Editorial
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico. Año X

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Diciembre 2007 - Enero 2008. Nº 91

LAS FRASES DEL MES:

Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo, porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura.

Antonio Machado

En cualquier época, los ejemplares más viles del género humano se dan entre los demagogos.

Thomas B. Macaulay

Algunas preguntas sin respuesta... racional

Cuando un político hace demagogia –desgraciadamente los políticos actuales son muy propensos a tan malas artes-, algo grave se cuece en el país que gobierna o pretende administrar; por lo general, una debacle electoral. Cuando el pueblo acepta calladamente el engaño y la argucia, algo peor se ha cocido ya, probablemente sin remedio.

Al parecer, tras siglos de enrevesada historia plagada de traiciones, egoísmos, envidias y demás pecados derivados del orgullo de los españoles, España sigue siendo una entelequia en la que sólo creen algunos nostálgicos, a los que hoy, normalmente, se tilda de fascistas o cosas peores. Pero no se confunda el lector, ni siquiera estamos hablando de la tendencia al separatismo o de la ambición regionalista (el esto es mío y lo de los demás también), aludimos a la tendencia hispana, muy arraigada, de importarnos rábanos, pepinos, bledos y demás hortalizas los problemas de la sociedad en que vivimos y de importarnos pitos, carajos y demás sinónimos sexuales la verdad. Tales maneras y usanzas son aprovechadas por la clase política para hacer carrera ¡y qué carrera!

Entonces, llegan nuestros gobernantes y se sirven de la verborrea, en un intento de dar respuestas inverosímiles a nuestros sinsabores, sin rubor alguno, sin empacho, sin sentirse ridículos ante la desfachatez extrema, tratando a la audiencia de ignorante supina. Y, a la sazón, se nos ocurren un sinfín de preguntas.

Estos políticos:

¿Son desaprensivos o se lo hacen?

¿Son inconscientes de nacimiento o han alcanzado esta magnificencia con el ejercicio del poder?

¿Son patrañeros compulsivos o se trata de una pose de autodefensa para ocultar debilidades incurables?

¿Están faltos de materia gris o piensan que sus gobernados son subnormales?

¿Se creen las mentiras que nos cuentan o simplemente pretenden que nos las creamos los ciudadanos de a pie?

¿Pretenden hacer un país fundado en sus argumentos o sólo desean gobernar cuantos más años mejor? (Al fin y al cabo todos ellos se aumentan sistemáticamente sus sueldos muy por encima de la media nacional; ¡un chollo tener un carguito!, el que sea, además, sin tener que rendir cuentas de errores y horrores).

¿Tienen, de verdad, consejeros que los orientan o es una leyenda urbana más? (Quizás los tengan, pero sólo para pagar servicios prestados previamente).

¿Duermen por la noches plácidamente, sin pesadillas, o sólo consiguen conciliar el sueño tras ingerir una buena dosis de somníferos? (Igual que a los deportistas se les hacen controles antidoping, deberían los políticos someterse a exámenes parecidos; sólo así sabríamos parte de la verdad).

Hay muchas más preguntas, pero las anteriores bastan para hacerse una idea.

Siempre han pensado, aquellos ciudadanos probos cumplidores de las normas, que hacer y decir cosas contrarias a la verdad y la razón provocaba angustias y desazones, cuando no esquizofrenia paranoide. Va a ser que no, de lo contrario los políticos cambiarían de actitud.

Para empezar nos gustaría saber cómo narices calculan el aumento del IPC y la dichosa inflación -si en la audiencia hay algún economista capaz de explicarlo, le estaríamos profundamente agradecidos-. Los artículos de primera necesidad en alimentación (productos lácteos, huevos, carne de pollo, patatas, cebollas, ajos –la tortilla de patatas y las sopas de ajo han sido un recurso muy barato para el hambre de los españoles-, pescado en general, etc.), en cubrirse las vergüenzas (vestido y calzado) y el transporte han subido este año entre un 20 y un 40 por ciento, ¿cómo, entonces, sale una tasa de inflación de sólo el 4 y unas pocas décimas? Deben ser misterios de la matemática confusa, la geometría riemaniana y la incertidumbre cuántica, todo junto.

Pues nada, la culpa la tienen los españoles que no saben usar el euro y dejan propinas millonarias cuando se toman el café matutino. Debe ser que aún estamos dormidos.

¿De qué se quejan ustedes, queridos lectores? Coman ustedes conejo, pues no ha subido de precio, de momento; ya veremos el año próximo. (Nota al margen: Se nos ocurre un chascarrillo al hilo de esta recomendación, pero no es el lugar ni el tiempo apropiados).

¿Informes PRISA? Los españoles nunca han estado tan bien formados como ahora. Poco importa que dichos informes demuestren, sin lugar a dudas, en relación con los demás países de nuestro entorno y de entornos no tan desarrollados, que, desde hace unos años, vamos en descenso picado. Si alguna culpa hay, es del pasado. Y nosotros nos preguntamos: ¿qué pasado? Pasados hay muchos, unos recientes y otros muy pretéritos. Al final la culpa la van a tener los romanos por habernos obligado a hablar en latín.

No obstante, también podríamos preguntarnos en qué consiste esa excelente formación actual de los españoles. A ver si va a ser algo sin relación alguna con las ciencias, la historia, el lenguaje y cosas de esas que se enseñaban en las escuelas de antaño... En picaresca para eludir las leyes y engañar al vecino somos los primeros del mundo mundial, de eso no hay duda. ¡Ah! Y en organizar botellones y saraos parecidos, que no se nos olvide.

Triste espectáculo el de no saber reconocer los fracasos y empeñarse en seguir escribiendo en renglones torcidos. Señores políticos, aún guardamos alguno de aquellos cuadernos de "dos líneas", en los que uno puede dibujar las letras del mismo tamaño y en líneas perfectamente paralelas. Si lo desean, se los hacemos llegar, todo sea en bien del país. Desde luego, el socorrido aforismo "de sabios es rectificar" no parece formar parte del acervo cultural de nuestros estadistas.

Para qué cansarles más, la ultima contrarreforma de la reforma ha de seguir adelante, "porque lo que necesitamos ahora es estabilidad" (sic). ¿Estabilidad para qué? Si es para conseguir bajar más en la clasificación internacional en materia de educación, ¡bravo!, vamos por el buen camino: dentro de unos años, todos analfabetos funcionales; y no nos pregunten sobre los Reyes Católicos, que esos forman parte de la historia más negra de nuestro país, ¡fascismos no, por favor!; y no nos pregunten qué es la gravedad, porque cosas más graves tenemos para pensar; y no nos pregunten en qué consiste el Teorema de Pitágoras, porque eso no nos vale para depositar nuestro voto en la urna; y no nos pregunten... que no sabemos o no contestamos.

¿Durará esta sinrazón o nos cansaremos de una vez por todas? Lo más probable es que, mientras no dejen de retransmitir partidos de fútbol en abierto, los automóviles sigan relativamente baratos y podamos epatar al vecino con un modelo de lujo, aunque comamos patatas viudas (perdón, patatas no, quizás boniatos), nuestros hijos consigan títulos universitarios, sin valor real alguno, pero con las firmas y sellos correspondientes; y podamos seguir aumentando la esclavitud temporal de la hipoteca (si endeudamos a nuestros biznietos, allá ellos, que para eso heredan, aunque sean deudas), ¡aquí no va pasar nada de nada! No cabe duda, los españoles somos los ejemplares más conformistas de la fauna terráquea.

LA REDACCIÓN

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 11-01-2008