Con un besoJosé O. Colón Ruiz
Primer poema del libro Cantos a Olga, dedicado por el autor a su esposa. Publicado en Ediciones "El salvaje refinado" (2000).
Volver al principio del poema Volver al principioEncuentros con Ramón J. Sender, a través de "Réquiem por un campesino español"JMDB ÍNDICE
Momento y género al que pertenece la obraRéquiem por un campesino español fue escrito en Alburquerque en 1953. Ramón José Sender Garcés, -novelista español nacido en Alcolea de Cinca (Huesca), en 1902- lo destinaba a formar parte de un volumen de "short stories", sobre la guerra civil española, planeado por los profesores Mulvihill y Sánchez de Madison, en el que se incluiría también a Unamuno y a Pérez de Ayala. Este libro no se llegó a publicar y Réquiem apareció por primera vez en México con el título "Mosén Millán". En esta obra, el autor nos narra un hecho representativo de un momento de la vida del país, que transcurre desde la caída de Alfonso XIII, y la proclamación de la II República, hasta poco después de iniciarse la Guerra Civil española. Los hechos se desarrollan en un pueblecito aragonés situado en la raya de Lérida; un pueblo pobre y agrícola. La acción comienza un momento antes de iniciarse la misa de réquiem, que Mosén Millán va a pronunciar en memoria del alma de Paco el del Molino, mientras espera a los asistentes. En esos instantes, Mosén Millán reconstruye los hechos; él lo bautizó, lo casó, lo vio morir y ahora va a celebrar esta misa de réquiem por su alma. En este relato, Sender expresa la realidad de un momento de la vida de España, a través de la cual da su visión del mundo y de la historia. Una historia muchas veces vivida por él, pues incluye elementos autobiográficos -la escena en la que Mosén Millán, acompañado de Paco, va a dar la extremaunción a un hombre que vivía en el carasol, había sido vivida por él a los ocho años, a la misma edad que Paco el del molino, su personaje-. Fue éste también el principio de su preocupación social, como le ocurre a Paco el del molino. La Guerra Civil (1936-1939) sorprendió a Ramón J. Sender en San Rafael, desde donde consiguió trasladarse a la zona republicana. Terminada la contienda se exilia a Francia y luego a México, donde residió hasta 1942, fecha en que se traslada a Estados Unidos, adoptando, en 1946, la nacionalidad norteamericana. Sender perdió a su esposa y a un hermano, quienes fueron fusilados en la zona nacional, tal vez de la misma manera como narra los asesinatos acaecidos en esta pequeña obra maestra. El autor puso en su Réquiem la objetividad y esencialidad necesarias para conseguir una obra de perfecta sobriedad y de una sencillez no por ello menos profunda y estremecedora, a la vez que intensa y conmovedora, que encaja dentro de la novela corta de intención social y realismo, no falto de calor humano y de sensibilidad. El estilo de Sender, que comienza siendo terso y fuerte, casi panfletario, ha ido suavizándose con el transcurso de los años. Se le encuadra dentro del realismo social de la novela de los escritores de fuera de España. Autor muy conocido por el público anglosajón, se consagró como escritor en España, en 1969, con la concesión del Premio Planeta por su obra "En la vida de Ignacio Morel". Volver al principio del apartado Volver al principio del artículo Volver al principioSinopsisMosén Millán se dispone a ofrecer una misa de réquiem en recuerdo del alma de un joven, Paco el del molino (lo llamaban así porque su familia poseía un viejo molino, que ya no molía, usado para almacenar grano), al que quiso como a un hijo. De esta manera Mosén Millán quiere subsanar, simbólicamente, el irreparable daño que causó a Paco cuando, tratando de demostrarse a sí mismo su honestidad y entereza, prometió al joven, refugiado en el monte los primeros días del levantamiento, la protección de la ley si abandonaba su escondite, revelado después por él a los falangistas, a cambio de un juicio justo para Paco. El sacerdote y su feligrés fueron engañados, las promesas no se cumplieron y la acción de Mosén Millán no sirvió sino para entregarlo a sus ejecutores. Paco fue asesinado en el camposanto, junto con otros dos campesinos. Un año después de su muerte, Mosén Millán, mientras aguardaba a los asistentes a la misa, reconstruía los hechos que habían conducido a Paco a ese trágico final: El templo aún estaba vacío, las campanas llamaban al pueblo para la