Legalizar la VerdadJosé Carlos Navarro Muñoz. Mérida (Badajoz). El Parlamento catalán va a aprobar la ley audiovisual autonómica, donde se legaliza que el CAC (órgano administrativo autonómico, autorizado a conceder, renovar o revocar licencias de radio y televisión), pueda sancionar sobre la veracidad de lo difundido por los medios de expresión e información. Contra la doctrina del Tribunal Constitucional, dando un paso más, define veracidad como "la que se fundamenta en hechos que pueden someterse a una comprobación diligente, profesional y fidedigna". Cargos políticos como actualmente ocupa esta institución -como casi todas-, examinarán cuál es la verdad de lo que se dice, fundamentalmente la que no coincide con la casta política dominante. Cuando desde una Autonomía se ataca a la libertad de expresión, no sólo se vulnera el derecho de los catalanes, sino que por deducción de lo visto en sede parlamentaria se está violando el de todos los españoles. La verdad no es la que dictan unos parlamentarios amparados en partidos excluyentes, que son elegidos cada cuatro años. La verdad ni tan siquiera es de un medio de comunicación, es de la contrastación empírica del ciudadano que puede escuchar, leer o ver a todos, al existir la libertad de expresión. Enmendar a la Totalidad es fundamental desde todos los medios posibles, a este atropello de la Generalidad. La verdad la legalizan los regímenes totalitarios, gravísimo es que un sistema democrático de sus primeros pasos en su control. En palabras de Antonio Machado: ¿Tu verdad? No, la Verdad, / y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela. Los polos partidarios no definen verdad, ésta se busca con la honesta pluralidad. La pluralidad última corresponde al pueblo, y a éste, no se le puede decir nunca que es lo que debe decir o escuchar. Volver al principio del artículo Volver al principioCambio necesarioMadrid, 26 de noviembre de 2005 Queridos amigos de Vivat Academia: Recientemente, Ana Pastor, como responsable del PP, se sumó al consenso a favor del llamado pacto de Estado por la ciencia. En éste se pone el énfasis principal en el aumento de los presupuestos estatales. Siguen siendo vagas las referencias relativas a mejorar el modelo de organización de las universidades y de los organismo públicos de investigación (OPI), al diseño de una carrera investigadora, a la independencia del poder político, etc. Esto es sorprendente, puesto que en países de nuestro entorno cultural (Estados Unidos, Inglaterra, Suiza) existen modelos organizativos perfectamente conocidos que han demostrado su valía y su eficacia durante los últimos 200 años, y que son independientes de las dotaciones económicas. Estos temas han sido tratados en el libro "Universidades, Investigación y Tecnología: ¿Adónde va España?" que he distribuido recientemente. El artículo adjunto resume una propuesta para el gobierno de las universidades y de los OPI que podría servir de base para las características no presupuestarias del pacto de Estado por la ciencia. Al releer el artículo de Salvador Ordóñez "Hacia un sistema de I+D+i más dinámico y eficaz", me volvió a llamar la atención la coincidencia de muchas de sus reflexiones con lo expuesto en mi libro. En particular, Ordóñez afirmó "la sociedad obtiene escasos beneficios de la actividad científica y de los recursos dedicados a ella, que se convierten más en un gasto que en una inversión, cuando debía ser lo contrario." El lobby científico español se queja de la ausencia de "una carrera investigadora", de que los doctores, incluso después de becas post-doctorales, no pueden encontrar empleo. Esto traducido quiere decir que el Estado debe proveer empleos públicos a todos ellos. Esto sería un desastre sin paliativos. El Estado debe apoyar aquellos grupos de investigación que produzcan doctores que se empleen en el sector privado; éste tiene que ser el criterio de apoyo. Y retirarlo a los que no lo consigan. De otro modo, crearemos otro monstruo burocrático soviético. Con un cordial saludo Volver al principio de la carta Volver al principioEl cambio necesario del sistema universitario y científico españolJosé Canosa Algunos científicos españoles (según el manifiesto "Pacto de Estado por la Ciencia"), constituidos en verdadero lobby, sostienen que el atraso secular español en ciencia y tecnología se debe al escaso presupuesto estatal y al bajo número de investigadores en los Organismos Públicos de Investigación (OPI). Están llevando a cabo una intensa campaña para convencer al gobierno de que en 2010 el presupuesto de ciencia y tecnología debe ascender al 2% del PIB. Afirman que esto es necesario para que España "no pierda el tren del futuro, que es la economía basada en el conocimiento." Esta campaña es bastante burda ya que, para convencer a los políticos, se afirma que la situación puede cambiar a mejor en el corto plazo, en el curso de esta legislatura: "ahora o nunca." La excelencia científica no se consigue "subiéndose al tren de la investigación y de las nuevas tecnologías." La excelencia científica y tecnológica no es un tren que se pueda coger, sino una pirámide cuya construcción requiere décadas o siglos de esfuerzos, basados en la asunción de principios universales que transcienden a todas las culturas. El más importante es que la pirámide o empresa científica tiene que ser independiente del poder político. Una consecuencia natural de este principio es que los