Universidad de Alcalá: ¿machismo en la administración?Mª Visitación Pérez Arranz. Una funcionaria preocupada. Parece mentira que en pleno siglo XXI, cuando nuestro gobierno está constituido por el mismo número de hombres que de mujeres, la administración de la Universidad de Alcalá poco a poco va desterrando de los cargos directivos de la Administración a las mujeres. Con la toma de posesión del Rector, Virgilio Zapatero, una Gerente, sustituyó a la anterior Gerente, ambas mujeres. Sin embargo, ésta duró bien poco. A los pocos meses fue sustituida por un hombre... Algo parecido ocurrió con la Vicegerente de Recursos Humanos, cuyo cargo ocupó otro hombre. Ella ocupó el cargo de Vicegerente de Asuntos Generales y al poco tiempo el de Vicesecretaria General. Al final, buscó un empleo más estable fuera de la Universidad. La Jefa del servicio de Recursos Humanos, fue sustituida por un varón. A ella se le encomendó el Servició de Información pero, al poco tiempo, otro hombre ocupó su lugar. De tener 21 personas a su cargo ha pasado a estar sola, actualizando el contenido de las páginas web. La Directora de la Asesoría Jurídica, aunque sigue desempeñando sus tareas de Asesora Jurídica, ya no tiene funciones de Dirección , éstas, como no, las desempeña un hombre. Sin entrar a valorar los motivos, que desconozco, por los que estas mujeres han sido sustituidas, quiero resaltar que el porcentaje de presencia femenina en cargos directivos cada vez dista más de la paridad. Últimamente, y al objeto de cubrir puestos vacantes de niveles altos, se vienen incorporando a la Universidad funcionarios de otros Organismos Públicos en Comisión de Servicios. Se da la coincidencia de que todos son varones. Las funcionarias del Personal de Administración y Servicios de la Universidad de Alcalá nos sentimos inquietas. ¿Podemos estar seguras de no quedar todas relegadas a un segundo plano? Somos un colectivo en el que aproximadamente el 80% son mujeres. ¿Cómo es posible que más del 80% de los cargos directivos de esta Universidad los ocupen hombres? El Rector, Virgilio Zapatero, podría tomar ejemplo de su homónimo, el Presidente del Gobierno, y tener un porcentaje más parecido de mujeres que de hombres, como así ha sido en anteriores Equipos Rectorales. Volver al principio del artículo Volver al principioAutopsia a la caja «sucia»Lorenzo Díaz LA TELEVISION más vulgar y hedionda regresa con fuerza esta temporada. El hermano que no quisiéramos tener y la peor granja ibérica ya funcionan. El sociólogo reflexiona, quizás inútilmente. Tengamos las ideas claras. La cuenta de resultados de las empresas televisivas: producto barato junto a una audiencia cotilla y de precario nivel cultural hacen posible que la mierda invada nuestra televisión. Y lo que es más alarmante, no hemos hecho nada más que empezar: estamos en la prehistoria Pronto llegarán las humillaciones en directo, zoofilias, autopsias, suicidios. Los canales piden más madera. ¿Es que no me creen? La presencia de espacios que basan su contenido en informar de la vida privada de famosos aumenta exponencialmente temporada tras temporada: el mercado televisivo español no deja de absorber nuevos productos de este tipo: en 1993 sólo existía el espacio rosa Corazón, corazón y 10 años después, el número de programas especializados asciende a más de 20 y casi todos ellos gozan de una excelente salud. Si cogemos al azar un día de esta semana, el género rosa basuril coloca entre los 10 programas más vistos (martes, 7) con altísimos "shares" cuatro formatos: Aquí hay tomate (26,8), Gran Hermano (27,1), Gente (28,1), La hora de la verdad (30,4). Dos programas estrellas del género: Dónde estás corazón y Salsa rosa, tienen audiencias superiores a nuestros telediarios, con cuotas de pantalla superiores al 27%. Y ahora llega La Granja con más de tres millones y un 27% de "share". La televisión se ha vengado de los intelectuales que la han despreciado y se ha entregado en brazos de la llamada "ordinary people" española: una de las más incultas del mundo occidental desarrollado. Lejos