LAS FRASES DEL MES:Cuando aparezca en el mundo un auténtico genio, lo reconoceremos por esta señal: la conjura universal de los necios contra él. Jonathan Swift La envidia es el torpe homenaje que la inferioridad tributa al mérito. Anónimo Contratar al que no sabeEl mes pasado les hablamos de una de las buenas obras de la misericordia universitaria: "Enseñar al que no quiere". En esta ocasión vamos a tratar de la segunda en importancia: "Contratar al que no sabe". Evidentemente, no podemos generalizar y, en aras de la verdad, debemos reconocer que hay muchos y muy buenos profesionales entre el profesorado y el personal de administración y servicios en la universidad española. Sin embargo, suele ser práctica habitual, por parte de algunos tribunales y comisiones dedicados a la selección de candidatos, practicar la misericordia y proponer a los menos aptos, por no decir los más ineptos. Se preguntarán ustedes: ¿Cómo puede ser así, si dichas comisiones y tribunales se suponen nombrados para todo lo contrario? La respuesta es muy sencilla. Si, por casualidad, concurren en ellos una mayoría de mediocres hay ya los suficientes en la universidad española como para hacerlo posible-, intentarán contratar a personas menos preparadas que ellos, a fin de no ponerse en evidencia. Los buenos y brillantes profesionales suelen proceder de manera diametralmente opuesta; es siempre orgullo del buen maestro verse superado por su alumno. El problema se presenta con mayor crudeza en la selección del profesorado. Entre el personal no docente, las contrataciones misericordiosas suelen restringirse a los puestos de máxima responsabilidad, normalmente de libre designación. Pues bien, dada la distribución por áreas de conocimiento, todos nos conocemos; el país no es lo suficientemente grande. Y, si no conocemos directamente al candidato correspondiente, será pupilo de alguno de nuestros colegas y amigos, dispuestos a devolvernos el favor en un futuro no muy lejano. Por esta razón, no hay reforma válida para acabar con la corruptela, salvo el método de seleccionar al personal mediante un programa de ordenador hecho por extraterrestres. El sistema no supone un grave inconveniente si el tribunal de turno está compuesto por una mayoría de personas muy capaces. Si sus correspondientes pupilos o los de sus colegas- son los agraciados, seguramente estarán entre los mejores, cuando no serán los mejores. La selección será positiva. Nos encontramos así con un conjunto de profesionales de la educación superior en menor medida también se reproduce el sistema en los niveles inferiores de la enseñanza- que, poco a poco, han ido rodeándose de compañeros menos competentes que ellos, produciendo un tejido universitario muy frágil. Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Qué entendemos por buenos profesionales de la universidad? Aquí pueden ustedes encontrar toda clase de respuestas totalmente contradictorias. De hecho, hay algunas asociaciones, autodenominadas en beneficio de la ciencia y el progreso del conocimiento, que plantean métodos de selección en beneficio de la mediocridad disfrazada. Efectivamente, no lo habíamos dicho todavía, pero existen toda clase de disfraces capaces de ocultar la ignorancia con oropeles de sabiduría. ¿Es un buen profesional de la enseñanza aquel que presenta un currículum investigador abultado otra cosa es su verdadero valor científico-, sin una pizca de dotes de comunicación de sus conocimientos? Existen voces que aseguran que sí. La LOU que se pretende reformar, había conseguido reimplantar un antiguo ejercicio de evaluación, al menos en el primer nivel de contratación como funcionario, consistente en colocar al candidato en situación de demostrar su buen hacer a la hora de impartir una clase de su disciplina. En realidad no sirve de mucho, pues tribunales hay que obvian la posible puntuación de este ejercicio a fin de perpetuar la especie del mediocre. Como es natural, hay una gran mayoría que pretende suprimir tal práctica, en beneficio de su propia pervivencia como mediocres. Por otra parte, con los sistemas de evaluación de agencias y demás parafernalia burocrática, la valía de un profesional de la ciencia se mide al peso y poco o nada se valora el tiempo