LA FRASE DEL MES:

El que puede hace.
El que no puede enseña.
El que no puede enseñar administra y gobierna.

DIME CON QUIEN ANDAS...

Ya hemos vuelto de las vacaciones estivales y afrontamos un nuevo curso con nuevos bríos, más ganas de trabajar, si cabe, y la impresión de que después de 11 meses estaremos en la misma situación, nada habrá cambiado, y tendremos, quizás, las malas intenciones de "enviarlo todo a la porra". Al fin y al cabo, si no fuera por aquellos que todavía "tienen hambre y sed de justicia", y ponen todo su esfuerzo en hacer las cosas lo mejor que saben, no merecería la pena intentar, no ya mejorar, sino evitar el ir a peor. Es verdad que ésos que acabamos de mencionar son pocos, pero insistiremos mientras quede alguna esperanza de encontrar alguien que no anteponga su beneficio personal al bien común.

Comencemos por explicar una pequeña novedad. A partir de este mes, encabezaremos la página del editorial con alguna frase o pensamiento famosos, o no, que nos haga reflexionar sobre nuestra condición humana y/o profesional. La inauguración ha sido tomada del programa "Fortune", que acompaña a la versión "slackware" del sistema operativo LINUX y que, aleatoriamente, inicia cada sesión con máximas de todo tipo. Dado que estamos en una institución dedicada a la enseñanza, creemos que viene como anillo al dedo. A nuestro colaborador se le olvidó tomar el nombre del autor y no podemos dar la referencia como sería nuestro deseo. Pero no se preocupen, aunque es un proceso largo, bucearemos en los archivos de "Fortune" hasta dar con el nombre y lo daremos a conocer.

Cuando volvimos de las vacaciones, la redacción de Vivat Academia estaba convencida de que el editorial de este número ocho versaría, más o menos, sobre lo bien que vienen las vacaciones para "recargar las pilas", etc. Habitualmente un editorial debe analizar la actualidad más común a los lectores, y lo natural es que el verano no hubiera sido, precisamente, prolífico en noticias universitarias.

Casi todo el equipo de colaboradores había partido de vacaciones sin leer el último número del semanario "Puerta de Madrid" y, aunque habíamos oído algo del desastroso final del Congreso de Estudiantes Europeos, organizado por la Universidad de Alcalá, desconocíamos el alcance de la noticia. Pero he aquí que llega uno de nuestros voluntarios, y nos pone encima de la mesa el ejemplar correspondiente al 31 de julio de 1999. No podíamos creer lo que estábamos viendo. Observen el titular de la portada y otro correspondiente a las páginas centrales, en las que se analiza en profundidad lo ocurrido:

Por un lado nos sentíamos avergonzados y tristes porque este tipo de cosas suceda en la universidad en la, y por la, que trabajamos. Por otro lado nos sentíamos aliviados, ya que al fin, y por alguien ajeno a elecciones o supuestas "pataletas" relativas a la U.A, se dijera la verdad sobre el Consejo de Estudiantes alcalaíno (en adelante CE). Rectificamos, no sobre el CE de la UA como institución, sino sobre el comportamiento de alguno de sus directivos. Es realmente grave que la mayoría de los estudiantes extranjeros presentes en el citado congreso califiquen de procedimientos poco democráticos los utilizados por el Sr. García Prieto y colaboradores. Pero lo mejor es que lean la noticia completa, sacada del "Puerta de Madrid", que se encuentra en la página adjunta y se puede consultar pulsando el botón siguiente:

Según el artículo del Puerta de Madrid, "José Manuel García Prieto, (el presidente del Consejo de Estudiantes), fue desautorizado por los congresistas y no pudo continuar moderando el debate". Además, a continuación, la Vicepresidenta del CE obligó a abandonar la sala a los periodistas presentes.

Por las informaciones que hemos podido recabar, el congreso había transcurrido con normalidad y se habían aventurado distintas conclusiones en las diferentes ponencias. El problema surgió cuando el Presidente del CE quiso marcar su protagonismo, imponiendo unas conclusiones finales y un texto para la Carta Magna estudiantil sin contar con los demás. Claro que los estudiantes allí reunidos no podían conocer que eso mismo se hace sistemáticamente en el seno de la Universidad de Alcalá con las diferentes representaciones y delegaciones de alumnos. Los estudiantes ingleses, escoceses, yugoslavos, daneses o alemanes se negaron a que se les impusiera un documento en el que no se recogieran las conclusiones reales del encuentro. Los representantes italianos y del norte de Europa fueron más allá e increparon públicamente al Sr. García Prieto.

Pero lo peor de todo esto no es que el Consejo de Estudiantes esté bajo la dirección de personas que no dudan en utilizar procedimientos poco democráticos, sino que esté bajo la tutela del señor rector (y alguna otra autoridad académica) que, además de apoyar abiertamente al presidente del CE, se empeña en mantenerlo remunerado, con fondos públicos, para que protagonice este tipo de actuaciones desacertadas y que habrán dejado un regusto y un tufillo dictatorial entre los asistentes al Congreso. Esta falsa imagen de lo que son los estudiantes españoles, que se habrán llevado a sus respectivos países los foráneos, hubiera sido otra muy distinta si el rector Gala hubiera puesto fin, hace tiempo, a la serie de despropósitos protagonizados, una y otra vez, por García Prieto, quien no ha dudado en acusar a esta revista y a alguno de sus colaboradores de "embusteros ajenos a la Universidad de Alcalá, que usan los fondos públicos para fines privados".

Dados sus métodos y procedimientos antidemocráticos, Julio Gutiérrez ha calificado, en varias ocasiones, de resurrección del sindicato franquista, SEU, al Consejo de Estudiantes. Otro de nuestros colaboradores, en plan de broma, aboga por compararlo con cierto partido político de éxito en Marbella, con petición expresa de perdón a sus afiliados.

La revista Vivat Academia no quiere cerrar este editorial sin pedir, públicamente, al rector de la Universidad de Alcalá, por el bien interno de la institución y por su buena imagen externa, que tome cartas en el asunto, ya que el CE, si bien no es de su invención, si está organizado muy contrariamente a lo que son los principios democráticos que deben gobernar todas nuestras actuaciones.

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