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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año VI

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Septiembre 2004. Nº 58

Contenido de esta sección:

Los juegos quedan para septiembre (Benjamín Hernández Blázquez)

Los juegos quedan para septiembre

Benjamín Hernández Blázquez. Universidad Complutense de Madrid.

Las vacaciones estivales como portillo abierto al regocijo de libertad, que conforman un espacio de ocio frente al asedio de la obligación cotidiana, ya han pasado, y la mayoría de las veces con bastantes cosas sin hacer: es lo que "se deja para septiembre"; sólo nos percatamos del valor del tiempo cuando nos ha fagocitado. El mes de septiembre principia su trayectoria, han finalizado los Juegos Olímpicos y empieza la cuenta atrás de la Olimpiada próxima; se ha extinguido la tregua olímpica y en ella, como por ensalmo, se extingue asimismo el parque temático que estos días ha imperado en muchas zonas de los países mas comprometidos con el movimiento olímpico. Es el momento de revisar, analizar, corregir y proponer nuevos programas deportivos, susceptibles de cumplimiento.

Estos Juegos, por lo que atañe a los españoles, no nos han quitado el sueño, los de China como los de Sydney, serán para no dormir y los de Madrid sueño total, aderezado por la imagen que presenta la versatilidad y subjetivismo de los políticos de turno, aunque existe una medida más objetiva y tangible en medición de los eventos como son las medallas. El coste de estas preseas es elevado, tanto como el deseo de poseerlas, extrapolables a otras medallas, las de los políticos, y otras extracciones sociales que al otorgarlas sin mesura, las despojan de su utilidad marginal; por el contrario, el olimpismo sólo premia a los selectos agones que han seguido una estricta disciplina inscrita en una óptima planificación.

España salvó el medallero, merced a la inspiración individual, recordando tiempos pasados, de nueve modalidades, algunas minoritarias como la doma, vela y piragüismo, fallando estrepitosamente en los deportes de equipo, los mas vinculados al ADO, y en los deportes tipificados como más relevantes, como el atletismo y la natación; por ello muchos deportistas no son conocidos y la prensa deportiva sólo exhibe su palmarés al ser campeones, cuando otros deportes de "interés general" copan diariamente toda la información de los medios.

España obtuvo muchas platas (11) pero tres exiguos oros, los mismos que en Sydney y muy lejos de Barcelona (13). El tirón de "jugar en casa" rompió su inercia y no se ha consolidado en juegos sucesivos como en Corea o Australia, ahora potencias olímpicas. Aparte del enorme bagaje conseguido por China, es de destacar las 286 medallas obtenidas por la Europa de los Veinticinco, en la que países como Hungría, Rumania y Holanda nos superan nítidamente. España aparece en el puesto vigésimo de la tabla general que incluye 75 países y en el duodécimo de la referida Unión Europea actual.

En estos días inmediatos, numerosos rotativos presentan artículos sobre la relación o proporción de las susodichas medallas con el número de habitantes, la renta "per cápita", el IPC, la superficie, etc. Sin embargo, no utilizan el indicador más significativo, el denominado Índice de Desarrollo Humano (IDH) publicado por la ONU el último mes de julio; aquí aparece España en el lugar vigésimo, justo el lugar que ocupó en el medallero final que representa la cosecha de una presencia de 343 deportistas, la más numerosa de la historia, tras Barcelona 92. El IDH es un indicador ponderado en el que figuran 177 países y está integrado por las tres variables más relevantes del devenir humano; establece que la jerarquía de un país en el mundo, es no sólo poseer una renta "per capita" alta, sino también poder disfrutarla muchos años (esperanza de vida) y siempre acompañados de suficientes conocimientos culturales para saber discernir situaciones en la vida (tasa de alfabetización).

Siguiendo este indicador, en el primer tercio de la clasificación que engloba a "países con desarrollo humano alto", se encuentran casi todas las 40 primeras delegaciones que obtuvieron medalla; faltan países como Islandia, Malta y Chipre, sin presea alguna. No obstante, para poder incluir el deporte olímpico como una variable más para confeccionar el IDH, sería necesario agregar los Juegos Olímpicos de invierno, que no cuentan para algunos; en este escenario, Noruega es la primera en el medallero y también en ranking del referido IDH.

Estos juegos que tuvieron como célula generatriz la universitaria Sorbona, nacieron impregnados de espíritu romántico y versallesco; empero, en poco más de una centuria se han desligado del ideal neofuncional convergiendo en el profesionalismo y nacionalismo exacerbado, siempre auspiciado por los omnipotentes medios de comunicación que los catalizan de acuerdo con su política comercial. En este aspecto, poco ha variado desde antes que el hispano Teodosio los cercenara de un tajo. En los deportes individuales, de enfrentamiento, combinados o de asociación, late la política de los países concurrentes y la violencia cuando no la trampa, como metodología del ganador; turbios laureles o coronas de olivo, que emergen de las oscuras raíces del tiempo, y que son como las guerras, imposible de erradicar, porque tanto éstas como "los juegos no lo inventaron los hombres sino los dioses".

Hoy el deporte en general es tan complejo como la sociedad que lo enmarca, por lo que su investigación y posterior planificación equivale a la convergencia de multitud de variables en campos como la economía, demografía, psicología, o sociología, todas con abundantes datos cualitativos o cuantitativos. Abarca desde las escuelas primarias y el olvidado y, casi inexistente, de las universidades, donde los rectores venden electoralmente el número de olímpicos, como éxitos de su gestión, cuando sus entrenamientos los realizan fuera del campus ignorando que, al ingresar en estos Centros, ya eran deportistas de élite. Las universidades juegan a la defensiva con el deporte, son rémoras en este campo y tal vez en el juego social no pierdan, pero tampoco ganan y, cuando bulle un problema, lo primero que hay que hacer para resolverlo es reconocer su existencia, cosa que obvian. Todo queda para septiembre, olvidando que después de los Juegos Olímpicos, cual carrera de relevos, viene la política que todo lo absorbe y que tiene poco de olímpica.

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Una muestra de lo bien que lo hicieron nuestros deportistas en la Olimpiada.
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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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