Chistes malos
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico. Año X

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Marzo 2008. Nº 93

Seis chistes malos, seis

Sigfrido del Alce

¿Quién es mejor paciente?

Cinco cirujanos discutían sobre quiénes son los mejores pacientes en una sala de operaciones.

El primer cirujano dice:

- Me gusta operar contables, porque, cuando los abres, todo está ordenado por números.

El segundo cirujano responde:

- Sí, pero los electricistas son mejores porque todos los órganos están codificados por colores, no te puedes equivocar.

El tercer cirujano agrega:

- No, los mejores son los bibliotecarios. Dentro de ellos está todo ordenado alfabéticamente.

El cuarto dice:

- No hay como los mecánicos, ellos ya traen las piezas de repuesto que hay que colocar.

El quinto, por último, les dice:

- Lamento contradecirlos a todos, mis apreciados compañeros. Pero los políticos, son los mejores pacientes para operar. No tienen corazón, no tienen estómago, no tienen cojones y, además, puedes intercambiarles el cerebro con el culo y nadie se dará cuenta.

En la oficina

JEFE: - ¿Quién te ha dicho que puedes pasarte el día dando vueltas sin trabajar, sólo porque tuvimos un rollo?

SECRETARIA: - Mi abogado...

Negocio fructífero

Una viejecita caminaba por la calle, arrastrando dos grandes bolsas de basura, una en cada mano. Una de las bolsas tenia un agujero y, de vez en cuando, un billete de 20 euros caía en el camino.

Al verlo, un policía la para y le dice:

- Señora, hay billetes de 20 euros saliéndose de esa bolsa.

- Caramba -dice la viejecita-, tengo que volverme para recoger los billetes, gracias por avisarme.

- Un momentito -dice el policía-, no tan rápido. ¿De dónde sacó usted todo ese dinero? ¿Lo ha robado?

- ¡Oh no! -dice la señora-. El terreno de atrás de mi casa da al estacionamiento del estadio de fútbol y, cada vez que hay un partido, los hinchas quieren orinar, antes de entrar o al salir del estadio. Se colocan enfrente de los arbustos que dan a mi casa y orinan en mis flores. Entonces, yo me coloco detrás de los arbustos con unas tijeras bien grandes y, cada vez que alguien se pone en los arbustos para orinar, yo le digo: "¡Deme 20 euros o se lo corto!

Dice el policía:

- ¡Oiga no está mal la idea. ¡Buena suerte! A propósito, dígame, ¿qué hay en la otra bolsa?

- Bueno -dice la viejecita-, ¡¡no todos pagan!!

Final de las clases

El último día de clases, los alumnos le llevaron regalos a la maestra. El hijo del florista le entregó un ramo de flores y la hija del confitero una bonita caja de bombones. En eso, el hijo del dueño de la bodega se acercó con una caja grande y pesada. Al recibirla, la maestra se dio cuenta que algo escurría por la base. Con el dedo recogió una gota del líquido y lo probó.

- ¿Es vino? -dijo tratando de adivinar-.

- No -respondió el chico-.

- ¿Champaña?

- ¡No!

- Me rindo, ¿Qué es?

- ¡Un perrito!

Es importante conocer el método

Entra un hombre en una comisaría:

- ¿Podría ver al que robó en mi casa ayer?

- ¿Y para qué lo quiere ver?

- Para saber cómo entró sin despertar a mi mujer.

Uno de banqueros

Una tarde, un famoso banquero iba en su limosina, cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo hierba. Preocupado, ordenó a su chofer detenerse y bajó a investigar.

Le preguntó a uno de ellos:

- ¿Por qué están comiéndose la hierba?

- No tenemos dinero para comida - dijo el pobre hombre-. Por eso tenemos que comer verde.

- Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré - dijo el banquero-.

- Gracias, pero tengo esposa y dos hijos. Están allí, debajo de aquél árbol.

- Que vengan también -dijo nuevamente el banquero.

Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:

- Usted también puede venir.

El hombre, con una voz lastimosa dijo:

- Pero señor, yo también tengo esposa y seis hijos.

- Pues que vengan también -respondió el banquero-.

Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo:

- Señor, es usted muy bueno. ¡¡¡Muchas gracias por llevarnos a todos!!!

El banquero le contestó:

- ¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo! Les va a encantar mi casa.... ¡El césped está como de veinte centímetros de alto!

Moraleja: Cuando creas que un banquero te está ayudando, piénsalo dos veces.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 01-04-2008