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ISSN: 1575-2844

Revista Vivat Academia

 Histórico Año III

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Mayo 2001. Nº 25

En esta página:

La hoja de servicios del soldado (Benjamín Hernández Blázquez)
De la Instrumentación electrónica del automóvil 2 (Arturo Pérez París)
RECORTES
Estadísticas universitarias
El coste real de una botella de agua

LA HOJA DE SERVICIOS DEL SOLDADO

Benjamín Hernández Blázquez. Catedrático E.U. Estadística. Universidad Complutense

En los albores de esta primavera, los quintos que se han sorteado habrán salido por última vez a rondar por las calles de los pueblos castellanos entonando sus tradicionales coplas, algunos correrán las cintas y los más, puede que hasta icen el "mayo" en la plaza del pueblo. La "mili", como la peseta, camina inexorablemente hacia el cierre de sus hojas de servicio que acontecerá en el ocaso de este singular año. Con ella se irán también la Oficina del Defensor del Soldado, la objeción de conciencia y la prestación social sustitutoria. Se extingue porque pocos querían cumplirla, porque el país pecha por pagar soldados profesionales y porque España está en la Unión Europea, donde los servicios devengados son susceptibles de abonarse. Pero se ha hecho sin un claro debate excluyendo al Ejercito de la diatriba política.

El servicio militar se evade de los cuarteles y de la historia de España; queda en las casas de millones de vecinos clavado en la memoria de las familias exhibiendo una foto, la más marcial, en la sala noble de la casa; otros perpetúan su nostalgia en asociaciones de veteranos. Entre el drama, la valentía, la picaresca y el esperpento, "la mili", tal vez haya sido en los pueblos el tema mas manido de conversación masculina, a la par que el más tedioso para las mujeres carentes de vocación militar.

En los años que siguieron a la guerra civil, España era un país subdesarrollado. La paupérrima vida rural, jornaleros sin tierra casi todos, hacía que para muchos mozos no fuera desagradable "ir al servicio", donde comida, habitación y ropa estaban garantizados, y sobre todo rompía la monotonía de la vida campesina, a unos jóvenes predestinados a pasarse su vida pegados al terruño. Por ello, aunque era larga y sus condiciones duras, esta masa no se sentía generalmente incómoda, y en años siguientes solían recordar, con cierta nostalgia, anécdotas de unos tiempos de juventud, sin utilidad marginal, en los que salir a otra ciudad era la aventura de su vida.

Hoy, la sociedad española ha sufrido un cambio radical y aquel contingente que era mayoritariamente rural y carente de cultura ha desaparecido y la población actual es predominantemente urbana y de distinta ideología. Este grupo de edad suele tener una profesión, unos estudios y, sobre todo, unas perspectivas diametralmente opuestas a los deseos primarios del campesino de la España profunda.

Soldado proviene de solidus es decir, sueldo, que era la moneda con cuyo valor coincidía la paga del hombre de guerra; salario que para sí hubieran querido los jóvenes que se incorporaban en las primeras décadas de la dura paz. Sus problemas se iniciaban un domingo, después de cierta parafernalia que concluía con el sorteo y "ordenación de la lista de mozos útiles para el servicio".

El día fijado para "entregarse" un silbante tren atestado de reclutas dejaba atrás la capital de provincia custodiado por la denominada partida conductora. El discrecional convoy que se arrastraba cansinamente, cedía el paso a todos los que se encontraba, y paraba de cuando en cuando para recoger nuevos reclutas o para repartir algo de condumio. Algunos lo rehusaban atrincherados en los chorizos o cachos de tocino que habían acumulado en su pueblo; pero del largo viaje, lo mas sobrecogedor era la llegada al cuartel con los alaridos de los veteranos; una nueva e incierta vida comenzaba.

Antropólogos e historiadores no coinciden sobre la fecha de inicio del reclutamiento forzoso, aunque el sistema de quintos fue regulado por Carlos III (1770) y consistía en sacar al azar uno de cada cinco hombres para ir a la guerra. Posteriormente la Constitución liberal (1812) instituyó el servicio para todos los ciudadanos, pero quince años después fue sustituida por la Ley de Redención que contemplaba la aceptación de sustitutos así como el rescate total o parcial, todo en función del dinero que se pagara al Estado. Esta injusta ley provocó sublevaciones populares, empobreció a las clases medias que se endeudaban para salvar a sus hijos de la guerra y envió a miles de pobres a la muerte.

