El Rincón Literario
Arriba Último Nro. Índice Nros. Anteriores Índices Históricos

ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

Histórico Año II

linea.gif (922 bytes)

Marzo 2000. Nº 13

Cuando nuestro compañero Eduardo Acaso nos pasó esta pequeña obra, producto de su genialidad, nos pusimos cómodos dispuestos a sonreír. Al terminar la primera página estábamos hechos un lío: ¿debíamos publicarla en la sección literaria?
Lean atentamente y estamos seguros que terminarán, como nosotros, dudando si ponerla en la sección de investigación. Pocas veces uno se encuentra con una reflexión tan profunda y sintética de nuestra existencia, escrita con tan pocas palabras. ¡Gracias amigo Eduardo!

TRES MUNDOS 

Eduardo Acaso

Tras acomodarme, me incliné sobre el escritorio y acerqué varias cuartillas. A través de las cortinas se extendía borrosa la ciudad, grande y negra. Pero la mesa resplandecía en medio de la oscuridad y establecí que había tres mundos. Yo era Dios.

Estos mundos, A, B y C, se extendían e interrelacionaban según mostraba la figura que, tras un corto esfuerzo, garabateé con trazo decidido. Representaba a dos esferas, que llamé B y C, unidas entre sí mediante un tubo rizado mientras flotaban en medio de una nada que se extendía por el resto de la cuartilla y a la que denominé A.

eduardo.jpg (8774 bytes)

 

A era el mundo más grande -virtualmente, de extensión infinita- y rodeaba por completo a B y C.

B era un mundo esférico del que surgía un tubo que después de introducirse en C, salía y volvía de nuevo a la esfera. Como una bola con asa.

C era el mundo más pequeño y era sólo una esfera que llegaba a engullir una sección de B.

Lo contemplé intensamente hasta que el paso de una ambulancia que sólo llegué a oír me distrajo.

Pronto reparé que para un habitante del mundo A, un Aiano, su universo estaría formado por dos elementos:

  1. - La mayor parte de la cuartilla constituyendo su casa.

  2. - Los mundos B y C que el Aiano percibe como un sólo conjunto ajeno, distinto a él.

Para un habitante de B, un Beiano, su universo era de una simplicidad asombrosa pues sólo existía un mundo, el suyo.

Para un Ceiano, el Universo estaba formado por los siguientes elementos:

  1. - La mayor parte de la esfera que define C percibida como su hogar.

  2. - El trozo de tubo que pertenece a B y que los Ceianos consideraban como extraño a su naturaleza.

Así que, en resumen, los Aianos configuraban su universo de una manera equivocada al suponer que B y C eran un solo mundo:

Elementos del universo Aiano: A y (B + C)

Los pobres Beianos tenían una visión parcial y simplista del universo pues ignoraban la existencia de A y C.

Elementos del universo Beiano: B

Por último, los Ceianos sólo conocían un trozo de B e ignoraban por completo la existencia de A.

Elementos del universo Ceiano: C y B/n

Por supuesto, existía el universo real que sólo yo conocía en mi condición de Dios.

Elementos del universo real: A , B y C

Resumen, escribí en otro papel:

UA = A + (B + C)

UB = B

UC = C + B/n

UR = A + B + C

Situando así, los tres universos subjetivos junto con el conocimiento absoluto, UR. No ocupaba ni media cuartilla. Mientras hacía un poco de café y comprobaba el gran silencio que reinaba en la casa -sólo punteada por el zumbido de la nevera-, me dio en pensar que quizá era el Ceiano el que poseía una imagen más cercana del universo real UR. ¿Por qué? ¿Dónde estaba el azúcar?

El Ceiano sabía que existía otro mundo además del suyo dado que la sección del tubo que se internaba por C, pertenecía a otra cosa distinta a él, ajena, extraña. En definitiva, B/n. Pues bien, si había "otro", razonaban los Ceianos, ¿por qué no "otros"? Así, intuyeron un tercer mundo al otro lado de las paredes que limitaban su estrecha casa. No lo veían, en efecto, no podían probar su existencia, pero si fantasear y presentirlo (no era otra cosa que A). Se me dirá que para los Aianos también había otro mundo ajeno a él (B + C), pero la infinitud de A, su holgura, les hacía olvidar cualquier pregunta al estilo Ceiano y vagaban libres por su espaciosa casa no limitada, como en C, por paredes. Ni que decir tiene que para el Beiano, su universo era de una sencillez pasmosa poco propensa a la curiosidad. Si jamás había visto otra cosa que no fuese su mundo, ¿cómo concebir la existencia de "otros"?

