Eduardo Acaso Deltell
En el sitio más bonito del Cielo, en el más luminoso y oreado, en su centro -si es que el infinito tiene centro que esa es otra-, Dios dispuso que se construyese un trono. Unas escaleras grandes y doradas, flotando en el aire azul, hacían de soporte a un conjunto admirable. Arriba y también flotando, una especie de corona ricamente ornamentada, mitad púlpito, mitad cabina telefónica del renacimiento, para alojar al Espíritu Santo que iluminaba la escena con su rayo. Sobre un pedestal, en lo más alto de las escaleras mismas, un trono refulgente recamado en oro y pedrería para dar asiento al Dios Padre. Unos pies por debajo y a su derecha, otro trono más sencillo, aunque también magnífico, daba asiento a Jesucristo. Y por último, a la izquierda, otra butaquita si bien espléndida, para la Virgen María. Numerosos ángeles, acostumbrados como estaban al Cielo que ellos siempre habían conocido y también mucha gente porque de verdad que el espectáculo era bonito-, murmuraban extasiados flotando por delante del trono para no perder detalle. - Así da gusto decía uno porque los tienes todos a tiro. - Es que antes era un ir de aquí para allá no sabiendo qué rostro contemplar, de verdad. ¡Cómo había cambiado el Cielo desde aquellos lejanos tiempos en que un Dios solitario se paseaba por la nada! ¡Qué sencillez la de antes! ¡Qué colosal simplicidad! Pero se decidió un Génesis tipo big-bang y el Mundo fue creado. Más tarde se hicieron los ángeles, nació el Mal, se procedió a la división horizontal. En fin, con el paso de los siglos, se fueron sumando más y más cosas hasta la complejidad que estamos comentando, ya cercana a la situación actual. En primer lugar, estaba la Santísima Trinidad que, en un auténtico alarde de omnipresencia, gobernaba el Orbe de forma colegiada. Se ha hablado mucho de su misteriosa naturaleza y de que si patatín y que si patatán, pero si hay que escoger a uno de los tres como el Dios de toda la vida, lo que se dice Dios, o sea, el de siempre, uno escoge al Padre, a mi que no me vengan con tonterías de uno y trino. Luego estaba la Virgen María, madre de Jesús, que gozaba, aún siendo humana como su hijo- de un estatus envidiable. Fátima, Lourdes y tantas localidades que pronto se harán célebres, nos hablarán del protagonismo e importancia que enseguida adquirirá Nuestra Señora. El toque mediático lo ponía el Cordero Pascual, por aquello del medio ambiente y para reparar, en parte, el destroce de novillos, corderos y cuanto bicho se pusiera por delante, en los sacrificios de antaño. ¿Cómo aparece de pronto en el Cielo? Nadie lo sabe. ¿Qué estatus tiene? ¿Cuáles son sus funciones? ¿Cómo es su naturaleza? En definitiva, ¿de qué va? Ni idea. Los ángeles eran, claro está, los más antiguos moradores del Cielo a excepción de Dios y pronto se convirtieron, como ya se ha dicho en alguna parte, en el servicio de la Casa. En efecto, gracias al libre albedrío, numerosos ángeles libraron turno y abandonaron el Mundo pudiendo retornar al Cielo para cumplir allí labores domésticas variadas. Algunos, evidentemente, se quedaron, pues tenían funciones precisas como las de vigilar las puertas del Paraíso, combatir a Satanás o guiar a niñas perdidas por la nieve. Se dice esto último porque, además, quedó asignado un ángel para cada uno de los seres humanos vivos que poblaban la tierra. Con funciones básicamente preventivas, se hacían llamar de la guarda y pronto gozaron de gran popularidad. Para ayudar un poquito a los hombres, había dicho Jesús, que tú no sabes Padre lo duro que es estar en el Mundo. Luego está Elías el Majo, recorriendo incansable el Cielo con su carro de fuego. Por último estaban los Santos, los recién llegados, los muertos que habían conseguido el gran premio. De entre ellos, destacaban los Apóstoles y los Santos sensu estricto (esto es, con sello oficial expedido en el