investigadores y profesores de universidad no pueden ser funcionarios, nombrados según criterios diseñados y controlados por las administraciones públicas. Las recientes iniciativas del gobierno central de crear instituciones como el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), al frente de las cuales han puesto a científicos internacionales como Mariano Barbacid y Valentín Fuster, han forzado a la Administración a aceptar este principio universal: los investigadores de centros que aspiran a la excelencia no pueden ser funcionarios, ni tienen que ser de nacionalidad española. El mismo principio va a regir en el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) creado por la Generalitat, en el que va a colaborar como director adjunto Joan Massagué (investigador en el Sloan-Kettering Cancer Institute de Nueva York). Asimismo, el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia ha contratado a Miodrag Stojkovic, científico serbio de 41 años, con licenciatura de la Universidad de Belgrado y doctorado en la Universidad de Munich, catedrático de embriología y biología de células madres en la Universidad de Newcastle (Inglaterra), el cual es el primer científico europeo que ha logrado clonar un embrión humano con fines terapéuticos (¿Exigirá el Ministerio que sus gnomos convaliden sus títulos?). Stojkovic se incorporará a tiempo completo a partir de enero de 2006 y no a tiempo parcial como Fuster y Massagué, los cuales conservan sus puestos en Nueva York. Según Massagué (El País, 17/10/2005) para que un centro científico funcione, se han de dar dos condiciones básicas: "un modelo de organización flexible capaz de adaptarse con rapidez y eficacia a la dinámica cambiante que exige la ciencia actual y una inyección económica que permita conseguir los objetivos que se plantean." El lobby científico pretende que la Administración aumente considerablemente los presupuestos, sin señalar que lo primero que hay que hacer es cambiar el modelo de organización del sistema científico y tecnológico, de acuerdo con los valores universales arriba mencionados. En justicia hay que señalar que voces responsables propugnan el empleo de científicos en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con contratos indefinidos, al margen de las plantillas funcionariales. Pero para construir el nuevo sistema científico español, hay que ser más radicales y declarar a extinguir el estatus funcionarial para los futuros investigadores de los OPI y profesores de las universidades públicas. ¿Cómo lograr que las universidades públicas y los OPI sean independientes del poder político?. Esto es mucho más fácil de resolver que descifrar los jeroglíficos de la piedra Rosetta. Como es el caso en Estados Unidos y en Suiza, las universidades y los OPI tienen que estar gobernados por un patronato, cuyos miembros son nombrados a dedo por la Administración Pública responsable para mandatos fijos, cuya duración debe ser superior al mandato de la Administración. Como es lógico, los miembros del patronato no pueden pertenecer a la universidad o al OPI. El número de políticos miembros natos del patronato no debe superar el 25%. La Administración transfiere al patronato el poder y control absolutos sobre su institución, en particular, el patronato nombra y destituye al Rector o Presidente, y determina la política de personal. Este sistema de gobierno, especificado por ley, ha sido una de las causas principales de la excelencia lograda por la Universidad de California (Berkeley, Los Angeles, San Diego, ...), la mejor universidad pública de Estados Unidos, y no ha habido que cambiarlo en 125 años. Un ejemplo español de primeros pasos en esta dirección es el de la Universitat Oberta de Catalunya, cuyo rector es nombrado por el Patronato de la Fundación para la universidad, pero el intervencionismo político muestra su pata porque su nombramiento y cese tienen que ser ratificados por la Generalitat. Mientras que en España no se asuma el principio universal de la independencia plena del poder político, no se podrá alcanzar la excelencia en ciencia y tecnología, sea cual sea el porcentaje del PIB dedicado a las mismas. Es penoso observar el papanatismo al que han sido conducidos los gobiernos españoles. Se les ha convencido de que la solución del atraso secular español en ciencia y tecnología es sencilla: se firma un cheque gordo como han dicho que van a hacer (450 millones de euros) con el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y voilá!: en diez años el mejor instituto de Europa. Esto ignora que la excelencia en las instituciones de prestigio mundial se ha logrado después de décadas o siglos de esfuerzos en los que se han regido por una serie de valores universales. Entre éstos no figuran edificios suntuosos cuando se crea una institución, como los del CNIO y del CNIC. El Instituto Rockefeller de Investigación Médica fue fundado en Nueva York en 1901. Empezó a funcionar en unos locales alquilados modestos, y en 1906 ocupó su propio edificio nuevo de seis plantas. Su primer director, Simon Flexner, desarrolló en 1907 un suero que demostró ser eficaz en el tratamiento de la meningitis cerebroespinal, con el que se salvó la vida a cientos de neoyorkinos. En homenaje a este descubrimiento, Rockefeller anunció la creación de un hospital de 60 camas adjunto al Instituto que fue inaugurado en 1910. El fichaje más importante de Flexner fue el del cirujano francés