando entraba en la Universidad, en la puerta había un carromato pintado de negro. Ampère se creyó que era la pizarra de su aula, sacó un pedazo de tiza del bolsillo de su levita y empezó a explicar su lección. El problema es que el carretero no se dio cuenta y, arre, puso en marcha el vehículo y ahí tenemos a Ampère persiguiendo la "pizarra" tiza en ristre.

Claro que la excentricidad no sólo es cosa de latinos.

El gran Niels Bohr era un hombre muy inteligente pero muy lento, le costaba llegar a las cosas pero cuando llegaba era un carro blindado. En las veladas con sus alumnos gustaba de resolver crucigramas, muchas veces no se le ocurría una determinada palabra, la consultaba en voz alta. Si nadie le respondía, ahí quedaba, pero su cerebro no paraba, así que, tal vez, a las cuatro o las cinco de la mañana (hora de Copenhague) se le ocurría, entonces era capaz de despertar a quien había hecho la pregunta. Otras veces, también en las largas tardes danesas, solía decir "Hay que hacer algo" y entonces se iba con algunos de sus colaboradores al cine, a ver una del Oeste. Normalmente no se enteraba del argumento al inicio, de modo que, a lo mejor, su cerebro acababa de procesar las cosas cuando la película estaba bien avanzada y entonces empezaba a comentar en voz alta a sus acompañantes entre siseos y protestas del respetable.

Otra vez, ya mayor, paseaba por los jardines de su Universidad con un joven físico que además era escalador.

- ¿Y entonces usted se divierte trepando por la pared de las rocas?

- Pues si profesor.

- ¿Y no será muy diferente que trepar por una pared de una casa, como aquella?

- Pues no.

- ¿Y usted cree que yo podría intentarlo?

- Todo es proponérselo…

Y ni corto ni perezoso Bohr se lanzó a escalar la pared de uno de los edificios de Campus. Lo mejor fue que llegaron dos policías a todo correr pensando que se trataba de un "caco" vulgar y corriente. Menos mal que ahí estaba el escalador.

- Ah, bueno, cosas del profesor Bohr -y se fueron.

Después de la II Guerra, Bohr había hecho algunas declaraciones pacifistas, de modo que Stalin pensó en atraérselo a su causa -el comunismo estalinista siempre se presentó como paladín de la Paz entre los pueblos-, así que decidió enviar a dos agentes para que le entrevistaran, uno era un joven físico, especialista en meteorología y el otro el consabido agente del KGB. Hablaron con Bohr y no enteraron de nada de lo que les contó, de modo que el resultado de la entrevista se fraguó en la habitación del hotel donde se hospedaban los Tovarich, más de acuerdo con lo que Stalin quería oír que con lo que Bohr quiso decir. Bohr nunca se tomó la molestia de hacerles rectificar.

No todos los científicos se distinguen por su buen humor y buenas formas. Los científicos son seres humanos con sus vicios y sus virtudes, y el mal carácter abunda entre ellos. Como la envidia y los celos.

De Newton se dice que, cuando preparaba una disputa, escribía y corregía los insultos e invectivas que iba a dirigir a su adversario. Desde luego Sir Isaac no pasará a la historia por su bondad personal. Parece ser que, cuando fue director de la casa de la Moneda inglesa, se vanagloriaba de que durante su mandato se había ahorcado a más gente que nunca por monedero falso. En cambio su compatriota Michael Faraday era la otra cara del espejo. Pertenecía a una secta protestante, la de los sandemanianos, que se caracterizaba por una observancia ad pedem literae de la Biblia. El finísimo y escéptico Faraday en cosas científicas, aceptaba sin discusión lo que se decía en el Libro. Pues bien. Su Graciosa Majestad la Reina Victoria le condecoró con una cierta distinción del Imperio Británico. Faraday tuvo la debilidad de aceptarla y fue expulsado de su Iglesia por vanidoso. Sólo después de seis meses de penitencia pública fue aceptado de nuevo.

Otra muestra del modo de ser de Faraday es que, cuando su país, Inglaterra, estaba envuelta en la Guerra de Crimea - la que dio origen a la célebre película "La carga de Brigada Ligera"-, recibió un encargo del Gobierno de Su Majestad sobre la posibilidad de preparar gases asfixiantes como arma de guerra. Faraday informó que era posible pero no los preparó. Todo lo contrario de lo que hizo Fritz Haber de quién hablaré, si ha lugar, en alguna ocasión.

