La Historia de la UAH
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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

Histórico Año I

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Septiembre 1999   Nº ocho

 

HISTORIA RECIENTE DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ (CONTINUACIÓN)

José Morilla entra de lleno, en esta entrega, en la etapa de democratización de la universidad española que coincide, exactamente, con la andadura independiente de la resucitada Universidad de Alcalá. Dado que muchos de los profesores y PAS que nos leen, han vivido aquellos intensos años, algunos incluso como alumnos, desde estas páginas les emplazamos a contribuir a escribir la historia reciente de nuestra universidad, enviándonos textos que, o bien completen los de José Morilla, o bien nos ayuden a reconstruir la parte anecdótica y más íntima de nuestro pasado. Asimismo serán muy de agradecer los documentos gráficos.

En este número, gracias a nuestro compañero Luis Monge, del Servicio de Fotografía, disponemos de dos excelentes muestras fotográficas de lo que fueron aquellos años. Ambas son de la etapa inmediatamente anterior a los hechos que aquí se relatan, por lo que van como introducción. El resto de documentos gráficos que acompañan al texto corresponden a la edición del Colegio de Arquitectos de Madrid de la "Universidad de Alcalá I".

EL RENACIMIENTO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALA

Por José Morilla Critz, (Catedrático de Universidad, Área de Fundamentos de la Economía).

Sexta parte: La democratización de la Universidad

 8. 1979-1985: años de definición.

... (Continuará)

NOTAS

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Sentada en los "Hangares". Con un poco de atención
se pueden descubrir algunas caras muy conocidas.

La Democratización de la Universidad

 8. 1979-1985: años de definición.

Con la interpelación en el Congreso de los Diputados, fruto de la lucha democrática en la Universidad de Alcalá, ésta pudo hacer el servicio al país de interesar a los representantes de la nación en los problemas prácticos de la transición democrática en las aulas universitarias, cosa que entonces no abundaba. Pero, mucho más importante, para Alcalá significo el fin de los grandes conflictos internos que habían acompañado el complicado restablecimiento de la enseñanza universitaria en su seno. Desde entonces, la normalidad de las clases (salvo conflictos temporales reducidos) empezó a ser la tónica en Alcalá y buena parte de la energía de la Institución pudo concentrarse en dos objetivos:

La estructuración interna de la Universidad. (en este número)

La definición del proyecto de ciudad como ciudad universitaria recuperada. (en el próximo número)

Estos dos grupos de cuestiones creemos que enmarcan la mayor parte de los acontecimientos de la Universidad de Alcalá en los años 1979-1989. Son coetáneos, no tienen necesariamente el mismo origen, pero en los últimos años acabaron confluyendo, como veremos, en uno sólo. Por conveniencias de comprensión vamos a exponerlos separadamente, pero no hay que olvidar que forman parte de una misma secuencia cronológica.

carmelosep.jpg (33265 bytes) Esta fotografía, manipulada para formar parte de una exposición, corresponde a una de las aperturas de curso de aquella época. Tanto el profesor como el conserje son compañeros muy conocidos de nuestra comunidad.

8.1. LA ESTRUCTURACIÓN INTERNA

La palabra "estructuración" tiene el peligro de su imprecisión, pero tiene la virtud de indicar que queremos decir algo más que "organización" que, siendo abarcada por aquélla, tiene un sentido hoy día casi excesivamente "administrativo".

Entendemos por estructuración una acción que condujo a la Universidad de Alcalá a:

Definir su ámbito de actuación territorial y facultativo.

Organizar sus mecanismos de toma de decisiones y ejecución de las mismas.

Definir sus unidades internas de funcionamiento académico.

Establecer los mecanismos de incorporación, permanencia, etc., tanto del alumnado como del profesorado.

Establecer sus señas de identidad hacia dentro y fuera de la institución.

En buena medida, esta estructuración interna fue algo que vino definido por el programa gubernamental de "Reforma Universitaria" que, aprobado por el Parlamento en 1983, determinaría la absoluta reorganización de la enseñanza superior en España desde ese año y marcaría las líneas y los límites de acuerdo a los cuales cada universidad, dentro de una cierta autonomía, pondría en marcha su propio proceso "constituyente", con la redacción de unos Estatutos.

El proceso de "reforma" por otra parte, estuvo diseñado, de acuerdo a lo que ha sido la transición política española, de forma que el mismo se hiciera gradualmente. De este modo se previó el escalonamiento de un conjunto de cambios comunes a todas las universidades, en los que éstas, no obstante, dentro de los límites de su autonomía y del equilibrio de fuerzas interno que tuvieran, han podido introducir algunos matices diferenciadores. Las etapas, a grandes rasgos, han sido las siguientes:

1ª Organización del gobierno interno y declaraciones programáticas de cada universidad, plasmadas en la redacción de Estatutos. Etapa cumplida en los años 1983 y 1984.

2ª Reconversión del profesorado con la finalidad de terminar con la acumulación durante el franquismo de situaciones provisionales, estableciendo un profesorado mayoritariamente estable, vinculado fundamentalmente a departamentos. Ha abarcado el periodo 1984-1989NOTA16 de VA.

3ª Reforma del contenido de las enseñanzas y establecimiento de nuevas titulaciones adecuadas a las demandas actuales. Este es un proceso que acaba de iniciarse y ha de cumplirse en los años sucesivosNOTA17 de VA.