Mundo) y, cómo no, el pobre San José olvidado por todos. Y es que a San José le ha tocado un papelón que muy pocos estarían dispuestos a asumir. En efecto, parece que siempre está de sobra. El hombre ve cómo su esposa resplandece en el trono a la siniestra del Dios Padre y, a pesar de que es un tío estupendo, le duele que a él no le hallan consultado para nada. Por lo menos que le hubiesen dejado un sitio al pie de las escaleras, aunque fuese en un taburete. Tan bonito había quedado el Cielo (y tan espantoso el Infierno que todo hay que decirlo), que la gente se moría de ganas de morirse. Vivo sin vivir en mí, decían. En efecto, muchos descubrieron que una de las maneras más directas y con mayor garantía que había para pasar por el tubito y llegar al Cielo era a través del martirio y claro, sabiéndolo, se ofrecían a los gentiles en holocausto. Aunque hicieses mal uso de tu libre albedrío, daba igual. Si luego había martirio, el Cielo estaba asegurado. Nueve eran las modalidades más populares: la cruz, el fuego (aquí se incluye el aceite hirviendo y variantes), el degollamiento, el despellejamiento, la muerte en el circo con los leones, el descoyuntamiento, la lapidación y lo de los flechazos. Hubo, claro está, excesos de celo y, en sentido contrario, pecados de todo tipo pero se cometían casi por ignorancia. Faltaba lo que se llama vulgarmente el cuerpo de doctrina. - Yo creo que sin cuerpo de doctrina no hacemos nada dijo Jesucristo. - Opino lo mismo exclamó el Espíritu. Finalmente, se nombró a un representante de Dios en la tierra y la cosa se fue regulando. Se llamó el Papa. - Hala, a regular y a ver lo que dices, que me hablas ex cátedra. ¿Estamos? le dijo Jesucristo al primer Papa, San Pedro Luego te pasas por aquí y me cuentas cómo va todo. El Dios Hijo se fijó entonces en el camino que llevaba de Jerusalén a Damasco y cerca ya de esta última ciudad, decidió aparecerse a un grupo de cazadores de cristianos. - Perdonadme un momento, ejem ¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues? Y hubo tal explosión que todos se quedaron ciegos. - Pero, ¿no me habías dicho que nada de bolas flamígeras? dijo el Dios Padre. - Es que le he anunciado que se vaya a predicar la buena nueva a los gentiles. Había que impresionar. - O sea, que otra vez somos universalistas. - El libre albedrío es lo que tiene, se me había olvidado decírtelo. Con los años el sistema fue mejorándose paulatinamente aunque, muy a pesar de Dios, el mundo todavía daba mucho que hacer. Aún así, se fue optimizando la cosa técnica, además de ir engrosando el cuerpo de doctrina, porque de eso se trataba. Por ejemplo, un buen día, se planteó el tema de la naturaleza del pecado. - Hombre, yo pienso que condenar a un ser humano al fuego eterno, que se dice pronto, al fuego eterno con lo que duele eso, por haber robado un bolígrafo, me parece una pasada, qué quieres que te diga opinaba Jesucristo consternado. - Pero es que ha desobedecido la Ley de Nos argumentaba el Dios Padre. - ¡Todo por un bolígrafo! - ¡La Ley es la Ley! bramó Dios provocando un oscuro rumor de truenos y relampaguear de luces. - ¿Tú que opinas Espíritu? - No sé... susurró. - Además, es que queda mal, como poco cristiano seguía Jesús erre que erre- ¿Qué piensas tú Mamá? - Que queda fatal. Se decidió finalmente pensar en algún proyecto que contemplara las consecuencias de los pecados más pequeñitos, los que ya todo el mundo llamaba veniales. - Está bien admitió Dios- pero a ver lo que me hacéis que yo aquí sólo quiero a los escogidos. Se desecharon algunas ideas tales como Los Santos Talleres de Reciclaje (los olvidados STR), elaboración de Programas de Desconfiguración o los Cursos de Optimización Ética mediante Mejoras por Reencarnaciones Sucesivas (los famosos COEMRS que, según rumores, llegaron a aplicarse de modo experimental en ciertas zonas del Mundo) y, finalmente, se