Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año IX

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Noviembre 2006. Nº 80

LAS FRASES DEL MES:

Los tronos de los reyes no podrían sostenerse sin corrupción, pues la eficacia, la seguridad y el tesón que la virtud infunde en las personas son un constante engorro para los asuntos públicos.

Jonathan Swift

Hay dos maneras de conseguir la felicidad: una, hacerse el idiota; otra, serlo.

E. Jardiel Poncela

Vivir en España

En cierta ocasión, un caballero llamó a la puerta de un convento.

- ¿Vive aquí el padre Julián? -preguntó al hermano portero-.

Éste, con aire ausente contestó:

- Mire vuestra merced, aquí vivir, lo que se dice vivir, sólo vive el padre prior, los demás moramos o habitamos.

Si ustedes nos preguntan si vivimos en España, les tendremos que responder: aquí vivir, lo que se dice vivir, sólo viven los políticos, los liberados sindicales, los profesionales que eluden todo tipo de impuestos y un sinfín de sinvergüenzas, los demás moramos..."

- "Pues en España no se vive mal, y si no que les pregunten a todos los que eligen nuestro país como destino, arriesgando incluso sus vidas"-dirán ustedes creyéndose cargados de razón-.

Ciertamente mirando así las cosas, vivimos mejor que en muchos de los países esquilmados, en tiempos pretéritos, por desalmados de toda calaña de los llamados países civilizados, incluyendo algunos de nuestros compatriotas. Pero si nos comparamos con algunos de nuestros vecinos de la Unión Europea, el panorama cambia radicalmente.

Los combustibles cuestan igual que en Francia o Alemania, un café en un bar de lujo incluso menos, nos dicen nuestros gobernantes, independientemente del color político. Ahora bien, callan alevosamente el nivel salarial correspondiente y las prestaciones sociales, amén de los servicios; no hablemos de las pensiones. Ellos no dudan en subirse los sueldos todos los años, para ponerlos a nivel europeo, para los demás la harina es de otro costal. "Debemos apretarnos el cinturón en aras del crecimiento", añaden, desatando sonrisas cómplices en empresarios sin escrúpulos; esos que se pasean en coches de lujo extremo y no dudan en pagar comisiones millonarias para conseguir recalificaciones y subvenciones públicas. ¡Mientras no los pillen! Y si los pillan, tras unas cortas vacaciones pagadas con el dinero de nuestros impuestos, a vivir de lo robado, previamente depositado en algún paraíso fiscal.

Si usted es asalariado, peor aún, asalariado público, le pedirán todo tipo de informes anuales y le someterán a todo tipo de controles sobre la calidad de su trabajo, para subirle anualmente una cantidad inferior al aumento del coste de la vida; y todo ello con la complicidad de los representantes sindicales. Se libran algunos, como los jueces, a los cuales nadie controla. Obviamente, en manos de los jueces algún día pueden caer políticos y sindicalistas, mejor tenerlos contentos, no vaya a ser... A ese respecto, viene a cuento la historieta de aquel ministro de Educación en gira por los centros escolares, incluyendo los instalados en centros penitenciarios. Tras el viaje, llama a su subsecretario y le dice:

- He visto que las cárceles están faltas de muchas infraestructuras, no sólo educativas, sino para recreo y solaz de los presos. En los presupuestos del próximo año debemos dedicar casi todas las partidas a la atención de los reclusos.

- ¿Y para los colegios no? –pregunta el subordinado.

El ministro, dibujando una sonrisa, responde:

- ¿Tú piensas volver alguna vez al colegio?

Puestos a tomárnoslo a risa, recodemos la anécdota, ficticia por supuesto, de aquel ministro de Fomento en visita a Alemania. Su colega alemán le invita a cenar a su mansión; una espléndida casa, aunque sin mucho lujo. El español dice:

- Por lo que sé, tu sueldo como ministro es muy parecido al mío, entonces esta casa, ¿la heredaste o es producto de un matrimonio afortunado?

El teutón, señala al horizonte y responde:

- ¿Ves aquella autopista que corre junto al río?

- Sí –contesta el español-. Por cierto, es mucho mejor que las construidas en mi país.

- Pues parte del presupuesto ha ido a para a esta mansión que admiras –respondió el germano.

Tras un par de años, el ministro alemán visita España y su colega corresponde con una invitación personal. Entra en una casa que ¡vayan ustedes a reírse de los palacios de los cuentos! Mejor obviamos su descripción para no cansarles. Intrigado exclama:

- ¡¿No decías que mi casa era demasiado para nuestro sueldo de burócratas públicos?! Pues esta mansión cuesta, al menos, cien veces más.