Así que, sólo los Ceianos, constreñidos en su mundo pequeño, curioseaban y soñaban. Su misterio era B y su sueño A. Pronto, dirigieron sus afanes a la búsqueda del conocimiento y se centraron en la investigación minuciosa del trozo que podían ver de B. Rastrearon como moscas su curvada pared, anotaron su color, su brillo, su dureza, su textura, la sustancia de la que estaba hecha. Luego atisbaron vagos reflejos que venían del interior del tubo y finalmente lograron perforar la pared opaca de B y entrar en su mundo.

Afuera comenzó a llover.

La historia de B cambió. En efecto, al recibir los Beianos la intrusión de C en su mundo, o dicho en términos más generales, cuando comprobaron que había "otros" en su universo, experimentaron una auténtica conmoción que paralizó su sociedad entrando en un episodio de catarsis colectiva de dimensiones históricas. En consecuencia, pasó turno.

Mientras tanto, A se mantenía ajeno a estos acontecimientos dado que ignoraba la existencia de C y mucho menos sus recientes hazañas. A era grande y (B + C) limitado y pequeño. ¿Qué importaba pues? A era un mundo feliz, como lo había sido B. Pasó turno también.

Mientras iba a ponerme un jersey, los Ceianos exploraron el nuevo mundo recientemente descubierto. Lo que allí encontraron fue tan asombroso como inesperado: B se extendía más allá de cualquier especulación y era enorme y misterioso. Además, salía de C. Así, poco a poco, fueron recorriendo su asa hasta que, estupefactos, hallaron su increíble núcleo, la patria de B, su corazón, su sector más extenso y misterioso.

Consiguieron así, una nueva imagen del Universo:

C + B

Considerando que intuían la existencia de un tercer mundo, se comprende lo próximo que estaban los Ceianos del Universo real (UR). De hecho, ya tenían en cierto modo, su imagen exacta pero no llegaban a leerla bien. Sólo perforando la pared que los separaba de A, entenderían al fin.

Los habitantes de C por tanto, espoleados por sus sueños y por el poder adquirido en la conquista de B, se dirigieron a la pared que les separaba de A. Percibieron su naturaleza, su espesor, calibraron su alcance y lo que hasta ahora sólo había sido fantasía, se desplegó ante sus ojos poco a poco. Dicho de otro modo: ocurrió que su imagen del Universo fue la misma que el Universo real:

A + B + C

Entonces, adquirieron el conocimiento absoluto y fueron dioses como yo. Hablaron conmigo, contemplaron los esquemas y leyeron las fórmulas.

Me contaron que para ellos, B representaba el espacio y lo denominaban Cosmos o Universo. Me decían que estaba lleno de estrellas y que antes de su exploración no podían imaginar lo inmenso y asombroso que luego resultó ser. Ahora lo señalaban sonriendo en mis dibujos.

- Mirad -decían complacidos mientras se pasaban las cuartillas- es B con su tubo en forma de asa.

Luego afirmaron que a A lo llamaban genéricamente "el más allá" y constituía una especie de eternidad después de la muerte. Ucronia. Su descubrimiento fue, me aseguraron, peligroso y enormemente complejo. Pero al fin, supieron el significado de los sueños y alcanzaron la inmortalidad lejos de la carne. Ahora se inclinaban sobre los dibujos y al abarcar de un vistazo a A, volvían a sonreír.

- Mirad cómo rodea por completo a B y a nuestro C -decía uno que aseguraba llamarse c cursiva- Y pensar que creíamos que era el Cielo.

- Sí, y es infinito -respondía otro que atendía al nombre de c negrita- ¿Te has fijado?

Lo que más les llamaba la atención era la pequeñez de su propio mundo original. La contemplación de los esquemas y fórmulas les producía una mezcla de asombro y satisfacción que hacía resplandecer sus rostros.

- La verdad es que no me explico cómo cabíamos todos allí -comentaban.

Luego se volvieron y escudriñaron con curiosidad la tiniebla que nos rodeaba.

- ¿Cómo es esto? -preguntó uno de ellos que aseguraba llamarse C mayúscula y con sus manos quiso abarcar cuanto había a su alrededor- ¿Es siempre tan oscuro? ¿Qué hay al otro lado de ese pasillo?

- El cuarto de estar, mi dormitorio -contesté.

- ¿Y ese ruido? -preguntó.

- Está lloviendo sobre la ciudad. Ahora es de noche.

En ese momento, llamó mi mujer.

Volver al principio
linea.gif (922 bytes)
Vivat Academia, revista del "Grupo de Reflexión de la Universidad de Alcalá" (GRUA).
Tus preguntas y comentarios sobre este Web dirígelos a vivatacademia@uah.es
Copyright © 1999 Vivat Academia. ISSN: 1575-2844.  Números Anteriores. Año II
Última modificación: 22-03-2000