Alexis Carrel en 1906. Carrel fue el primer cirujano que pudo volver a juntar venas y arterias que habían sido seccionadas, y ganó el premio Nobel de Medicina en 1912, el primero concedido a un investigador en Estado Unidos. Hasta el presente, el Instituto (convertido en la Universidad Rockefeller) ha producido un total de 23 premios Nobel: esto es el resultado del trabajo de más de un siglo, sin ministros ni burocracias. El conocimiento de la biografía de Fred Terman (1900-1982), profesor de ingeniería eléctrica de Stanford y universalmente reconocido como el "padre de Silicon Valley", podría contribuir a abrir los ojos de los políticos españoles y otras personas de influencia sobre cómo se crean instituciones de excelencia. Terman estudió ingeniería en Stanford y obtuvo su doctorado en MIT en 1924. Por esta época contrajo tuberculosis y, después de superarla, fue nombrado profesor asociado de ingeniería eléctrica en Stanford en 1930, justo al comienzo de la Gran Depresión. El departamento estaba integrado por Terman y otros dos profesores. Su laboratorio estaba situado en un ático con goteras, el dinero era muy escaso, y los ingenieros graduados no podían encontrar trabajo. Terman les aconsejó que tenían que fundar sus propias compañías (chiringuitos) si querían seguir en California. Este fue el caso de sus dos estudiantes más famosos, William Hewlett y David Packard, que fundaron su compañía en un garaje en 1939, y cuyo primer producto fue un dispositivo electrónico basado en el trabajo de tesis de Hewlett. Al estallar la Segunda Guerra Mundial Terman, ya una figura importante en electrónica, es nombrado por Vannevar Bush, el zar de la investigación militar durante la guerra y su padrino de tesis en MIT, para dirigir un proyecto masivo de I+D sobre radar en Harvard. Terminada la guerra, Terman vuelve a Stanford y como Vicepresidente de la Universidad se convierte en el impulsor principal de la universidad de categoría mundial que hoy conocemos. A principios de los 50 promueve la creación del Stanford Industrial Park en el campus y, en 1953, la primera compañía, Varian, se instala en el mismo. Luego siguen en rápida sucesión Kodak, General Electric, Shockley Transistor Laboratory, Lockheed, Hewlett-Packard, IBM y muchas otras. En 1991, Hewlett escribió: "La presencia de la Universidad de Stanford fue un factor clave en el desarrollo de la empresa tecnológica conocida como Silicon Valley. Más que ninguna otra causa, fue Terman, sus estudiantes, y el apoyo y oportunidades que les dio, lo que hizo posible que esta gran empresa floreciera." La expresión "Silicon Valley" fue creada en 1971, unos 40 años después del nombramiento de Terman como profesor de Stanford. Pero ya en 1930, la zona de Palo Alto era la depositaria de una larga tradición de trabajos y empresas de radio que habían empezado incluso antes de la Primera Guerra Mundial, y que continuó con empresas de lámparas electrónicas, instrumentos, radar, ... En resumen, la gestación de Silicon Valley fue el resultado de los esfuerzos, sacrificios y dedicación de muchos durante más de medio siglo. Para aprovechar el caldo de cultivo del Stanford Industrial Park, Xerox, cuya central estaba en la Costa Este, fundó en 1970 el Palo Alto Research Center (PARC) con la misión de crear "la arquitectura de la información". El PARC ha sido la cuna de la impresora láser, Ethernet, la interfaz gráfica de usuario y la computación en red. Se ha independizado de Xerox en 2002 y, basándose en su tradición de innovación de tres décadas, colabora con Xerox y otras compañías para comercializar las tecnologías desarrolladas. Y ya el último ejemplo: Harvard, considerada por muchos como la mejor universidad del mundo: ¿en cuánto tiempo se forjó su excelencia? En cerca de cuatro siglos. Termino con una nota positiva. Massagué afirmó en una ocasión: "la mayor parte del talento (científico) del país se encuentra hoy día dentro de España, y la mejor inversión que puede hacerse es cultivarlo." Pero esta misión no puede llevarse a cabo manteniendo las estructuras politizadas, burocráticas y medievales del sistema universitario y científico español. Cambiémoslas. José Canosa es doctor en Física Aplicada por la Universidad de Harvard y antiguo investigador en el Centro Científico de IBM en Palo Alto. www.josecanosa.com Volver al principio de la carta Volver al principio del artículo Volver al principioDanmatio memoriaeJosé Antonio Martínez Pons. Advertencia para evitar malos entendidos: Quien esto suscribe nunca tuvo nada que ver con el "Régimen anterior", ni siquiera asistió a los campamentos del Frente de Juventudes con los que se aprobaba la FEN (supongo que ahora se harán talleres de técnicas afectivo-sexuales, con prácticas incluidas, para aprobar la Educación para la ciudadanía) y no fue ni más ni menos franquista que la mayoría de sus coetáneos, en cualquier, caso siempre por omisión. Recuerdo que cuando era yo un mocoso de una docena de años, estudiante de segundo o tercero de bachillerato (no mero asistente a clase) tenía entre otros excelentes profesores a Don Bernardo Villalonga, profesor de Historia. Era un profesor en aquel entonces, algo atípico, ya que no nos exigía fechas ni listas de reyes. Lo siento por los psicopedagogos modernos, pero a mi nadie me obligó a aprenderme la lista de los reyes Godos, ni conozco a nadie a quien se la hayan hecho aprender, aunque como profesor pienso que