Opinión y Debate
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico Año VII

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Mayo 2005. Nº 65

Contenido de esta sección:

¡Oh Dios que buen caballero! ¡Oh si hubiera tal señor! (José A. Martínez Pons)
Para llorar (Fuenteovejuna)

¡Oh Dios que buen caballero! ¡Oh si hubiera tal señor!

José A. Martínez Pons. Asociado cesante, cretino efectivo que cree en el lema de GRÚA.

Así dice el cantar del Mío Cid de Don Rodrigo Díaz, y en verdad es lamentable que la frase se pueda seguir aplicando una y otra vez a todo género de situaciones.

Hoy voy a hablar de una. Me toca a mí, a mí y a muchos colegas. Somos los "Asociados de convenio MEC".

Hace muchos años, a algún genio habitante de despacho se lo ocurrió la feliz idea de la "Carrera Docente" para los profesores de enseñanza no universitaria, incluso se apostilló "desde primaria a la universidad". El primer paso de primaria a secundaria fue fácil, por una parte las llaves estaban en manos del propio ministerio, por otra, la idea era reducir el antiguo Bachillerato a una prolongación de la primaria, el paso hoy día está dado y el Bachillerato es una prolongación de la ESO (y así nos luce el pelo). Pero estaba el segundo paso, ya ahí se topaba no con la iglesia, (con minúscula, era el edificio) como el buen Sancho, sino con un muro mucho más impenetrable: la Universidad. Surgió entonces la solución y se creó la figura de "Asociado Convenio MEC".

Muchos profesores de Bachillerato, generalmente los más activos, los más ilusionados, los que tenían más ganas de hacer cosas vieron una puertecilla.

Las condiciones eran draconianas, una retribución de risa, obligaciones, el albur de la renovación cada septiembre y, desde luego, ningún mérito ni de cara a la Universidad ni de cara a sus propios cuerpos de procedencia, aplicables a concursos de traslados, sexenios, oposiciones a condición de catedrático. Para el Ministerio contaba más un curso de sevillanas en un CAP, CEP o como se llame, de esos que se exige sólo la asistencia al 85% del tiempo previsto que impartir una asignatura de 4º de Carrera -lo cual es lógico, cuanto más bruto sea el profesorado de secundaria, más brutos, ergo más manipulables serán sus alumnos-.

Por supuesto, no hay camino sin atajos y no hay curva sin tangente y muchos, de los que parieron la idea de la enseñanza, perdón, educación secundaria se las organizaron para salir por piernas de ella. Alguno hubo que en tres años y simultaneando sus horas de dedicación al Ministerio, pasó de licenciado profesor de F.P. a doctor y titular de Universidad, incluso cambiando de fraile a agnóstico izquierdoso en tan corto tiempo. Naturalmente tales genios siguen impartiendo charlas y conferencias a quien les quiere o debe escuchar, pontificando sobre las excelencias de sus paridas y cuyos resultados, al menos en primera instancia, dejan que sufran otros. Supongo que más de uno pensará que había "negros" antes de la inmigración masiva (por cierto que los inmigrantes ahora se llaman subsaharianos, no confundamos) y que los enchufes vienen de lejos. Dejemos el tema.

Saliendo de la digresión. Muchos profesores de Secundaria, ingresaron en la Universidad llenos de ilusiones. Muchos nos desilusionamos a los pocos días, la Universidad por dentro no era lo que esperábamos y al traer de cerca al personal nos percatamos que, además de muchos excelentes profesionales, había mucha "morralla" que, en muchos casos, no nos llegaba a la suela de los zapatos, aunque firmara artículos muy importantes. Muchos se aburrieron y lo dejaron. Otros dieron en un Departamento adecuado, toparon con la persona adecuada y consiguieron que les "sacaran su plaza" otros, por lo que fuera no lo hicimos, pero seguimos creyendo que algo podíamos hacer y lo hicimos con la máxima generosidad.

Era obvio que, después de una jornada de Instituto, no podíamos trabajar las horas de un universitario a dedicación exclusiva. Asistir a congresos nos resultaba harto difícil porque nuestro patrono no estaba por darnos los permisos -hasta para fumarnos algún claustro, forma excelsa de perder el tiempo, no nos valía la clase universitaria, había que ponerse enfermo-, pero peleamos y creo que dimos un buen rendimiento, encima casi gratis.

No hablo de la incomprensión que muchas veces se sufrió, porque yo no la sufrí directamente, pero en muchos casos la hubo y el colectivo, como se dice, sí la sufrió, se nos consideraba menos que al becario agradecido del mendrugo.

Cada año venía el miedo o el deseo, un poco de cada, de la no renovación del contrato. Con algunos meses de retraso, solía llegar el oficio en que se comunicaba la tal renovación.