La Universidad de Alcalá, como todas las demás, ha estado inmersa en este proceso desde1983, y desde entonces ello ha condicionado su concreta "estructuración interna". Pero no es menos cierto que todas esas reformas no afectan nada más que al marco legal formal de la institución y, sin embargo, la Universidad es algo más. Como cualquier institución en la que sus integrantes disponen, por cualquier circunstancia, de una ocasión de marcar su futuro, las ideas que dominen en el grupo, expresadas en el margen de actuación de los que son elegidos para dirigirla, pueden constituir una institución marcada por un "programa" y un estilo propios.

En la etapa que medió entre el triunfo de la lucha por la refundación legal de una universidad en Alcalá de Henares (1978) y el de la Reforma Universitaria general (1983), esa "Universidad de Madrid en Alcalá" (que contó con un rector, don Manuel Martel, primero provisionalmente nombrado por el Ministerio de Educación –hasta 1981- y después confirmado por unas elecciones hasta marzo de 1983), se encontró ante una contradicción provocada, en gran parte, por la imprecisión y turbulencia que había sufrido durante la etapa del "Campus" de la Complutense de Madrid: su justificación era desmasificar Madrid de estudiantes universitarios (110.000 estudiantes en la Universidad Complutense en 1980) y, sin embargo, con siete facultades y una escuela universitaria (dos de ellas ya en 5º curso, tres por 3º y dos en los primeros) no llegaba ni a los 1.700 alumnosNota33.

Ello era, en parte, consecuencia del abandono que había habido durante los años precedentes en cuanto a la planificación universitaria de Madrid, pero también lo era de las reservas que habían surgido entre los potenciales estudiantes madrileños a venir a Alcalá, dada la experiencia de los años anteriores.

Sin planificación alguna, la Universidad Complutense, abandonada a su suerte, fue enfermando de masificación un poco más cada año, con reformas sucesivamente conseguidas del Ministerio. A Alcalá le fueron adscritos como distrito los centros de enseñanza media del corredor Madrid-Guadalajara (que dada su composición sociolaboral aún no generaba gran demanda de estudios universitarios) y parte de los traslados procedentes de otras universidades españolas, aparte de las solicitudes voluntariasNota18 de VA. Todo ello generaba, lógicamente, una muy pequeña porción de posibles alumnos universitarios.

Esa era una circunstancia que podía tener, y tuvo, sus ventajas a corto y largo plazo, pero también sus problemas. Empecemos por estos últimos.

El primero de ellos fue que, dado el escaso peso que en el contexto universitario español tenía la "nueva Universidad de Madrid con sede en Alcalá de Henares", aparte de su gradual forma de abrirse, impidió la creación, en ningún momento, de la imagen de que existía un proyecto de reapertura de una universidad histórica de gran importanciaNota34, que hubiera justificado una especial inversión y una planificación de sus necesidades por el Ministerio de Educación y Ciencia.

El segundo, aunque vinculado al primero, fue que las urgencias –que son el verdadero motor de la inversión pública en España y de la consecución de una cierta eficacia dentro de sus anticuadas estructuras administrativas- no presionaron en esos años para que no hubiera habido más remedio que hacer instalaciones básicas en una universidad que tuviera la posibilidad de un alumnado propio bien definido: residencias, bibliotecas, servicios de transporte, servicios de apoyo tanto públicos como privados, instalaciones deportivas..., ni para dotar adecuadamente sus servicios administrativos ni de mantenimiento. De ese modo, la vida universitaria alcalaína era de una gran pobreza fuera de lo que era la impartición de las clases.

El tercero, consecuencia en parte del segundo, fue que, al no crearse un "entorno universitario", la dependencia del profesorado con respecto a Madrid que había existido desde el principio, no sólo se mantuvo, sino que se incrementó incluso. Alcalá, como ciudad aún básicamente industrial y militar, no podía ser un centro de vida atractivo para gran parte del profesorado universitario. Se perdió la gran oportunidad de que la principal oleada de nuevos profesores llegada entre 1978 y 1984 dejara una gran porción de ellos en la ciudad de Alcalá y, además, muchos de los iniciales residentes de la etapa del "Campus" acabaron reinstalándose en Madrid.

acto3sep.gif (48320 bytes) Investidura como Doctor Honoris Causa de D. Jesús Reyes Heroles. 26 de Mayo de 1981.

En resumen, Alcalá de Henares, que estaba en esos años completamente sumida en la crisis económica más grande de su reciente historia (22 por 100 de su población activa en paro) como consecuencia del cierre de muchas de las pequeñas factorías y la reducción de plantilla en las grandes y que, con el cierre del C.I.R. le desaparecería otra fuente de recursos, no vio nacer en ella con la creación de la Universidad ninguno de los elementos que podían ser resortes de transformación económica y social. Y la Universidad, que nacía precisamente en un momento propicio en España a los ensayos y a los proyectos propagandísticos de una nueva clase política, no fue la experiencia piloto de una enseñanza superior moderna, con el gran poder de atracción del pasado universitario alcalaíno, excelente base para una cuidadosa planificación.

Pero no es menos cierto también que aquella pequeñez y desorganización con la que nació esa "nueva Universidad de Madrid con sede en Alcalá de Henares" era una circunstancia que, vista en perspectiva, tuvo también sus ventajas.

