Benjamín Hernández Blázquez. Universidad Complutense de Madrid. Pasados los Reyes queda sólo el eco de los milenarismos, y a los esquilmados bolsillos de los vecinos llaman de nuevo las fiestas, entre otras san Antón, día 17 de enero. El refrán dice: "de los santos de enero san Sebastián el primero, pero detente varón que el primero es san Antón". En efecto san Antonio Abad, nombre primitivo de este ermitaño que vivió entre los siglos III y IV, es uno de los populares en ambas Castillas, a pesar de que sus patrocinados, los animales que ayudan a las tareas agrícolas hayan dejado paso a los tractores y cosechadoras. A este santo francés se le considera el padre de la vida monástica y a menudo se le representa asiendo una campana; tal atributo simbolizaba la aptitud para exorcizar los espíritus malignos. San Antón es un personaje predilecto en la obra de Gustavo Flaubert cuando relata las que así denominó "Tentaciones de san Antonio". En algunas localidades de Sudamérica, se confunde a este santo con el de los responsos, san Antonio de Padua, que vivió casi un milenio después y que apenas duró 36 años. Cuando cumplió 20 años distribuyó sus posesiones entre los pobres y se retiró al desierto, allí moró hasta que se extinguió su longeva existencia, 105 años; ningún santo de la Iglesia conoció, como él, el mandato de 17 papas. En la literatura y el arte es representado con un cerdo, símbolo de su patronazgo contra el "fuego de San Antonio" o con llamas sobre un libro que porta en la mano. La fiesta de san Antón, en las ciudades servía para fusionar la vida urbana con la campesina del contorno rural. Gentes variopintas se daban cita: caballeros con levita, menestrales y artesanos con sus diversas indumentarias, que cada uno llevaba orgullosamente, así como los bigotes, que a principios de siglo servían para identificar a cada profesión. Excepto los curas que no lo llevaban, ni los cómicos que andaban siempre "a cureña rasa", todos se dejaban ver: sangradores, tablageros, recoveros, arrieros, cardadores, herradores, curtidores, labradores y ganaderos en general. En el ambiente rural, los festejos solían comenzar la noche de la víspera con una gran lumbre atizada con leña de la localidad y encendida junto a la ermita donde estaba la imagen del patrono y en cuyo rescoldo se agrupaban los vecinos para asar chorizo, morcilla o pestorejo. En otros lugares se bendecía el pan y se subastaban las ofrendas de comida donadas al santo: rosquillas, mantecados y el denominado "marrano de san Antón". Este cerdo, regalado el año anterior cuando era lechón, como recuerdo simbólico del santo, era cebado por todos los vecinos, y "con las arrobas precisas". El que lo adquiría en la puja se ganaba la popularidad si destinaba las vísceras o parte de la carne a los "pobres de solemnidad". En la mañana del 17, los amos de los animales los adornaban y acudían a los atrios eclesiásticos arropando al santo que salía de procesión para darse un baño de multitudes entre sus protegidos. A continuación se remataban las últimas subastas de ofrendas, y del cerdo, ya santo, en su caso. La diversidad social de los pueblos, hace rara la coincidencia, y así en otras localidades se concentraban centenares de cabezas de ganado de todas las clases de la comarca y se elegía al "rey de los cochinos", festejo bárbaro y pagano que finalizaba en escenas vergonzosas y riñas entre vecinos, por lo que Iglesia y Ayuntamiento terminaron por abolirlo. Pero, del mismo modo que las tradicionales matanzas, convergen en ser piezas de museo o pasto del turismo, pierden su naturalidad porque los protagonistas, hombre y animales, así como el escenario del campo, han cambiado sustancialmente. En la actualidad los activos del sector rural español no llegan al millón, y si gobernar es poblar, estarían en anarquía permanente. Castilla y León se encuentra entre las regiones más envejecidas de Europa, habiendo registrado el mayor descenso de habitantes de todas las regiones españolas. Y por otra parte, el campesino, agricultor o ganadero, se enfrenta a grandes retos como son la modernización de las estructuras, contratación de productos, mejora de la calidad, etc., todas ellas enmarcadas en el extremado clima del que este mes es muestra significativa, pero "quien supera enero pasa el año entero". Madrid, 14 de enero de 2000 Volver al principio del artículo Volver al principioIntroducción a la Optoelectrónica (II)Arturo Pérez París. Alumno de la Escuela Politécnica. Universidad de Alcalá IntroducciónQuizás, cuando empecé a escribir sobre este tema, creí que sería mucho más sencillo. Obviamente me estoy basando en conocimientos existentes y no me estoy inventando nada nuevo. Sin embargo, sí resulta duro realizar un artículo de divulgación breve, que no un libro, por lo que pido disculpas por la posible imagen de falta de rigor que pueda dar al simplificar tanto las cosas. Es preferible que sea así para llegar más fácilmente y a mayor cantidad de lectores, en vez de escribir algo que ni yo mismo sepa de lo que hablo. Creo que mucha gente, por lo que he visto hasta, ahora no se atreve a escribir por miedo a no dar la talla. No me parece que eso lo deba determinar el autor o un/os critico/s;lo juzgará el lector, a modo individual, bajo su propio criterio. Por ello, animo a escribir sin miedo y a expresase libremente con el fin de compartir una parte tangible de nuestra alma: el conocimiento. Comencemos con el tema que aquí nos ocupa y dejémonos de divagaciones. En esta segunda parte, veremos las diferentes fuentes de luz y la teoría fotoeléctrica. En el estudio de las aplicaciones de la luz es importante conocer las diferentes fuentes luminosas disponibles, con el fin de poderlas utilizar de forma adecuada en los procesos fotoeléctricos. Fuentes de luzLa luz se produce hoy por hoy de varias formas, como son: Combustión: basado en "quemar" una materia ignífuga. Hasta finales del siglo XIX era el único medio de iluminación utilizado por el ser humano. Incandescencia: emisión de luz por efecto de las altas temperaturas. Hacia 1.878 Edison construyó la primera lampara eléctrica de aplicación práctica. Al paso de la corriente eléctrica a través de un filamento se produce calor y una radiación luminosa. Descarga a través de un gas: esta fuente de luz está basada en la emisión de determinadas longitudes de onda, originadas por la energía perdida por los electrones libres en un gas ionizado, cuando son de nuevo atrapados por el átomo (las frecuencias de estas radiaciones suelen estar en el rango del ultravioleta). Fluorescencia: si bien este método es similar al anterior, añadiremos que las radiaciones ultravioletas obtenidas en las lámparas de descarga, al incidir sobre los polvos fluorescentes que tapizan las paredes de la lámpara, inducen radiaciones de estos materiales en el rango de frecuencias de la luz visible. Electroluminiscencia: este fenómeno de emisión de luz es el más moderno de todos y todavía se halla en desarrollo. Se basa en la excitación, o aumento de la energía, de los electrones de una sustancia, los cuales, al retornar a su nivel normal irradian una energía luminosa en el espectro visible. Como todos sabemos, el átomo se encuentra constituido por un núcleo y los electrones que orbitan a su alrededor con sus diferentes niveles energéticos (teoría de bandas):
Si un electrón adquiere una energía adicional, por choque con otros, o debida a un campo eléctrico, o por otras razones, pasará a ocupar una órbita más alejada del núcleo:
En todos los fenómenos físicos, el estado de equilibrio es el de menor energía posible; por ello, el electrón excitado tenderá a retornar a su estado inicial, que se encuentra vacío. Al hacerlo, la energía en exceso de que dispone será radiada con una frecuencia o longitud de onda proporcional a aquella:
A la energía desprendida se la denomina fotón o cuanto de luz, ya que los niveles energéticos que puede ocupar un electrón en la corteza del átomo corresponden a múltiplos enteros de una cantidad de energía mínima fundamental (cuantos). El proceso que se ha descrito es reversible, esto es, si un átomo es irradiado por una energía luminosa, los electrones de sus últimas capas se excitarán pasando a ocupar órbitas de mayor energía, pudiendo llegar incluso a abandonar el átomo, quedando libres en el medio o emigrar al exterior del material (efecto fotoeléctrico). El proceso directo de producir radiaciones luminosas se suele conocer con el nombre de electroluminiscencia y la producción de portadores de carga (electrones) por efecto de la luz, se conoce con el nombre de fotoemisividad. FotoelectricidadSupóngase que se irradia un metal con energía luminosa, compuesta por fotones de todas las frecuencias del espectro visible, siendo la energía de cada fotón: W = h f con Cuanto mayor sea la frecuencia, tanto mayor será la energía; por lo que las radiaciones violetas y ultravioletas son de mayor energía que las rojas, que pertenecen al otro extremo de la banda. Así las cosas, los electrones de algunos átomos adquirirán la energía de estos fotones, pasando a ocupar órbitas más alejadas del núcleo y aumentando con ello la velocidad de su movimiento. Si un electrón absorbe la suficiente energía, alcanza así la suficiente velocidad como para escapar de las fuerzas de atracción del metal. Esta es la propiedad conocida como fotoemisividad:
Obviamente, como todo en la naturaleza, hay un límite para la frecuencia a la que se puede dar el proceso de emisión electrónica, que depende de cada material. Por debajo de ella no es posible extraer electrones de un metal. Dicha frecuencia se llama frecuencia umbral y es aquella que marca el límite de fotoemisión en un metal concreto. Nótese que la fotoemisividad no es función del flujo luminoso irradiado sobre el metal y sí de la frecuencia de los fotones. Cuando un fotón de baja energía (rojo) incide sobre un electrón, la energía de éste, como ya se dijo, será pequeña con lo que no conseguirá producir la fotoemisividad; aunque sí aumenta su velocidad de desplazamiento por el metal por habérsele aumentado su energía cinética y potencial. Por esa razón, puede pasar a la banda de conducción desde la de valencia, aumentando la cantidad de portadores de la primera y por ello la conductividad del material:
Mediante los efectos aquí relacionados constituiremos los dispositivos fotoeléctricos, que en sí es el objetivo que perseguimos, es decir, la emisión de luz en sus diferentes longitudes de onda y la captación de éstas para uso eléctrico. El primer elemento a presentar son las fotocélulas. Por tales se designan los dispositivos fotoeléctricos, en los cuales la emisión de electrones se produce por efecto de la energía que la luz puede suministrar a los electrones más externos (podríamos decir superficiales) de los átomos. La energía de la radiación electromagnética de la luz (fotones) depende de la frecuencia de radiación, como ya hemos mencionado. Cuando un fotón llega a un metal y es absorbido por un electrón, la energía cinética de esta último aumenta bruscamente, pudiendo hacer que el electrón salga del metal y produciéndose así la fotoemisión:
Dentro del espectro de longitudes de onda correspondientes a la radiación luminosa, la región fotosensible no es igual para todos los metales, pero la mayoría se halla en la región ultravioleta. Llegado a este punto debemos introducir un concepto esencial dentro de los dispositivos fotoeléctricos. Éste es la sensibilidad, y se define en principio como la relación entre el número de electrones emitidos por el material fotosensible y la longitud de onda de la radiación luminosa aplicada:
De lo expuesto hasta ahora podría pensarse que el mayor número de electrones debe conseguirse con la luz ultravioleta, ya que por ser su longitud de onda menor, o frecuencia mayor, resulta mayor la energía de sus fotones; sin embargo no es así realmente, ya que cada material presenta una frecuencia característica, a la cual su emisión es máxima:
Otro efecto fotoeléctrico interesante, aunque propio de los semiconductores, es el fotovoltaico en las uniones semiconductoras. Ésta se debe a que la energía de la radiación luminosa que incide sobre ella rompe los dobles enlaces del cristal, tal y como se muestra a continuación:
pero su efecto es diferente, según se trate de un material tipo N o un tipo P produciendo exceso de electrones en el tipo N y exceso de huecos en el tipo P. Este desequilibrio de cargas genera una tensión y una corriente proporcionales a la diferencia de potencial en la barrera de la unión. Ese potencial, a su vez, depende de la proporción de dopado de las regiones N y P conjugándose como coeficiente de absorción con la longitud de onda de la radiación luminosa:
Con esto concluimos la segunda parte de este artículo. Algo más corto que el anterior pero quizás más denso y, posiblemente, no tan básico. Recomiendo que, si algo no está claro, se recurra a cualquier libro de Física como el Tippler, el Alonso y Finn o uno equivalente. En la próxima entrega presentaremos los dispositivos fotoelectrónicos que serán la estrella de este trabajo. Les espero entonces . Volver al principio del artículo Volver al principioRECORTESLa optoelectrónica busca la difícil alianza entre los fotones y los electrones. Matrimonio de silicio y plásticoLa luz empieza a llegar a los chipsPHILIP BALL , Londres Diario "El País", ( 31-01-01) Los electrones son los protagonistas de esta era de la información. Ahora, cada vez más, los electrones se están asociando con los fotones (partículas de luz) para llevar mensajes de un sitio a otro en la denominada optoelectrónica. Por el momento es una mezcla rara. El silicio, la superestrella de la tecnología de la información, es un don nadie en lo que se refiere a la producción de luz. Y si no se puede obtener una emisión de luz de un microprocesador de silicio, la optoelectrónica miniaturizada y eficiente no deja de ser un sueño. Algunos de estos problemas han empezado a resolverse. Si la investigación sigue progresando, la optoelectrónica contribuirá a que una nueva y racionalizada tecnología de la información alcance logros sorprendentes. El mundo está cercado por la luz. Las fibras de cristal óptico transmiten ondas láser cargadas de información a través de miles de kilómetros en un abrir y cerrar de ojos. Las fibras ópticas pueden transmitir mucha más información que los cables de cobre. Y cada fibra viene a ser del grosor de un cabello humano, así que son mucho más ligeras: unos cuantos gramos de fibra óptica hacen el mismo trabajo que varias toneladas de cobre. Mientras tanto, los láser miniaturizados de estado sólido, de materiales semiconductores, se utilizan para leer los discos compactos y en los prototipos de sistemas de almacenamiento de datos basados en la luz, como los discos óptico-magnéticos, que tienen potencialmente una capacidad de almacenamiento mayor que los discos duros magnéticos convencionales. Por ahora, un mensaje electrónico, por ejemplo, se convierte primero de formato electrónico a fotónico antes de ser transmitido. Y la señal de luz que llega al otro lado se vuelve a convertir a formato electrónico antes de ser procesado por el ordenador del receptor. Los investigadores esperan hallar formas de procesar las señales codificadas en luz, en lugar de limitarse a transmitirlas de esa forma, para que la tecnología fotónica pueda sustituir a la electrónica. Este sueño sigue estando lejano; el híbrido actual, la optoelectrónica, parece que durará. Procesamiento y transmisión La versión actual de la optoelectrónica es un matrimonio a la fuerza, en el que ninguna de las dos partes parece ser muy feliz. El procesamiento y la transmisión de la información basada en la luz necesita los láser y otras fuentes de luz, como los diodos emisores de luz. La industria de la microelectrónica, por otra parte, usa los transistores como aparatos de conmutación y fabrica sus componentes con silicio; nadie ha conseguido todavía fabricar un láser de silicio. El silicio es un semiconductor, un material cuya conductividad eléctrica se puede ajustar con precisión. Los láser de los aparatos reproductores de discos compactos están hechos de distintos semiconductores, principalmente de arseniuro de galio. Éste fue el componente del primer láser semiconductor en estado sólido, construido en 1962. Desde entonces, la industria se ha quedado atascada. Pero el arseniuro de galio y el silicio no se llevan bien. Ambos son cristalinos, sus átomos se distribuyen en filas regulares, como los huevos en una caja. Desgraciadamente, las cajas son de distintos tamaños: la distancia entre los átomos adyacentes en el silicio (la constante del entramado) es distinta de la del arseniuro de galio. Por tanto, al intentar hacer crecer una capa de arseniuro de galio sobre una lámina de silicio se provoca el caos en la interfaz. Los átomos preferirían encajarse, y un material o el otro se estira o se encoge en su superficie, produciendo un efecto de cuarteado en la película de arseniuro de galio, lo que arruina sus propiedades de conductor eléctrico y lo declara inútil como láser en estado sólido. Lo mismo sucede con otros semiconductores que emiten luz. Así pues, los láser miniatura no se pueden construir fácilmente sobre un microprocesador de silicio en un circuito microelectrónico. Para empeorar aún más las cosas, estos otros semiconductores cuestan más que el silicio. Las cosas serían mucho más fáciles si el silicio se comportara como el arseniuro de galio, emitiendo luz cuando se le estimula electrónicamente. Pero no lo hace. Los científicos llevan más de una década intentando extraer luz del silicio para que