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UAH o la "guardería" del PSOE

Julio Gutiérrez

Érase una vez una universidad al servicio de la clase política...

Éste podía ser muy bien el principio de la historia de la Universidad de Alcalá, como de tantas otras universidades creadas tras la restauración de la democracia. Bien es verdad que Alcalá nació justo en la frontera temporal entre el franquismo y el suarismo, por consiguiente, en ella aterrizaron todos los políticos próximos al gobierno de entonces, entre los cuales se encontraban los socialdemócratas, integrados al poco tiempo en el PSOE. En aquellos días, sobre todo en la Facultad de Derecho, la única con casi su plantilla al completo y sólo los dos primeros cursos de los estudios en marcha, se paseaba por el Campus la flor y nata de la clase política dominante. Después, dependiendo del color del gobierno de turno, aparecieron, como las setas en otoño, el resto de las universidades públicas. Ejemplos en la Comunidad de Madrid son: La Carlos III, para los docentes y no docentes afines al PSOE, y la Rey Juan Carlos, para los correspondientes afines al PP.

Con el transcurrir de los años, Alcalá fue convirtiéndose en la hermana pequeña y pobre de las universidades incondicionales del socialismo. Ello fue posible gracias a una gestión inadecuada y a la ayuda de gente convencida de la necesidad de cambios drásticos en la organización universitaria y confiada en que esos cambios sólo podían venir de la llamada (¿deberíamos decir mal llamada?) izquierda. Posteriormente se fueron desengañando de forma paulatina, pero ya era tarde para rectificar y, con la pesada cruz del error cometido a su espalda, vagan penando por los pasillos de las facultades alcalaínas. Desde las filas del PP, también aportaron su granito de arena algunos miembros de la plantilla docente y no docente (incluido el Opus Dei) y, sobre todo, el ahora alcalde de Madrid, entonces presidente de la Comunidad Autónoma, Alberto Ruiz Gallardón; como él mismo reconoció públicamente, su apoyo a Manuel Gala, con todo lo que su política universitaria representaba, lo dio en función de su amistad personal. También por amistad personal, al parecer, Gallardón nombró presidente del Consejo Social al socialista Joaquín Leguina. Con ello, y salvando las distancias en cuanto a calidad, instalaciones y gestión, la UAH pasó a ser un calco emborronado de la Carlos III.

La conclusión es evidente, el pastel universitario está repartido de antemano, cada cual sólo debe saber usar bien la cuchara para comer la parte previamente asignada. ¿Existirá un pacto secreto entre los dos partidos mayoritarios españoles?

Lo anterior no sería peligroso -incluso podía haber resultado positivo-, si las autoridades académicas no hubieran tenido la feliz idea de convertir nuestra Universidad en una guardería para políticos temporalmente defenestrados del partido en cuestión o, a la sazón, poco útiles para los intereses partidistas, pero quizá recuperables en el futuro –los defenestrados con carácter definitivo no son merecedores de premios de esta índole-.

En definitiva, la Universidad de Alcalá se ha ido llenando de nombres ilustres, entre los que destacan nuestro actual rector, Virgilio Zapatero, Joaquín Almunia (reintegrado a la política activa en Europa), ambos ex ministros de los gobiernos de Felipe González, y Manuel Marín, el más reciente, quien "abandona la política para dedicarse a la lucha contra el cambio climático"; al parecer, harto de bregar con los molestos socios del PSOE. Su nombramiento (desconocemos en qué consiste exactamente) es para un cargo en el OSE (Observatorio de la Sostenibilidad en España), es decir, en relación con los temas medioambientales y el controvertido cambio climático. Y nosotros nos preguntamos: ¿Será Manuel Marín un experto en esas cuestiones? Por lo que sabemos de su trayectoria, la respuesta es negativa.

Ello evidencia dos cosas. La primera: se debía colocar a Marín en un puesto alejado de la política activa de su partido, a fin de evitar interferencias con los pactos extravagantes de Zapatero. La segunda: el cambio climático y los temas medioambientales no son aspectos que preocupen al gobierno desde el punto de vista científico -menos aún a las autoridades académicas-, de lo contrario hubieran nombrado un experto para ocupar el cargo correspondiente en el OSE, son más bien aspectos puramente políticos; el ejemplo más evidente es el americano Al Gore^NOTA. Entonces, obviamente, para estacionar a D. Manuel, ¿por qué no usar la guardería del PSOE, con el beneplácito del PP, en una institución cuyos responsables se preocupan bastante menos de los aspectos para los que fue creada, la docencia y la investigación, que de dar un buen servicio al poder político?

Finalmente, con el fin de arrancar una sonrisa al sufrido lector, les contaré el chascarrillo que corre por las cafeterías de los centros de la UAH, porque aquí, en la Universidad de Alcalá, las acciones que nos parecen reprobables se critican alrededor de una taza de café, en clave de humor, pero a la hora de protestar de verdad, lo que se dice protestar..., somos todos mudos: ¿Con qué dinero le van a pagar al Sr. Marín, experto en política comunitaria europea, para ejercer como paladín del cambio climático? Dinero para profesorado no tenemos, prueba de ello es que las jubilaciones no están siendo cubiertas, y los puestos para minusválidos están todos ocupados.

NOTA: Vivat Academia ya ha denunciado que tras estos tinglados quizá se esconden intereses todavía poco claros; uno de ellos consistiría en impulsar, como solución al no-problema, la proliferación de centrales nucleares.

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