Siguiendo con el mal carácter, tal vez la medalla de oro corresponda al Físico Wolgang Pauli, uno de los genios de la Física Teórica. Era implacable con sus propios colegas. Tanto es así que en el mundillo de los físicos era conocido, y a él parece que no le molestaba, como el "azote de Dios". Una de sus calificaciones, o descalificaciones, que han pasado a la historia es la de "ni siquiera falso". Claro que compensaba su agudeza teórica siendo un auténtico desastre en el mundo práctico. De "gafe" se le habría calificado en España. Más de un compañero experimental no le dejaba entrar en su laboratorio y, si era preciso consultar algo con él, -entonces todavía no se había inventado el "móvil"-, lo hacía a través de la puerta, por supuesto cerrada.

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Papá Werner y el par de partículas.

Elisabeth Heisenberg y otro electrón desapareado de la familia.

El nivel de maleficio que inducía se refleja en la siguiente anécdota:

Pauli hacía frecuentes viajes en tren desde Zurich, donde trabaja, hasta Copenhague, donde trabaja su amigo Bohr. El tren pasaba por la ciudad alemana de Heildelberg. Se cuenta que, una vez, en el departamento de Física de la famosa universidad de esa ciudad, se estaba realizando un delicado experimento de física de partículas. De repente y sin que hubiera motivo aparente, el dispositivo experimental se vino abajo. Nadie encontraba razón, hasta que a alguno de los científicos se le ocurrió mirar su reloj y comprobar que, precisamente a la hora en que ocurrió la catástrofe, el tren de Pauli hacia 5 minutos de parada en la estación de Heildelberg. Todo un caso de transmisión de maleficio a distancia o de teletrasporte y entrelazamiento de partículas, "avant la lettre" por seguir en el campo de la mecánica cuántica.

Sin embargo, a veces, tenía algún rasgo de humor. Cuando se enteró de que Heisenberg, a pesar del chascarrillo, se había casado con una guapa mujer,- experta en literatura, Elisabeth Schumacher, con la que tuvo nada menos que siete hijos, de modo que supo encontrar tanto el momento como la posición oportunos,- y había tenido sus primeros hijos, un par de mellizos, Wofgang y Maria, le felicitó muy efusivamente por su creación de "un par". No sé si añadió con espines opuestos, aunque era capaz.

Antes hablé de la lentitud cerebral de Bohr, otros científicos son todo lo contrario, por ejemplo se cuenta de Von Neumann -¿físico o matemático?-, que en una fiesta un periodista le propuso el siguiente problema:

"Dos ciclistas pedalean una al encuentro de otro a 20 km/h por una carretera recta, una mosca que vuela a 50 km/h va desde la nariz de uno de los ciclistas a la del otro y viceversa. Desde que la mosca empieza su recorrido hasta que los ciclistas se encuentran trascurre media hora. ¿Qué distancia ha recorrido la mosca?"

Von Neumann casi sin pensar respondió:

- Veinticinco kilómetros.

- Caramba dijo el periodista, pensé que los científicos eran mucho más complicados y que usted habría sumado una serie infinita.

- ¿Es que hay otro modo? -respondió Von Neumann

(Nota: el periodista pensó que Von Neuman, como la mayoría de mortales, había razonado de modo simple: si la mosca está volando a 50 km/h durante media hora, ha recorrido 25 km, dicho sea con perdón y permiso de Zenón, pero Von Numann no era como la mayoría de los mortales y había planteado y sumado la serie en el mismo tiempo que un simple mortal divide por dos)

Por cierto, ya que hablé de Zenón... Como es bien sabido Zenón afirmaba que el movimiento no existía y lo probaba con sus "aporías", ejemplos que, en síntesis, consisten en descomponer el movimiento en una serie de infinitos instantes, más o menos estáticos. Este era su argumento básico, sin comprender que una serie de este tipo puede converger a un valor finito, faltaba más de una docena de siglos para que aparecieran, Newton, Leibnitz y demás padres del cálculo infinitesimal.

Cuando se le intentaba demostrar experimentalmente que el movimiento existía, simplemente andando, solía responder que se trataba de ilusiones de los sentidos, que nos engañan y ponía el ejemplo de la sensación que se siente si se sumerge una mano en agua caliente y otra en fría y después las dos en tibia.

Se cuenta que yendo con sus alumnos por la calle explicándoles sus teorías, apareció un perro rabioso. Zenón sin pensárselo demasiado, se recogió la clámide y echó a correr.

- ¿Por qué corres maestro, si puesto que el moviendo no existe, el perro jamás te alcanzará como Aquiles el atleta jamás alcanza a la tortuga?

- Ya lo sé querido discípulo, pero me producirá la ilusión de que me alcanza y ésta es una ilusión muy desagradable que quiero evitarme.