La guerra civil cercenó definitivamente el sistema de cuotas porque ambos contendientes procuraron movilizar la totalidad de los hombres disponibles. El bando del general Franco no pagaba a sus soldados, pero alistó a todos los hombres útiles, incluso a prisioneros de guerra. Una vez finalizada la pugna, de la mili no se libraron ni siquiera los que la había hecho forzosa con los republicanos, todos fueron obligados a un nuevo servicio en el otro bando. Como la denominada "quinta del biberón": jóvenes enrolados en un ejército que "repetían curso" con Franco, incluso oficiales que pasaron a desempeñarla como soldados rasos en el bando de los sojuzgados. Asimismo los vencidos y recluidos en los campos de concentración de Miranda de Ebro, Reus y Madrid, fueron llamados a filas, para servir 24 meses en los llamados Batallones Disciplinarios.

Desde el punto de vista antropológico, esta etapa de alejamiento de un subgrupo que se va de su comunidad natural, es como un rito de paso, que marcaba la integración de un grupo de edad en el clan de los adultos. Por ello la mili ha sido parte importante del folclore rural y para los mozos que la cumplieron fue escuela de vida para unos, y otros aseveran "que los tiempos pasados, lo mejor que tienen es que ya no vuelven".

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APLICACIONES ELECTRONICAS DEL AUTOMOVIL 2

Arturo Pérez París. Alumno de la Escuela Politécnica de la Universidad de Alcalá

En los anteriores artículos sobre las aplicaciones de la electricidad y la electrónica en el automóvil se trataron los sistemas auxiliares. En este estudiaremos un elemento fundamental :

El circuito de encendido del motor

Conviene, antes de comenzar con la descripción de sistemas electrónicos de encendido de motores de explosión, repasar el principio de funcionamiento de un sistema convencional de encendido y analizar cuáles son los problemas que este tipo de mecanismos presenta, para posteriormente explicar las soluciones que aportan los sistemas electrónicos.

Un sistema de ignición convencional como:

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utiliza, para producir la chispa en las bujías, la energía almacenada en el primario de una bobina durante el tiempo en el que un ruptor (platinos) está cerrado, energía que se libera al abrirse éste. El condensador en paralelo con el ruptor hace de moderador, haciendo que la descarga de la energía de la bobina no sea excesivamente rápida; de manera que dicha energía se pueda transferir al secundario de la bobina y la chispa salte en las bujías y no en el ruptor. Completa el sistema un distribuidor para conectar al circuito la bujía que corresponda.

El proceso que se desarrolla en el circuito para la producción de la chispa y las magnitudes que ahí se manejan son las siguientes: En el momento en que se cierra el ruptor, la corriente que atraviesa el primario de la bobina crece hasta que al cabo de un tiempo, alcanza el 95% del valor que le permite su resistencia óhmica. En estas circunstancias la bobina alcanza una energía:

W =  (Lp × I 2)/2

siendo: Lp = inductancia del primario, e I = intensidad del primario que es igual a 0,95 E / Rp, donde E es la tensión de alimentación y Rp la resistencia óhmica del primario.

El tiempo necesario para alcanzar el 95% de la corriente viene dado por la expresión:

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Considerando que los valores de las bobinas comerciales suelen estar alrededor de :
Inductancia del primario: Lp = 12 mH.
Inductancia del secundario: Ls = 66 H.
Resistencia del primario: Rp = 3,5 W .
Resistencia del secundario: Rs = 9 kW .
Relación de transformación real: n = 68.

Resulta que para una tensión de alimentación de 12 V, se obtiene una corriente de :

una energía de:

 y un tiempo de:

Lo cual significa que, en un motor de cuatro tiempos y cuatro cilindros, en el que por cada revolución del motor se producen dos chispas de encendido a diferentes cilindros, el número de revoluciones máximo que permite obtener la energía de chispa calculada (correspondiente al 95% de la máxima obtenible) no debe ser superior en números redondos a 3.000 revoluciones por minuto.