efectivamente aprenderse la lista de los reyes godos o la tabla periódica o los valores de las constantes universales con siete decimales es una estupidez, pero el ejercicio mental de hacerlo no lo es en absoluto. Díganme por ejemplo, ¿hay algo más estúpido que pasar un balón por un aro, meterlo entre tres palos o correr como un loco dando vueltas a un estadio, es decir, para no ir a ninguna parte? Son estupideces por las cuales algún cretino ha sufrido un infarto de miocardio o algún descerebrado ha llegado a matar, y que permiten a algunos de quienes las practican vivir con unos ingresos miles de veces mayores que la media de sus conciudadanos. A lo que iba, un día le pregunté al Sr. Villalonga por qué las guerras las ganaban siempre "los buenos". -¿ Pero es que no se ha dado usted cuenta (entonces la mayoría de profesores a los estudiantes de bachillerato nos trataban de usted, y esto a mi juicio era bastante mejor que la cutrez actual) de la que historia la escriben los vencedores? Me lo creí y, conforme fui creciendo, vi que en efecto era así, pero, como se verá más adelante, había excepciones. En todas las guerras se cometen barbaridades, la propia guerra es una barbaridad. Las barbaridades que comete el "enemigo" son imperdonables, son salvajadas, mas si estas mismas, o mayores, las cometen los vencedores son actos heroicos o al menos necesarios. El mundo olvida el arrasamiento de Dresde, Colonia o Hamburgo con centenares de miles de muertos pero los bombardeos de Londres fueron una salvajada y los de Paris y otras ciudades de la Francia ocupada, una necesidad estratégica. Incluso se ignora que, en la Segunda Guerra Mundial, el primer bombardeo sobre objetivos civiles lo llevó a acabo la RAF. Sólo se escandaliza la gente por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki y eso por cierta propaganda de post guerra que hizo de EE.UU., el enemigo malísimo. A veces, la mejor solución es no hablar mucho de unos y nada de otros, valga el caso de los seis millones del holocausto frente a los ignorados millones de muertos en los Gulag, la revolución cultural o en la Camboya de Pot Pol. Otra de las tendencias del ser humano vencedor, sobre todo si el vencido es de casa, es borrar toda memoria de éste. Así por ejemplo, en el antiguo Egipto, se quiso eliminar todo recuerdo del faraón hereje Akenatón, borrando hasta los cartuchos en que se le nombraba o de la reina faraona Hapsetsup (o como se escriba). En estos casos no se consiguió, aunque tal vez se consiguiera con otros personajes de los que no tenemos, por el momento, ni idea de su existencia. En Roma se aplicaba la Damnatio memoriae, para eliminar del mapa algún personaje incómodo. Incluso en la gruta de Belén plantaron un bosque dedicado al dios Adonis para eliminar todo recuerdo de Jesucristo. Algunas veces los huecos se recubren con reescrituras de la historia, hacer desaparecer unos días del calendario es relativamente fácil, valga la reforma gregoriana, (aunque esta reforma es responsable de que Newton naciera o no el mismo año de la muerte de Galileo), pero hacer desaparecer décadas, aun en tiempos en que la historia no se documentaba como ahora, es asaz complejo. La solución pues es borrar el pasado y escribir encima, como los viejos programas de destrucción de archivos informáticos (¿No les recuerda la trama de "1984" de George Orwell?) Normalmente estos sucesos ocurren nada más desaparecido el personaje incómodo, sólo en casos excepcionales tienen lugar "con efecto retroactivo". Todos recordamos la artillería talib machacando los Budas de Afganistán. Tomen nota y ejemplo quienes proponen dinamitar el Valle de los Caídos. Pero volvamos a España. Perdón, al estado ibérico complementario de Portugal. Como siempre Spain is different. En España la historia reciente y de rebote la más antigua, en cuanto pueda tener influencia en la reciente, no la han escrito los vencedores, ni siquiera los vencidos, en muchos casos la han escrito hijos o nietos de los vencedores que piensan que sus padres o abuelos debían estar en el bando vencido y desean hacérselo perdonar, con la furia de conversos. (También ciertos "hispanistas" extranjeros que muy buenos dividendos están sacando y a los que incluso, una vez más nuestro papanatismo congénito, se les hace más caso que a los compatriotas, aunque no digan más que sandeces). Deberían hacerse perdonar también su absoluta ineficacia en los 40 años de Dictadura. La primera damnatio memoriae aplicada al régimen anterior (que también la había practicado con algunos símbolos republicanos) no pasó de cambiar los nombres de algunas calles, disimuladas con el cambio a nombres tradicionales. Yo nací en un placita que llamaban del Rastrillo, con el cambio le pusieron de la Pescatería y de paso cambiaron la calle del general Godet y alguna más, menos mal que dejaron la del Alférez Gralla Lladó o del Flecha Matas Serra (posiblemente temibles fascistas). Han pasado treinta años de la muerte, natural y en la cama de Franco, un poco menos desde el suicidio ritual de las cortes franquistas. En estos treinta años, los que en su momento no decían esta boca es mía ni en las tertulias de café, incluso algunos chuparon del bote con la "ominosa", se han ido labrando un pasado ideal e ideológico. Los intelectuales de izquierdas (¿se puede ser intelectual y no ser de izquierdas?) sobre todo los intelectuales de izquierdas que viven de derechísma, la mayoría , como