Chistes malos
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico Año VII

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Septiembre 2005. Nº 68

Seis chistes malos, seis

Sigfrido del Alce

¡Menudo susto!

Tres cigüeñas se encuentran según van volando y una pregunta a otra:

- ¿Para dónde vas tú?

La otra contesta:

- Voy a casa de un matrimonio que lleva diez años tratando de tener un hijo y aquí le llevo uno.

- ¡Qué bueno! -le dice la cigüeña que preguntó, a la vez que comenta:

- Yo voy a casa de una señora mayor que nunca tuvo hijos y aquí le llevo un lindo varoncito.

La primera contesta:

- Le vas a hacer muy feliz.

En eso, las dos le preguntan a la tercera cigüeña, que no había abierto el pico y no llevaba nada en él:

- ¿Y tú, para dónde vas?

- ¿Yo? Al convento... Nunca les llevo nada, pero ¡¡¡les meto un susto de muerte!!!

¡Cuidado con los errores!

El dueño de la farmacia y le dice al mancebo:

- Juan, te voy a dejar encargado de la farmacia mientras voy hacer una diligencia. Ya sabes si llega alguien y te dice tengo tal problema, le das el remedio respectivo para el problema, las notas de los males más corrientes están en el cajón de mi oficina. ¿Entendido?

- Entendido –dice Juan-, yo me encargo. Vaya tranquilo

Como a los 5 minutos llega un señor y pregunta:

- Hijo, ¿qué me puedes dar para la diarrea?

Juan se mete en la rebotica, consulta las notas, y sale con una cajita en la mano.

-Tómese este frasco ahora mismo, diluido en un poco de agua, y se le acabará el problema.

El cliente se marcha contento

Cuando llega el dueño, se dirige a Juan:

- Y bien Juan, ¿como te fue?

- Muy bien –contesta el dependiente-. Llegó un señor con diarrea y le di un frasco igual que éste.

El farmacéutico palidece:

- ¡Pedazo de bruto! Esto es un tranquilizante. ¿Dónde está el cliente?

- Hace poco que se ha ido. Debía ir al bar a por el agua para la medicina.

El dueño sale corriendo en busca del paciente y lo encuentra sentado en un banco, justo a la puerta del bar. Enseguida le pregunta:

- ¿Señor, cómo se siente?

Y el otro contesta:

- Pues bien. Aquí todo cagadito, pero tranquilo.

¡Vaya precios!

Un hombre entra en un bar, se acerca a la barra y pide una cerveza.

- Por supuesto señor. Es un céntimo.

- ¿Un céntimo? –exclama todo sorprendido-.¿Son así todos los precios?

- Depende -dice el camarero-. El menú de la casa le saldrá un poco más caro.

Relamiéndose, el cliente echa un vistazo a la carta y pregunta:

- ¿Me podría preparar un chuletón bien jugoso, con patatas y dos huevos fritos?

- Por supuesto señor -contesta el barman-, pero eso le costará cuatro céntimos.

- ¡¡¡Cuatro céntimos!!! –exclama el cliente-. Con todo lo que han subido los precios desde la implantación del euro y voy a dar con un bar que hace justo lo contrario. ¿Dónde está el dueño para felicitarlo?

El camarero le responde:

- Arriba, con mi esposa.

El hombre, un poco intrigado, vuelve a preguntar:

- ¿Y qué está haciendo arriba con su esposa?

El barman, con una sonrisa despectiva, responde:

- Lo mismo que yo le estoy haciendo a su negocio.

El diagnóstico

Una mujer acompañó a su marido a la consulta del médico. Después del chequeo habitual, el médico llamó a la mujer, a solas, a su despacho y le dijo:

- Señora, su marido tiene una enfermedad muy grave, combinada con un estrés terrible. Si no hace lo que le diré seguidamente, sin duda él morirá. Cada mañana, prepárele un desayuno saludable. Sea amable y asegúrese de que esté siempre de buen humor. Prepárele algo rico para comer, que le alimente bien y que pueda llevar al trabajo. Cuando regrese a casa debe esperarlo con una cena especial. No lo agobie con tareas, porque podría aumentarle el estrés. No hable de sus problemas ni discuta con él, sólo agravará su estrés. Intente que se relaje por las noches, utilizando ropa interior "sexy" y dándole muchos masajes. Y, lo más importante, haga el amor con él varias veces a la semana y satisfaga todos sus caprichos sexuales. Si puede hacer esto durante los próximos 10 ó 12 meses, creo que su marido recuperará la salud completamente.

De camino a casa, el marido le pregunta a su mujer:

- ¿Qué te dijo el médico?

- ¡¡¡Que te vas a morir enseguida!!!

El hijo feo

Le dice un labrador a otro:

- Oye, Pepe, hay que ver qué feo y desagradable es tu hijo.

Y el otro se queda pensando un momento y le responde:

- ¡Qué más da, si yo lo quiero p’al campo!

El orden es importante

- ¿Qué te pasa Jaimito?

- Que no sé escribir el número 33, señorita.

- Pero... ¡si es muy fácil! Primero escribes un 3 y después otro 3.

- Sí señorita, pero no sé cuál de los dos 3 se escribe primero.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 28-09-2005