Esta situación conlleva el que, a mayor número de revoluciones, la intensidad a través del primario sólo alcanza una parte de la que permite la bobina, decreciendo consecuentemente la energía de la chispa. Hay que tener en cuenta también que , en el cálculo anterior, no se ha considerado el tiempo que permanece abierto el ruptor, que es durante el que se produce la chispa y que, a velocidades de rotación elevadas, el ruptor, debido a la inercia propia de un sistema mecánico, tiende a vibrar y, por tanto, a estar cerrado menos tiempo.

Del análisis anterior es fácil de deducir los inconvenientes que presenta el sistema convencional:

  1. El ruptor es un elemento mecánico y, como tal, tiene los problemas inherentes a los sistemas mecánicos: inercias, vibraciones, etc.
  2. Por el ruptor pasan corrientes relativamente elevadas (3,26 A) y, por tanto, está sometido a fuertes desgastes.
  3. La energía de las chispa de ignición es función de la velocidad angular del motor, decreciendo a medida que aumenta ésta.
  4. La energía de la chispa de ignición es función de la tensión de alimentación, decreciendo a medida que decrece ésta. Este inconveniente tiene especial importancia sobre todo cuando se trata de arrancar motores fríos cuya batería tiene una carga baja.

Los sistemas electrónicos de encendido tratan de superar, con mejor o peor fortuna, esta serie de inconvenientes y, para ello, se han desarrollado dos sistemas fundamentales.

A través del encendido mediante transistores se trata de remediar los inconvenientes 1º y 2º del sistema convencional. Básicamente, este sistema:

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consiste en intercalar un transistor de conmutación en la alimentación de la bobina. Por el ruptor, solamente circula la corriente necesaria para excitar el transistor que, comparativamente, es mucho más pequeña que la del sistema convencional. Para solucionar los inconvenientes producidos por la inercia, vibraciones, etc. del ruptor, se adoptaron básculas electrónicas para conmutar el transistor, sincronizadas con el giro del motor por dos procedimientos fundamentales: procedimientos fotoeléctricos, y procedimientos magnéticos.

El esquema básico del procedimiento fotoeléctrico es el representado a continuación:

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Una fotocélula, un fotodiodo o un fototransistor reciben iluminación procedente de una lamparita en determinados momentos; la conmutación provocada por estos elementos, debidamente amplificada, sincroniza la báscula electrónica que gobierna la transistor de conmutación.

El esquema básico del procedimiento magnético es el representado en el siguiente circuito:

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El sistema es análogo al anterior, con la única diferencia del captador que, en este caso, es magnético.

El segundo sistema es el encendido mediante descarga de un condensador. Éste trata de remediar todos los inconvenientes del sistema convencional. Su esquema de principio es el representado seguidamente

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Ofrece como principal variante que la energía para la chispa no se almacena en el primario de la bobina, sino en un condensador, que se carga a partir de un convertidor de continua - continua y se descarga sobre el primario de una bobina que realmente actúa como un transformador elevador de tensión cuando se cierra el interruptor I. Para que este sistema sea realmente eficaz, deben tomarse dos precauciones fundamentales: que la chispa entregada por el circuito no sea única cuando el motor gira a bajo régimen de vueltas (para una quema de gases buena) y que el convertidor continua - continua sea estabilizado para, de esta manera, hacer independiente la tensión de la chispa de la tensión de la batería.

La tensión de salida del convertidor es fácilmente determinable: para que este sistema sea comparable al anterior, la energía acumulada en el condensador debe ser igual a la almacenada en el primario de la bobina:

 

 Despejando V de esta última ecuación se tiene:

Eligiendo un condensador de 1 m F:

El valor normalmente utilizado suele ser de 400 V. Por otra parte, la impedancia de salida del convertidor debe ser baja, para permitir la carga del condensador al 95% en un tiempo inferior al que permanece abierto el ruptor, aun cuando el motor funcione al máximo número de revoluciones; de esta manera se consigue independizar, el valor de tensión de la chispa, del número de revoluciones del motor.