dije antes, verdaderos "hijos de papá", han creado una historia, recuperación de la memoria histórica la llaman, en donde no sólo se han exagerado y si es preciso, inventado, las infamias cometidas "por Franco", sino que se han negado, ocultado o elevado a la categoría actos heroicos, las infamias cometidas en nombre de la "libertad", la "República" o la "legalidad vigente", desde los "paseos", las "checas", "las brigadas del amanecer", hasta los bandoleros a quienes se dio una razón, en apariencia noble, para que desataran sus más bajos instintos, no mencionando siquiera que muchas de las represalias nacionales fueron consecuencia de la ferocidad republicana, que asesinó, por ejemplo, a casi 8000 religiosos (ya algunos iluminados quieren que la Iglesia "pida perdón") y prácticamente exterminó a toda la oficialidad del Cuerpo General de la Armada que cayó en sus manos, valga el buque Plus Ultra de luctuoso paradigma, claro que en el pecado llevaron penitencia, la inefectividad de la Flota Republicana fue clara y notoria. Para conducir un barco de guerra no basta la intuición y la experiencia de pistolero sindical. Hasta los últimos fusilados por el régimen de Franco, vulgares asesinos, se han presentado como campeones de la libertad. (No soy más generoso juzgando los guerrilleros de la guerra de la independencia, como no lo fue Goya y ¡lo que le costó!, salvas siempre las distancias). La ignorancia querida o involuntaria es manifiesta. No voy a seguir por ahí, pero mi afición, el modelismo militar, me ha llevado a averiguar muchas cosas, -como el tópico de la inferioridad en armamento de la República, sólo aceptable en algunos momentos y en algunas parcelas,- que sólo mencionarlas significa entrar en el gremio de los fascistas, como lo significa no estar de acuerdo con las historias tópicas, incluso o peor cuando se aportan documentos incontestables. En este caso, al no haber posibilidad de réplica científica se recurre al insulto y vuelta al tópico. Sólo así se explica lo que ahora está pasando. En 1975 muchas gentes en pleno uso de facultades mentales recordaban lo que en realidad había ocurrido, mentir y exagerar no era tan fácil. Hoy ya no quedan muchos y ha habido tiempo de llenar a la población de mensajes subliminales. Lo más grave es que en este afán de reescribir la historia pro domo suo, se han resucitado viejos fantasmas que ya parecían afortunadamente enterrados y se están levantado de nuevo odios entre españoles. Una vez más el instinto cainita de ser humano exacerbado en "culturas calientes" como la nuestra. El desmoronamiento de la antigua Yugoslavia puede servir de modelo a no imitar. Ya puede entronizarse la "verdadera historia" que nunca ocurrió y culminar, dinamitando estatuas como los talib de Afganistán y también homenajeando a criminales, aunque sean fósiles vivientes. ¿Era esto necesario? Muchas cosas las comprendo al ver como se está dando al sindicato afín al Gobierno lo que se le está dando, con base en unos presuntos derechos, ni mucho menos demostrados, y en cualquier caso ya pagados. ¿No entraron los sindicatos de clase a saco en el antiguo patrimonio de la Organización Sindical franquista? ¿No han estado subsistiendo los actuales sindicatos por todo lo alto a costa del bolsillo de todos los españoles, sindicalistas o no? ¿Todavía quieren más? ¿Dónde están los bienes de los sindicatos católicos o de la CNT? Píenselo quienes exageran las ayudas a la Iglesia Católica, también desposeída de sus bienes en algunos momentos de la historia, y cuenten el número de afiliados, incluso de votantes a los sindicatos y comparen con el número de quienes se confiesan "afiliados" a la Iglesia, cumplan o no, eso sin mencionar la ingente cantidad de obras sociales que la Iglesia sostiene, bastantes más que todos los sindicatos juntos y por mucho menos dinero... También se ha hecho damnatio memoriae con el caso PSV, esta vez por otras razones, como se hará simplemente "desmemoriatio" de la condonación de los créditos a eminentes defensores del progreso. Quizás convenga eliminar los registros universitarios, para que personajes públicos, sin siquiera el bachillerato, se atribuyan títulos superiores En resumen pienso que se trata de aplicar con efecto retroactivo aquello de "a moro muerto gran lanzada", con un objetivo, borrar en el territorio ibérico complementario de Portugal todo recuerdo de algo que no sea "izquierda", aunque ello signifique destruir lo que costó muchos siglos y mucha sangre sudor y lágrimas edificar. Volver al principio del artículo Volver al principioRECORTES DE PRENSAEntrevista a Arturo Pérez-ReverteTomado de Internet: MADRID. «Mira quién entra», dice Corina Arranz. Es Arturo Pérez-Reverte quien cruza la puerta del café Gijón. Trae un libro en las manos y se detiene frente al despachillo para saludar a Alfonso, el cerillero que ha vendido tabaco y visto pasar la vida desde allí, con su batín azul, siempre descorbatado, durante los últimos treinta años. El Gijón ya no sería el Gijón sin Alfonso, el cerillero anarquista, culto, incluso autor. Se incorpora y se saludan con familiaridad. Hojea el libro que le ofrece y sonríe: está dedicado; luego Pérez-Reverte le busca las páginas que él protagoniza. En fin, su amigo Arturo ha venido a traerle «No me cogeréis vivo» (Alfaguara), recopilación de los artículos que desde hace muchos años publica en «El Semanal» y que acaba de salir. Nos acercamos a saludarles