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HISTORIA RECIENTE DE LA UNIVERSIDAD DE
ALCALÁ
Prólogo (Presentación del estudio que publicamos)
Nuestra pretensión al abrir una sección histórica sobre nuestra
Universidad es contarles a partir de este número nuestra historia pasada y reciente.
Hemos pensado que sería mejor comenzar por la resurrección, porque sólo así se podrá
entender la más reciente. Emplazamos a nuestros compañeros historiadores para que nos
vayan remitiendo sus colaboraciones a fin de enriquecer nuestro conocimiento sobre
nosotros mismos y nuestros antepasados.
Sin embargo, nos cabe la duda de que quizás deberíamos titular esta
sección "historia de la Universidad de Alcalá" simplemente, ya que por
más que se quiera, y por mucho que recuperemos el patrimonio inmobiliario de la antigua
Universidad Complutense, jamás seremos la continuación de aquella. Prueba de ello es que
la gran biblioteca trasladada a Madrid, tras el cierre en el siglo XIX, es ahora parte
integrante del patrimonio de la Universidad madrileña. Por cierto que hará apenas 10
años que dicha biblioteca fue restaurada y microfilmada, sin que nuestras autoridades
intentaran siquiera hacerse con una copia de las microfichas. Pero eso sería el tema de
otros artículos y no queremos entrar aquí a discutir el porqué de esa desidia.
Lo que a partir de este número presentamos, en una serie de
capítulos, es el texto escrito por nuestro compañero José Morilla Critz, Catedrático
de la Facultad de Económicas y pionero del llamado, por él mismo, "Renacimiento de
la Universidad de Alcalá". Este trabajo fue publicado por El Colegio Oficial de
Arquitectos de Madrid y la propia Universidad de Alcalá, en 1990, como parte de un libro
titulado La Universidad de Alcalá I, de tirada muy reducida y al que sólo
tuvieron acceso algunos privilegiados. La historia contada por José Morilla consta de
más de 70 páginas de letra apretada, razón por la cual hemos decidido publicarla por
entregas, para hacerla más adecuada al formato electrónico de Vivat Academia y mantener
además la atención del lector en los próximos meses, sin producirle un empacho de
datos.
Como todos ustedes saben, una de nuestras intenciones es dar a conocer
nuestra Universidad, en primer lugar a la propia comunidad universitaria alcalaína, y
además a todos aquellos que, desde el exterior, se han convertido en lectores habituales.
Nada mejor para conseguirlo que difundir este trabajo exhaustivo y completo, que comienza
con los prolegómenos de la reconversión de Alcalá en ciudad universitaria, cuando era
una ciudad militar, con incipiente industrialización, sede de la llamada Universidad
Laboral, (alimentada ésta con estudiantes procedentes de toda la geografía española).
La historia termina en una fecha en que el número de alumnos era de aproximadamente
13000, número óptimo, según los cánones de la Universidad media europea, en palabras
del propio Morilla. A partir de ahí habrá que escribir la historia más reciente, que,
como se verá, se ha desviado bastante de las intenciones primeras, por las que un gran
número de universitarios luchamos en épocas pretéritas. Algunos de aquellos nos han
dejado por voluntad propia, posiblemente porque tenían ofertas más atractivas que las
proporcionadas por nuestra Institución. Otros nos han dejado definitivamente, porque la
vida para algunos es demasiado corta, vaya para ellos nuestro cariñoso recuerdo. Muchos,
afortunadamente, quedamos luchando, codo con codo de recursos humanos más jóvenes,
convencidos de que aún podemos recuperar Alcalá como una Universidad de calidad y no
sólo como una Universidad inmobiliaria.
EL RENACIMIENTO
DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ
Por José Morilla Critz
Catedrático de Universidad
Área de Fundamentos de la Economía.
Aunque pueda resultar extraño a cualquier pensamiento ordenado, hemos de comenzar
diciendo que la apertura de la actual Universidad de Alcalá no fue, para aquellas
instancias que tenían la capacidad de decidir al respecto, un proyecto de recuperación
de la antigua Universidad. Más aún, también es difícil determinar cuando se tomó una
decisión clara y definida de abrir de nuevo una Universidad en Alcalá de Henares por
parte de las autoridades educativas españolas. Como veremos a continuación, el
renacimiento de la Universidad de Alcalá en el siglo XX es, más que un hecho susceptible
de datar, un proceso de confluencia de circunstancias que se van produciendo y
entrelazando desde 1965.