A corto plazo, la etapa del rector Martel, tanto la transitoria como la efectiva, fue muy poco conflictiva en el orden interno. Ello era natural en una universidad con un puñado de alumnos diseminados en siete centros. El movimiento de contestación estudiantil había remitido en toda España, pero mantenía aún cuotas de cierta conflictividad esporádicas que aquí ni se dieron. No había, por otra parte, deficiencias tan agobiantes como cuando la etapa del "Campus", en la que hubo una verdadera masificaciónNota19 de VA.

En segundo lugar, la pequeñez de la comunidad universitaria, aunque favoreció ciertas prácticas de corrupción en el gobierno de tipo caciquil y paternalista, también habituó a una comunicación personal entre toda la Universidad (especialmente entre el profesorado) muy interesante en cuanto a conseguir desde entonces un indiscutible sentido de "comunidad" universitaria alcalaína que hubiera sido muy difícil de alcanzar en otras circunstancias.

En tercer lugar, la debilidad del gobierno de la Universidad (interna por lo dicho anteriormente y frente al Ministerio por la pequeñez de la institución), hizo que muchos profesores utilizaran la Universidad de Alcalá para alcanzar sus objetivos. Entre ellos destacó el de aquellos profesionales que, estando en otras universidades del país, querían venir a Madrid. Bien a través del Ministerio, o a través de relaciones personales con el propio Rectorado, consiguió venir a Alcalá un número de profesores, en buena medida consagrados, que en circunstancias normales de una institución como la universidad española –tan mediatizada por intereses corporativos ya establecidos- hubiera sido imposible. De este modo algunas facultades de la Universidad llegaron a estar extraordinariamente dotadas, por encima de la media española. Y así, con pocos estudiantes por una parte y muchos profesores por otra, tuvo un primer elemento de ventaja comparativa para ganar en calidad.

En cuarto lugar se ganó en aquella etapa un cierto tiempo a los problemas urgentes, porque la pequeñez hacía que no lo fueran tanto. Y de esta manera se pudieron plantear por primera vez soluciones a algunos de los grandes problemas de infraestructura para el futuro. Así el Ministerio se comprometió, al fin, e inició la construcción de dos grandes edificios para las Facultades de Medicina y de Farmacia y la adaptación de un pequeño edificio histórico (San Pedro y San Pablo) que hasta entonces había sido Instituto de Enseñanza Media, para Facultad de Filosofía y Letras. Además, la Universidad encontró en la presión de la ciudad para tener un hospital, la posibilidad de disponer de un Hospital Universitario, cediendo los terrenos al INSALUD para su construcción en el Campus.

Faltaba la planificación general de la infraestructura, es cierto, y mucho más faltaba retomar aquel interés en una recuperación general de edificios histórico-universitarios, pero se logró al fin que físicamente la Universidad de Alcalá empezara a ser una promesa de futuroNota20 de VA.

Además, fue en esos años cuando el Ministerio de Defensa inició una política de "vaciado militar" de Alcalá. Junto al cierre del C.I.R. y de la cárcel militar (edificio de San Basilio Magno), ya previó la salida progresiva de la Brigada Paracaidista (cuartel de Mendigorría- Colegio Máximo de la Compañía de Jesús-; cuarteles del Príncipe y Lepanto –conventos de Caracciolos, de la Trinidad y Carmen Calzado) y del Depósito de Sementales (convento de la Merced). Ello iba a arrastrar inevitablemente con el tiempo también la inutilidad del Cuerpo de Intendencia en la ciudad (convento de Caracciolos) y de la Comandancia Militar (convento de la Trinidad).

Ya se realizó entonces la salida del cuartel de Mendigorría, estableciendo parte de la Brigada Paracaidista en el anterior C.I.R., y Defensa pudo ofrecer al Ministerio de Educación aquel edificio, que éste adscribía a la Universidad para que, una vez restaurado, pudiera llegar a ser la Facultad de Derecho. Se redactó ya, incluso, el primer anteproyecto para tal fin en 1982.

En esta etapa también se empezaron a definir ciertos símbolos identificativos de la Universidad alcalaína con el acierto, por parte del Rectorado en unos casos, por iniciativas individuales en otros, de ligarlos a la tradición universitaria cisneriana. Los símbolos y la "liturgia" universitarios son importantes para la creación de un espíritu colectivo de identificación y solidaridad con la institución, que es, no cabe duda, una forma de conseguir consistencia para proyectos futuros.

En julio de 1981 fueron publicados en el "B.O.E." el "escudo oficial" y las "medallas conmemorativas" de la Universidad de Alcalá de Henares. En el primero se recuperaba enteramente el escudo del cardenal Cisneros, variando del utilizado por la "Complutense de Madrid" sólo en cuanto a su diseño, pero no en cuanto a sus elementos. También variaban las leyendas incluidas:

COMPLUTI URBIS UNIVERSITAS

ALCALÁ DE HENARES

El Rectorado hubiera deseado, lógicamente, la leyenda "Complutensis Universitas", pero el Ministerio no se avino a esa confusión con la de Madrid. En las conmemorativas se incluyeron, con acierto, las figuras de Cisneros, Cervantes y la fachada de la Universidad.

Esa publicación en el "B.O.E." de los símbolos de la Universidad alcalaína tuvo otro valor no apreciado entonces: se publicaban como "de la Universidad de Alcalá de Henares", lo que era un nuevo reconocimiento oficioso, aunque fuera por error, de un nombre que ya nadie negaba, ni el propio "B.O.E." en todas sus referencias a esta Universidad que, legalmente, se seguía llamando "una nueva Universidad de Madrid con sede en Alcalá de Henares".