misa de réquiem. Mosén Millán preguntaba de cuando en cuando al monaguillo si había llegado alguien, el monaguillo iba y venía de la sacristía al presbiterio pensando en Paco y canturreando un romance que la gente sacó después de su muerte; él se sabía algunos trozos. Poco a poco van acudiendo los ricos del lugar: Don Valeriano, Don Gumersindo, los cuales habían tenido mucho que ver con la muerte de Paco, y el Señor Cástulo, de cuyos sentimientos nadie podía estar seguro. Los tres habían querido pagar la misa, pero Mosén Millán se negó a aceptar ese ofrecimiento. Tras esto, el silencio volvía a la sacristía y Mosén Millán, que hacía que rezaba para no ser molestado, recordaba momentos de la vida de Paco, con quien estuvo tan unido. Paco fue bautizado por Mosén Millán y, de niño, participó en las actividades del calendario cristiano como monaguillo. Cuando Paco tenía ocho años, fue con Mosén Millán a casa de un moribundo, que habitaba en una cueva en el carasol, a darle la extremaunción. El carasol era un lugar de las afueras del pueblo, donde la gente vivía en cuevas abiertas en la base de una cortina de rocas, que daban al mediodía; era un lugar caliente en invierno y fresco en verano; allí iban las mujeres más pobres y cosían y charlaban de lo que sucedía. Aquel hombre en medio de la mayor miseria impresionó a Paco. Al salir, Paco formuló a Mosén Millán embarazosas preguntas, que éste no pudo contestar. Esa visita influyó mucho en el futuro de Paco. Durante días se habló en el carasol de la piedad de Paco y de la negativa de Mosén Millán a darles ayuda, todo muy exagerado por la Jerónima, una vieja solterona, muy supersticiosa y locuaz, que era la alegría del carasol por sus bufonadas, juramentos, amenazas, dichos y blasfemias, por lo que no se llevaba muy bien con Mosén Millán. Ya mozo, Paco supo que las cinco aldeas de la región tenían que pagar tributo por el uso de unas tierras de pastos, pertenecientes a un duque absentista, cuyo administrador era Don Valeriano, y eso Paco no lo veía justo. La evolución política y social del país estaba cambiando. El zapatero, ni amigo ni enemigo de nadie, lo que según él le hacía neutral, y al que le gustaba hablar mucho y a la ligera -en eso se parecía enormemente a la Jerónima-, repetía constantemente: "en Madrid pintan bastos", aludiendo a la huida de Alfonso XIII y a la proclamación de la II República. La boda de Paco coincidió con estos hechos, y la suerte quiso que a éste le hicieran concejal y que, con su sentido de la justicia y caridad, arremetiera contra los pastos del duque, para intentar así remediar la pobreza del carasol. Los tres ricos, asustados por el curso que tomaban los acontecimientos, abandonaron el pueblo, mientras el resto de las gentes no acertaba a comprender la nueva situación. Un día del mes de junio, la Guardia Civil del pueblo se marchó con órdenes de concentrarse en algún lugar, donde acudían fuerzas de todo el distrito. El pueblo entero sentía alguna amenaza en el aire. Llegó a la aldea un grupo de señoritos falangistas -llamados en el carasol pijaitos- que portaban pistolas. Estos forasteros lo primero que hicieron fue darle una paliza tremenda al zapatero, al que de nada le sirvió su neutralidad. Al día siguiente aparecieron los cadáveres de varios campesinos en la cuneta de la carretera y los habitantes del pueblo no comprendían ni entendían nada; estaban confundidos, no había Guardia Civil que los protegiera. Los forasteros, el centurión y sus hombres, habían hecho alcalde a Don Valeriano que, junto con Don Gumersindo, había vuelto hacía tiempo a la aldea muy seguro de sí mismo. Los del pueblo, al ver a Don Valeriano y al cura juntos con los forasteros, no sabían qué pensar. Mosén Millán protestó por los asesinatos que se habían cometido y por no haber podido confesar antes a las víctimas. La gente preguntaba por Paco el del molino, pero nadie sabía nada de él. Al día siguiente, apareció muerto el zapatero en la carretera y la gente no comprendía la razón. Días después, los forasteros destruyeron el carasol, matando a cuantas viejas pudieron, pues no les convenía dejar en pie un lugar donde se desataba el apasionado sentir popular por Paco, ya que éste había querido remediar su pobreza. El centurión y sus hombres buscaban incesantemente a Paco, pero no aparecía. Fue entonces cuando Mosén Millán fue a ver al padre de Paco para preguntar por