Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año VI

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Septiembre 2004. Nº 58

LAS FRASES DEL MES:

Surgiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cimas de la miseria.

Groucho Marx

Mientras no se demuestre lo contrario, la democracia es el menos malo de los sistemas políticos.

Wiston Churchill

¿En verdad son necesarios tantos políticos?

Si bien reconocemos con Winston Churchil que el sistema democrático es el menos malo de los regímenes políticos, nos asalta una duda, sobre todo en el marco de la democracia española: ¿son necesarios tantos políticos para organizar las chapuzas de las que somos testigos a diario?

Piensen ustedes un poco. Resulta que los españolitos no votamos a personas como ocurre en algún otro país, nos toca elegir a nuestros representantes por listas cerradas. Por otra parte, los componentes de esas listas no tienen libertad de voto, es decir, se deben doblegar a las directrices del partido "propietario de la lista". Y, si no lo hacen, les "dan puerta" sin más miramientos; testigos recientes hemos sido de lo ocurrido en el seno del partido ahora gobernante.

En definitiva, un Parlamento compuesto de tantas personas podría quedar reducido a unas pocas, sin perjuicio alguno para el sistema. ¡Imagínense ustedes el ahorro que representaría para nuestro estado!

Efectivamente, bastaría que cada partido político enviara al Parlamento un representante, cuyo voto, en cualquier momento del juego democrático, estuviera ponderado con el porcentaje correspondiente al número de sufragios obtenidos por dicho partido en las elecciones generales. Con ello, no habría necesidad de realizar todos esos equilibrios hechos a la hora de asignar los decimales a personas enteras –todos sabemos que eso implica la pérdida de diputados de los partidos minoritarios a favor de los mayoritarios-. El voto del diputado de la agrupación "fulanez" valdría, por ejemplo, un 33,988% del total del Parlamento y todos tan contentos.

Nos ahorraríamos, además, una pasta gansa en sueldos de los parlamentarios, secretarias, ujieres, etc, casi legión. Nos ahorraríamos el mantenimiento de un edificio mastodóntico donde dar cabida a muchos individuos/as, normalmente en paradero desconocido, salvo cuando su partido toca a arrebato, por aquello de la necesidad de los votos. Nos ahorraríamos el espectáculo bochornoso del votar unos por otros o, lo que es peor, la idea de tener unos diputados más bien tontos, pues no saben ni qué botón pulsar. Así, con un único diputado por partido, y un suplente por aquello de las posibles enfermedades, tendríamos suficiente.

Es más, con el avance tecnológico actual en los medios de comunicación, no tiene lugar el oscurantismo, bastaría retransmitir en directo todas las sesiones que de esta manera serían más cortas y sin tanto aplauso, pateo e interrupciones. La mesa podría ser muy pequeñita y la sala coquetona. Eso sí, el concesionario de la cafetería perdería el negocio, pero no todo van a ser ventajas.

Imagínense el ahorro, además, en medidas de seguridad, guardaespaldas, etc.

Nos dicen los entendidos que la existencia de muchos diputados, si bien no es necesidad obligada para las sesiones plenarias, sí lo es para la formación de las múltiples Comisiones. Nos cabe la duda de que esas Comisiones no se organicen para proporcionar más dietas a los nominados. No obstante, ya siendo bienpensantes, creemos que ello no supone un problema. Como las sesiones plenarias se acortarían muchísimo, las Comisiones pueden tener exactamente la misma composición que el pleno y "el diputado" podrá estar presente en todas ellas, ganándose de verdad su sueldo; de todas formas todos estos señores necesitan de asesores, con buen oficio de "apuntadores", que les dan mascaditas las preguntas correspondientes a las sesiones. Nuevo ahorro. Además, todos los testigos presenciales de una sesión de una Comisión cualquiera habrán observado que el absentismo también está a la orden del día. Los diputados, parece ser, tienen por norma la no asistencia. Y nosotros nos preguntamos ¿qué harán?

Además, para lo que sirven las Comisiones... siempre se sacan las conclusiones que la mayoría desea o se investiga aquello que al "gran jefe" de turno le viene bien.

Multipliquen todo esto por el número de parlamentos autonómicos. Seguramente obtendríamos una cifra suficientemente sustanciosa para dedicarla a gastos sociales que falta hace.

Repetimos, otra cosa muy distinta sería que los españoles pudiéramos votar a personas concretas, no a listas cerradas, y esas personas, fueran del color que fueran, tuvieran libertad absoluta de parecer, en función de las necesidades de sus votantes y no del partido que allí las puso. Entonces sí merecería la pena el gasto derivado de un Parlamento tan grande.

En otro orden de ideas, ¿se han preguntado ustedes sobre quién y cómo controla el trabajo de los diputados? Aparte de los sustanciosos sueldos, muy por encima de la media nacional, aumentados cuando les viene en gana, nadie, que sepamos, les fiscaliza la asistencia, les dice si han cumplido o no con los objetivos del país, o les pone unos complementos en función de los resultados de encuestas o evaluaciones externas. Cuando uno se encuentra con la cantidad de trabas administrativas a las que los españolitos de a pie nos enfrentamos -sobre todo los funcionarios-, a la hora de hacer un viaje de trabajo, asistir a un congreso o simplemente hacer un gasto, con el correspondiente presupuesto aprobado previamente, nos asalta la duda de si estos señores, artífices de todos estos controles, "en beneficio del gasto público", no piensan que todos somos de su misma condición y obran en consecuencia. Sinceramente, uno se siente muchas veces como un auténtico delincuente por el hecho de tener que justificar un viaje hasta con el certificado del camarero que nos ha servido la cena.

Seamos ahorrativos y cambiemos nuestro país para mejor: o nos proponen un sistema sin listas cerradas o "con ocho basta".

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 23-09-2004