El 15 de octubre de 1981 se celebró la primera apertura solemne de curso en la Universidad de Alcalá, con el buen acierto, que se ha mantenido así desde entonces, de hacerla en día cercano a San Lucas, como estaba ordenado en las Constituciones Cisnerianas. Se recuperó también, en su mayor parte, el protocolo que históricamente regía en la antigua Universidad para la celebración de esta ceremoniaNota35.

acto2sep.gif (86346 bytes) Solemne acto de apertura del curso académico 1981-82. Presiden el Acto D. Juan de Borbón y el Rector Sr. Martel.

Entre los asistentes se puede observar, al fondo, al actual Rector Sr. Gala.

El día 17 de noviembre de ese mismo año, finalmente, a instancia del catedrático de Historia Moderna don Bartolomé Escandell, se restableció la "Annua Commemoratio Cisneriana", es decir, la celebración del día del fallecimiento de Cisneros, que desde entonces se ha convertido en un acto anual de la Universidad de Alcalá.

Estas fueron, desde entonces, muestras de que la Universidad de Alcalá tenía la vocación de ser un proyecto de recuperación histórica, no sólo una universidad nueva e indefinida. Y ello tendría la virtud, aparte de identificar a todos sus miembros con algo común no discutido, de conectarlos con los núcleos alcalaínos que, desde diversas instituciones, mantenían vivo el sentimiento y aspiración de una identidad histórica alcalaína. Precisamente por esos años, había surgido una "Institución de Estudios Complutenses" en la que ya no sólo se encontraron tradicionales estudiosos e interesados locales por la historia de Alcalá –fundamentalmente la universitaria-, sino también algunos profesores universitarios.

Finalmente, esta etapa transitoria fue tan importante para el futuro de la Universidad porque coincidieron tres circunstancias de gran interés:

La toma de conciencia en la ciudad de la gran crisis a la que había llegado su modelo de crecimiento de los años precedentes.

Las elecciones municipales.

La toma de conciencia como alcalaínos por parte de algunas personas de la Universidad.

Tras los "Pactos de la Moncloa" primero, y, sobre todo, tras el acceso del PSOE al Gobierno, la lucha de los sindicatos y los partidos obreros contra la crisis económica fue gravitando desde una utopía revolucionaria que consideraba que la oleada de despidos que se manifestaba en las empresas se podía detener con huelgas, manifestaciones y exigencias de inversiones públicas indiscriminadas, hasta otra en la que se hubieron de preparar para proponer "alternativas de reconversión" de sectores productivos no competitivos. Este cambio significaba la aceptación, en mayor o menor grado, de que los ajustes eran necesarios y que, dadas las circunstancias, más valía pensar en opciones económicas con futuro posible para cada sitio.

En Alcalá de Henares, los partidos políticos y los sindicatos empezaron a interesarse por el proyecto de Alcalá como ciudad universitaria. De este modo, la Universidad fue ya incluida en los programas electorales, cuando éstos eran de ámbito local, y en las versiones alcalaínas de las campañas, cuando eran de ámbito nacional. Creemos que esta actitud fue un gran acierto, porque, por una parte, el tema universitario volvía a ser un elemento de integración de la sociedad alcalaína- saliendo ya de círculos reducidos, aunque de variadas tendencias- y, sobre todo, porque, como expusimos en varias ocasionesNota 36, la Universidad, con los otros efectos económicos inducidos que su establecimiento podría reportar, era una agraciada oportunidad de reconversión de la economía de Alcalá.

Las elecciones municipales (unas en 1979, otras en 1983) fueron dos grandes ocasiones para que los partidos políticos incluyeran en sus programas el compromiso de trabajar por la consolidación de la Universidad. En las primeras no pasaron, en general, de declaraciones programáticas generales al respecto, pero en las segundas, todas las grandes opciones, con pocos matices de variación, planteaban abiertamente dos opciones relacionadas con la Universidad:

La actividad económica inducida por la Universidad en la ciudad podía complementar su dañada estructura económica.

Sus instalaciones justificarían parte de los programas de rehabilitación arquitectónica y diseño urbanístico que presentaban.

Fue el tiempo, también, en el que algunos universitarios empezaron a ver Alcalá como algo más que un lugar donde estaban los centros en los que debían realizar su trabajo, comenzando a interesarse por el entorno en que se encontraban.

El proceso que lleva a ese interés era entonces, y sigue siendo hoy, complicado. Alcalá está muy cerca de Madrid, principal centro económico, administrativo y cultural de España. La historia universitaria de España no puede volver a vivirse de otra manera que como ya fue y lo que es una "ciudad histórica universitaria" como Oxford, Lovaina, Bolonia, Tréveris..., no ha sido capaz España de traerlo hasta el siglo XX. Hemos llegado hasta este tiempo con una universidad napoleónica –qué eliminó la tradición- degenerada por sucesivas reformas siempre inconclusas. Entre estos intentos reformistas habidos desde finales del XIX tampoco han dado resultado los proyectos de "campi integrados" al estilo de las mejores universidades americanas.

Mucho se ha escrito y podríamos escribir sobre los intentos de cambios en la Universidad española, pero todo lo que dijéramos del resultado se podría resumir en una sola frase: cada sociedad genera una universidad a su propia imagen. Si hablamos hoy precisamente de que la universidad puede cambiar es porque la sociedad española ha cambiado notablemente en los cuatro últimos lustros.