de la órbita de los profesionales, lo que le daría un tono artístico, la televisión cada día se parece más a la ruidosa clase media española: chillona, prepotente y proclive a entregarse a los bajos instintos. Por ello no sorprende que haya ido colocando en el escaparate de sus preferencias los programas que ella considera estrellas en su versión dura y "light". Dos ilustres damas del panorama mediático español envuelven en celofán sus magazines que también cantan y son culpables, en parte, del panorama que se observa desde el puente. SIN MITOS NI ESTRELLAS Sorprende que una sociedad situada en tan buena posición en el "hit parade" de la riqueza, exhiba una fauna tan zarrapastrosa en su famoseo zarzuelero. Nuestros iconos mediáticos son peores que los del tardofranquismo cuando Los Codeso y Pajares perseguían suecas en Torremolinos. Son el lumpen de una sociedad que viste a la clase media del mundo a través de las tiendas de Zara. Hay que dejar de demonizar sólo a los productores. Hay que poner el ojo también en nuestra audiencia y ver lo homogénea que es televisivamente hablando. Salsa rosa o Tómbola lo mismo gusta a una venerable dama del barrio de Salamanca que a una maruja de Minglanilla (Cuenca). La gente dice que ve La 2 y los documentales de la National Geography y luego pierden el culo con Matamoros y la Marchante. A nuestra burguesía siempre le ha gustado más Lina Morgan que Margarita Xirgu. Corín Tellado que Lope de Vega. El tinto de verano que el Vega Sicilia. Sólo un "target" muy reducido tiene acceso a la alta costura. Y así hemos llegado a un punto en el que un importante segmento de la población no tiene un producto televisivo que consumir. Es un público que no tiene mensaje televisivo y que no le queda más remedio que pasar por la caja de Polanco. La sociedad española en su casi totalidad recibe alborozadamente el producto televisivo que se elabora. Ha percibido que la televisión ha sustituido la realidad, creando otra nueva. Ha creado mundos visuales donde trivializa objetos negativos: figuras del mal, violencia, horror, catástrofes. La nueva religión de la sociedad posmoderna es la televisión de la intimidad, la modalidad catódica de la confesión católica. ¿Está el personal harto de la telebasura? Los datos son concluyentes: más del 50% de los españoles cree que la televisión es «vulgar y de mal gusto» (CIS, 2004). La califican de poco objetiva. Más objetiva ven la radio (casi un 60% de los encuestados le dan la máxima calificación). No obstante, el 90% de la población consume televisión, frente al 60% de oyentes mayores de 18 años que tiene la radio. Dice Forges que para que haya un Gran Hermano hacen falta millones de primos. Los comemierdas no son cuatro gatos, sino más de 15 millones de telespectadores diarios. Los programas basura como Crónicas marcianas están magistralmente hechos. La jauría de invitados se desloma por merecer los cinco minutos de fama, se degüellan, se insultan y se exhiben con una falta de pudor que casi enternece. Los "killers" de la telebasura, Matamoros, la Marchante o Mariñas, los que juegan la Champions, son unos actores excelentes que interpretan magistralmente sus papeles. Raúl del Pozo ve en la telebasura una fiebre amarilla que ataca un público despolitizado, aburrido, desencantado, que sólo se emociona con chismes. Cuando algún listillo reivindica más teleficción hay que recordarle que un empresario prefiere gastarse 30 millones de las antiguas pesetas en un Salsa rosa que 90 en Los Serrano. El paisaje después de la batallas es desolador para los llamados cejas altas que citan a Umberto Eco, a Juan Cueto, pero el resto de la sociedad se la refanfinfla y disfruta con Dinio, que recibe excursiones de cientos de marujas en sus bares de Puerto Banús. Edificante perla hedionda la que le escuché en Crónicas marcianas (6 de noviembre del 2001). Le pregunta Sardá: «¿Tú se la metías a Marujita Díaz?». Y el cubanito contestó: «Nunca, pero ella me la chupaba. Y yo pensaba en Sonia Moldes». De canguro catódico a acompañante del abuelo: La televisión ha