VOLVER de Pedro AlmodóvarJesús Miguel Sáez González, crítico de cine. Todo gira alrededor de ese universo femenino, tan reconocible como permeable; universal a la vez que íntimo; cerrado, de verdades y ocultaciones cósmicas; próximas nada distanciadas, que transitan entre esos espacios verdaderos. Posiblemente, el conocedor de la obra almodovariana se identifique y descubra tamañas certezas -ya existentes en la praxis de su filmografía- pero, en esta ocasión, aún más desarrolladas a través de matices más complejos, que devienen de la emoción auténtica y se hilan muy fino; cuán encaje de bolillos, abordándose entre lo mágico (evocación) y lo real. El naturalismo impregna la cinta con su aroma, sin duda de influencia italiana, tanto en la composición y definición de personajes y situaciones. De hecho, el papel de Raimunda -extraordinaria Penélope Cruz-, parece prima hermana de las heroínas maternas del cinema italiano: Sofía Loren o Ana Magnani. A propósito, el homenaje que el director manchego hace a está última, en un breve pero intenso momento, proponiendo unas imágenes del film Bellísima de Visconti, no resulta baladí, sino que resume el sentir significativo; que respira la cinta por todos sus poros. Pero en Volver, el tiempo pasa para los personajes, no se detiene, se desarrolla; nada ya es lo mismo, de ninguna manera puede serlo al transformarse- lo dijo Cavafis-. La pelea y el sufrimiento laten, el pasado patriarcal y castrador se hace presente, como la culpa se perpetúa, pero se debe acercar a él sin temor, para redimirse -matizadamente no es del todo cierto-, para recuperarlo. Hay que aprender a seguir, aún hoy, existiendo, con la bondad como bandera, que lo mueve todo, bebiendo de la santidad (cuántos santos mártires cohabitan en el mundo incuestionable de Almodóvar), qué tan cerca nos acoge de Apollinaire con su honestidad. Y la muerte próxima no se disculpa, irrumpe como ejercicio de vida y de naturalidad, frente a la protección maternal (también sobre las madres e hijas habla Volver, incluso de abuelos y nietos, más próximos estos últimos, más cómplices), exenta de pecado y orgullo, bella, piadosa, proclive cuando las promesas, siempre en vida, han de cumplirse y se retorna, a ese Volver mágico, que interpreta Raimunda, en un momento clave, aunque sólo sea una interpretación más que ensoñadora, sentida (la voz original corre a cargo de Estrella Morente, en una versión aflamencada del famoso tango de Gardel) que, sin pretenderlo, asume nítidamente y cierra " el ciclo" reflejándose en el espejo, aquel mundo que sólo los muertos deben mirar; como dijo Pirandello en cierta ocasión (qué bello cierre límpido, qué candorosa la iluminación de José Luis Alcaíne), en contraposición con éste dolor tan infame que muestran los vivos. Proceloso film intimista, de verdad, respeto, y cuidadosa, a la vez que sobria, escritura narrativa, sazonada con escrupulosos matices y presentimientos, que funcionan como un guante que se lee y se siente entrelíneas, donde no existen complejos en el discurrir de los géneros -el Film Noir, la comedia autóctona y el melodrama sentido-, el de estas cinco mujeres maravillosas, merecedoras de nuestro corazón, sabiamente interpretadas por Penélope Cruz, Carmen Maura, Blanca Portillo, Lola Dueñas y Yohana Cobo. Ficha Artística: Volver al principio |
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