Sin embargo, el caso es que todavía la universidad en España es para los profesores y personal "un lugar donde se trabaja" y para los estudiantes "un lugar donde van a recibir clases". Esos modelos, fruto de la evolución histórica, en los que la universidad es para el profesorado el núcleo en torno al que gira la mayor parte de su interacción social, desde los resortes del "éxito" hasta sus relaciones sociales, y en la que aquélla es también una "etapa" en la vida integral del estudiante, no existen en España. Tales modelos han dado lugar a "ciudades universitarias" que se convierten en centros de cultura, de industria editorial, de investigación vinculada a un amplio espectro de corporaciones públicas y privadas, de mil y un servicios sociales y de consumo adaptados a la población universitaria. Todos son elementos que hacen a esas ciudades atractivas en cuanto a su interacción social cercana y, pero también, muy abiertas a toda una comunidad intelectual universal.

Nuestro modelo de vida universitaria, por el contrario, produce que si las instalaciones docentes no están en, o no están cerca de, una gran o media ciudad, cosmopolita por otras razones, puede convertir a la comunidad universitaria en rehén de una vida pobre cultural e intelectualmente hablando y, como tal, poco apetecible a espíritus más abiertos e inquietos; condición, sin embargo, de todo intelectual.

En estas circunstancias, la cercanía de Alcalá a Madrid produce en aquélla un efecto ambivalente: es difícil que en Alcalá la vida universitaria se provincionalice, pero también, al tener tan cerca el gran polo de atracción de Madrid, sus campi pueden tener una vida universitaria más pobre aún de lo habitual en España. Solamente se supera la situación a favor de Alcalá cuando, por cualquier circunstancia, transformar Alcalá en uno de aquellos tipos de ciudades universitarias inexistentes en España se convierte en un objetivo atractivo en sí mismo para algunos universitarios. Y signos de este tipo empezaron a aparecer en aquella etapa de transición y hoy se están incrementando.

Entre 1979 y 1983 algunos universitarios empezaron a colaborar con nacientes instituciones culturales o políticas que querían aquella utopía universitaria y cultural para Alcalá. Junto a la ya mencionada Institución de Estudios Complutenses, encontramos también el Club Nebrija y el Club Cultural Altura –hoy desaparecido. Un proyecto interesante, animado por el catedrático don Ramiro Campos Nordmann (por desgracia fallecido prematuramente), fue la creación del Centro Alcalaíno de Economía. Y así podríamos reflejar otras instituciones en las que aquella relación se comenzó a manifestar. No hay que olvidar tampoco que entonces el Instituto Nacional de Administración Pública empezó a contratar la impartición de algunos de sus cursos con la Universidad de Alcalá. Por aquí algunos de los profesores de la Universidad encontraron también una razón adicional para vincularse a la ciudad.

Tras todas estas decisiones individuales, aunque a veces se diluyan en el anonimato de alguna institución, estaba y está la idea de que Alcalá puede ser una ciudad universitaria que en algún momento sea un lugar lo suficientemente atractivo para que resida en ella la mayor parte de la comunidad universitaria, aprovechando, precisamente, que tiene Madrid cerca y que Alcalá puede ser una ciudad de servicios universitarios muy especializados para la gran metrópoli.

En la dinámica que refleja la progresiva toma de conciencia sobre este tema, fue de gran interés que el mismo surgiera en la campaña electoral para rector de 1981. Las ideas programáticas en torno al mismo eran, sobre todo, del candidato derrotado, don Justo Mañas (uno de los profesores que decidieron residir en la ciudad complutense y que es hoy el primer profesor emérito de su Universidad), pero no cabe duda que recogía las ideas de un buen número de profesores, que luego han germinado en numerosas iniciativas que hoy están en marcha.

Cuando la Universidad alcalaína se hubo de enfrentar, en marzo de 1983, "a la formalización de su proceso constituyente" abierto por la Ley de Reforma Universitaria, tenía ante sí el reto común a todas las demás universidades españolas, antiguas o recientes: desarrollar aquellos tres puntos que expusimos antes, que podemos calificar de liquidación de las tensiones laborales que tenía la universidad desde la etapa franquista y la organización de la autogestión desde el espíritu idealmente anticorporativo de una gestión crítica. Pero, a la vez, tenía unos referentes históricos inmediatos, provenientes de la etapa del "Campus" y de los años de transición, que le forzaban a reflexionar también en torno al tipo de universidad que se podía hacer en relación al pasado universitario de Alcalá y en relación a la ciudad actual.

Las elecciones a rector, que debían de abrir el proceso constituyente, se celebraron en marzo de 1983 y tuvieron su centro de atención, como era lógico en toda la universidad española, en los mecanismos para garantizar durante el mismo la participación de todos los "estamentos" en la anunciada autonomía de gestión de la Universidad. Naturalmente, en esto, dado el marco fijado por la Ley, las diferencias entre los dos programas que se presentaron sólo podían ser de matiz y, en última instancia, el resultado no reflejaría sino la mayor o menor confianza del cuerpo electoral –fundamentalmente profesores y personal de administración- en cada uno de los candidatosNota 37 en cuanto a la satisfacción de las exigencias del equilibrio de poderes (entre todas las categorías de profesores, personal de administración y estudiantes) que inevitablemente se avecinaba. Por ello, lo interesante de esta "elección preconstituyente" estuvo en lo que parecía marginal: el diseño de una idea general de universidad para Alcalá, que a lo largo de la campaña fue ganando protagonismo, una vez que, seguramente, cada cual sabía donde estaban mejor defendidos sus importantes intereses profesionales.