él. Mosén Millán era gran amigo de la familia y, para demostrar su amistad, dio a entender que sabía dónde se encontraba Paco; así daba a entender que, si sabía el escondite de Paco y no lo decía, él era una buena persona en la que se podía confiar. En un momento de la conversación, el padre de Paco mencionó el lugar donde se encontraba su hijo: las Pardinas. Días después, Mosén Millán, para demostrarse a sí mismo su entereza y lealtad a Paco, dijo a Don Valeriano que sabía dónde se encontraba éste, pero que no lo diría. Pronto el centurión se enteró e intimidó a Mosén Millán, quien terminó confesando el paradero de Paco, con la promesa de que sería juzgado y, si era culpable, sería encarcelado. Sólo eso. El centurión se lo prometió y juntos fueron a convencer a Paco para que se entregase. Éste, ante las garantías que le daba Mosén Millán, decidió entregarse, pero ambos fueron engañados y Paco fue conducido al Camposanto junto con otros dos campesinos, para ser fusilados. Un momento antes de la ejecución, el centurión se dio cuenta de que los reos no se habían confesado y llamó a Mosén Millán. El último en confesarse fue Paco quien, nervioso ante su muerte, decía desesperado: "¿Por qué me matan? ¿Qué he hecho yo?" Mosén Millán, impasible, se limitó a escucharle y administrarle los sacramentos, pero no hizo nada por salvar a Paco. Una vez confesados, los tres reos fueron puestos en el paredón. A la primera descarga cayeron los dos campesinos y Paco, malherido, corría mientras gritaba enloquecido a Mosén Millán, pidiéndole ayuda. Dos de los forasteros lo cogieron y lo llevaron otra vez al paredón. Se oyeron tres descargas, luego un silencio roto por los susurros de Paco: "Mosén Millán..., Mosén Millán, él me denunció". Un año después, Mosén Millán recordaba todo esto cuando en la iglesia, en la que sólo estaban Don Valeriano, Don Gumersindo, y el Señor Cástulo, se disponía a decir una misa de réquiem por el alma de Paco el del molino. Volver al principio del apartado Volver al principio del artículo Volver al principioTema principal y temas secundariosLa tragedia de un pueblecito aragonés, situado en la raya de Lérida, pobre y agrícola, en el que repercuten los cambios políticos y sociales de un momento del país que va desde la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la II República, hasta poco después de iniciarse la Guerra Civil. Los hechos transcurren dentro del ámbito de la Iglesia Católica española, representada por Mosén Millán, y en la que nace, se casa, vive y muere Paco el del molino, asesinado los primeros días del levantamiento, por falangistas, al oponerse a unas circunstancias económicas, políticas y sociales que consideraba injustas. La pobreza de un pueblo agrícola. Esta idea viene respaldada por el siguiente párrafo tomado de la boda de Paco-: "Las esposas protestaban y los campesinos decían, riendo, que había que emborrachar las camisas para darlas después a los pobres. Con esta expresión -darlas a los pobres- se hacían la idea de que ellos no lo eran." El absentismo de los grandes terratenientes. Cobraban los arriendos, sin tener en cuenta el estado de los pastos o de las cosechas, imposibilitando así el desarrollo agrícola y ganadero. La importancia del catolicismo, y de la religión en sí, en los ambientes rurales. La necesidad y el anhelo de un cambio de las estructuras sociales y políticas, así como de la mejor repartición de la riqueza. Los asesinatos y los horrores de la guerra civil española, que el mismo autor sufrió. El silencio obligado ante una imposición de fuerza y de ideología. Volver al principio del apartado Volver al principio del artículo Volver al principioEstudio del lenguaje y de los personajesEs un lenguaje sencillo y claro, con algunas palabras populares como hacer fuineta, echar roncas, y pijaitos. Aunque el lenguaje es sencillo, no le quita a la obra la intensidad y conmovedora profundidad que tiene. El autor inserta varios poemillas populares como "el romance de Paco el del molino" y "las canciones de la boda de Paco". Mosén Millán. El sacerdote de la pequeña aldea en torno al cual, y a su reconstrucción de los hechos, gira toda la obra, nos es presentado por el autor como un personaje en el que gravita la inercia y la rutina. En Mosén Millán también había debilidad y pereza; todo lo que él pedía, y con lo que se conformaba, era que le permitieran administrar