decidió construir una estación de tránsito. La pusieron de nombre el Purgatorio. - Fíjate Padre decía Jesucristo extendiendo los planos con ayuda de algún angelote de esos que no tienen cuerpo y siempre miran para arriba con aire soñador-. Dispone de un tubito conectado al Mundo y de otro que va directamente al Cielo. ¿Lo ves? - ¿Y qué? - Pues que si alguien muere con algún pecado venial, en vez de irse al Infierno como antes, se va por el tubito del Purgatorio y entra en él. - ¿Y allí qué se hace? - Sufrir, naturalmente. Porque en eso de la Ley tienes razón, las cosas como son. O sea, la gente que vaya al Purgatorio se va a estar quemando una y otra vez. Incluso ya tengo unos demonios medio apalabrados con Satanás. - Pero eso sería hacer otro infierno. - Exacto, pero, aquí quería llegar yo, un Infierno sólo temporal. ¿Qué te parece? Un infiernito, ¿por qué?, porque no dura siempre. Unos siglos de estancia, dos, tres, una docena, eso ya habrá tiempo para regularlo, y fuera. Es decir explicaba entusiasmado Jesucristo mientras señalaba con un puntero el plan general del orbe que proponía en el mapa extendido por el aire-, que si uno muere en estado de gracia se va por este tubito y lo seguía minuciosamente en el plano- hasta llegar al Cielo. Esto es lo que venimos haciendo hasta ahora. Si muere en pecado mortal se va por este otro a la planta-sótano, al Infierno. Esto también se está haciendo. Pero, atentos, si se nos fallece con sólo pecados veniales se nos va al Purgatorio. Por aquí. ¿Qué quiere decir esto? dijo Jesús volviéndose al trono y sonriendo triunfal a punto ya de concluir su exposición- Pues que al cabo de estar sufriendo unos cuantos siglos, el reo del Purgatorio se purifica y sigue viaje por este otro tubito hasta llegar al Cielo colmado ya de gracia y a la espera de que le des toda tu complacencia. Eso es todo. Una cerrada ovación siguió a su discurso. La construcción del Limbo, la última obra realizada hasta ahora en el Orbe estamos terminando ya- fue por una cabezonería. Bien es cierto que ayudó a engrosar aún más el cuerpo de doctrina, pero la cosa se fraguó por una cabezonería. Las cosas como son. Se trataba de que el Dios Padre se negaba a eliminar el pecado original. Lo de Adán y Eva. Es que no sabéis lo que me dolió, decía. - ¿Pero no comprendes le argumentaba Jesucristo siempre infatigable en la mejora de sus proyectos- que lo que hicieran Adán y Eva no tiene por qué afectar a sus hijos? ¿Qué, por tanto y en buena línea, el concepto de libre albedrío, que supone, no lo olvidemos, una atención personalizada a cada uno de los seres humanos que pueblan la tierra, es contrario a la esencia del pecado original? ¿Qué ellos y sólo ellos se condenan o premian sin que intervenga en ningún caso los antiguos pecados de sus tatarabuelos? ¿Es que no lo comprendes? - Sí, sí, si yo lo comprendo todo pero, te pongas como te pongas, el pecado original no lo quito hasta que las ranas críen pelo. - Qué bien han hecho con lo del trono -murmuraba mientras tanto un querubín tipo pecoso-. Ahora es que lo ves todo. - Ahí es nada contestó un arcángel-, la Santísima Trinidad y su madre. - Callaos un poco decía un ángel de esos de las tumbas góticas, todo largo y pálido- que yo creo que esto del pecado original va a traer otro engrosamiento del cuerpo de doctrina. - ¿Tú crees? - ¿No comprendes? proseguía Jesucristo a media tarde ya, cuando se levantaba una ligera brisa fresca y la luz parecía espesarse- ¿No comprendes decía- que el tratamiento que se le daba al Pueblo Elegido se estaba gastando un poquito y que había que buscar otra cosa? - ¿Gastado dices? - ¿Qué un rey se le ocurría acostarse con la mujer del capitán de la guardia? Pues toda la ciudad a la mierda de un bolazo ígneo. ¿A ti te parece que eso son maneras? ¡Qué importa que Juan el bautista haya cumplido! Espadazo que te viene, espadazo que te va, y