LA FRASE DEL MES:"El hombre todavía puede apagar el ordenador. Sin embargo, tendremos que esforzarnos mucho para conservar este privilegio". J. Weizenbaum, sociólogo norteamericano, experto en informática. EL PERRO DEL HORTELANODe toda la fauna que puebla el mundo universitario destaca en especial el orden de los burócratas que, a su vez, se clasifica en diversas familias subdivididas en varias especies, de entre las que sobresale, por su gran ferocidad, "canis holitoris", conocido vulgarmente como "perro del hortelano". Esta especie es particularmente abundante en el "campus" alcalaíno, donde ha dado muestras de ser un predador bien preparado por la evolución. (Hay autores que aseguran que sobreviviría incluso en caso de catástrofe nuclear, como otras conocidas especies del reino). Los hábitos de estos ejemplares son increíblemente dañinos para los demás miembros de la comunidad en que desarrollan su actividad, sobre todo porque ocupan una de las más altas posiciones en la cadena trófica, siendo, en parte, culpables de que haya otras muchas especies en peligro de extinción. Son taciturnos, hábiles en amagar el golpe, cuando se disponen a atacar a su presa, celosos del bienestar de ésta, y si, por azar, se les escabulle, no descansan hasta agotarla y dar su zarpazo final, con tal facilidad que apenas pierden energía en la estratagema. Existe una subespecie que utiliza un curioso método de caza. Consiste éste en conseguir que la víctima sea previamente acosada por otro predador, hasta que ambos, perseguidor y perseguido quedan extenuados, momento que aprovecha para atrapar su pitanza; hay que aclarar que no hace ascos al menú, pudiendo optar entre tragarse a uno u otro ejemplar, o ambos a la vez, ya que su apetito no tiene límites. Estamos seguros de que muchos de nuestros lectores habrán identificado a los elementos descritos en los párrafos anteriores, a pesar de estar escritos en clave zoológica. Por lo general, tienen altas ambiciones, referentes a los puestos gerenciales de la universidad, pero no se atreven a plantar batalla, porque sólo se deciden a asaltarlos cuando están seguros de obtener una mayoría casi total. Critican ferozmente ante una taza de café, pero nunca proponen soluciones prácticas; es más, cuando algún otro lo hace, procuran descalificarlo sin pudor alguno, insinuando que cualquier actividad, decisión, toma de postura, etc, está encaminada a conseguir el puesto que añoran, pero que su incapacidad les impide obtener. Su cantinela es como una melopea tibetana, no se cansan de decir :"esto no tiene solución" pero, cuando se les intenta implicar en cualquier movimiento liberatorio, tienen siempre una pronta excusa para no dar la cara y añaden aquello de "más vale malo conocido..." Lo peor de todo es que son hábiles en mantener sus privilegiadas posiciones y se rodean de una aureola de demócratas y buenos profesionales, que está muy lejos de ser real. No dudan en hacer valer unos derechos anacrónicos, por encima de leyes y reglamentos, para conseguir sus metas. "El perro del hortelano" no se circunscribe a un colectivo determinado, así existen entre los catedráticos, los titulares, sean de escuela o universidad, el PAS, los ayudantes, los becarios (un claro exponente de estos últimos lo hemos tenido en una carta anónima que se ha distribuido recientemente) y, por supuesto, los estudiantes. Eso sí, sus comportamientos son diferentes dependiendo del escalón en que se encuentran. Daremos algunos ejemplos. Si son catedráticos, se presentarán una y otra vez hasta conseguir la dirección de un Departamento, fundamentándose en decretos distorsionados y, hábilmente, adaptados a sus intereses, despreciando la labor de los que, según sus propias palabras, "están en un escalón inferior". Si son titulares, atacarán sin argumentos a los catedráticos, esperando llegar a convertirse en uno de ellos, para hacer exactamente lo mismo que critican. Si son estudiantes, se las ingeniarán para engañar a sus compañeros, pasando, sobre todo, información errónea. Y así sucesivamente... Ni que decir tiene que cualquier circunstancia que les impida poner en práctica sus deseos, es culpa de la legislación actual que, evidentemente, no ha sido escrita pensando en ellos. En definitiva, no comen la sopa y, evidentemente, odian que otros la prueben o simplemente intenten probarla. Sus labores de representación se suelen circunscribir a defender sus intereses personales en los órganos correspondientes, que raras veces coinciden con la propia colectividad a la que pertenecen; y no dudan en aliarse con quien más odian, con tal de que los demás no puedan defender sus derechos, por muy dignos que sean. Estos contubernios suelen pactarlos con el más poderoso para, una vez eliminado el peligro del tercero en discordia, colgarse la medalla de haber sido ellos los que han conseguido la salvación. Quizás lo peor de todo sea que todavía existen ingenuos en la comunidad universitaria, que no se han dado cuenta de la preponderancia progresiva de estos peligrosos elementos. Además, los que ostentan el poder, conscientes de la importancia de sus actividades, los utilizan y hasta premian, con tal de tenerlos como "torres" en su particular tablero de juego. Sólo nos resta dar un toque de atención para que aprendamos a detectarlos, a conocerlos y a desenmascararlos. No podemos olvidar que son los culpables, los grandes culpables diríamos, del deterioro que viene sufriendo la universidad española. Sobre todo, ¡seamos cautelosos antes de concederles la oportunidad de convertirse en nuestros representantes! No digan luego que no se lo avisamos. Tras escribir estas líneas, se nos ha ocurrido que podía ser un buen ejercicio repasar las habilidades de algunas otras familias de la fauna universitaria, véanse: los oportunistas, los pasotas, los indecisos, los "divinos", etc. Hacemos propósito de analizar sus comportamientos en sucesivos números de Vivat Academia. LA REDACCIÓN Volver al principio |
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