El español, casi sin poder reprimir una carcajada, responde, señalando a lo lejos:

- ¿Tú ves la autopista que pasa por la ladera de aquella colina?

- Yo no veo ninguna autopista.

- Natural, el presupuesto completo ha ido a parar a esta mansión que admiras.

Se han preguntado ustedes, seriamente, el porqué del aumento feroz de los precios de la vivienda española. La respuesta es fácil. Imagínense los muchos millones de euros de las "mordidas" de los ediles y sus correspondientes intermediarios.

¿Y qué nos dicen de lo barato que es delinquir en España? Debemos aclarar que, si usted es un ciudadano honrado reconocido, ¡ni se le ocurra robar una gallina, aunque sea para dar de comer a sus hijos! Nos estamos refiriendo a los delincuentes habituales. Somos el paraíso de todas las mafias del planeta. Pruebe, además, a defender su vida o la de su familia, en un asalto a mano armada a su morada. Los ladrones tendrán todos los derechos reconocidos -y por reconocer en sociedades futuras-, pero usted, si ha tenido la mala suerte de tocar un pelo de los asaltantes, se las verá con la Justicia y sobre sus espaldas caerá todo su peso.

Y lo peor de todo es la aquiescencia del españolito de a pie. ¿Que llega el euro y nos duplican los precios? Nos callamos. ¿Que nos suben la gasolina cuando sube el petróleo y, después, cuando éste reduce drásticamente los precios, no vemos la contrapartida? Miramos hacia otro lado silbando. ¿Que pagamos más impuestos que nuestros vecinos, sin ver ni saber dónde se invierten? Echamos la culpa a la cantidad de inmigrantes que sangran los servicios sociales. ¿Que, en la práctica, nos rebajan los sueldos todos los años? Observamos al vecino y, si éste tiene un coche peor que el nuestro, rebosamos de felicidad: "Con un poco de suerte, en unos meses, éste se va al paro".

Sabemos que en EE.UU. los ciudadanos están muy contentos con el sistema porque cualquier mindundi, a poco que se lo proponga y haga los méritos correspondientes, puede llegar a presidente de la nación. ¿Y en España? Está claro, todos los honrados piensan que, alguna vez, les puede tocar una primitiva millonaria. Los menos virtuosos se contentan con llegar a participar del tráfico nacional de las "bolsas de basura" o los maletines millonarios, lo cual es más fácil. Además, con la llegada del Euro, los volúmenes de los correspondientes paquetes se han reducido drásticamente y son más escamoteables.

Nuestros hijos no pueden acudir tranquilos a la escuela, porque algún desalmado le hará la vida imposible. Hay zonas del país donde hablar la lengua oficial del reino está penado hasta por Ley Autonómica. Hay otras zonas en las que opinar libremente está penado con la muerte, políticos cómplices aparte. Salir a dar un paseo nocturno es más peligroso que imitar a Ángel Cristo y encerrarse en una jaula llena de leones. Nuestros biznietos quizás terminen de pagar la hipoteca que les hemos dejado en herencia; la casa correspondiente, por supuesto, se la habrá comido la Hacienda Publica en impuestos de transmisión.

¿De verdad piensan que se vive bien en España?

"Y el sol, qué nos dice usted del sol? ¡Si hasta los suecos se vienen a tostar aquí"! – opinan los más optimistas. Pues resulta que este sol que nos ha hecho famosos, es una maldición. La fórmula sol permanente y radiante = sequía persistente es, en la actualidad, una maldición. Habida cuenta que, para contentar a los muchos ricos pululantes por nuestra amada piel de toro, debemos gastar ingentes cantidades de agua para regar los muchos campos de golf construidos -hasta tres se cuentan en algunas poblaciones costeras de menos de mil habitantes-, el sol español resulta incompatible con nuestras "necesidades sociales". Tras muchos años de penuria, los españoles habíamos aprendido a ducharnos casi a diario, para no oler a sobaquina, y a tirar de la cadena del WC a cada uso y héteme aquí que viene una ministra y nos limita el agua a una cantidad, probablemente, inferior a la dotación obligada en los buques de pasajeros; el resto a pagarla a millón, al fin y al cabo de algún sitio debe salir el dinero de su sueldo europeo. Por otra parte, vayan ustedes a convencer a los santos sacados en procesión de que la lluvia sólo debe caer por la noche y debe seguir luciendo el sol español durante el día. Es más, si llueve mucho, imaginamos no se juega al golf, ¿O sí?

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 19-10-2007