Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico Año VII

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Julio - Agosto 2005. Nº 67

FRASES DEL MES:

Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.

José Ortega y Gasset

Si un hombre tiene hambre no le des un pez, enséñale a pescar.

Proverbio chino

ECTS: la catástrofe del amarillo

Cuando los físicos de finales del siglo XIX se encontraron con la evidencia de la falta de frecuencias altas en la radiación del cuerpo negro, denominaron al fenómeno "catástrofe ultravioleta". Nosotros hemos encontrado algo parecido al analizar los resultados del primer año de aplicación piloto de los créditos ECTS, en la convergencia al espacio común europeo de educación superior. Haciendo el paralelismo, hemos denominado al fenómeno "catástrofe amarilla"

Se preguntarán los lectores el porqué del color amarillo. Sencillamente porque la aplicación de este nuevo sistema, en el que los alumnos deben trabajar a diario y no sólo demostrar sus conocimientos el día del examen final, ha conseguido eliminar las notas altas. No ya muy altas (sobresalientes, o matrículas de honor) - ello nos hubiera llevado en paralelo al ultravioleta-, ni siquiera notables.

¿Cuál es el problema? No vamos a analizar ahora las posibles causas de este fracaso, ya han sido enumeradas y analizadas superficialmente en anteriores editoriales de Vivat Academia. Nos vamos a limitar a exponer los hechos y cada uno sacará las consecuencias que crea más acertadas.

Partiendo de la evidencia experimental de la falta de espíritu de esfuerzo, consecuencia inevitable del sistema de las enseñanzas primaria y secundaria en nuestro país, es prácticamente imposible que estudiantes con edades iguales o mayores a los 18 años, más preocupados por pasárselo bien, vayan a cambiar la rutina de trabajo de la noche a la mañana, por mucho que se les haya insistido en la idea de un resultado final consecuencia de la labor realizada a lo largo del curso.

Aproximadamente un 10% de los alumnos ha hecho un pequeño esfuerzo por estar al día. Curiosamente, ese era el mismo porcentaje de estudiantes con buenos o excelentes resultados en el sistema clásico. Sin embargo, y esto es lo catastrófico, todos ellos han realizado las tareas encomendadas unas veces muy bien y otras desastrosamente mal, como consecuencia de haberlas hecho de prisa y corriendo para poder entregarlas a tiempo. Lógicamente la nota adjudicada, media de todas las valoraciones, ha sido menor que la correspondiente a un único el examen final.

Del 90% restante, más de la mitad han asistido a clase cuando les ha venido en gana. Los viernes no, por supuesto, pues ahora la movida estudiantil se ha trasladado a la noche del jueves y el día siguiente se dedica a reponerse para afrontar lúcidos las movidas del fin de semana. La otra mitad restante, si bien ha intentado con su presencia demostrar cierto interés en el proceso, los hechos han descubierto la realidad. Si antes, con las explicaciones del profesor -tipo clase magistral-, podían obtener algún tipo de información, ahora sin el esfuerzo personal, esa información ha disminuido hasta límites insuficientes para sus hábitos de estudio.

Consecuentemente, sólo el 10% ha superado con éxito en junio las asignaturas realmente trabajadas, con el inconveniente de haber visto reducidas en considerable cuantía sus notas finales.

¿Qué lección podemos aprender de tales datos experimentales?

Hay quien opina que esto es consecuencia de ser el primer año de la implantación del nuevo régimen y en años venideros las cosas cambiarán, pues la transmisión oral de los efectos les inducirá a cambiar en el futuro.

Nosotros no creemos en tales milagros. Estamos convencidos que -es el sentir de la mayoría de docentes enfrentados a la misma situación este curso académico, con asignaturas de las tradicionalmente consideradas más difíciles-, o bien se reforman a conciencia las enseñanzas primaria y secundaria, o la "catástrofe amarilla" será tan inevitable como lo es la ultravioleta para la Física.

Aclaremos, antes de terminar, qué pretendemos de los estudiantes de primer año, no vaya a ser que alguien piense en la exigencia de un nivel inadecuado. Para empezar no nos importa que no sepan lo que deberían haber aprendido en cursos anteriores, ese mal es endémico y ya estamos acostumbrados. Tampoco importa que hayan recibido mucha o poca información, eso puede suplirse con esfuerzo por parte del profesor y, créannos, lo venimos realizando desde hace lustros, cada vez más, dado el decreciente nivel de los alumnos llegados a la Universidad. Únicamente nos importa que sepan razonar y tengan hábito de trabajo diario. Desgraciadamente, esas habilidades básicas, según sabe cualquiera que haya leído un poco de psicología del aprendizaje, o se adquieren en la infancia, o son prácticamente imposibles implantar una vez se ha formado el individuo. Recuerden ustedes que un niño, mientras forma su personalidad en su camino hasta la adolescencia, es un libro en blanco y en tal libro todo lo escrito por vez primera, aunque se haga con el lapicero más blando del mercado, es difícil borrarlo, siempre queda un leve trazo en el papel. Escribir encima se puede, pero queda algo de suciedad imposible de eliminar.

Consecuentemente, o se cambian los métodos de enseñanza, o se cambia la idea actual de Universidad. En las circunstancias presentes, la enseñanza superior española no puede servir para formar a los profesionales del futuro. La solución, quizás, sería aceptar la evidencia y crear estudios supra-superiores para ese 10% bien dispuesto a trabajar una pizca. Nuestra sociedad no da para más, así pues a los responsables del tinglado les toca elegir y nosotros, los docentes, seremos los "mandados" y haremos lo que se nos pida. No son pocas las opiniones en el sentido de tener la clave para acabar con el molesto fracaso escolar. Nada nos cuesta dar aprobado general todos los años y, si nos apuran, hasta sobresaliente general. Después las empresas del país decidirán qué tipo de profesionales contratan en su beneficio o perjuicio. Triste final para la frustración endémica de los que dedican hasta su salud en intentar que los egresados universitarios tengan una formación adecuada.

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 06-09-2005