ido usurpando el papel de otros grupos en el llamado proceso de socialización del individuo. Es el canguro catódico, el pariente que nunca falla, el que acompaña al anciano en su soledad. Ocupa el terreno dejado por otras instituciones sociales (familia, escuela, Estado) y lo hace extendiendo y trivializando el campo del saber, sustituyendo un saber humanista por una especie de saber hacer, saber práctico; en suma, un saber mosaico muy representativo de la cultura de masas y de su imaginario de la evasión que puede paliar, sin embargo, ciertas carencias sociales, contribuir a reforzar el vínculo social y, en todo caso, servir de intermediario entre el ciudadano y el entorno social. Se consolida así una televisión mediadora. La televisión se impone como una gran casa de citas en la que todos cabemos y donde exhiben su levedad los seres menos relevantes, monstruos mediáticos de todo a cien, personajes kleenex, los que con el mínimo esfuerzo se han hecho con la caja y la popularidad. Las televisiones crean sus propias factorías de monstruos, de frankenstein de corto recorrido que deambulan por las pasarelas televisivas para el regocijo del circo. La televisión no es la verdad. La televisión es un maldito parque de atracciones, un carnaval, una "troupe" de acróbatas, narradores de cuentos, bailarinas, cantantes, malabaristas. Es una fábrica para matar el aburrimiento. Si quieren saber la verdad, diríjanse a Dios, diríjanse a su gurú, a ustedes mismos, porque es la única manera de hallar la auténtica verdad. Ustedes no van a enterarse de la verdad por nosotros. Les diremos cuanto quieran oír. ¿Cómo poner freno a este desenfreno? ¿Creando un comité audiovisual como en otros países para controlar contenidos? Aunque el patio está para pocas ilusiones cuando uno ve, como dice Arturo Pérez Reverte, «a esas marujas en éxtasis, admirando aleladas a una vulgar pedorra, son un símbolo perfecto de lo que tenemos y de lo que merecemos tener. Por casposos, por imbéciles». Se ha inaugurado una nueva etapa en los medios: la llamada globalización emocional que aparca el periodismo con ideas. El modelo audiovisual dominante ha dejado fuera del banquete mediático la reflexión. La causa de la mayoría de nuestros problemas sociales y políticos es la ignorancia creciente de la gente, causada en su mayor parte por la televisión Ver televisión en vez de leer, no permite a la gente detenerse o reflexionar, tener en cuenta los problemas y rechazar o combatirlos. Como las ocas o los avestruces que esconden la cabeza bajo tierra, los espectadores tragan y tragan televisión y jamás tienen tiempo para digerir lo que ven. Lorenzo Díaz es sociólogo y escritor. Autor de La televisión en España. Y La década abominable. Prepara un libro sobre la telebasura, que aparecerá en La Esfera de los Libros en este otoño. Volver al principio del artículo Volver al principioRECORTES DE PRENSABarroso y el federalismo europeoEnrique Martínez Gutiérrez. Centro Europeo de la Cultura. Publicado en el diario "ABC", el 29 de septiembre de 2004. El próximo día 1 de noviembre entrará en funciones la nueva Comisión Europea, ceremonia que estará precedida por dos largas semanas de audiencias a los futuros comisarios en el Parlamento Europeo. La nueva Comisión nace con la perspectiva de abordar, entre otros, tres retos fundamentales: el desarrollo de la futura Constitución Europea, la plena integración de los Estados miembros que acaban de adherirse a la Unión y la consolidación de ésta como actor principal de las relaciones internacionales en el siglo XXI. Se tratará de una Comisión nueva por distintas razones. En primer lugar, la formará por vez primera un colegio de veinticinco miembros. En segundo término, contará con diez comisarios procedentes de los Estados miembros recientemente adheridos a la Unión. Finalmente, se tratará -una vez entre en vigor la Constitución Europea- de la Comisión con más amplios poderes en los más de cincuenta años de construcción comunitaria. Al frente de la misma, se encontrará el presidente José Manuel Barroso, antiguo