Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia.

  Histórico. Año VIII

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Junio 2006. Nº 76

LAS FRASES DEL MES:

Tu desconfianza me inquieta y tu silencio me ofende.

Miguel de Unamuno

Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien.

Víctor Hugo

La caza del débil

En los dos números anteriores, comentamos algunas de las obras de misericordia realizadas en el seno de la comunidad universitaria. Pero no todo van a ser acciones piadosas. En la universidad española también se hace deporte.

Uno de los deportes más practicados y que, con el correr de los años y la sucesión de las reformas y contrarreformas de las leyes reguladoras del quehacer universitario, cuenta con más adeptos es "la caza del débil".

Esta actividad cinegética se ha consolidado en una estructura piramidal muy bien organizada. Las autoridades académicas se reservan la "caza mayor", es decir, la de otras autoridades inferiores en la escala de mando, mientras se deja a los directores de departamento, jefes de grupo, de sección, etc, o a los simples trabajadores de la comunidad, la "caza menor" de sus subordinados o compañeros de a pie.

Ciertamente es una actividad altamente ecológica porque, como indica el título, la cacería se restringe a los débiles: aquellos que bien no saben hacer valer sus intereses y derechos, bien no tienen fuerzas suficientes para resistir los acosos a que son sometidos, bien son minoría en el seno de una estructura seudo democrática, donde el poder de los votos cuenta, bien han terminado por caer en fuertes depresiones nerviosas que los imposibilitan para su defensa o huida.

Al margen del cinismo de esta introducción, debemos denunciar seriamente la situación actual de la universidad pública española, donde el acoso laboral y personal está presente, a la vista de todos, y cuenta con el beneplácito de los observadores que contemplan divertidos el proceso desde la "barrera".

Como decía un compañero, tristemente desaparecido, este tipo de actuaciones ha estado presente en nuestras instituciones desde hace siglos, la diferencia estriba en que, antaño, los acosadores lo eran de "guante blanco", ponían a la víctima potencial en antecedentes de las reglas del juego desde su mismo ingreso en la comunidad y hasta la agasajaban de vez en cuando con coñac francés. Ahora las cosas son diferentes, el acosador universitario ha descendido en la escala moral y uno debe caminar por los pasillos con cuidado para no encontrarse con la daga colocada en el costillar, sin saber de dónde ha salido la mano ejecutora.

En primer lugar, los acosadores profesionales saben ingeniárselas para conseguir uno de los puestos directivos -normalmente por sufragio universal-, apoyándose en aquellos salidos de idéntica horma que, por unas razones u otras, no pueden o no se atreven a dar ese paso cualitativo. El desenlace viene rodado, quienquiera que se atreva a protestar por la mala gestión o a reivindicar sus más elementales derechos, será sometido a vejaciones y presiones por parte de los demás, hasta hacerle la vida imposible. De nada le servirá intentar denunciar la situación ante instancias más altas, siempre recibirá la callada por respuesta. Ocasiones hay en que, sin mediar reclamación alguna por parte de los acosados, la necesidad de ejercer el "derecho de pernada" hace ponerse la máquina en funcionamiento. En estos casos, se elige a un individuo solitario o a un grupo minoritario y, sin más explicaciones, se le somete al proceso de acoso y derribo; no en vano los acosadores disfrutan ejerciendo su dominio.

¿Cómo se llega a estas situaciones? Muy fácil. Incluso el no acosador en principio, ve con agrado cómo, haciendo "la rosca" a los acosadores y riéndoles las gracias, va ganando en prestigio ante el cabecilla y sus colaboradores. Termina, por tanto, participando activamente en el acoso, a fin de hacer méritos y demostrar su integración total en la manada. A lo peor, éstos no duermen tranquilos –los otros sí, seguro-, pero el delito cometido reiteradamente va haciendo desaparecer la sensación de culpabilidad.

En septiembre de 2002, por primera vez en la historia, se celebró un congreso nacional para denunciar esta situación, amén de la corrupción económica y académica paralela montada en la universidad pública española. Fue un éxito en cuanto a la ayuda, al menos moral, prestada a muchos que creían encontrarse solos ante al peligro. Ahora, tras haber comprobado que la situación parece haber empeorado,-incluso aunque algunos rectores montaron oficinillas destinadas a descubrir los posibles casos, totalmente ineficaces, por supuesto-, se retoma la idea y se convoca, para octubre de este año, el Segundo Congreso sobre la Corrupción y el Acoso en la Universidad Pública Española. (En nuestras páginas, los lectores encontrarán cumplida información al respecto).

Ante la convocatoria, nos consta que algunos rectores han llamado por teléfono a los acosadores más pertinaces de su territorio y les han avisado: "van a por vosotros".

Seguramente, este congreso tampoco dará con las claves para solucionar definitivamente el problema, pero la denuncia pública es el primer paso para concienciar a los tibios.

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 20-06-2006