Chistes malos
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico. Año IX

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Febrero 2007. Nº 82

Seis chistes malos, seis... y uno de propina, muy cortito

Sigfrido del Alce

Algo obvio

La tarde de la noche de bodas, la hija le pregunta a la madre:

- Mamá, ¿podrías enseñarme a mantener satisfecho a mi marido?

- Pues, hija -le contesta la señora, un poco ruborizada- resulta que, cuando dos personas se quieren, hacer el amor es el acto más maravilloso del mundo y...

- Mamá, ya sé hacer el amor... lo que necesito aprender es a hacer paellas.

Una historia triste

Un periodista llega a un paraje montañoso para hacer unreportaje sobre la vida del lugar. Aborda a uno de los aldeanos y le dice:

- Por favor, cuénteme algo anecdótico de esta región.

El aldeano comienza:

- Una vez se perdió una cabra de nuestro rebaño, y como es la costumbre, nos reunimos todos los de la aldea, bebimos unas cuantas botellas de vino y salimos juntos a buscarla al monte. Cuando la encontramos, como es la costumbre, volvimos a beber y uno por uno hizo sexo con la cabra...

El periodista interrumpe:

- Oiga, este reportaje será publico. Mire, mejor me cuenta algo alegre de la región.

- Bien, una vez se perdió en el monte la mujer de un vecino y, como es la costumbre, todos bebimos y salimos en su búsqueda. Al encontrarla, como es la costumbre, bebimos y cada uno practicó sexo con ella.

El periodista no soportó más y con el fin de evadir ese tema, le dijo al aldeano:

- Mire, mejor cuénteme algo triste.

El aldeano, limpiándose una lagrima que comenzaba a salir de sus ojos, continuó:

- Una vez yo me perdí en el monte...

Cosas del matrimonio

Después de medio siglo de matrimonio, muere el esposo y, al poco tiempo, también la esposa. Ambos van al cielo.

En el cielo, ella encuentra al marido y corre hasta él y le dice:

- ¡Queriiiiiidoooooo! ¡Qué bueno encontrarte!

Y él responde:

- ¡¡¡No me vengas con monsergas!!! El contrato fue clarito: ¡¡¡Hasta que la muerte nos separe¡¡¡

El robo

Hubo un robo en una joyería. Llegó la policía y encontró las ventanas rotas y a un viejo mendigo cerca de la puerta. Los policías se dijeron:

- ¡Éste es el ladrón! Llevémoslo a la pileta del parque para que confiese.

Lo llevaron y le metieron de cabeza dentro del estanque. Al sacarlo le preguntaron:

- ¿Dónde están las joyas?

El viejito no contestó nada, entonces le volvieron a meter la cabeza, esta vez durante más tiempo. Al sacarlo de nuevo:

- ¿Dónde están las joyas?

Nada contestó el mendigo y lo sumergieron entero, hasta que el viejecito levantó una mano.

- ¡Ya va a hablar!

Lo sacaron y le preguntaron otra vez:

- A ver, ¿Dónde están las joyas? ¿Qué tiene que decir?

El mendigo, empapado y medio ahogado, contestó:

- Llamen ustedes a un buzo, porque yo no veo nada en el estanque.

De pesca...

Una pareja se fue de vacaciones a una laguna donde se podía pescar, aunque sólo en ciertas zonas.

Al esposo le gustaba pescar al amanecer y a su mujer le encantaba leer.

Una mañana, el esposo volvió después de varias horas de pesca y decidió tumbarse y dormir una pequeña siesta. Aunque no estaba familiarizada con el lago, la esposa decidió salir a pasear en el bote. Remó una pequeña distancia, ancló el bote y retomó la lectura de su libro. Al poco rato apareció el guarda en su barca, llamó la atención de la mujer y le dijo:

- Buenos días, señora... ¿qué esta haciendo?

- Leyendo - respondió ella, pensando "¿Es que acaso no es obvio?"

- Se encuentra en un área de pesca restringida.

- ¡Pero si no estoy pescando! ¿No lo ve?

- Sí, pero tiene todo el equipo. Tendré que llevarla conmigo y ponerle una multa.

- Si usted hace eso, ¡lo denunciaré por violación! -dijo la mujer indignada.

- ¡Pero si ni siquiera la he tocado...!

- Sí, ¡pero tiene todo el equipo!

La confesión de Otegui

Arnaldo Otegi va a la iglesia de su pueblo y le dice al cura:

- Padre, quiero confesarme.

- Claro, hijo, ¿cuál es tu nombre?

- Arnaldo Otegi, padre.

- ¡Ah! El de Batasuna. Mira hijo, tu caso es superior a mí. Mejor vete al Obispado a confesar.

Se va Otegi al Obispado y le dice al obispo que se quiere confesar.

- Claro, hijo, ¿cómo te llamas?

- Arnaldo Otegi.

- ¿El batasuno? No, hijo, yo no puedo confesarte porque tus pecados son muy graves. Mejor vete al Vaticano.

Llega Otegi al Vaticano y le dice al Papa:

- Su Santidad, quiero confesarme.

- Claro, hijo mío, ¿cómo te llamas?

- Arnaldo Otegi.

- ¿El de Batasuna?

- Sí.

- ¡Uy, uy, uy, hijito, tú eres difícil hasta para mí! Mira, aquí en un costado del Vaticano hay una capilla. Mejor ve ahí. En esa capilla, hay una cruz gigante. Solamente allí te vas a poder confesar, directamente con el Señor.

Otegi llega a la capilla y frente a la cruz dice:

- Señor, vengo a confesarme.

Y Jesús le contesta:

- Claro, hijo. ¿Tú eres Arnaldo Otegi el dirigente de Batasuna?

- Así es, Señor.

- Hijo mío..., solamente da gracias.

Otegi extrañado le pregunta:

- ¿Gracias? Pero... ¿gracias por qué?

- Mira, dale gracias a los romanos que me clavaron en la cruz, porque si no, bajaba y...

Propina: Uno de vascos

- Patxi, ¿te das cuenta que estamos discutiendo pudiendo arreglar esto a hostias?

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 20-02-2007