primer ministro de Portugal. Un político que pese a su juventud cuenta con un extenso currículum europeo. El interés de Barroso por los asuntos comunitarios se remonta a la etapa universitaria. Su tesis de Diploma de Estudios Superiores de Ciencia Política, publicada en Ginebra y en Lisboa antes de la adhesión de Portugal a las Comunidades Europeas, llevaba por título «El sistema político portugués frente a la integración europea» . Esta temprana manifestación de sus vínculos con el proceso comunitario tuvo continuidad con la realización de estudios de postgrado en la Universidad de Ginebra junto al precursor de la Europa de la Cultura, Denis de Rougemont. Más tarde, como confirmación de sus grandes cualidades, Dusan Sidjanski, una de las máximas autoridades del federalismo europeo, le propone ser su asistente, puesto que desempeñará durante cinco años. Su presencia activa en este vivero del pensamiento federalista europeo impregnará de manera definitiva la carrera política de un Barroso que -tras un período como Secretario de Estado- asumirá desde 1992 hasta 1995 la cartera de Asuntos Exteriores de su país para, más tarde, convertirse en primer ministro. Esta doble vocación de profesor universitario y político activo, constituye un rasgo distintivo del nuevo Presidente de la Comisión. Basta con leer detenidamente su intervención, en noviembre pasado, en el transcurso de la entrega de los premios Latsis para descubrir cuáles son los fundamentos de su pensamiento político sobre Europa. Defensor del papel de los Estados más pequeños dentro de la Unión, desaprueba «los malentendidos y a veces incluso las disputas sobre el papel y la importancia de los Estados en función de su dimensión», haciendo constar que «para los que, como yo, creen verdaderamente en el proyecto europeo existe un problema: la tentación de seguir una lógica de poder puramente intergubernamental». Considera necesario, no obstante tener en cuenta la dimensión de los Estados, aunque «para las cuestiones fundamentales, la voz de todos debe tener más o menos el mismo peso». Para Barroso, el método comunitario está plenamente vigente ya que «combina sabiamente la igualdad de derechos, la participación real de todos en las decisiones, la solidaridad y el respeto de las especificidades nacionales y tiene en cuenta también las diferentes realidades». Por lo que respecta al papel de la Comisión, que le corresponderá dirigir durante los próximos cinco años, la defensa del interés general de la Unión «depende ante todo de la acción de una Comisión fuerte e independiente». Aquí se encuentra el principio fundamental que habrá de guiar la acción del nuevo Presidente: fortalecer la Comisión en el marco institucional comunitario, preservando en todo momento su independencia respecto a los Estados miembros, algo sobre lo que puso el acento en su alocución del 21 de julio pasado con motivo de su investidura por el Parlamento Europeo. Un principio que encaja a la perfección con las ideas elaboradas desde principios de los cincuenta por el profesor Sidjanski en su cátedra de Ciencia Política de la Universidad de Ginebra y en el Centro Europeo de la Cultura, sobre la base de las enseñanzas de Denis de Rougemont. Estas ideas están recogidas en la obra que resume su pensamiento europeo, «El futuro federalista de Europa» (Ariel, Barcelona, 1998) cuya versión portuguesa José Manuel Barroso se encargó de prologar. En esencia, el nuevo Presidente de la Comisión tendrá como referencia una visión de la construcción europea en la que el federalismo aparece más como un método, un enfoque, que como una doctrina jurídico-política, tal y como a veces se tiende a plantear en el incipiente debate sobre los cambios en el modelo de estado abierto en España. Desde esta perspectiva, el federalismo europeo tiene su fundamento en el diálogo, en la libre asociación a las decisiones y en el rechazo a los planteamientos hegemónicos o excluyentes. El papel de los Estados miembros es fundamental para el avance de la Unión Europea pero ésta sólo puede desarrollarse sobre la