ya tenemos al pobre Juan descabezado. Hala, a otra cosa. ¿Qué un idiota tropieza con el Arca?, pues él, su mujer y los hijos de sus hijos, están malditos. ¿Qué una mira para atrás? Pues en salazón. ¿Qué otro blasfema?, leproso. En fin concluyó Jesucristo- que yo creo que eso no son formas, padre, que ahora la realidad pide otra cosa. Que ahora se trata de dar un trato individualizado, moderno, con intenciones asistenciales, con amor. ¿A que opinas lo mismo Espíritu? - Sí. - Transigí con lo del bautismo exclamó el Padre-, pero el pecado original sigue vigente como hay Dios. - Por lo menos hazlo venial. - De eso nada, mortal, que para eso instauramos el bautismo. - Pero, ¿con que cara me presento yo en el Mundo diciendo que los niños que se mueren no bautizados tienen que abrasarse eternamente en las llamas del Infierno? - No sé, el plan es tuyo. - Además de que yo creo que había quedado claro que cuando estuve en el Mundo replicó Jesucristo- redimí todos los pecados. - Pues el original se te olvidó. - El chico va a quedar mal terció la Virgen. En efecto, el problema era sin duda doctrinal. A los pocos días, Jesucristo manifestó que tenía una idea. De acuerdo, dijo, el pecado original sigue vigente pero que no sea ni mortal ni venial. - ¡¡¡Más tubitos!!! susurró Dios ensombreciendo el rostro y mesándose los cabellos. - Sólo uno más, Padre. Porque se trata de hacer otro ámbito en el Orbe todo que bien podría llamarse Limbo, aunque el proyecto está abierto a cualquier sugerencia, y que estaría conectado con el Mundo por este único tubito citado. - Vale, un niño se muere antes de ser bautizado. ¿Y qué pasaría de aprobarse el plan? - Pues el niño, en vez de irse al Infierno, se iría derecho al Limbo y allí permanecería para siempre. - ¿Eternamente? - Eso es. - ¿Y en el Limbo qué se hace? - La verdad es que en este punto me has pillado, porque no se me ha ocurrido nada. - Pues estamos arreglados. Finalmente y como todo el mundo sabe, el Limbo se acabó construyendo, siendo uno de los parajes del orbe más misterioso y que con menos información cuenta. ¿Qué hace la gente en el Limbo? No se tiene ni las más remota idea. ¿En qué consiste la condena? Nada, ni un dato. ¿Cómo es? - ¿Tú cómo te imaginas el Limbo? te preguntan alguna vez. - Como un piso vacío, sin muebles, a estrenar. Por las inalcanzables ventanas, la luz entra a raudales y encienden pequeñas motas que flotan en el silencio. Pero no, se oyen pequeños roces, algún gemido mínimo, susurros, pasos. Por la moqueta gatean numerosos niños en pañales que apenas lloran o ríen, sólo avanzan y avanzan por las habitaciones y pasillos buscando algo que nunca encuentran. Pero esto es especular, porque me consta que cada uno tiene una imagen precisa y distinta del Limbo. Es lo que pasa cuando no hay datos. Con este último ámbito terminan por ahora las grandes obras en el Cielo completándose la actual configuración del Orbe. No me resisto a mostrar el conocido "Plano Director del Orbe Todo" en la seguridad de que cualquier resumen de lo descrito a estas alturas por aquello de recapitular ahora que estamos acabando- no queda tan clarito como en la figura (Figura 1).
¿Se ha acabado la Historia del Cielo? Desde luego que su estructuración, contenido, relaciones con los demás ámbitos y demás, no van a sufrir variaciones importantes hasta nuestros días por lo que la figura de la página anterior muestra la situación actualmente vigente. Pero, ¿se ha terminado con ello la Historia del Cielo? No. En primer lugar, porque desde la construcción del Limbo hasta hoy, han sucedido no pocos hechos, si bien cabe considerarlos como meros retoques no estructurales que, por cercanos, son bien conocidos. Pero tienen su importancia. Por ejemplo, el protagonismo que adquiere la Virgen en el Mundo, dado que la mayoría de las apariciones celestiales de los últimos años han recaído en ella. Se