En la historia que sigue no es fácil encontrar un agente refundador.
Solamente algunos grupos de alcalaínos y, en ciertos casos, la institución municipal,
tuvieron claro que Alcalá de Henares debía aprovechar cualquier oportunidad que se
presentara para recuperar su carácter universitario.
Fuera de Alcalá de Henares, un tema que hoy día nos puede parecer de
una indudable importancia (recuperar una Universidad y el entorno urbano y arquitectónico
que representó en su tiempo) no fue objeto de atención casi hasta nuestros días. En el
siglo XIX uno de los Gobiernos de Narváez, de 1867, expresó el deseo de reabrir la
Universidad de Alcalá, proyecto que muy pronto se abandonó, antes ya de la caída del
breve gabinete, entre una fuerte oposición de la intelectualidad y la prensa. La idea
apareció otra vez fugazmente, en 1922, como petición al Gobierno de Primo de Rivera, por
parte de 20 catedráticos de la Universidad Central de Madrid.
En Alcalá de Henares, la utopía de la recuperación de la Universidad
fue a lo largo de los siglos XIX y XX un elemento de unión entre todos los alcalaínos.
Su primera manifestación fue la constitución de la "Sociedad de Condueños",
caso único en España; también se manifestó en la confluencia de tendencias políticas,
primero entre liberales y conservadores, después entre los partidos del sistema y el
republicanismo y el socialismo, más adelante con el franquismo y, finalmente, en la
democracia. En la historia reciente es interesante constatar cómo los programas
municipales de todas las opciones políticas, desde 1978, recogieron la idea de recuperar
el carácter universitario de Alcalá y potenciar su desarrollo.
En realidad, pues, hasta hace muy poco solamente los alcalaínos
habían sostenido el proyecto de recuperar la Universidad, pero también es cierto
que no tenían la capacidad de conseguirlo. La encorsetada legalidad de las cuestiones
universitarias en España, reservadas casi en exclusiva al Estado, y la falta de recursos
económicos en el ámbito local, impedían pensar en alguna fórmula autóctona y
autónoma de universidad, como ha sido habitual en otros países. Sólo la Iglesia, es
este caso la Compañía de Jesús y para formación interna, creó en 1950 una
"Facultad de Filosofía", que estuvo abierta hasta 1968.
La Sociedad de Condueños, siendo, por una parte, fiel a sus principios
constitutivos y, por otra, consciente de su incapacidad para mantener en pie los edificios
que había adquirido, estuvo siempre dispuesta a ofrecer los mismos a cualquier
institución que expresara el deseo de mantenerlos o recuperarlos para usos educativos.
Esta fue la intención de la primera cesión en usufructo, con pago de un canon anual, que
hizo del Colegio de San Ildefonso y en 1861 del de San Pedro y San Pablo a los PP.
Escolapios para el establecimiento de enseñanzas medias y superiores, incluidas las
preparaciones para el ingreso de escuelas especiales, entre ellas las militares.
Igualmente ocurrió en 1929 con la cesión de parte del Colegio de San Jerónimo al
Patronato Nacional de Turismo para "Hostería del Estudiante", que conservaría
de enseñanza solamente el apellido. Durante la Segunda República, el alquiler de los
Escolapios sería transferido al Estado, para el establecimiento en San Ildefonso y San
Pedro y San Pablo del Instituto de Enseñanza Media Complutense.
Tras la Guerra Civil, buena parte de los edificios históricos de
Alcalá estaban más arruinados que nunca. Hechos paradigmáticos de destrucción fueron
los de la Iglesia de Santa María, de la Iglesia Magistral y, particularmente, el Palacio
Arzobispal o Archivo General de la Administración. Pero igualmente había sufrido el
patrimonio de la Sociedad de Condueños y ésta no tenía medios de restaurarlo.
Inicialmente el arrendamiento de San Pedro y San Pablo se asumió por
el Ministerio de Educación Nacional, que mantuvo en él el Instituto, pero con respecto
al edificio principal, San Ildefonso, que estaba en estado de abandono total, la Sociedad
entró en negociaciones con el Estado, para que se incluyera en el catálogo a restaurar
con cargo a "Regiones Devastadas" en 1947, fruto de las cuales fue la expresión
de interés por parte de la Secretaría General del Movimiento de instalar en él la
"Escuela de Formación Política". Ésta fue creada en 1942 con la finalidad de
formar dirigentes para el nuevo régimen, y en el proyecto estaba también involucrado el
Ministerio de Educación Nacional, que en ese momento era arrendatario del edificio de San
Ildefonso.
