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Erase una vez

Jesús Miguel Sáez González, crítico de cine.

miguelescine@hotmail.com

INLAND EMPIRE de David Lynch

En el fondo nuestra mente, una y mil veces alojada de compartimentos extraños, inconscientemente subvertidos, recorridos por líneas subterráneas, hasta temerosas, cuando no frágiles, como Alice, dialogando con personajes deformados, hasta esperpénticos, que se desdoblan, circulando por este laberinto de Oz, urdido por la burla del desconcierto y la subversión. La ironía becketiana de unos conejillos imposibles, posiblemente abstractos, conviviendo en un espacio también imposible; nos esperan pacientemente.

Ahora, viajamos por el laberinto; pasillos sobre espacios teatrales, que se bifurcan hasta la extenuación o por el contrario se interrelacionan, mintiéndose de todas formas si no hay salida y si las historias son posibles o sólo probables por el azar inquietante, que no dista del suspense metódico, ese afán sólo de digresiones, donde se alteran los espacios y los tiempos, y se repiten los hechos una y otra vez como un estribillo; quizás a cuenta gotas, para hipnotizarnos de nuestro sueño inconexo, pero de realidades, al fin al cabo tamizadas, que doblegan las líneas narrativas con toda certeza, despojándose de significado, estableciéndose definitivamente en la abstracción y la surealidad de lo visual. Surealidad que un día un diosecillo malévolamente grabó en vídeo, utilizando como soporte el vídeo digital (Sony pd-150) para un guión abierto y caprichoso que se escinde por estupidez, o por virtud de mirar estos tiempos subyacentes, anodinos, seguros de inseguridad, ante el dolor y el miedo hacia el otro. Y el olvido asesino de una inocente juventud; que aún se evoca tan sólo en nuestro recuerdo, con su risa, provocación, bailando la melodía de la decepción más crepuscular. No lejos, Hooper nos vigila, dentro de una pantalla catódica, que amamanta una cultura y susurro, que danza.

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HONOR DE CAVALLERIA de Albert Serra

A partir de El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes, el propio realizador, junto a Jimmy Gimferrer y Montse Triola, apuestan por escribir un relato ensoñativo, a la vez que introspectivo de tempos muertos y largos planos secuencia, rescatando no sólo el texto en sí, para una adaptación meramente no convencional, sino el espíritu que subyace a la obra cervantina. Por lo que se perfila como una apuesta radical, a la vez minimalista, que enlaza con la filmografía, de este hasta ahora desconocido autor, de claras influencias bressonianas.

Sigue caracterizándose, al igual que en la novela, su estructura de viaje o road movie; y dentro de ésta su talante un tanto episódico. Pero su fin se antoja errático, por esos parajes abiertos del Ampurdán, hasta onírico, cuando menos metafísico (sin duda las interpretaciones de Lluis Carbó y Lluis Serra, que no se ajustan ni siquiera a un guión previo, sino a la más pura improvisación, subrayan perfectamente esta idea), trastocando el mito no sólo del Quijote y Sancho, sino el propio concepto de la aventura (el uno ensoñativo, descreído de la vida finalmente, pero orgulloso de vivir en un mundo de ficción, religioso hasta el misticismo vivido de un más allá ajeno al mundo; el otro, por el contario, simplón, más que eso débil, pero fiel sin comprender a su señor, servil siempre).

Nota: Sabemos que hoy caballería se escribe con b, pero el en época de Cervantes se hacía con v. El título original de la cinta reza de esta forma: Honor de Cavallería; y así se ha escrito.

La memoria es una virtud, la virtud una necesidad

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LLACH; LA REVOLTA PERMANENT de Lluís Danés

El 3 de Marzo de 1976, en el transcurso de una asamblea de trabajadores en el interior de la Iglesia de San Francisco, en Vitoria; la policía carga con inusitada violencia, incluso con la fuerza de las armas, contra la reunión, primeramente utilizando gases lacrimógenos contra el interior, tras haber acordonado la zona, para más tarde reprimir. El hecho se saldó con cinco muertos por heridas de bala y numerosos heridos.