Uno de los debates más interesantes que surgieron entre los candidatos fue en relación al ámbito y las aspiraciones de expansión que debía tener la Universidad de Alcalá. En la mente de todos estaba el peligro, fruto de la frustrante experiencia de las etapas inmediatamente anteriores, de que esta universidad quedara reducida a un estrecho ámbito territorial, con pocos alumnos, con poca entidad en el contexto educativo español y con pocas aspiraciones de ser una institución apetecible a los estudiantes de una zona más amplia: Madrid y el resto de España.

El debate sobre estas cuestiones pudo quedar en meros enunciados genéricos, sin embargo, el programa del candidato Manuel Gala había tenido la virtud de incitar a la concreción, al preconizar una "universidad de área" con aspiraciones, no obstante, de universalidad. La frase daba pie a una fácil acusación de localismo contra su autor, pero el debate justamente confirmó, ante una nutrida representación de la comunidad universitaria, que el programa preconizaba que si la Universidad de Alcalá quería tener algún día una presencia fuerte en el ámbito nacional y abrirse también fuera de nuestras fronteras tenía, primero, que identificar claramente su imagen con la ciudad en la que se ubicaba y con el área tan fuertemente industrializada y de tanto potencial económico en España, como es el corredor Madrid-Guadalajara. Por otra parte, tenía que dar satisfacción a la provincia de Guadalajara en su deseo de estar incluida en el distrito universitario de Alcalá, por cuanto ésa era una forma de saltar los estrechos límites de una Comunidad Autónoma, a diferencia con lo que ocurría –y ocurre- con las demás universidades españolasNota21 de VA.

El hecho de que triunfara esa opción de "afirmación positiva" sobre Alcalá y no la del miedo a los peligros de una afirmación tan contundente, ha sido muy importante para el desarrollo ulterior de esta universidad, porque ha significado que desde dentro de la institución universitaria se fue desde entonces a un programa de claro asentamiento en la ciudad de Alcalá, en Guadalajara y de colaboración dada vez más estrecha con las empresas de la zona. Y con ello se ha incorporado a la labor de construcción de la Universidad de Alcalá el potencial de entusiasmo que, sobre todo, en la ciudad complutense, hubo y hay por su universidad.

El acceso de don Manuel Gala al Rectorado significó también el comienzo de la puesta en práctica de las ideas de un voluminoso programa electoral –tal vez el más amplio y detallado de los que en aquel "proceso constituyente" se presentaron en las universidades españolas- cuyos puntos esenciales eran los siguientes:

1º La estructuración jurídica y académica de la Universidad de acuerdo a la Ley de Reforma Universitaria lo más rápidamente posible.

2º Congelación transitoria de la creación de nuevos centros tradicionales (facultades, escuelas, etc.), buscando, por el contrario, la consolidación y mejora de los existentesNota22 de VA.

3º Incremento de soporte administrativo, basado en el aumento de la plantilla de este tipo y, a la vez, en la superación de una burocracia tradicional de control, por una de prestación de servicios funcionales.

4º Máxima apertura posible al entorno social, en particular a las empresas, a través del protagonismo del Consejo Social y las facilidades de contratos y acuerdos con organismos públicos y privados de los que puedan surgir centros mixtos con perspectiva de futuro.

5º Resolución ambiciosa de los problemas de infraestructura de la Universidad a largo plazo, con las características, por una parte, de recuperar todo el patrimonio histórico-universitario de la ciudad y, por otra, sacar ventaja de ser una de las universidades del país con un campus nuevo más extenso para, en él, hacer un ambicioso proyecto de instalación y urbanización universitarias.

El que la Universidad de Alcalá contara desde esas elecciones constituyentes con un equipo rectoral preocupado más por las cuestiones no estrictamente jurídico-académicas de su estructuración interna, creemos que fue una de las ventajas comparativas que obtuvo en esos primeros pasos de la "reforma universitaria". Fuera el proceso como fuera, la universidad española iba a terminar en manos de los intereses corporativos de los que trabajamos en ella, como mejor forma de garantizar nuestros privilegios una vez terminada la oleada de utopía revolucionaria de los universitarios formados en los años sesenta y hoy envejecidos física e ideológicamenteNota23 de VA. Dedicar muchos esfuerzos a esa tarea, que no fueran los de hacerla lo más rápidamente posible, no hubiera conducido sino a perder tiempo en un desgaste de toda la institución.

Con este planteamiento estratégico la redacción de Estatutos se realizó muy rápidamente. Tras ellos vino la reforma de las estructuras internas (organización de departamentos, reconversión del profesorado, participación de todos los estamentos en el gobierno interno, etc.), procesos todos ellos que adoptaron un rápido automatismo que en cualquier caso tenía que alcanzarse por la propia inercia de la Ley y el equilibrio de poderes en una autogestión corporativa. Sin embargo, haber tenido que pagar un coste bajo de conflictividad y falta de acuerdo en aquellos momentos iniciales, significó que muchos esfuerzos personales –y el capital de una universidad no es otro que el "capital humano"- pudieron dedicarse a pensar y poner en práctica proyectos-riesgo abiertos al futuro con una cierta libertad y flexibilidad.