sus sacramentos, porque entendía que con ello ya habían respetado su misión sacerdotal y, en consecuencia, habían respetado a la Iglesia. Mosén Millán no estaba de parte de nadie, no tenía intereses, no quería responsabilidades, parecía, pues, indiferente ante todo, como fuera de lugar. Le bastaba con que le dejaran administrar sus sacramentos, siempre que guardasen las formas. Es éste un personaje en el que la costumbre pesa mucho; el dogma, el ritual, son elementos de esa inercia, de esa rutina con que se nos presenta. Mosén Millán no supo nunca estar a la altura de las circunstancias y, cuando iban a matar a Paco, se limitó sólo a la rutinaria administración de la extremaunción a una persona a la que quiso como a un hijo, se limitó sólo a perdonarle sus pecados aquí en la Tierra, sin oponer resistencia ante el trágico fin de Paco. Un año después de la muerte de Paco, Mosén Millán, como en una simbólica reparación del daño causado, ofrece una misa de réquiem a Paco. Es como una reacción de la mente atormentada de Mosén Millán ante el trágico final de su feligrés, pero una reacción ya tardía. Paco "el del molino". Es un personaje marcado por un hecho decisivo en su vida, un suceso que le ocurre a los ocho años, y que, más tarde, ya casado, sería la causa de su trágico final. Ese acontecimiento, decisivo en su vida, es la visita que hace, acompañando a Mosén Millán, a la cueva del carasol, con el propósito de administrar la extremaunción. El moribundo, habitante de la cueva, en condiciones inhumanas -sin fuego, sin luz, sin agua-, se moría en la pobreza en que nació y vivió. A la salida, de regreso a casa, Paco formula a Mosén Millán embarazosas preguntas sobre la pobreza de la gente del carasol que éste no puede responder. Es ese el punto de partida de la preocupación social de Paco. Esa preocupación fue lo que llevó a Paco a poner en práctica sus ideales de justicia, cuando años más tarde fue elegido concejal. La primera acción de Paco para erradicar esa pobreza, fue expropiar los pastos del duque, para ser utilizados por toda la aldea sin necesidad de pagar nada. Fue ésta su primera y última acción, y la causa de que lo asesinaran. El zapatero. Ni amigo ni enemigo de nadie, lo que le hacía, según él, neutral. Es un personaje al que le gustaba hablar a la ligera, sin querer herir a nadie. Esa ligereza, o inconsistencia en el hablar es lo que le valió la muerte a manos de los falangistas. La Jerónima. Es una vieja solterona muy supersticiosa y locuaz a quien también le gustaba hablar a la ligera y que era la alegría del carasol por sus bufonadas, juramentos, amenazas, blasfemias y dichos, por los que no se llevaba muy bien con Mosén Millán. Don Valeriano. Administrador del duque, es la persona a quien se enfrentó Paco cuando quitó al duque los pastos para beneficio de toda la aldea. Fue éste el personaje que más tuvo que ver con la muerte de Paco. El Señor Cástulo. Es un personaje prudente, que busca siempre el arrimo del que mandaba, y de cuyos sentimientos nadie podía estar seguro. Don Gumersindo. Es el tercer rico de la aldea, y también tuvo mucho que ver con la muerte de Paco. El centurión y sus hombres. Son señoritos de ciudad muy finos y rasurados que eran llamados en el carasol pijaitos. Estos personajes son, además, pistoleros falangistas que llegaron a la aldea poco después de su abandono por la Guardia Civil, después del alzamiento. Ellos eran la nueva autoridad en la aldea. Volver al principio del apartado Volver al principio del artículo Volver al principioEstructura y función del narradorLa estructura de la obra es cerrada, pues muere Paco "el del molino" y la narración termina con la misa de réquiem. No es lineal, se va pasando del presente -Mosén Millán espera en la sacristía a que lleguen los asistentes a la misa de réquiem-, al pasado -Mosén Millán reconstruye toda la historia-, y de ahí otra vez al presente; así constantemente. Pero ese pasado se va acercando al presente, hasta casi coincidir. Un año separa el pasado recordado por Mosén Millán del presente. Utiliza la técnica del "flash-back". El autor se limita a narrar una historia, un hecho que él no protagoniza, aunque en esta obra haya reflejados sucesos que fueron realidad en la vida de Ramón J. Sender. Volver al principio del apartado Volver al principio del artículo Volver al principio |
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