puede decir que prácticamente en cada pueblo y ciudad así como en cualquier paraje más o menos con buen rollo, si me permiten la expresión, la Virgen ha tenido a bien cuidar del plan de su Hijo, mostrándose en su gloriosa majestad, preferentemente a pastorcillos. Cuevas, manantiales, bosquetes y praderas han sido lugares sin duda importantes en este ir y venir por el Mundo. En el capítulo milagrero, las acciones de la Virgen han alcanzado también la pole position dejando muy atrás a su Hijo que es el segundo. Sólo con Lourdes ya tiene para aburrir. ¿Por qué? Además, últimamente se nota a faltar al Dios Padre. En efecto, desde que Jesús estuviera en el Mundo, no se le ha visto el pelo ni una sola vez. ¿No es raro? Porque el Hijo, si bien no alcanza la cuota de pantalla de su Madre, por lo menos, aquí y allá, ha hecho alguna que otra aparición y milagro, sobre todo por Navidades. Igualmente, el Espíritu Santo, aunque más reticente aún a salir que Jesús, también ha hecho sus pinitos y ha dejado cerillas encendidas encima de la cabeza de algún Santo. Hasta los mismos Santos, de vez en cuando, se han aparecido obrando portentos. Pero es que el Padre nada. Ni la destrucción de una aldea, ni una explosión pequeñita, ni la matanza de primogénitos de un país tipo Andorra. Nada, pero es que nada de nada. Ni un hola. Y mira que antes aparecía en todos los fregados. ¿Por qué? - Eso, ¿por qué? - Hombre, piensa que en las actuales circunstancias, el Dios Padre, con su cólera y demás, no tiene una imagen muy acorde con la estética del momento. Por lo mismo, la Virgen es madre y, ya se sabe, una es una madre con lo que esto tiene de amor, compasión, calor de hogar y todo eso. - ¿Y qué? - Pues que resulta de mucha ayuda para encontrar el buen camino. - Lo del libre albedrío. - Eso es. Últimamente sin embargo, se han advertido síntomas de que el plan del Dios Hijo está acusando el paso del tiempo. En efecto, desde hace poco se adivina un cierto deterioro en las relaciones del Mundo con el Cielo que ni el engrosamiento constante del cuerpo de doctrina ni las continuas apariciones celestiales consiguen frenar. Un incremento del materialismo más rampante, la aparición de filosofías contrarias a toda divinidad, sistemas alternativos que aparentemente parecen funcionar al margen del Cielo, los avances de la ciencia y el ocio y tantas cosas más han hecho que, de nuevo, la situación entre en crisis. - Si es que les das la mano y se toman el brazo se lamentaba Jesucristo. - Ya te dije que todo esto iba a degenerar en soberbia decía Dios Padre- ¿Sabías que los pueblos ahora de denominan etnias? ¿Y que la caridad está mal vista? - Pero es que ahora lo llaman solidaridad. - ¿Sabías que están a punto de descubrir a los replicantes que coloqué en otro sitio del Universo todo? ¿Van a tener alma? ¿Dónde los vas a meter cuando se mueran? ¿Otro ámbito, como los llamas tú? ¿Con cuántos tubitos? - Pues sí, a lo mejor. - ¿Qué va a pasar proseguía el Dios Padre- cuando fabriquen el primer androide con dotación genética? ¿Adónde va a ir cuando se muera?, porque se morirá, digo yo. ¿Lo has decidido ya? ¿Y sus hijos? - Hombre - ¿Otro ámbito? ¿Más tubitos? - Deja en paz al chico terció la Virgen. - ¿Y cuando se intercambien el cerebro qué vas a hacer? ¿Y cuando decidan congelarse en vez de morir? ¿Y qué pasará cuando descubran lo que hay al otro lado del Universo todo? Porque sabes que lo van a descubrir. A propósito, te recuerdo que en unos años nos llamarán la Trinidad Cuántica. - No me lo recuerdes. En eso llegó San Pedro consternado. - Cada vez entra menos gente anunció. - ¿Por qué tubo? ¿Por el del Mundo o por el del Purgatorio? - Por los dos. - O sea exclamó Jesús- que estamos como siempre. Continuará... Volver al principio de la Historia del Cielo Volver al principioEl telégrafo, Androide I
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