Como hecho anecdótico de cierto interés histórico es de resaltar que esa Universidad, que como vimos legalmente seguía sin nombre definido pues era "una nueva Universidad de Madrid con sede en Alcalá de Henares", se convirtió, con la redacción de sus Estatutos y la aprobación por Ley de los mismos en 1984, en UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DE HENARES de manera oficial. Esa aprobación de Estatutos fue, por tanto, el último eslabón de esa larga cadena de circunstancias, contradictorias muchas veces, que desde 1968 se fueron enlazando para que Alcalá recuperara su Universidad perdida en 1836.

Los dos primeros años de la etapa de Gala en el Rectorado (1984-1986), no obstante, no fueron solamente de estructuración interna y de definición de un programa de recuperación universitaria de Alcalá como ciudad universitaria (que analizaremos más adelante), sino que la Universidad de Alcalá hubo de enfrentarse a corto plazo a la perentoria solución de algunos de los problemas heredados de su desorganizada recreación. El más grave era el que se presentaba ya como consecuencia del crecimiento del alumnado (7.000 en 1983) derivado del crecimiento de la población estudiantil madrileña, de las medidas de numerus clausus adoptadas por las universidades de la capital de la entrada en vigor del "Distrito único de Madrid", del crecimiento de la población universitaria del corredor del Henares y de la adscripción de la provincia de Guadalajara a esta universidad, aparte de la progresiva entrada en funcionamiento de todos los cursos de sus facultades. Junto a este crecimiento de los alumnos, la crisis económica del país, sin embargo, había provocado que los tres proyectos más importantes de la ampliación de la infraestructura estuvieran paralizados en 1983.

acto4sep.gif (40981 bytes) Los Reyes, acompañados por el rector, el ministro de Cultura y el alcalde de Alcalá de Henares, además de otras personalidades del mundo de las letras, presidieron el acto de entrega del "Cervantes", otorgado a D. Ernesto Sábato. 1985.

Las obras de la Facultad de Farmacia se encontraban paralizadas por quiebras sucesivas de las empresas contratantes. La Facultad de Medicina por dificultades presupuestarias del Ministerio de Educación y Ciencia, y las del Hospital, tanto por quiebra de la empresa adjudicataria de las obras, como por la crisis financiera del INSALUD, que dudaba entre abandonar el proyecto o reducir sus dimensiones. Además se habían detenido las inversiones del Ministerio en infraestructura general del campus, lo que significaba, también, en todo caso, la imposibilidad de que entraran en funcionamiento en su día los nuevos edificios. Las propias deficiencias económicas del Ministerio, asimismo, tenían paralizada la contratación de obras de la futura Facultad de Derecho.

Esas fueron las fuentes de los conflictos estudiantiles que volvió a sufrir la Universidad de Alcalá en esos años y en los que le siguieron hasta 1987, pero que ya no produjeron la imagen, a pesar del eco en algunos medios de comunicación nacionalesNota38, de una desastrosa situación de la Universidad de Alcalá. No hubo, porque no podía haber, soluciones para la infraestructura a corto plazo, salvo el éxito en convencer al Ministerio de la necesidad de no hacer crecer excesivamente esta universidad y en adoptar medidas "provisionales" basadas en las estrecheces y malos acondicionamientos. Estas últimas, si tuvieron éxito fue por la comprensión de una comunidad universitaria que, tal vez, formada en la cohesión interna de los difíciles años anteriores, tenía una gran capacidad de sacrificio.

Con esas premisas, la posibilidad de lanzamiento de la Universidad de Alcalá estaba en el medio y largo plazo tan sólo, y en ellos era en los que la idea de un proyecto de ciudad como "ciudad universitaria recuperada" tenía sus grandes ventajas, uniendo las fuerzas e ideales provenientes de la ciudad y las necesidades provenientes de la Universidad.

 

CONTINUARÁ...

En el próximo número: 1979-1985: años de definición

UN PROYECTO DE CIUDAD COMO CIUDAD UNIVERSITARIA RECUPERADA

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NOTAS

NOTA 33: Ver MORILLA CRITZ, J.: "La Universidad de Alcalá en cifras: Una universidad liliputiense", Puerta de Madrid, 11 de octubre de 1980.

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NOTA 34: Es interesante considerar el hecho de que en esos años raramente en los medios de comunicación, cuando se referían a la enseñanza universitaria en Madrid, incluyeran la Universidad de Alcalá.

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NOTA 35: Para esta primera ocasión fue de destacar que se consiguió la presencia de la Casa Real, en la persona de don Juan de Borbón, lo que no cabe duda que colaboró a hacer más solemne aquella simbólica ceremonia.

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NOTA 36: MORILLA CRITZ, José: "La economía de Alcalá I: Problemas y perspectivas. II: Algunas soluciones heterodoxas", Puerta de Madrid, abril, 1981; "Por un proyecto de ciudad", Puerta de Madrid, octubre, 1982; "Apuntes para un programa universitario de un futuro Ayuntamiento", Puerta de Madrid, enero, 1983.

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NOTA 37: Se presentaron dos candidatos: el doctor Gala, de Economía (que resultó elegido rector), y el doctor Hernández, de Medicina.

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NOTA 38: Ver, por ejemplo, ABC, noviembre, 1987.