Este acontecimiento, suficientemente bien documentado y narrado cronológicamente, a través de imágenes de archivo, archivo sonoro de la policía, prensa, imágenes de los telediarios, ruedas de prensa a posteriori (declaraciones de Fraga como ministro de la Gobernación, conviven con los testimonios de familiares; y la declaración además del único miembro de gobernación que comparece, Martín Villa, corre en paralelo pues, gracias a un ágil montaje de Roger Gispert, con la biografía musical de Lluis Llach, testigo compromisario de aquel tiempo oscuro, y que con su composición dio voz. Ahora se evoca, treinta años más tarde, bajo la mirada de los sobrevivientes, contribuyendo con Campanadas a morts; bella composición del cantautor, que recuerda el hecho, a revindicar la memoria, tan necesaria, donde surge la emoción.

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DAS LEBEN DER ANDEREU de Florian Henckel Von Donnersmarck

Desde sus inicios, ya nos encontramos ante una película poderosa; esa presentación contundente, que define perfectamente una sociedad, la de la antigua Alemania del Este y su comportamiento coactivo sobre sus conciudadanos (gracias a un montaje en paralelo, se nos muestra un interrogatorio, de los muchos que efectuaba la Stasi, al tiempo que sirve de ejemplo para una de las muchas clases que se imparten, preparatorias para futuros agentes).

Poco a poco, el argumento se va abriendo a otra líneas y otros personajes, perfectamente bien definidos; sin abandonar esa idea central, trenzando paso a paso las piezas de un complejo puzzle cosido con un hilo dramático muy fino, siempre in crescendo, desesperante, al tiempo desesperanzado, sobre una sociedad hermética, terrorífica, sobre ciudadanos que delatan, agentes que se redimen, intelectuales humillados, otros colaboracionistas. Un estado que cercena definitivamente la libertad individual y colectiva de sus ciudadanos; también sobre el amor consumido.

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MARIA ANTONIETA de Sofía Coppola

La historia reinterpretada dentro de la historia; de hecho se parte de una novela de Antonia Frase, the journey, adaptada por la propia realizadora. Liberando por fin los rígidos corsets del género histórico, sin por ello renunciar a toda verosimilitud de espacio tiempo (cinta rodada en el propio Palacio de Versalles), a través de unos diálogos abiertos, bien definidos que, sin querer, evocan un mundo hedonista; paralelos mundos que se actualizan mediante la revisitación: el de la Francia versallesca del XVIII y el mundo de hoy

Y esa reina Antonieta, eternamente adolescente, pero etérea, atrapada y vilipendiada a partes iguales por su condición extranjera. Un rigor social político y de conveniencia educativa instruccional, ya de ambiente y herencia familiar y de estado, donde las contradicciones son posibles y se subliman como un cuchicheo susurrante siempre. Y bajo la mirada de sus ojos, descubriendo ese islote superfluo de la corte, sumido en el placer por el placer, y dentro de este todo un microcosmos de poder, casi no percibido, sublimado por la impotencia de la lujuria, que viene a ser acurrucado por las pasiones y los sentimientos frágiles, pero al mismo tiempo ensoñativos (como esos planos donde la naturaleza convive, bien iluminados alegremente por Lance Acord, anulando todo barroquismo acartonado, secundados por una preciosista decorado de Veronique Meleri y una banda sonora que subraya, y de manera atrevida, un tanto los estados de ánimo de los personajes; selección de Brian Reitzel apostando por composiciones de grupos como Strokes, Cure o New Order, caracterizados de forma idónea gracias al vestuario de Milena Canonero); que no huyen del confort; sino que se aclimatan a él con fragilidad evasiva, cuando los placeres se desbordan y lo cubren todo hasta la tragedia esdrújula a posteriori, que quiebra ese mundo feliz, hacia la revolución necesaria.

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