Circuitos de este tipo suelen estar resueltos con configuraciones como la representada a continuación

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El convertidor está estabilizado y el interruptor I es sustituido por un tiristor, gobernado por un circuito disparador que, a su vez, está controlado por el ruptor. Naturalmente, en estos montajes, también el ruptor convencional puede ser sustituido por dispositivos fotoeléctricos o magnéticos.

En la figura siguiente se muestra un circuito real, desarrollado por Copresa, de encendido electrónico por descarga del condensador:

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El convertidor está formado por un oscilador de bloqueo, que entrega impulsos de tensión elevada con una impedancia interna baja, impulsos que son absorbidos por el condensador, el cual paulatinamente va adquiriendo carga. Como la frecuencia del convertidor es elevada, el condensador alcanza la tensión de 400 V rápidamente. En ese instante, una fracción de dicha tensión producida por el divisor resistivo R1 - R2 es suficiente para enviar al convertidor la orden de paro.

Por medio del divisor R3 - R4, otra fracción de la carga de C es llevada al disparador, el cual entrega un impulso al tiristor. Este circuito disparador tiene la particularidad de que el impulso de disparo solamente alcanza al tiristor si el ruptor R está abierto. Si el ruptor permanece abierto el tiempo suficiente (régimen de giro del motor bajo), el proceso se repite varias veces proporcionando varias chispas de encendido. Por el contrario, si el ruptor está cerrado, el condensador C pierde su carga por las resistencias R1, R2, R3 y R4, hasta que entra de nuevo el convertidor que repone dicha pérdida.

En el circuito práctico, Q1 es el transistor oscilador; y los transistores Q2 y Q3, cuando pasan a saturación, cortocircuitan la unión base - emisor de Q1, provocando el paro del oscilador. El diodo D1 protege el transistor oscilador frente a tensiones inversas. La red formada por R12, R13, R14 y D2 proporciona un arranque seguro al convertidor y evita la saturación del núcleo del transformador.

El transformador eleva la tensión de los impulsos del colector Q1, los cuales cargan el condensador C. El devanado p es el de realimentación del oscilador. El circuito disparador del tiristor Th está formado por los transistores Q4 y Q5 y el diodo zéner D6. Cuando la tensión en el condensador C, reducida por el divisor R3 - R4, hace que conduzca el diodo D6, el transistor Q4 pasa a saturación y el Q3 a corte. En estas condiciones, si el ruptor está cerrado, cortocircuita a masa la corriente de la resistencia de colector (R9) de Q5; pero si está abierto, esta corriente se transfiere, a través de D5 y R10 , a la puerta de Th, y éste se ceba produciendo la descarga de C y una chispa en la bujía correspondiente. Obsérvese que, mediante un circuito de este tipo, se logran evitar los inconvenientes del sistema convencional del encendido:

El ruptor mecánico puede ser fácilmente sustituido por otro fotoeléctrico o magnético.
Aunque el ruptor sea mecánico la corriente que maneja es mucho menor que en encendido convencional.
La energía de la chispa no depende del régimen de vueltas de giro del motor, ya que el convertidor está diseñado para que cargue completamente al condensador C aun en los casos más desfavorables.
La energía de la chispa no depende de la tensión de la batería, pues el circuito se diseña de forma que C alcance 400 V de diferencia de potencial entre sus armaduras, aun para tensiones de batería del orden de 8 voltios.

Bueno, aquí terminamos con la electrónica básica aplicada al automóvil. Si alguien pudiera aportar sus conocimientos para expandir éste con nueva información o con el fin de rebatir errores que yo haya cometido en esta exposición, o manifestar críticas (a ser posible constructivas por favor) o cualquier tipo de comentario, les animo a que se dirijan a esta magna revista para que aquí me "abronquen" convenientemente por "manta" (hago aquí la solemne promesa de que, en cuanto lo sepa, ahora que manejo algo mejor, no mucho por cierto, este diabólico artefacto de los "internés de la güeb", publicaré, si ello fuere menester, claro, aquello que se me enviare).

Espero que haya resultado del gusto del lector. Si no fue así, desde aquí hago propósito de enmienda, para que el próximo artículo salga mejor (eso si no me echan antes por "rollista"). Si, por el contrario, le gustó, y despidiéndome una vez más al más puro estilo Shakesperiano, (llegará a convertirse en una tradición esta forma de despedirse y sino al tiempo) quedemos como amigos y volvamos a encontrarnos donde a la diosa fortuna más la complazca.

