Chistes malos
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

  Histórico. Año X

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Septiembre 2008. Nº 98

Seis chistes malos, seis... y una adivinanza

Sigfrido del Alce

Uno de Jaimito

Le dice la profesora a Jaimito:

- Jaimito, conjúgame el presente de indicativo del verbo nadar.

Y Jaimito dice gritando:

- YO NADO, TÚ NADAS...

Y la profesora le recrimina:

- Más bajito, Jaimito.

Y Jaimito:

- YO BUCEO, TÚ BUCEAS...

Cuidado con las enfermedades exóticas

Un turista de viaje por China fue promiscuo sexualmente y no tomó precauciones.

Una semana después de llegar a su casa, se levantó por la mañana y descubrió que su pene estaba lleno de unas horribles manchas verdes y moradas.

Horrorizado, y pensando en la lista de espera de la Seguridad Social, se va a ver a un médico particular inmediatamente.

El doctor, tras hacerle unas pruebas, le dice:

- Tengo malas noticias que darle. Usted está infectado por el virus de Mongolia.Es extremadamente raro y lo siento, pero no hay cura. Vamos a tener que amputarle el pene.

El hombre grita invadido por el horror:

- ¡Nooooo! ¡Quiero una segunda opinión!

El doctor le responde:

- Bueno, es su decisión, pero le aseguro que la amputación es la única solución.

Al día siguiente el hombre busca un médico chino.

El doctor lo examina y exclama:

- ¡Ohhhh! Vilus de Mongolia. Muy mala enfelmedad.

- Sí...Sí... Eso ya sé, pero ¿qué puede hacer usted? El médico que he consultado previamente quiere amputarme el pene.

El doctor chino se ríe, moviendo la cabeza:

- ¡Estúpido doctol! ¡Siemple quelel opelal pala sacale más pelas! ¡Esto no necesita opelal!

- ¡Gracias a Dios! -Contesta el paciente, agradecido y feliz.

- No se pleocupe -dice el chino-. A vel... salte... salte... salte... salte... salte... salte... ¿Ve? Se cayó solito.

Abstinencia sexual

Dos amigos se encuentran en la calle, y uno le dice al otro:

- ¿Sabes que estuve intentando ingresar en el Opus Dei? Viste que tanto yo como mi señora somos muy religiosos y pretendemos que los chicos también se eduquen con los mismos valores.

- ¿En serio? Te felicito, pero hay un tema un pelín complicado, creo que te piden un período de abstinencia sexual.

- Así es. Me dijeron que tenía que pasar seis meses sin tener relaciones. Lo iba llevando bastante bien hasta el tercer mes. Sin embargo, un día mí mujer se agachó para coger un yogurt del refrigerador... y ahí ya no aguanté más, ¡tres meses sin tocarla! No podía más, me abalancé sobre ella, le arranqué la ropa con los dientes y le hice el amor de todas las formas posibles, hasta quedar exhaustos.

- No me digas más, te echaron del Opus Dei.

- ¡¡¡Del Opus Dei y de Carrefour también¡¡¡

Uno típico de rubias americanas

Un hombre estaba cortando la hierba en el jardín de su chalet, cuando su vecina, una rubia muy atractiva, salió de la casa y se dirigió directamente al buzón. Abrió el buzón, miró dentro, y, con cara de fastidio, lo cerró de golpe y volvió a su vivienda.

Un poco más tarde, salió nuevamente de su casa, otra vez fue al buzón, lo abrió y, después de mirar en su interior, lo cerró de golpe ruidosamente. Enojadísima, volvió a la casa.

Cuando el hombre estaba a punto de terminar de cortar el césped, la vecina salió otra vez, marchó hacia el buzón, lo abrió, lo cerró de golpe, de la forma más ruda que uno puede imaginar, y se quedó pensativa.

Movido por la curiosidad, el hombre le pregunta:

- ¿Pasa algo malo?

A lo cuál ella contestó:

- Por supuesto que pasa. Mi estúpido computador continúa diciendo: ¡"Tiene usted correo"!

Inspectores de Hacienda

Una vez acabado el año fiscal, la Agencia Tributaria envió un inspector de Hacienda para auditar los libros de una sinagoga. Mientras los iba comprobando, se giró hacia el rabino y le dijo:

- Observo que compraron un montón de cirios. ¿Qué es lo que hacen con los restos de cera que gotean?

- Buena pregunta -dijo el rabino-. Las vamos guardando y las devolvemos al fabricante, y, de vez en cuando, nos envía gratis una caja de cirios.

- ¡Oh! -respondió el inspector, algo decepcionado porque su insólita pregunta hubiese tenido una respuesta tan buena, y continuó- ¿Qué me puede decir sobre sus compras de galletas? ¿Qué hacen con las migajas?

- Ah, sí -respondió el rabino, dándose cuenta de que el inspector estaba intentando ponerle en un aprieto con sus absurdas preguntas-, las recogemos y las devolvemos a los fabricantes, y de vez en cuando nos envían gratis una caja de benditas galletas.

- Ya veo -respondió el inspector, estrujándose el coco para ver cómo podía sacar de quicio al sabelotodo del rabino-. Bien, rabino, y entonces ¿qué es lo que hacen con los prepucios que van quedando de las circuncisiones que llevan a cabo?

- Pues como aquí no desperdiciamos nada -respondió el rabino-, lo que hacemos es irlos guardando y enviarlos a la Agencia Tributaria y, de vez en cuando, más o menos una vez al año, ellos nos envían un capullo completo.

Mira primero dónde te metes

Cierto día, un granjero cruza por su plantación con una cubeta para recoger algunas frutas. Al llegar al río, se encuentra con dos chicas bañándose totalmente desnudas. Ellas, al verlo, se meten en el agua hasta el cuello y le dicen:

- No vamos a salir hasta que usted no se vaya.

- No vine a verlas a ustedes - responde el granjero levantando la cubeta -. Sólo vine a darles de comer a los cocodrilos.

Adivinanza

¿Qué le dijo un número 3 a un número 30?

Para ser como yo, tienes que ser sin cero.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 26-09-2008