Androide I y yo
(Serie de cuentos de un robot)
José O. Colón Ruiz
Esta es la historia de mi robot Androide I. Hace algún tiempo, la NASA debía
descatalogar un robot porque había construido otro más adelantado. El asunto es que
decidieron hacer un sorteo entre computadoras, vía e-mail, para regalarlo; yo fui el
ganador, por mi tan buena suerte. Era tan avanzado que me lo enviaron como pasajero por la
American Air Lines. Cuando bajó del avión, me saludó en ruso. Había sido construido
entre los rusos y los americanos para prestar servicio en el módulo ruso
"Zvezdá", donde habitarían los astronautas de la base espacial internacional.
Me indicó con gestos que le diera a un botón de su panel de programación. Apreté el
icono que decía "spanish", y lo primero que me dijo fue:
- Hola, Amo...
- ¡Bienvenido ANDROIDE I!
- A sus órdenes. Mire, yo espero llevarme bien con usted, porque eso de
haberme despedido por un robot japonés me tiene fuera de mí.
- ANDROIDE I, con los adelantos de la tecnología científica muchos somos
suplantados.
- Bueno, sí, pero ustedes son humanos. Oiga, el robot que me suplantó,
supuestamente, tiene cromosomas que le hacen casi pensar.
- Sí, son robots con cualidades casi del pensamiento, que pueden reparar
los equipos y montar piezas de la base espacial.
- Eso lo hacía yo también.
- Recuerdo, que hubo una emergencia para la cual no estabas programado y no
supiste qué hacer.
- Sí, nuevo Amo, hasta los humanos se equivocan a veces. Yo fui programado
secretamente por un genio, usted me ha salvado, Amo...
- Bueno, mi querido amigo, creo que nos vamos a llevar muy bien.
- Ya verá. No se va a arrepentir.
Y en eso me quedé pensativo y absorto de alegría con mi nuevo invento tecnológico.
Pensé, lo importante es el amor, sueños de paz, que me lleve en sus brazos, cuidándome
y vivir en camaradería. Existir en cooperación.
- Amo, usted ordena.
- Vamos para tu nueva morada. ¡Entra en ese "van"!
Y quedé muy sorprendido, a pesar de su paso lento, entró a nuestro vehículo con suma
destreza. Y pensé, nos esperan muchas aventuras.
Primer día con Androide
Cuando llegamos a mi humilde casa en la Urbanización Monte Alto, Androide I, apenas
podía moverse o hablar. El viaje y el traqueteo de la "van" le habían causado
un malfuncionamiento. Tuve que darle al botón de autoprogamación para corregir su
malestar.
- Amo, es como si me dolieran todas las piezas...
- Androide, Androide..., ¡tú no eres humano!
- Es que de tanto estar con ustedes, se me han pegado sus malas mañas.
En eso, veo que Androide camina hacia mi moderna computadora y la conecta.
- Amo, deme la contraseña.
- ¿Quéee?
- The "Password", Amo.
- Androide, tú sabes que no se le da nadie.
Tanto insistió que tuve que dársela.
- Bien, Amo, usted sabe que sin ella estaría limitado en los servicios que
puedo ofrecerle.
- Está bien, Androide, pero no me hagas cambiarla...
- ¿Tiene "Real Player"?
- Sí, y el "Media Manager" de "WINDOWS" también.
¿Qué vas a investigar?
- Quiero ver cómo va mi viejo hogar.
- Androide, ya lanzaron el módulo ESTRELLA...
- "ZVEZDA", diría yo.
- Amigo mío, la nave, "ZVEZDA", fue lanzada el 8 de agosto de
2000 y se acopló a la Estación Espacial Internacional perfectamente. Hizo su viraje, se
plantó frente a la nave madre y chún ésta la alcanzó.
- Amo, se acopló. Y, ¿cómo supo usted todo esto?
- Androide, lo leí en la prensa y además, lo vi en esa computadora a la
que tú estás accediendo.
- Oiga, por lo que veo usted casi no me necesita.
- Te necesito, Androide, yo soy flojo en programación. Además, tú eres
una computadora andante.
Aquel día, pasamos toda la tarde conversando sobre los proyectos de la NASA. Androide
se me quejó de los más de 320 millones que costaría el nuevo proyecto. Yo le expliqué
que el futuro de nuestro sistema planetario era incierto por el posible apagamiento del
Sol.