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Los "NEUROCHIPS" pronto estarán en proceso de fabricación

Dos empresas de Maryland se han propuesto combatir las enfermedades cerebrales.

Terence Chea WASHINGTON POST.
Traducción al castellano de Ana María Pérez París.

Dos empresas incipientes de Maryland dedicadas a la biotecnología se han asociado con la intención de fabricar y comercializar un nuevo tipo de biosensor, que sirva de ayuda a los investigadores en el estudio de las enfermedades cerebrales y en la elaboración de fármacos con los que se puedan tratar.

Las empresas NeuralStem Inc. de College Park y MetriGenix Inc. de Gaithersburg anunciaron ayer que habían alcanzado un acuerdo para fabricar conjuntamente una serie de "neurochips", es decir, unos sensores que sirvan para predecir los efectos que ciertos medicamentos en fase de experimentación puedan tener en el cerebro. Según Richard Garr, director gerente de NeuralStem, estos chips ayudarán a los investigadores a elaborar nuevos fármacos con mayor rapidez y con menos dinero; de esta manera, las empresas farmacéuticas podrán crear medicamentos con menos efectos secundarios.

Los "neurochips" se fabricarán mediante la aplicación de la tecnología "Flow Thru Chip", tecnología basada en el empleo de un sensor que permite obtener datos genéticos, suministrada por MetriGenix, y las células madre patentadas de NeuralStem. Ahora bien, ninguna de estas empresas ha revelado las condiciones económicas del acuerdo; por su parte, NeuralStem tiene los derechos de propiedad sobre las células madre de origen nervioso, es decir, células que pueden producir otras células más especializadas del sistema nervioso central. Esta empresa, fundada en 1996, espera, con el tiempo, utilizar dichas células para tratar diversos trastornos neurológicos, mediante su implante en el cerebro de los enfermos; sin embargo, su estrategia a corto plazo se centra en el empleo de células que permitan a los investigadores elaborar fármacos para combatir este tipo de enfermedades. En este sentido, Richard Garr afirma: "Éste es el primer intento de comercialización de tecnología basada en el empleo de las células madre. Al principio, la gente pensaba en los implantes, pero lo cierto es que la posibilidad de reproducir sistemas humanos en un recipiente es, en realidad, el principio del cumplimiento de la promesa en la que se inspira esta tecnología".

MetriGenix, con 15 empleados, es una filial de Gene Logic Inc., una empresa de Gaithersburg que vende información genética a empresas farmacéuticas y a aquellas dedicadas a la biotecnología. Tras haberse establecido como empresa independiente el mes pasado, MetriGenix ha reunido 15 millones de dólares para fabricar el "Flow Thru Chip", un nuevo tipo de sensor que permite obtener datos genéticos.

Los investigadores utilizan esta clase de sensores, conocidos como micromatrices, para estudiar la actividad biológica. De hecho, la empresa Affimetrix Inc., de Santa Clara (California) y líder mundial en la producción de micromatrices, fabrica chips en soporte de vidrio que están grabados con miles de genes y se utilizan para detectar y analizar la actividad genética relacionada con diversas enfermedades y con el uso de determinados medicamentos. Así pues, en opinión de Richard Garr, se espera que la demanda de micromatrices aumente desde las cifras actuales que oscilan entre los 300 y los 400 millones de dólares hasta cifras que se encuentren entre los 4.000 y los 5.000 millones de dólares durante el período comprendido entre los próximos cinco y diez años.

MetriGenix y NeuralStem se han propuesto fabricar chips más especializados que sean aplicables a enfermedades específicas relacionadas con el cerebro. Por ejemplo, sería posible crear un tipo determinado de neurochip que pudiera contener entre 50 y 100 genes relacionados con el Parkinson y que permitiera a un investigador seleccionar un compuesto contra ese chip para ver sus efectos en los genes que contiene. En este sentido, también se pretende fabricar neurochips especializados en la depresión, el Alzheimer y la esquizofrenia, entre otras enfermedades.

Finalmente, ambas empresas esperan hacer público su primer producto en seis o nueve meses: un chip repleto de genes relacionados con posibles efectos secundarios en el cerebro. Además, piensan vender los chips a empresas farmacéuticas y a aquellas dedicadas a la biotecnología.

Según Andrew O’Beirne, director gerente de MetriGenix: "Posiblemente esto permitiría a los investigadores farmacéuticos analizar los preparados que estén en período de experimentación para determinar su eficacia y sus efectos secundarios durante las primeras fases del proceso de fabricación de un medicamento. De esta manera, sólo tienen que ofrecer los fármacos que parecen eficaces y que tienen un nivel mínimo de toxicidad a programas experimentales más caros".

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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