La cesión al Ministerio de Educación y Ciencia se realizó en 1947,
tras tensas negociaciones en las que se traslucía el recelo de la Sociedad a desprenderse
de un patrimonio que fuera destinado a unos fines que, antes o después, no fueran
aquellos de los que, por mandato constitutivo, era depositaria. La Sociedad hubiera
preferido un arrendamiento, aunque hubiera sido simbólico, sometido a una cláusula sobre
su finalidad. El Estado exigía una cesión sin más. Éste jugaba con la ventaja, no
sólo de la fidelidad política contra la que en esos momentos tan peligroso resultaba no
mostrar acatamiento, sino con el hecho de ser la única instancia que tenía los medios
para salvar de la ruina tan preciado inmueble. El resultado, aceptado a su pesar por la
Sociedad, fue una cesión completa al Estado con una cláusula que obligaba destinar el
patrimonio cedido a la enseñanza superior o secundaria "católica".
De este modo el Colegio de San Ildefonso, más la capilla y sus
dependencias, pasaron al Estado, afectados al Ministerio de Educación Nacional1,
lo que implicó que Regiones Devastadas se hiciera cargo de las obras de restauración en
1948. En un primer momento, tanto el Ministro de Educación, Ibáñez Martín, como el del
Movimiento, Arrese, se interesaron vivamente por las obras, a las que acudieron en algunas
ocasiones, con la intención de poner en marcha lo antes posible el proyecto de formación
fascista formulado en 1942.
1 Y es interesante reseñar que en el acto de recepción
del citado patrimonio, que se celebró en el Paraninfo de Alcalá, firmó en
representación del Ministro el rector de la Universidad Central de Madrid, con lo que
había al menos un reconocimiento simbólico de los fines universitarios que se proponía
dicho Ministerio con aquellos edificios.
Los cambios de matiz que hubo en el régimen franquista en 1952, con el
comienzo de la marginación de las tendencias más netamente falangistas y el acceso de la
tecnocracia, significó el abandono de aquel proyecto de enseñanza política; pero el
Gobierno vio entonces la funcionalidad de tan formidable edificio, ya restaurado, para un
nuevo y ambicioso proyecto, propio del reformismo "técnico" que se pretendía
en la Administración y la economía del país: la instalación de la llamada
"Escuela de la Administración Pública", que incluía entre sus organismos
especializados el "Instituto de Desarrollo Económico", y que nacía de la mano
de López Rodó. Una vez constituida aquélla, San Ildefonso, la capilla y demás
dependencias, con la excepción del Paraninfo y el Patio Trilingüe (que quedaron en manos
de Educación) fueron afectadas a Presidencia del Gobierno para el establecimiento de sus
oficinas, aulas, residencia y bibliotecas.
La instalación en Alcalá de la ENAP fue un hecho importante para el
futuro renacer universitario de la ciudad, no valorado todavía en sus justos términos.
Por una parte significó la salvación y conservación, hasta hoy, del
principal edificio universitario alcalaíno, que es, a su vez, uno de los testimonios
vivos de la historia universitaria española.
En segundo lugar significó la reintroducción de los intereses
estatales en una ciudad que entonces no iba a ser un emplazamiento de vida local, ni más
adelante una simple "ciudad satélite" industrial o "dormitorio" de
Madrid.
En tercer lugar, reabrió entre los círculos universitarios españoles
(cuyos profesores mayoritariamente surtían, a través de cursos y seminarios, la
enseñanza de la escuela) el conocimiento de esta universidad desaparecida.
Finalmente, a través de uno de sus organismos especializados, el CECA
(Centro Español de Cooperación Administrativa) lanzó de nuevo al mundo iberoamericano
la que se empezó a llamar "Escuela de Alcalá" uniéndola a la gran tradición
que había tenido la antigua Universidad, gracias a la formación en Alcalá de cuadros
para la Administración de los países de aquel área.
Otro fenómeno de consecuencias no desdeñables fue que entre los
ejecutivos de dicha escuela y el personal administrativo de la misma, que significaron el
primer aporte de "nuevas clases medias" a la ciudad de Alcalá, surgieron a
veces conspicuos defensores de la recuperación universitaria de la ciudad complutense.
CONTINUARÁ...
En el próximo número:
"Los años sesenta: desarrollo industrial y proyecto universitario frustrado en
Alcalá"
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