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RECORTES

Estadísticas universitarias

Miguel Ángel Goberna. Catedrático de Estadística e Investigación Operativa en la Universidad de Alicante.

Diario "El País", EDUCACION. Lunes, 30 de abril de 2001

Cuesta trabajo imaginarse a un director general de Agricultura afirmando en el Congreso de los Diputados que ‘expresar en términos numéricos los hechos presentes y pasados, y combinar después esas breves cifras para deducir resultados con el carácter de precisión y certidumbre propio de las ciencias matemáticas, es el procedimiento peculiar de la Estadística, que constituye ya un sistema de investigación, cuya importancia crece de día en día, a medida que los datos se multiplican y los medios de observar se perfeccionan (...). Pocos, muy pocos son los conocimientos humanos para cuyo desenvolvimiento progresivo no haya que recurrir a la Estadística, pidiéndole sus servicios y tomándola por auxiliar’. Con esa precisión describió Benigno Quiroga una ciencia entonces casi desconocida. Ciento diez años después, el candidato socialista a la presidencia del Gobierno perdía los estribos -y, con ellos, el debate sobre el estado de la nación- ante la rechifla de una parte del hemiciclo por su uso preciso de conceptos y términos jurídicos, económicos y estadísticos. ¡Qué tiempos estos, en los que el rigor profesional suscita la hilaridad! Pues bien, aunque sea a contracorriente, creo que ya va siendo hora de criticar el déficit de rigor en ciertos estudios estadísticos que pueden influir en la elección de universidad y de titulación por parte de los futuros universitarios. Un tema que no es baladí, por cuanto afecta a muchos miles de familias españolas cada año y, por añadidura, a todos los centros universitarios.

En noviembre de 1999 se hicieron públicas las conclusiones del informe Excelencia: calidad de las universidades españolas. A partir de 71 variables disponibles en los anuarios del INE -ninguna relacionada con la satisfacción de los usuarios del servicio y en su mayor parte irrelevantes (como los porcentajes de mujeres entre alumnos y profesores) o relativas al tamaño (como el número de alumnos, el de profesores y el de titulaciones)- se habría construido la primera escala de calidad de las universidades españolas. Ninguna de las reseñas del informe que cayeron en mis manos describía la metodología empleada, y que estaría basada, muy probablemente, en la interpretación de la primera componente principal como el índice de calidad cuando sería, en realidad, un índice de tamaño. De hecho, las cinco primeras universidades de la lista están ubicadas en Madrid o en Barcelona, y 8 de las 10 últimas son de reciente creación. Por supuesto, los autores del informe no eran estadísticos profesionales.

Tampoco lo son los coordinadores del informe sobre el desempleo de los titulados universitarios del que dio cuenta el suplemento de Educación de EL PAÍS (5-2-2001), y cuyo mayor logro es, al parecer, una lista de 42 titulaciones ordenadas según el nivel de empleo estimado para los egresados hace cuatro años. El lector no es informado de las técnicas de muestreo utilizadas ni de los tamaños de las muestras (aunque sí de su suma). De poco sirve estimar la tasa de paro en una titulación si no se acompaña con su intervalo de confianza (la mal llamada ‘horquilla’) y del nivel de riesgo (o probabilidad de error) asumido. Por ejemplo, en el caso del colectivo que mejor conozco, el de los matemáticos, y suponiendo que la muestra correspondiente sea representativa y del tamaño promedio (171 titulados), podríamos afirmar, con una probabilidad de error del 5% (nivel de riesgo estándar en ciencias sociales), que la tasa real de paro está entre el 7,2% y el 17%, intervalo cuyo centro es el 12,1% estimado en el informe y que sitúa Matemáticas en el lugar 32 de la lista. Al ser las muestras tan pequeñas, los intervalos -con longitudes del orden de 10 puntos porcentuales- se solapan por docenas. ¿Qué sentido tiene entonces una ordenación en la que la diferencia entre titulaciones consecutivas es de unas pocas décimas? Mayores todavía son mis dudas acerca de la representatividad de la muestra. Veamos algunos indicios que las sustentan.