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NOTA 16 DE VIVAT ACADEMIA: Curiosamente la historia se repite. Lo que se achacaba a los perniciosos modos franquistas, que habían llenado la universidad de profesores con contratos precarios, sin reconocer su entrega y dedicación universitarias, hoy se vuelve a repetir, llegándose a porcentajes claramente ilegales, según la propia LRU. El gran esfuerzo que hubo de hacerse, tanto presupuestario como de imaginación, para conseguir estabilizar la universidad, desde el punto de vista de los recursos humanos, en profesorado como en personal de Administración y Servicios, ha sido claramente e ignominiosamente despreciado y desperdiciado por los rectores, que prefieren tener personas contratadas en precario, mucho más dóciles y con menos ganas de conflictos, en un país en que el paro es tan grande, sobre todo entre los titulados superiores. Sin embargo, hay una diferencia clara, lo que entonces era un problema político debido a la ineptitud de las autoridades ministeriales, hoy es un problema "casero", debido a las desmedidas ambiciones e ineptitudes de las autoridades universitarias.

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NOTA 17 DE VIVAT ACADEMIA: Hemos de tener en cuenta que José Morilla escribe este texto en 1989, por ello, en aquella época, el proceso de reforma de los planes de estudio acababa de iniciarse. Lo peor es que ahora, 10 años después, no sólo no se ha terminado, sino que se debe iniciar la contrarreforma de la reforma, tal es el caos introducido en la enseñanza universitaria española, del que es culpable todo universitario que se precie, en resonancia con las autoridades ministeriales y equipos rectorales y decanales.

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NOTA 18 DE VIVAT ACADEMIA: Y, como ya hemos indicado en otra ocasión, eran desviados hacia Alcalá los estudiantes extranjeros de países subdesarrollados y en vías de desarrollo, que deseaban estudiar en España, sobre todo los procedentes de los países árabes. Antes de existir el distrito único de Madrid, que se puso en marcha en fecha tan tardía como 1986, estos estudiantes debían realizar la selectividad correspondiente a Alcalá.

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NOTA 19 DE VIVAT ACADEMIA: No hay que olvidar que nos encontramos en plena transición política en España, época que se caracterizó por un pacto social, entre todos los partidos y sindicatos, para evitar todo tipo de conflictividades. Los estudiantes, es un hecho probado, no son conflictivos sin un "motor" que les motive adecuadamente. En Alcalá de Henares, dada la situación política, sólo quedaba un posible resorte que desencadenara conflictividad: los profesores que, cuando quieren, arrastran en defensa de sus reivindicaciones a los alumnos. Sin embargo, como José Morilla va a mencionar seguidamente, en Alcalá se instauró un "buen" sistema de corruptelas, para conseguir, tanto el profesorado como el PAS, satisfacer sus ambiciones personales, lo que hizo prácticamente imposible mover al personal y a los estudiantes en aras de un sistema más justo.

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NOTA 20 DE VIVAT ACADEMIA: No podemos silenciar que, aunque con algo de timidez, ya se habían dado pasos de gigante en la recuperación de los edificios históricos. De hecho el Ministerio también había encargado el proyecto de restauración del cuartel de Mendigorría para Facultad de Derecho. Además, nadie, en la Universidad de Alcalá, podía renunciar al sueño de la recuperación del Colegio de San Ildefonso.

Si hacemos un estudio comparativo, en proporción (nº de edificios/nº de años) se edificaron y recuperaron muchos más edificios en esos pocos años (1979-1984), que los edificados y recuperados por el rector Gala en los quince años que lleva al frente de la U.A., pese al famoso convenio. Pero aún hay más, si consideramos lo conseguido, en estas mismas fechas (1979-1999) por otras universidades que también empezaron por esa época, Alcalá de Henares está en clara desventaja.

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NOTA 21 DE VIVAT ACADEMIA: Esta etapa de la historia de la universidad acalaína es tan importante, que no podemos pasar rápido por la misma. Los comentarios de José Morilla están muy bien para la fecha en que fueron escritos, pero ahora, con una perspectiva de 10 años más, se debe escribir mucho más ampliamente sobre estas elecciones a rector, partiendo de las elecciones, las primeras habidas en Alcalá, que se celebraron en 1981. Por estas razones Vivat Academia está recopilando información verbal y documental sobre dicho periodo y promete a sus lectores que, una vez acabados los textos originales de esta historia, continuaremos la misma con la ayuda de todos aquellos que deseen prestarnos su colaboración.

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NOTA 22 DE VIVAT ACADEMIA: Aquí debemos volver a repetir que estas palabras son ciertas en 1989, cuando los equipos rectorales que se habían sucedido habían mantenido en pie las ideas originales, sin tener en cuenta ambiciones personales, frenando, en buena medida, las contradictorias ilusiones del rector Gala. Después de esa fecha, la multiplicación incongruente y desenfrenada de nuevos centros ha dado al traste con aquellas aspiraciones de la Universidad de Alcalá, con una calidad en claro declive y un profesorado cada vez menos estable.

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NOTA 23 DE VIVAT ACADEMIA: El envejecimiento físico e ideológico a que se refiere José Morilla es una forma muy elegante de eufemismo para decir que muchos, profesores, PAS e incluso alumnos hoy trabajadores de la U.A., de los que en aquella época tenían muy clara cual debía ser la dirección en que habían de aunarse todos los esfuerzos para conseguir una universidad de calidad, han cambiado hoy aquellos ideales por pequeños beneficios personales ajenos al bien común, con nuevas incorporaciones, por supuesto.

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Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
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Última modificación: 16-12-1999