Jesús Miguel Sáez González
Fue en el puerto, síntesis
De hecho, la lengua de gato habló, largo y tendido, según su costumbre, a lametazos,
sorbiendo el último reposo de café aguado y frío, sin sustancia humana, pero ávida,
tras degustar restos de pescado cantábrico, despojado por una gaviota, a cada paso, en su
vuelo suspendido y procaz, que recorre latitud norte sur. La sensualidad de un beso
en el puerto de las desdichas, allí los amantes maragatos se arañan, bajo la turbia
corredera de una tarde de verano, que renuncia a perecer, atrapada entre las redes que
tejen las mujeres en día de luto, sentadas en corrillos, cantando el zumbido de un
silencio sepulcral, como su sedal entristecido.
Filosofías
Cierto día, iba un filósofo paseando con su pequeño perro -tras el paseo, para
premiar su compañía, le daba un pedazo de carne-. Ese día, de repente, salieron grandes
monstruos, con grandes e impenetrables fauces, voraces y carniceros -daban miedo-. Se
abalanzaron sobre la comida y, también, sobre el pequeño can. El filósofo se quedó
observando. Tras despedazar la pieza, de todo ese tumulto creado salió el pequeño canino
relamiéndose, a pesar de todo era él, y sólo él, el que más había comido. Esto para
mi es la corrupción. Por cierto, esta historia la cuenta, creo yo, mucho mejor, Graves en
"Yo Claudio".
Sobre Matemáticas y otros saberes
Cierto día, un viajante se acercó a un barquero -éste último llevaba pasajeros de
un lado a otro, de orilla a orilla-. En el transcurso del viaje, mientras el barquero
remaba. el pasajero dijo:
- ¿Sabe usted de Filosofía?
A lo que el barquero contestó:
- No.
- La Filosofía es la ciencia del pensamiento.
Más tarde:
- ¿Sabe de Matemáticas?
- No.
- Es la ciencia de los números. ¿Sabe de Historia?
- No.
- Es la ciencia que estudia el transcurrir del hombre en el tiempo...
El cielo se cubrió, comenzó a llover; hubo truenos y relámpagos y la mar se puso
brava. Cayó un rayo sobre la barca y la partió. Ambos se precipitaron al mar, barquero y
viajante. El remero nadó y se agarró a una tabla, el viajero se hundió...
Este relato no sé si es mío, yo lo cuento así, aunque creo que ya
existe, no lo sé.
Nuestro futuro
Las ciudades se construyen como falos, perdiendo éstas su condición femenina, la
belleza; puro machismo capitalino y económico. La armonía desaparece para trasformarse
en mundos inertes, en espacios Blade Runner. El futuro ha llegado. Tenía razón
Philip K Dick. Siembra la anestesia su condición, el ser humano ha desaparecido, cercano
el desierto y la desesperación desesperanzada. El peligro ha pasado, viva la ociosidad. Y
Sócrates, suspirando en algún texto, el hombre tiende hacia el ocio, no a la ociosidad.
Sueños
Justo aquí, soñé mal esta noche pasajera; entre dientes. El taconeo de las voces
punteando las migajas y el sinsentido. ¡OH, sí!, me acuerdo perfectamente de lo
inconexo, cuando culmina en fiebres sofocantes, y del alarido misericorde con la garganta
seca, a punto de morir, zumbando por el laberinto ciclópeo del grillo en su conciencia;
repitiéndose, versiculeando.
José O. Colón Ruiz
Por invitación de un amigo nuestro, escritor y cineasta, organizamos un grupo y nos
fuimos a una velada lírica de prosa y poesía en Conneticut. Llegamos como a las once y
media de la mañana.
Su casa estaba ubicada cerca de una entrada a una carretera estatal, en una callecita
embreada a la que daba el patio de la casa. Un árbol frondoso al frente nos hizo recordar
las típicas casas de madera de los campos de nuestro país.
Encontramos al poeta amigo nuestro, descansando en una hamaca de hilo, meciéndose como
si estuviera tomando una siesta a lo que nosotros llegábamos. Se levantó y nos dio los
buenos días con una cara llena de amor y amistad. Nos mandó a pasar para conocer a su
esposa, más joven que él. Sobre la mesa había una computadora estilo "bulto".
Androide, que me acompaña a todas partes, me dijo:
- Mire, Amo, esa computadora es como la que usted necesita para escribir
las experiencias de estos viajes.
- Yo estaba esperando que en la escuela me suministraran una.
- Amo, usted sí es...
- Espera, buen amigo, yo voy a comprar una para completar nuestro equipo de
computadoras.
- Oiga, antes de que empiece la velada, cuénteme cómo empezó todo este
invento de las computadoras.
- Pero si tú tienes la información en tu sistema.
- Es que quiero completarla.
- Bien, todo empezó por allá, por el año 1614. John Napier, inventó los
logaritmos, lo cual simplificó la multiplicación y la división. De estas tablas se
sirvieron Kepler y Laplace para desarrollar sus teorías y hasta el mismo Newton. Y, así,
fue naciendo la cibernética moderna.
- ¿Qué es cibernética, Amo?
- En realidad cibernética es la ciencia que estudia el funcionamiento de
las conexiones nerviosas en los seres vivos. Por lo tanto, al arte de construir y manejar
aparatos y máquinas que, por procedimientos electrónicos, pueden efectuar cálculos
complicados automáticamente, se le conoce como cibernética.
- Amo, hoy día es como si pensaran.
- No tanto, buen amigo... Déjame terminar. En realidad, se podría
señalar como antecedente de la máquina de calcular moderna, la computadora, la
construida por Caharles Babbage, que presentó dos versiones, una primera llamada, aparato
diferencial y una segunda a la que llamó aparato analítico y que era una verdadera
computadora, capaz de realizar largas series de cálculos que imprimía sobre papel.
Babbage logró un gran invento, porque su esquema o modelo fue la base para crear
computadoras posteriores y el fundamento de su programación, porque sugirió que las
instrucciones se le dieran a la máquina en forma de fichas perforadas, tal como se hacía
hasta hace poco. De acuerdo con sus directrices, Aiken en 1944, amparado por la compañía
IBM, construyó la máquina ASCC, totalmente automática y movida por electricidad.
- ¡La cibernética en marcha, Amo!
- Déjame terminar... El primer computador de categoría electrónica usó,
en sus comienzos, válvulas electrónicas. Luego, su continuo desarrollo no se ha hecho
esperar.
- Amo, la aportación de su siglo XX fue incalculable.
- Y lo que nos espera en el XXI, especialmente, con los viajes a otros
planetas... Mi querido Androide, otro día podré contarte más.
- ¡Amo, Amo! Ya empezó la tertulia. Aquí tiene el poema que va a leer.
Aquel día los poetas residentes en New York nos fuimos al Centro Cultural, donde
compartimos nuestra poesía con los poetas y los amantes de las letras de Connecticut, y
pasamos una jornada maravillosa.