La Memoria del Consejo Económico y Social de 1997 revelaba que ‘los titulados en Matemáticas y en Empresariales son los que menos tardan en encontrar empleo’. Por otro lado, según la reciente Guía de las empresas que ofrecen empleo 2000, publicada por la Fundación Universidad-Empresa, Matemáticas (con un 13%) es la novena titulación más demandada por las 500 empresas encuestadas durante el primer trimestre de 2000, sólo precedida por Empresariales (31%), Ingeniería Superior Industrial (26%), Económicas (25%), Ingeniería Superior en Telecomunicaciones (23%), Marketing (16%), Ingeniería Técnica en Informática (15%), Informática (15%) e Ingeniería Superior en Informática (13%). Y el puesto mejoraría si se tomase como criterio de ordenación la demanda relativa, al haber menos titulados en Matemáticas que en la mayoría de las disciplinas anteriores. De hecho, en la columna contigua al artículo mencionado leemos que ‘los especialistas de los centros de orientación profesional para estudiantes de las universidades son unánimes a la hora de señalar cuál es la diana actual del empleo: las nuevas tecnologías. El auge de la informática y las telecomunicaciones se ha extendido en los últimos años a otro tipo de carreras adyacentes como Física, Matemáticas o Ingeniería Electrónica’. Así, una sola empresa del sector, Newknow, lleva contratados a más de mil matemáticos, según su fundador y presidente ejecutivo, el también matemático Juan Morán. Existiendo tal demanda, ¿estarán parados entre el 7% y el 17% de los matemáticos por puro capricho? No se explica de otra forma que, según el informe, la tasa de paro en Matemáticas duplique largamente la de Estadística, pues, como miembro de un comité externo para la evaluación de esta titulación en cierta universidad, he tenido ocasión de escuchar repetidamente que nadie conocía a un solo ex alumno que estuviese contratado como estadístico.

Desengáñense: la utilización de los programas estadísticos comerciales no garantiza una buena praxis. Todos saldríamos ganando si los coordinadores de trabajos estadísticos aplicados -y no sólo en el ámbito universitario- incorporasen titulados en Estadística a sus equipos: sus conclusiones serían más fiables y habría menos estadísticos en paro.

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El coste real de una botella de agua

Madrid/Geoscopio.Viernes, 4 de Mayo de 2001

La organización conservacionista WWF recomienda, a la luz de un nuevo estudio independiente, que la gente beba agua del grifo, "tan buena como el agua embotellada" , y más beneficiosa para el medio ambiente y la economía familiar.

Según el estudio Agua Embotellada: la comprensión de un fenómeno social", esta agua no suele ser más segura o saludable que el agua del grifo, y sin embargo, en muchos países se vende 1.000 veces más cara.

El estudio señala que esta industria es la que experimenta actualmente un mayor crecimiento en el mundo, con un valor estimado de 4 billones de pesetas anuales.

WWF señala que una parte importante del agua embotellada que se vende en el mercado sólo se diferencia del agua del grifo "en que se distribuye en botellas y no a través de cañerías" . Según el informe, existe una gran falta de control de esta industria, algo que se corrobora por el hecho de que existen más normas y leyes que regulan el agua corriente.

El estudio reconoce que el agua embotellada tiene importantes ventajas de seguridad en áreas donde existen problemas de contaminación, aunque, en ocasiones hervir el agua contaminada proporciona la misma seguridad a un precio mucho más bajo.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha asegurado que, en términos de valor nutricional, el agua embotellada no es mejor que la de grifo, ya que contiene minerales que también pueden encontrarse en muchas redes de distribución municipales.

El estudio también señala que, cada año, se utilizan 1.5 millones de toneladas de plástico para el agua embotellada. Componentes químicos tóxicos pueden liberarse al medio ambiente durante la fabricación y eliminación de estas botellas de plástico. A este problema medioambiental, se une el transporte del agua embotellada que causa la emisión de millones de toneladas de CO2.

Por todas estas razones, WWF cree que el agua embotellada no es una solución sostenible, a largo plazo, de asegurar el acceso al agua. La mejor opción es, a su juicio, proteger los ríos y humedales para garantizar que el agua corriente sea de buena calidad y buen precio.

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