y Pérez-Reverte se jacta con orgullito de buen cumplidor: «No he fallado ni un solo domingo. Cuando era reportero dejaba escritas ocho o nueve columnas si me iba de viaje. Cada cinco años las reúne mi amigo José Luis Martín Nogales, aunque no todas, serían demasiadas». Luego, nos desanima: «Nada de entrevistas, no le quiero hacer promoción». Entonces, Alfonso intercede y no hay mejor intercesor. Cuando Alfonso asistió invitado a su discurso de ingreso en la Academia, y se puso corbata, además le tocó sentarse junto a Jesús de Polanco. Aquella gloriosa tarde el cerillero anarquista, culto y aun autor le dio al gran empresario «una brasilla libertaria de la leche» -como se cuenta en el libro-. Y claro, Pérez-Reverte acepta. -¿Considera sus artículos semanales como periodismo literario? -Periodismo es lo que hace Raúl del Pozo, un columnista que habla de la realidad, de la política. Lo mío es una mirada sobre el mundo, a veces un pensamiento, otras un cabreo. Es un ajuste de cuentas semanal. Un ajuste muy subjetivo; no pretendo para nada informar, ni educar, ni transmitir, sólo expresar según esté cabreado, feliz, simpático o de mala leche. Por eso digo que no es periodismo. La columna es un ejercicio de literatura que utiliza el periódico como medio. El periodismo es una cosa tan seria, tan cabal, tan concreta, tan nobilísimamente objetiva que no tiene ninguna vinculación con lo que hago. -Habiendo practicado tantos años la profesión, ¿no tiene mono de guerras, catástrofes y grescas políticas; mono de actualidad nacional e internacional? -Yo me asomo a la realidad cuando me apetece y por eso tengo lagunas enormes de la actualidad internacional. No sé, por decir algo, a mí «la crisis económica de Alemania» me importa un pimiento. Cuando leo un periódico me fijo en algo que me llama la atención en ese momento. Mis opiniones no son en absoluto útiles a mis lectores en cuanto a que constituyan juicios objetivos de la actualidad. Soy un tipo que está emboscado en la literatura desde hace quince años. Y en el mar. Navego y escribo. Y desde esa lejanía, a veces hablo de cosas porque siento curiosidad o porque de alguna manera me afectan. Nunca jamás hago un «seguimiento» de «la actualidad». Nunca podría intervenir en un debate de televisión o en una tertulia de la radio para opinar sobre Irak o la «crisis económica en Alemania». Yo soy un novelista y hago ficción. Y como escritor me da igual quién gobierne, que el ministro de Economía sea Solbes o cualquier otro, que Acebes esté en la oposición o sentado en el banco azul. La única faceta pública mía es la de un escritor que está opinando como escritor. -¿No cree usted que los escritores deban tener un compromiso político, ideológico o social? -Es un error grave pedir a los novelistas que asuman compromisos públicos. Rechazo cuando me piden vincular mi trabajo, mi vida, mi pensamiento con la realidad inmediata. Puedo hablar de ella, pero nada me obliga ni a serle fiel. Yo soy un novelista de infantería, normal. En cambio, José Saramago -que es muy amigo mío y le respeto- sí tiene un compromiso político que le trasciende y lo proclama; y por ello, una obligación moral con ese compromiso. -Dentro de 300 años..., ¿quién se acordará de qué era ser comunista o popular? -¿Y quién de mi literatura? -Apenas nadie se acuerda de Gorki, considerado en su tiempo un inmortal; en cambio, hoy seguimos leyendo a Dumas y a Dickens porque siguen divirtiéndonos y conquistan jóvenes lectores. A lo mejor, «El maestro de esgrima» se va leer más que «La balsa de piedra» y Alatriste será tan famoso como D´Artagnan. -Yo he visto arder muchas bibliotecas, muchas ciudades bombardeadas, y he visto mundos enteros irse al carajo con apretar un botón. Eso me ha liberado de incertidumbres y me ha dado seguridad. Qué paradoja más grande: una de esas seguridades es que da lo mismo. Hay gente empeñada en construir obras literarias, acueductos o catedrales con la intención de pervivir. Están equivocados. Todo es más simple: yo escribo, tengo una biblioteca y navego. Ésa es mi vida, me basta y me sobra. Pretender universalidades, trascendencias, reconocimientos... -Vivimos en estado de perpetua agitación desde el Prestige, 11-M y vuelco electoral mediante; la crispación política ahora es mayúscula con tantos pleitos abiertos, algunos muy graves: los Estatutos, la enseñanza, la negociación con ETA, los nacionalismos independentistas; y otros, más remotos, que resucitan de la guerra civil, y aún de antes. Y se duda de España... ¿Qué nos pasa a los españoles? -Lo que pasa desde hace cuarenta años es que estamos perdiendo la memoria o manipulándola de una manera infame. Y estamos pagando el precio; si un país es una catedral y la gente son las piedras, la historia es la argamasa. Sin argamasa no hay piedras que valgan. Cuando se habla de «recuperación de la memoria histórica» sólo se recuperan los últimos setenta y cinco años. Y yo me refiero a tres mil años. Y ése es un pequeño matiz. Sin ningún complejo: esto es Grecia, más Roma, más la latinidad medieval, más el Renacimiento, más el Barroco, más América con naves españolas en ida y vuelta, más la Ilustración, más la Europa de las ideas, las libertades, la Revolución Francesa y todo eso. Esto es un resultado de tal cadena. En el momento en el cual se escamotean los eslabones, en el momento en el cual se ocultan los momentos de ese largo proceso, se está eliminando todo aquello