Aunque hubo intentos de organización, tiramos bastante por libre. Encima, para quienes debían echarnos una mano, los sindicatos, no contábamos demasiado. Por una parte éramos pocos, por otra, para los sindicatos de EE MM éramos unos descastados que queríamos salir de la maravillosa L.O.G.S.E y sus aledaños, para los de Universidad, unos advenedizos. Sólo, y no me duelen prendas decirlo, hubo un poco de apoyo por parte de UGT, que llegó hasta una interpelación parlamentaria en la Asamblea de Madrid, por supuesto, inútil...

Las autoridades académicas únicamente se acordaban de nosotros para pedirnos el voto, nos prometían..., y al final, como se vera, nada de nada.

Hubo algún momento en que, al menos en Madrid, las cosas parecieron arreglarse, con la famosa orden de 8 de agosto de 2000, en la cual se establecía que los Asociados Doctores podían establecer relación indefinida con el Departamento.

No sé si el promotor de la idea cambió de destino o si falleció (o le fallecieron), al final la orden no se desarrolló y como se verá más adelante, se ha quedado en agua de borrajas. Para abundar, el clásico problema español, ¿por qué los doctores y no los otros? Y al final, como dice el refrán, el uno por el otro...

Total que cuando empezó este curso, nadie comunicó nada ni a mí ni al Departamento pero, al llegar el mes de noviembre, no llegó la nómina de octubre.

Hechas las indagaciones pertinentes, uno se pudo enterar de que se había decido no renovar los contratos y empezaron los rumores, los macutazos y demás cotilleos. Al parecer se podía optar a ser asociado de los de la Universidad o permanecer como profesor honorario, pero todo esto sin normativa clara o al menos adecuadamente difundida.

Curiosamente, bien entrado noviembre y con fecha del 18 de octubre y ¡al departamento! me llegó un oficio comunicándome el cese –suponían, por tanto, que continuaba dando mis clases y cumpliendo con el resto de obligaciones (?)-.

Existía precedentes de comunicación de renovación con tres o cuatro meses de retraso, por lo tanto, muchos trabajamos gratis un mes o más.

Naturalmente, ni el mínimo detalle de agradecer los servicios prestados, en muchos casos a lo largo de numerosos años -en mi caso 13, varios de ellos al 125 % de dedicación-. Ni siquiera se ha tenido la delicadeza de hacer automático el nombramiento de "honorario". Habrá que pasar por el trámite de que el Departamento lo proponga, aportar méritos y papeles, por enésima vez, encima si al baranda de turno del Departamento no le gustan los granos extraños, puede empezar a poner pegas y eternizar hasta el infinito el proceso, todo para ¡trabajar gratis! (¿Seremos cretinos los vocacionales de "eso de enseñar" que no nos resignamos a "ESO"?) Lo más gracioso de todo es que haya que volver a aportar documentos y papeles ¿No hemos sido buenos para estar trabajando "n" años?, ¿no hemos demostrado nuestra valía con creces?, ¿para qué más burocracia?

Por si fuera poco, los políticos y los sindicaleros vuelven a llenarse la boca con lo de la carrera docente y demás zarandajas al uso, mientras radio macuto sigue insistiendo en lo contrario.

Vuelvo pues al cantar del Mío Cid Ruy Díaz: ¿Nos merecemos tal señor? Porque no olvidemos que la Universidad no es un ente abstracto, son personas con nombres y apellidos. La falta de elegancia, de detalles de respeto al trabajo de quienes la sirven no la tiene la Universidad, la tienen sus rectores, dicho en genérico. La cretinez de ciertos personajes, aunque ostenten cargos o carguillos no la tiene la Universidad que a lo sumo les sustenta, o les ha permitido llegar a puestos que les vienen grandes, la tienen, sufren y hacen sufrir ellos/as.

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Para llorar

Fuenteovejuna

Para que vean que es cierto, he adjuntado a VA copia del Diario de Sesiones del Senado (Pleno núm. 28, de 9 de febrero de 2005) en el que interviene el Senador Juan Van-Halen, interpelando a la Ministra de Cultura, Carmen Calvo, sobre la crisis del sector cinematográfico español.

La historia:

El senador utiliza varias veces la expresión "Calvo dixit", citando frases y datos de la Ministra. Cuando acaba la intervención del senador, la Ministra toma la palabra y nos sorprende a todos con la frase:

- Señoría, usted para mí nunca será Van-Halen «Dixi» ni «Pixi»; será su señoría, el senador Van-Halen, precisamente porque estamos en una Cámara de representación democrática en nuestro país, precisamente porque estamos en el Senado.Y desde ahora le adelanto que ese modelo de intervención, con alusiones pretendidamente ingeniosas acerca de las personas, en este caso de mi persona, si quiere, se las puede ahorrar, porque no voy a contestarlas.

¡¡¡La Ministra DE CULTURA acaba de confundir la conocida expresión latina "dixit" con la referencia a los simpáticos ratones de dibujos animados "Pixi y Dixi"!!!

Genial. ¡Menos mal que su Ministerio es el de Cultura y no el de Ciencia y Tecnología!

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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