Venganza femenina
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia.

  Histórico. Año VIII

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Noviembre 2005. Nº 70

Venganza femenina

He aquí unos cuantos chistes, oídos a Arguiñano, en su programa televisivo, mientras prepara los menús.

Primera venganza

Un hombre que gustaba de molestar a su mujer delante de los amigos, llevó a éstos a despedir a la esposa, que marchaba a París al aeropuerto. En el control de policía, cuando la mujer pasaba a la zona de embarque, el marido gritó:

- Amor, no te olvides de traerme una hermosa francesita.

Ella bajó la cabeza y pasó el control evidentemente molesta.

Tras quince días en Francia, el hombre volvió a pedir a sus amigos que lo acompañasen al aeropuerto a recibirla y volver a la carga.

Cuando la señora apareció en la puerta de salida, el marido gritó:

- Amor ¿me trajiste mi francesita?

La mujer, visiblemente divertida le dijo:

- Hice lo posible, ahora tenemos que rezar para que nazca niña.

Segunda venganza

Paseando por la playa, la esposa le pide al marido que le compre un bikini. Él responde:

- Con este cuerpo de máquina lavadora, ni pensarlo.

Siguen caminando y ella insiste:

- Entonces cómprame un vestido.

Y el vuelve a responder:

- Con este cuerpo de máquina lavadora, ni pensarlo.

En la noche, ya en la cama, el marido se da vuelta hacia su mujer y le pregunta:

- ¿Qué te parece si ponemos en marcha esa máquina lavadora?

Y la mujer, con desprecio, le contesta:

- ¿Para lavar ese trapito? Lávalo a mano que da menos trabajo.

Tercera venganza

Una viejita le dice a su marido moribundo:

- Muy bien, después de 40 años de casados, sácame de una duda: ¿me has engañado alguna vez?

- Sí querida, una sola vez. ¿Recuerdas la secretaria que tenía cuando trabajaba en Nestlé? Margarita se llamaba.

- Sí, la recuerdo.

- Pues ese cuerpo fue todito mío.

Segundos después, él le pregunta:

- ¿Y tú, mi viejita, me has engañado alguna vez?

- Si mi viejito, una sola vez. ¿recuerdas cuando vivíamos en la calle Andrade, frente al Cuerpo de Bomberos?

- Sí me acuerdo -Contesta el moribundo.

- Pues aquel Cuerpo fue todito mío.

Cuarta venganza

El marido, en su lecho de muerte, llama a su mujer. Con voz ronca y ya débil, le dice:

- Muy bien, llegó mi hora, pero antes quiero hacerte una confesión.

- No, no, tranquilo, tú no debes hacer ningún esfuerzo.

- Pero, mujer, es preciso -insiste el marido-. Deseo morir en paz. Te quiero confesar algo.

- Está bien, está bien. ¡Habla!

- He tenido relaciones con tu hermana, tu madre y tu mejor amiga.

- Lo sé, lo sé -le dice la mujer-. Es por eso que te envenené, pedazo de cabrón.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 22-11-2005