que da unidad y que es vertebrador. -Ése también era el «problema» para Ortega. -Que a mediados del XVII hubiera una guerra con Cataluña, eso es una anécdota dentro de un marco más general que se llama Mediterráneo, Europa, cultura... un marco mucho más amplio y al que todos estamos sometidos. Y ésa es la cuestión. Cuando niegas los cauces generales, cuando impides que las generaciones jóvenes conozcan las fuentes generales, desbordas el río y no hay manera de mantener esa vinculación vertebradora, ya no de España, sino del mundo en el cual vivimos. Nos estamos jugando el futuro. Y a eso hay que añadir la estupidez, la demagogia y el cantamañanismo. Es lo políticamente correcto, el no atreverse nunca a llamar a las cosas por su nombre. Estamos en manos de analfabetos culturales y de cantamañanas y eso es muy peligroso. Y no hablo sólo de este Gobierno, porque el PP, cuando ha estado un montón de años en el poder, ha sido tan cantamañanas como antes lo fue, y está siendo ahora, el PSOE. En fin, todo esto provoca que se sea muy escéptico ante palabras que antes tenían sentido. -¿Como cuáles? -Como dignidad, conciencia, solidaridad..., como España. Hay una cosa que no le perdono ni a la derecha ni a la izquierda. Que la izquierda haya dejado la idea de España como patrimonio exclusivo de la derecha y que ésta haya abusado de ello. Cierto, el franquismo contaminó la historia de España: le puso camisa azul al Cid, a los almogávares y a los Tercios de Flandes; pero cuando cambia el régimen, en vez de purgar la memoria de esa contaminación, lo que se hace es decir «cómo está contaminada», y entonces se la tira por la ventana, se barrena, se aplasta, se aniquila; con todo lo cual nos dejan indefensos. Y entonces, ¿qué pasa? Palabras contaminadas por el franquismo, como España, se dejan en manos de la derecha y a partir de ahí, todo lo que tiene que ver con patria, con bandera, con historia, con tradición en su sentido más noble, nos suena a derecha, y claro, es malo y sospechoso... Han conseguido que sea «sospechoso» todo lo que tiene que ver con nuestra memoria. Y en eso, insisto, han sido tan culpables el PP como el PSOE. Entre todos nos han desmantelado. Que alguien diga que la palabra España es franquista cuando «Hispania» nombraba a la provincia romana es ridículo. -Además de esa amnesia, ¿qué otros factores deterioran nuestra vida política? -Yo no tengo nada contra los abogados, pero es que estamos en manos de ellos. Casi todos nuestros políticos lo son y muchos manifiestan lo peor de la abogacía: el leguleyismo. Además, hay una profunda incultura parlamentaria. No creo que muchos diputados hayan leído un solo discurso de Cánovas, Sagasta, Prieto, Azaña, Gil Robles o Calvo Sotelo. Desconocen la tradición parlamentaria de la Restauración y de la II República. Estamos en manos de unos políticos que están haciendo una España virtual que no tiene nada que ver con la realidad. Si paras en cualquier taberna de pueblo o cualquier bar de carretera, allí donde haya trabajadores, te das cuenta de un divorcio absoluto. Se han construido una España política sólo para ellos, en la cual medran y se acuchillan, aunque luego se van a comer juntos tras el número parlamentario. Y esto es indignante. -Cuando los federalistas del PSC olvidan que el Estado federal no es plurinacional -eso no existe: ni lo es EE.UU., ni Alemania, ni Italia-, sino un Estado único y central; y se enredan con los nacionalistas, que sí creen en un Estado único y central, pero independiente de España (siguen la idea romántica de que la nación, así sea inventada, exige un Estado, como recuerda Artola), ¿no alientan un peligroso trampantojo? -Yo soy jacobino y creo que los estados deben ser fuertes y que la educación debe ser férrea y medieval. Digo que los estados deben ser fuertes, no autoritarios ni totalitarios. Entre los jacobinos no hay nacionalismos posibles, sino un país solidario y a marcar el paso; y el que no quiera ser libre, lo va a ser a garrotazos. -Eso decía Galdós en «La Fontana de Oro»... -Quizá me ha quedado ese resabio galdosiano. En fin, lo que lamento profundamente es que, a partir del siglo XVIII, en España no se hermanara, como hizo la Revolución Francesa, la palabra ciudadano con patria, solidaridad, bien, esfuerzo y memoria común. Aquí no hubo guillotina para obispos, reyes y aristócratas; aquí siempre se ha fusilado a los mismos y de manera equivocada. -Poco después de Trafalgar, episodio que ha novelado, se produjo la invasión napoleónica, lo cual para usted fue una tragedia, porque la lucha contra el ejército invasor -que traía «libertad, igualdad y fraternidad»- se convirtió en una rebelión antiliberal, rechazo que se prolongará hasta muy mediado el siglo XX. -Napoleón nos hizo polvo. En España había un movimiento al que se llamaba «afrancesado» y que reunía a gente como Moratín y Goya, culta, con ideas renovadoras, y la invasión provocó su aplastamiento. Hay que decirlo: buena parte de la culpa la tuvimos los españoles, porque no se trata sólo de que llegara un rey malo que arrasó las libertades alcanzadas en la Constitución de 1812; sino de que los españoles también las tiramos por la ventana. Éste era un país tan miserable, tan cobarde, tan inculto, que cuando recibió una constitución avanzadísima, concebida en el papel por gente de bien y que le daba libertad, en vez de levantarse en su apoyo, se unce al carro del despotismo y secunda a Fernando