y esfuerzo dedicado a la buena práctica de la enseñanza. Saquen ustedes sus propias conclusiones. Pero aún hay más. Es imposible, salvo que el candidato sea único autor de los trabajos presentados, saber el grado real de participación del sujeto en las aportaciones científicas aportadas. No es raro, sobre todo para aquellos que hacen estancias en el extranjero, caer en un buen grupo de investigación, que publica en revistas científicas de renombre y aprovecharse del trabajo de unos cuantos colegas, a poco que uno sepa moverse en el mundillo científico. Es más, dado que los grupos de trabajo están presionados por la balanza de las agencias de evaluación, antes mencionada, suele ser práctica habitual firmar los artículos en comandita entre los miembros de un departamento, independientemente del grado de participación en los mismos esta práctica está también muy extendida en el extranjero-. Vaya usted después a saber quién es el autor real de las ideas. Tampoco podemos considerar buen profesional de la enseñanza superior al buen comunicador que no tiene nada para comunicar, en relación con la materia a impartir. De éstos también hay un abultado número, pues todo depende de los criterios usados por los mediocres que los seleccionaron. No es raro, oír cantar las alabanzas de un opositor que ha realizado una preciosísima presentación del vacío más absoluto. Eso sí, adornada con toda la parafernalia de medios audiovisuales disponibles. Después, tras la toma de posesión, vendrán las clases tediosas, faltas de contenido y llenas de errores u horrores. Como decíamos al comienzo, la verdad es que en la universidad española hay todavía falta saber cuánto van a durar- un conjunto numeroso de buenos profesores. Pero, entre preparar bien sus clases, hacer investigación, sacando horas del tiempo que deberían dedicar a sus familias, atender a los alumnos al menos estar ahí en las horas de tutoría, por si acaso a algún despistado se le ocurre venir- rellenar toda una batería de papeles exigidos por la burocracia universitaria -en un intento vano de demostrar así su eficacia-, y un largo etcétera, estos profesionales de la enseñanza suelen estar al margen del funcionamiento de la máquina académica, por falta de tiempo y por esa sensación de estar haciendo algo inútil. En definitiva, son carne de cañón para las manipulaciones de los mediocres. Habida cuenta que la democratización de la universidad española ha conseguido, a todos los niveles, asignar los puestos directivos mediante la utilización de las urnas, haciendo uso preciso del refrán: "Dios los cría y ellos solos se juntan", los mediocres tienen el terreno abonado para copar la gestión. Estos individuos, en común acuerdo, amén de despreciar el trabajo de sus compañeros competentes por culpa de ellos se evidencia su inutilidad-, envidian sus callados éxitos que, por esas casualidades de la vida, les son, a veces, reconocidos. Resultado de ello es la feroz persecución a que se ven sometidos los unos por parte de los otros; ésta es una de las razones, quizás la más importante, de la desmedida proliferación del "mobbing" en la universidad española. Así pues, entre la burocracia, la contraproducente democratización de la gestión se llega a valorar más el trabajo de gestión que el buen hacer docente-, la inoperante maquinaría de selección, la presión de los alumnos, el famoso fracaso escolar ya hay algún candidato a rector que ha tenido la genial idea de prometer premios a los profesores que consigan más aprobados, independientemente del esfuerzo de los estudiantes, por supuesto-, el acoso psicológico y la frustración del buen docente, la solución real de los problemas de la enseñanza superior es lejana. Nos queda, eso sí, la satisfacción de estar realizando buenas obras de misericordia. No todo va a ser negativo. Hay algunas más, como votar al inepto, premiar al amigo, hacer la vista gorda ante quien no cumple con sus obligaciones mínimas... Una aclaración final. Nuestra intención consiste en romper una lanza en favor del buen profesor. Si alguno se siente ofendido o se ve reflejado en estas líneas, es por razones ajenas a nuestra voluntad. LA REDACCIÓN Volver al principio |
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