Chistes malos
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia.

  Histórico. Año VIII

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Octubre 2006. Nº 79

Seis chistes malos, seis

Sigfrido del Alce

¡Qué desdicha!

Un tipo se preciaba de cuidar su cuerpo; levantaba pesas y corría seis km diarios. Una mañana, al estar admirando su cuerpo frente al espejo, notó que había logrado un bonito bronceado por todo su cuerpo, menos en el pene. Así pues, decidió hacer algo por remediarlo. Fue a la playa, se desnudó, se enterró completamente en la arena, exceptuando el miembro, para que pudiera broncearse con el sol.

Un rato más tarde, pasaron dos señoras mayores, una de ellas se apoyaba en un bastón para caminar mejor. De pronto, ven 'el pene' emergiendo de la arena y la del bastón empieza a tocarlo con el mismo. Entonces le dice a su amiga:

- ¡Realmente este mundo no es justo!

- ¿Qué quieres decir? - inquirió la amiga.

- Cuando tenía 20 años, estaba curiosa por verlo; cuando tenía 30 años, lo disfruté; cuando tenía 40, lo perdí; cuando tenía 50, pagué por él; cuando tenía 60, rogué por él; cuando tuve 70, se me olvidó que existía; y, ahora que tengo 80, esas 'cosas' crecen silvestres... ¡Y NO ME PUEDO AGACHAR!

Eutanasia

Anoche, mi esposa y yo estábamos sentados en la sala hablando de las muchas cosas de la vida. Estábamos hablando de la idea de vivir o morir. Le dije:

- Nunca me dejes vivir en estado vegetativo, dependiendo de una maquina y líquidos de una botella. Si me ves en ese estado, desenchufa los artefactos que me mantengan vivo.

Ella se levantó, desenchufó la televisión y me tiró la cerveza.

¿Qué es el RAT?

Iba un tipo en el avión con la vejiga llena a reventar. Fue al baño de caballeros y estaba ocupado. Le pidió a la azafata permiso para usar el baño de señoras, que en ese momento, estaba libre.

La azafata le respondió que no había inconveniente, siempre y cuando tuviese cuidado de no salpicar la taza del inodoro y no tocar los cuatro botones que estaban a la derecha de la taza.

Los botones eran :

botón "SLA", botón "SSA", botón "STA" y botón "RAT".

Ahí fue el valiente protagonista y, después de aliviarse haciendo pis a discreción, sintió una enorme e irresistible curiosidad por saber la función de los cuatro botones.

Se sentó con cuidado en el inodoro y apretó el primer botón, que tenía al rótulo"SLA" (Sistema de Limpieza Automático). Sintió un chorro de agua tibia en sus partes y pensó: "Este baño es una delicia, ahora comprendo por qué las mujeres se pasan aquí las horas muertas".

Entonces apretó el botón que ponía "SSA" (Sistema de Secado Automático). Un chorro de aire caliente fue dirigido también al mismo lugar. El individuo no se lo podía creer.

Cuando accionó el siguiente botón, "STA" (Sistema de Talco Automático), hasta su cuerpo llegó la caricia suave de una borla impregnada con un aromático talco. Aquello estaba alcanzando cotas insospechadas de placer.

Ya por último apretó el cuarto botón, "RAT"... y perdió la noción de todo. Cuando se despertó no sabía ni dónde estaba, ni qué hora era, ni cómo había llegado hasta allí.

Se le acercó una enfermera muy amable y le explicó que se encontraba en un hospital, al que había llegado, hacía dos días, en estado de shock traumático, y que habían conseguido, con muchos esfuerzos, normalizar sus constantes vitales

Entonces él preguntó:

- ¿El avión ha tenido un accidente terrible, verdad?

- No señor, el avión aterrizó normalmente en su destino -contestó la enfermera.

- Entonces, ¿qué ha ocurrido?

- Usted presionó el botón "RAT" (Retirada Automática del Tampax) y... su pene está en una cajita, debajo de la almohada.

Así es la vida

Un día un pordiosero se dirigió hacia la ventanilla de un lujoso automóvil que estaba detenido en un semáforo y ocupado por un elegante y próspero caballero:

- Señor, ¿podría darme diez euros para comer?

- Pero, ¿no te los irás a beber, verdad?

- No señor, nunca en mi vida he bebido alcohol.

- Entonces, ¿te lo vas a gastar en tabaco?

- No señor, no fumo, ni nunca lo he hecho.

- ¿Te los vas a gastar jugando y apostando con otros vagos?

- De ninguna manera. Nunca juego ni apuesto nada.

- ¿Acaso te los vas a gastar bailando en algún cabaret?

- Imposible, señor, jamás en mi vida he pisado un cabaret. Es más, no sé bailar.

- ¿Se los piensas dar a una prostituta, acaso?

- Jamás he tenido relaciones con ninguna mujer que no fuera mi novia, convertida luego en mi esposa hasta que me abandonó.

- Entonces toma, no diez, sino cien euros. Pero vente a comer a mi casa. Quiero invitarte a una buena comida casera y así podrás ahorrarte los cien euros, para que te los gastes en otra ocasión.

El pordiosero, sorprendido, subió al impresionante coche y ya en camino preguntó:

- Oiga, señor, ¿no se enojará su esposa al ver llegar a alguien como yo y que se siente a la mesa a comer?.

- Probablemente sí -contestó el rico-, pero valdrá la pena. Tengo interés en que vea en que se convierte un hombre que no bebe, no fuma, no juega, no baila, ni sale con putas.

Por si las moscas

Un granjero demandó a una empresa de autobuses por las lesiones que sufrió en un accidente.

En el juicio, el abogado de la empresa le pregunta:

- ¿Acaso no le dijo usted "estoy muy bien", al policía que lo auxilió?

- Déjeme explicarle lo que pasó. Yo llevaba a mi yegua en el remolque de la camioneta...

- ¡No le pedí detalles, limítese a responder la pregunta! ¿Le dijo usted, sí o no, que estaba muy bien al policía que le ayudó?

- Como le venía diciendo, llevaba a mi yegua en el remolque de la camioneta y de pronto apareció un autobús de su empresa...

- ¡Señor juez, estoy tratando de demostrar que esta persona le dijo que estaba muy bien a un policía, inmediatamente después del accidente! Ahora después de varias semanas, él demanda a mi cliente y eso se llama fraude. ¡Por favor, dígale que responda a la pregunta!

El juez le explica al abogado que está interesado en escuchar la historia completa del granjero y le pide a éste que continúe.

- Pues yo llevaba a mi yegua en el remolque de la camioneta y de pronto, en un cruce, me topé con un autobús que se saltó la señal de stop y me estrelló de lado. Yo quedé paralizado por el golpe y la impresión, pero escuchaba que mi yegua gemía como loca, presa del dolor. Unos minutos después, llegó la patrulla de policía y un agente se bajó y, alarmado por los gemidos de mi yegua, se dirigió primero a ella. El policía la examinó y finalmente sacó su arma y le pegó un tiro en medio de los ojos. Luego, vino hasta mí y me dijo: "Su yegua estaba muy mal y tuve que pegarle un tiro para que no sufriera, ¿usted cómo se siente?"

Nada de supersticiones

Un ladrón le grita a otro, en medio de un asalto:

- ¡Viene la policía!

- ¿Y ahora qué hacemos?

- ¡Saltemos por la ventana!

- ¡Pero si estamos en el piso 13!

- ¡Este no es momento para supersticiones!

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 13-11-2006