base de unas instituciones fuertes: un Parlamento, un Consejo, un Tribunal de Justicia y, sobre todo, una Comisión que sea capaz de velar por el interés general comunitario. Ello implica que Europa vuelva el rostro a los ciudadanos como componente esencial de la pirámide invertida en que, inspirada por el federalismo, la Unión Europea debe terminar convirtiéndose. En efecto, el objetivo consiste en que de cada ciudadano parta una conexión hacia el entramado del proceso de toma de decisiones comunitario. Una red que se orienta hacia las instituciones en sentido vertical, pero también de manera horizontal, gracias a la presencia de los grupos de interés y otros actores que forman intersecciones con el fin de enriquecer el resultado final de la decisión. Asimismo, sin abandonar los progresos realizados en el ámbito de lo económico -fundamentales para consolidar la credibilidad de la Unión Europea ante los ciudadanos- el federalismo europeo trae consigo el retorno de lo político. Europa y el mundo requieren hoy más que nunca decisiones que permitan mitigar los efectos no deseables del capitalismo global. En particular, decisiones que se encuadran en el que Sidjanski gusta de calificar como «ámbito político por excelencia»: la política exterior. Es en este campo donde la Comisión Europea presidida por Barroso, que se ocupará específicamente de coordinar la acción de los comisarios responsables de las relaciones exteriores, deberá sin duda redoblar sus esfuerzos por mostrar una Europa coherente y unida en el ámbito internacional. La creación del puesto de ministro de Asuntos Exteriores de la Unión, una vez entre en vigor la Constitución Europea, tendrá por efecto un fortalecimiento de este ámbito, ya que desempeñará sus funciones también en calidad de vicepresidente de la Comisión Europea. De este modo, la nueva Comisión tiene ante sí una ingente tarea, la de contribuir a la construcción de una identidad europea en el plano internacional. Las flaquezas evidenciadas por la Unión a lo largo de su intervención en los diferentes conflictos europeos de los años noventa -en particular las guerras en la ex-Yugoslavia- y las divisiones en el seno del Consejo al respecto de otros más recientes como la guerra de Irak, tienen que constituir el punto de partida para un análisis conducente al fortalecimiento del pilar exterior comunitario. Y aquí juega de nuevo un papel fundamental el pensamiento federalista que está en la base del discurso político del Presidente Barroso. La Unión Europea debe trasladar a los países que padecen conflictos, internos o externos, los aspectos exitosos del esquema sobre el que se ha venido construyendo. La creación de instituciones de ámbito supranacional que velan por los intereses tanto de las mayorías como de las minorías, la adopción de un modelo económico-social basado en el principio de solidaridad y vertebrado a partir de los fondos estructurales o la construcción de un espacio jurídico en el que los derechos fundamentales se hallan protegidos y que alimenta permanentemente el acervo del sistema universal de protección de los derechos humanos, son algunos de los elementos de referencia que la Unión Europea debe aportar al mundo a través de su proyección exterior. No abrigo ninguna duda al respecto de que la decisión de los Estados miembros y del Parlamento Europeo a la hora de designar a José Manuel Barroso como responsable de la institución que debe guiar el proceso comunitario en estos próximos años, fundamentales para la consolidación de la Unión Europa, ha sido la más acertada. Su amplia preparación académica, su comprobado espíritu de diálogo, su innegable habilidad política y, por encima de todo, su compromiso --término acuñado, no lo olvidemos, por Denis de Rougemont- con el proyecto de construir una Europa unida, auguran que en el camino por recorrer en los próximos años los europeos cuentan con un experto y avezado piloto. http://www.abc.es/abc/pg040929/prensa Volver al principio del artículo Volver al principio |
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