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Retazos

Jesús Miguel Sáez González

Del arte

¡Qué hacer!, la duda tantas veces me asalta; tiempo después, breve, quizás, desde la última percepción; sin querer, me interrogo. La verdadera aventura no concluye el viaje, sino se inicia; aquí, entre esos pensamientos, más bien ideas primigenias asimiladas, inconexas, con toda seguridad, que van hilándose poco a poco. De éstas, algunas van concatenándose, se sobreponen otras, las demás se interrelacionan, hasta constituir un corpus, no definitivo, provisional siempre, que se construye; en la cuneta dispersando lo innecesario, y vuelta a empezar, una y otra vez. El problema es la sustancia; los materiales, su posible solución, y entre ambas, el espíritu torturado; en ocasiones.

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On the air

De entre aquellos viejos ecos, hoy recuerdo; más lo entiendo. La perspectiva del tiempo no es tan extraña, pero sí surge con su capacidad anecdótica en reformular una historia nueva, nacida, pero ahora narrada con dulzor, no tan primorosa puede, pero igualmente certera; si ha de contarse; como digo.

Estoy pensando en unos años atrás, en el camino recorrido, y las anécdotas que de mi boca circularon, entonces yo conversaba con un micrófono, al aire; encerrado en una pecera, que no me trastornaba. Sobre la mesa mi reloj de muñeca, mi cuenta kilómetros, adorado por las pausas y los silencios que salían con mi voz, como el humo que se expande al tiempo que se contrae y lo llena todo; era la radio, imaginativa pero sutil, comunicando sin guión, versiculeando, más, seduciendo.

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Sobre el tío Vania

Esencialmente, puso su acento en sentido epistolar; sobre el escritorio la pluma y la virtud del descanso. Su tinta aún fresca, acostada; atrás quedó el doliente pulso del temblor. A pie de página la tenencia de unas notas, en cierta manera una posdata, sin atributos, sincera, firme en su rúbrica, sin embargo. El pensamiento es indicio, nunca. El tio Vania lo sabe. Se detuvo el tiempo, el aroma de un cigarrillo pulúa, la llanura espesa, de par en par el viento, susurrando está el grillo, en el quicio una ventana, de par en par, es verano.

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¡Ay, sociedad!

No sé si creer a pies juntillas aquello que leí, en cierta ocasión, a una socióloga londinense: según un estudio, vivíamos en una sociedad medievalista en el fondo. No sé si ser tan apocalíptico, pero es que la historia, con matices, se repite. Guerra de Religiones (más bien de mercado), ultraconservadurismo, democracias con cierto tufillo, amnesia, colesterol mental, clases sociales diezmadas por la globalización en este caso, medios al servicio del poder (fascismos televisivos, sólo con oír algunas tertulias y algunos contertulios; para poner la excusa de la diversidad, no la encuentro; y, sobre todo, si hacemos memoria de dónde estaban en el 77, hay que desmitificar un poco la Transición, como la llamada Movida); retrocesos sin igual...

Desde hace tiempo y por experiencia, asocio el comportamiento de mi ciudad, por lo menos buena parte de ese microcosmos, a aquella famosa película de Fellini: Los inútiles. Muchos de ellos, cuyos comportamientos rozaban la delincuencia, hoy son señores de bien, y a estos pijos aparte, como decía Marsé, todo se les perdona (ellos-as). Por cierto, no sé que sacrificios han hecho, sino el mandoble y la seguridad de Papá. Por cierto, no les tengo envidia, faltaría más. Aunque me enamoré de una pija, perdidamente, mi ex; afortunadamente no estoy casado.

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Paleto, la bioenergía

José O. Colón Ruiz

- Buen Amigo, hace unas semanas ha salido, en la prensa, que ya se está trabajando en la producción de una nueva forma de energía conocida como bioenergía...

Y Paleto, que había llegado a mí un poco tarde, me contesta:

- Oiga Amo, todavía no se ha terminado de perfeccionar la energía solar, y ya están haciendo inventos con las plantas.

- Buen amigo, como te he dicho siempre, el petróleo no nos va a durar para siempre, y ya que necesitamos cada día más energía, por los cambios en el globo terráqueo, es bueno que nos vayamos preparando.

- Claro, y así ahorramos el petróleo. Además en guerra avisada no debe morir gente. Pero, explíqueme, Amo.

- Bueno déjame explicarte algo sobre lo que he leído y he investigado en Internet... Sabemos que el metabolismo de las plantas produce energía, respuesta natural, como una reacción al proceso de metabolismo que protege los tejidos de la falta de oxígeno...

- Esta energía debe estar almacenada en las plantas, ¿verdad?

- Si buen Amigo,"Biocrost Energie". Déjame explicarte. Esta energía se puede atrapar y convertirla en electricidad, calor o vapor. En otras palabras, es un combustible.

- Siga, Amo, siga, ¿Cómo?

- Bueno, déjame , ordenar mis ideas. Esta Energía, se puede obtener de residuos de las plantas, tales como nueces, y otros residuos agrícolas(CHP). Éstos se pueden combinar para producir bioenergía. El proyecto Landfil de gas es un ejemplo de ello. Se ha desarrollado, mayormente, de desperdicios de animales salvajes, para llevarlo a la comercialización. En fin, ya se está produciendo combustible bioquímico.

- Amo no me gusta eso de usarnos a nosotros para producir energía.

Ese día, como noté que Paleto estaba de mal humor, me lo llevé a una finca vecina, donde había buena hierba. Así pudo olvidar todo lo de la bioenergía química.

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