Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico Año VII

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Diciembre 2004 - Enero 2005. Nº 61

LA FRASE DEL MES:

Si un hombre es un tonto, no se le enseña a dejar de ser un tonto enviándole a la universidad. Lo único que se consigue es convertirle en un tonto instruído, cosa que es diez veces más peligrosa.

Desmond Bagley

Responsables de las lacras sociales III

Hemos hablado, en números anteriores, de la responsabilidad de políticos y psicólogos en el desarrollo de las actuales lacras sociales relacionadas, sobre todo, con la educación y el rendimiento de nuestros escolares, corresponde ahora presentar la guinda del pastel: pedagogos y didácticos.

Este grupo de profesionales bebe también en las fuentes yanquis de las modernas técnicas de enseñanza, sin darse cuenta de las trampas colaterales. Las muestras tomadas en el país de "todas las libertades" están sesgadas –ellos lo saben- cuando no trucadas, pero puestos a decir algo novedoso (al fin y al cabo se debe justificar el sueldo), no importa sacar de su contexto original los problemas, para importarlos directamente, sin adaptación previa alguna.

El sistema educativo de EE.UU. está claramente dividido entre centros de gran prestigio –la gran mayoría privados y carísimos-, y centros que sobreviven por aquello de mantener una educación obligatoria, pública o semipública, pero sin importar los resultados, o importar en sentido negativo para el ciudadano y positivo para el sistema. Ello significa que la mayoría de los trabajos pedagógicos están enfocados a una población estudiantil falta de toda motivación, a la que la educación le importa un bledo, mezclada con todo tipo de delincuentes y en un ambiente surrealista y agobiante. El profesorado está mal pagado y peor considerado (eso no es una exclusiva del sistema americano), hasta el punto de tener que importar mano de obra extranjera, porque nadie quiere ser docente en yanquilandia. En consecuencia, los textos y las técnicas educativas se orientan a atraer a ese tipo de alumnos, más para tenerlos guardaditos, mientras los padres se ganan el pan, que para realmente darles una formación en resonancia con los tiempos modernos. Resultado: importamos una metodología pensada para crear individuos prácticamente analfabetos, con la capacidad de raciocinio limitada al mínimo de las necesidades económicas del país, es decir, orientada hacia el consumo irracional y la alimentación física y mental basura.

Concientes de que las corrientes de moda y, lo que es peor, el material de investigación publicable ha de tener la impronta tipo USA, nuestros pedagogos y didácticos no dudan en poner en marcha el material importado, incluida la negación de toda práctica disciplinaria en las aulas, por aquello -ya avanzado en anteriores ocasiones- del puritanismo hipócrita; el exigir cierta disciplina a los escolares está reñido totalmente con la "libre expresión de la personalidad" del individuo, aunque ese individuo necesite formación en sus aptitudes y actitudes sociales.

Por si eso no era suficiente, y en aras de la integración, mezclamos en nuestras aulas a los alumnos realmente capacitados o motivados con aquellos que "pasan" olímpicamente de nuestro sistema social, sean a no autóctonos. Está muy mal visto –y es políticamente incorrecto- por los pedagogos y didácticos el separar en grupos diferenciados a los futuros genios de los que no están capacitados o no quieren estarlo. No hace mucho, un profesor de secundaria se enfrentó a un expediente por ocurrírsele la tremenda idiotez de separar en clase a los alumnos que le prestaban atención, a fin de poder trabajar con mejores garantías de éxito. Y en esto, los políticos se frotan las manos. Han conseguido convencer a su electorado de una falsedad: todo individuo es un futuro genio de las matemáticas o la literatura, tanto da, y el problema reside en la mala formación y falta de profesionalidad del profesorado. Ahora bien, ¿no se les ocurre pensar que un profesorado de alta cualificación lleva aparejado un salario digno de las mejores retribuciones de los ejecutivos de las empresas multinacionales? ¿O sí lo han pensado? En el fondo saben que echar la culpa de los males en la educación y del fracaso escolar a los docentes, no es más que una mentira más de las muchas que están acostumbrados a contar a los ciudadanos. Eso sí, un profesorado desmotivado por la falta de recursos económicos y, lo que es peor, por la falta de apoyo social a su labor, tendrá tendencia a cubrir la carga docente exigida por los "patronos", y a salir "pitando" del centro, en cuanto suene la campana. Sin embargo, todos sabemos que ese no es el caso y prueba de ello es la frustración creciente en el colectivo, conducente, en demasiadas ocasiones, a la consulta del psiquiatra.

Hay fracaso escolar, sí, pero porque queremos hacer universitarios a todos los estudiantes. Al fin y al cabo la universidad no es más que una extensión de las guarderías infantiles, primarias y secundarias. Es más cómodo tener entretenidos a los alumnos, aunque sea charlando en las cafeterías –enséñennos un solo centro de educación superior que no tenga la suya-, que haciendo cola en las oficinas de empleo, en demanda de una salida profesional adecuada a sus posibilidades. Prueba fehaciente es el aumento del número de plazas universitarias desde los primeros gobiernos del PSOE.

En yanquilandia, los pedagogos saben que la mayoría de los alumnos no van a realizar estudios superiores porque la economía de sus familias no lo permite; y de los futuros universitarios, más del ochenta por ciento estudiarán en centros de tercera o cuarta categoría. Sólo los elegidos por el sistema capitalista de allá tendrán opción a los centros de prestigio. Pero esos alumnos ya están separados por el mismo sistema desde la infancia. ¿Todavía alguien piensa que por aquellas latitudes y longitudes existe realmente la igualdad de oportunidades? Consecuentemente, se diseñan los planes de estudio para cubrir el expediente y punto.

Cuando todo esto se transplanta a un país como España, no hace falta ser profeta para predecir el resultado. Por otra parte, y para empeorar el panorama, no hemos sido capaces de diseñar una formación profesional adecuada. En el mejor de los casos, un estudiante que desee realizar estudios de FP puede necesitar más nota que para ser ingeniero o licenciado.

Partimos de la base de que cualquier profesión es igual de digna, siempre que el trabajo se haga con vocación y/o motivación, por lo tanto, seamos conscientes del daño de importar métodos pedagógicos inventados para igualar y uniformar, por el nivel más bajo, a todos los estudiantes; eso no puede conducir a un resultado aceptable.

Y ahora viene lo mejor, se publica el informe PISA 2004 y nos damos cuenta, ¡de repente!, que España es el segundo país de las OCDE, empezando por al cola, en cuanto a conocimientos de nuestros escolares se refiere. Todo el fariseísmo propio de políticos, psicólogos y pedagogos organiza entonces un concierto nacional para, cubiertos de ceniza, vestidos de saco y con las vestiduras rasgadas, entonar, no ya un mea culpa, lo cual sería lógico, sino una cantata de acusación al más débil: el profesor.

¿De qué nos han servido todas las reformas y contrarreformas de los sucesivos gobiernos de nuestra democracia? Si se toman la molestia de estudiarlas a fondo, sacarán una conclusión: todas tienen un denominador común, están dirigidas por pedagogos y didácticos "expertos consejeros" del ministro de turno, copiadas en lo negativo, que no en sus aspectos positivos, de sistemas allende el océano, pensados con otros fines.

Para terminar, diremos que la solución, existe, somos en eso optimistas, pero nadie con un poco de poder está dispuesto a ponerla en práctica, pues eso significaría reconocer nuestro error de enfoque y este país no está para esas veleidades.

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 18-01-2005