VII en la persecución del espíritu liberal. -¿Cómo explicaría esa sumisión? -Hay una excusa y es que la gente era analfabeta. Nadie le había enseñado a pensar, estaba en manos de curas fanáticos, de reyes incapaces y de ministros corruptos. Igual se apuñalaba franceses que liberales y luego ibas a misa y te absolvían. Pero ya no es así, la educación es universal y gratuita, existe internet, hay libros de bolsillo, el que quiera puede acceder a la cultura. Hoy es inculto el que quiere. El campesino que pegaba fuego a la iglesia de su pueblo y mataba al cacique en el año 36 quizá tenía una explicación histórica. Ya no; el que hace caso omiso al progreso y la solidaridad es por cobardía, por apoltronamiento y por bajeza moral. Cuando gritamos «¡Vivan las cadenas!» es porque queremos tenerlas. En España nos sigue dando miedo la libertad responsable, aunque la otra nos encanta... Poder mearnos en la esquina nos pone. -Los medios de comunicación, ¿qué pintan en todo esto? -Los medios igual que hacen el mayor bien cuando denuncian la injusticia, también hacen el mayor mal cuando, atentos al libro de estilo de lo políticamente correcto, manipulan la realidad. Reproducen lo que es la sociedad y luego la sociedad se retroalimenta de ellos. Lo peor es que hoy no existe el espíritu crítico que hubo en España desde finales del siglo XIX hasta la II República. ¿Qué gente hay a la altura de Ortega en la derecha o en la izquierda? España es un país especialista en perder oportunidades. Entre el 98 y el 36 hubo una gran oportunidad; de la misma manera que la hubo a caballo de los siglos XVIII y XIX y que se perdió con la invasión napoleónica y Fernando VII. Y eso ha dejado un agujero que no se ha podido llenar con nada. -Cuando antes se proclamaba jacobino, usted dijo que creía en una educación... -Férrea y medieval. Y el que no quiera estudiar, a trabajar: a ser un dignísimo fontanero, un dignísimo albañil, un dignísimo agricultor. La educación debe ser accesible a cualquiera, pero cuando estudias, hay que esforzarse. -La manifestación del sábado 12 denunciaba problemas tan graves como la pérdida de la moral del esfuerzo, la idea de que estudiar debe ser un juego, la indisciplina o la pérdida de autoridad de los profesores. ¿Qué piensa de ello? -El maestro debe inspirar al alumno temor y respeto. -¿Y admiración? -La admiración va incluida. El maestro es alguien superior que tiene un conocimiento superior y lo transmite a los alumnos. Ésa debe ser la base. A lo mejor ésta es una concepción que ya no tiene que ver con la realidad, pero es en la que creo. Hablamos de la educación de chicos que a los veinte años tienen que tener conocimientos elementales de su cultura, su historia, su entorno. Cualquiera que tenga un hijo en edad escolar tiene que estar subiéndose por las paredes, y no por las clases de religión, qué puñetas, sino por el desmantelamiento de la cultura en todos los órdenes. Volver al principio de la entrevista Volver al principio de recortes de prensa Volver al principioLos ministros de educación no dan la talla y han ido bajando el listón (Entrevista a Arturo Pérez-Reverte)Tomado de Internet: -Para la economía del consumo, ¿no es mejor formar analfabetos porque el consumismo es acrítico? -Hace años, cuando era más joven y apasionado, pensaba que los analfabetos culturales eran consecuencia de un plan deliberado: «Quieren tenernos a su merced para manejarnos mejor». Después me he dado cuenta de que el problema es que los ministros o las ministras de turno no dan la talla. Les sale así, son gente limitada, con un perfil de lecturas muy bajo, gente que siempre ha vivido en la política y que tiene una cultura muy técnica, de lo inmediato, de lo que funciona para la foto del día siguiente. Esa pobreza de espíritu, esa cultura «prêt-à porter» de aquí te pillo y aquí te mato y mañana da la mismo, es la que están aplicando a los planes de estudio y a la política educativa. Son ciegos guiando a gente que ve o que puede ver. Y no les niego la buena voluntad. Pero quienes llevan el timón de la nave no tienen altura y, por eso, bajan todo a su nivel. Llevamos treinta o cuarenta años de ministros de Educación y Cultura que bajan cada vez más el listón. Y luego, cuando se van, nadie les pide responsabilidades por el desaguisado. Hablo de Javier Solana, de José María Maravall, de... -¿Y los padres? -Los padres me parecen culpables porque son los primeros que no dejan a los maestros educar. Hemos hecho de los niños frágiles monstruos de cristal. No hemos sabido hacerles fuertes; fuertes ante la adversidad, el dolor, la dureza de la vida o la muerte... Porque no les entrenamos para la vida, ya no tienen defensas ni anticuerpos. Les estamos estafando. No hacemos más que contarles mentiras como que «la violencia siempre es mala». Pues no, no siempre es mala, si no hubiera habido violencia defensiva, Sarajevo hubiera sido arrasada por los serbios. Si no se hubiera opuesto violencia, el hombre no habría sobrevivido en un medio hostil. La violencia a veces es necesaria. A los niños les decimos: «Los ejércitos son ONG que dan el biberón»; y no, están para combatir enemigos cuando hay guerra. Les estamos contando un mundo de Blancanieves, pero cuando salen a la vida, se llevan una castaña de aquí te espero. Volver al principio de la entrevista Volver al principio de recortes de prensa Volver al principio |
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