la optoelectrónica se pueda basar en un solo material. Una idea es drogar el silicio con átomos que son buenos emisores de luz, como los del metal erbio. Esto funciona, pero no tan bien como para hacer aparatos prácticos: el silicio drogado con erbio emite una luz demasiado tenue. Otra posibilidad es usar compuestos cristalinos del silicio emisores de luz y que se asienten con comodidad sobre el silicio. Uno de ellos es el silicato de cerio: en 1999, Won Chel Choi y sus compañeros del Instituto Coreano de Ciencia y Tecnología de Seúl demostraron que este material puede crecer sobre el silicio y emite una luz azul y violeta cuando es estimulado por otro láser. Pero una de las ideas más prometedoras es la de tallar el silicio en estructuras tan pequeñas que su comportamiento se altere por las leyes de la mecánica cuántica y así transformarlo de un mal emisor de luz en uno bueno. Leig Canham, de la Agencia de Investigación de Defensa de Malvern (Reino Unido), descubrió en 1990 que el silicio tratado con un ácido fuerte se vuelve muy poroso, como una esponja. El silicio poroso está hecho de alambres cuánticos de sólo unos pocos nanómetros (millonésimas de milímetro) de espesor. Estos alambres brillan cuando son atravesados por una corriente. Más aún, el color de este brillo se altera con el espesor de los alambres. Canham hizo primero silicio poroso que brillaba en rojo; luego se han hecho versiones en amarillo, verde y azul. Pero los alambres finos son muy frágiles. En 1996, Philippe Fauchet y sus colegas de la Universidad de Rochester (Nueva York) demostraron que este método puede en realidad suministrar una optoelectrónica integrada. Hicieron un diodo de silicio poroso en un microprocesador que emitía luz (de un material llamado óxido de silicio rico en silicio). Estos diodos emisores de luz (LED) mejoran con rapidez, pero todavía son demasiado ineficaces a la hora de convertir la electricidad en luz para ser aparatos económicamente viables. Los diodos emisores de luz están muy bien, pero lo que la optoelectrónica necesita son láser. Canham dice: "Si se pudiera crear un láser que fuera todo de silicio revolucionaría el diseño de los superordenadores y conduciría a nuevos tipos de aparatos optoelectrónicos". El primer paso hacia una aparato de este tipo se anunció el pasado noviembre. Un equipo italiano encabezado por Lorenzo Pavesi, de la Universidad de Trento, consiguió extraer del silicio algo parecido a la luz láser aprovechando el truco de Canham. Pavesi hizo motas cuánticas (pequeños trozos de silicio de unos pocos nanómetros de ancho, cada uno con sólo unos 500 átomos) disparando un haz de iones hacia cuarzo, una forma natural del dióxido de silicio. Estas motas cuánticas demostraron ser buenas emisoras de luz roja, pero fueron capaces de algo más. La luz láser surge cuando la emisión desde ciertas partes del material emisor estimula la emisión de las otras partes. El grupo de Pavesi comprobó este proceso de emisión estimulada en su material. Cuando se enviaba a la muestra un rayo láser de sondeo del mismo color de la luz emitida aumentaba su brillo. Demostrar esta ganancia óptica, dice Canham, "es un paso esencial hacia la fabricación de un láser de silicio, pero no es el final de la historia". Hay todavía mucho trabajo por hacer antes de que los chips de silicio empiecen a brillar con luz láser. El pasado diciembre, unos investigadores suizos dirigidos por Ulf Gennser (Instituto Paul Scherrer de Villingen) exploraron una vía distinta haciendo un semiconductor láser a partir de múltiples capas muy finas y cuidadosamente elaboradas de silicio y germanio. Láser cuánticos de cascada como éste se hicieron por primera vez en 1994 a partir de semiconductores emisores de luz tradicionales, como el arseniuro de indio galio. Pero todavía son demasiado ineficaces y costosos para ser elementos prácticos en la tecnología de la optoelectrónica del silicio. Matrimonio de silicio y plástico Hacer brillar el silicio es sólo una forma de crear tecnología optoelectrónica para un chip de silicio. Otra opción es construir dispositivos emisores de luz con materiales compatibles con el silicio. Es decir, si el matrimonio es demasiado forzado, buscar otra pareja. La fuente de conflicto para los semiconductores emisores de luz existentes es que sus formaciones atómicas no coinciden con las del silicio. Esto no es raro: casi todo material cristalino tiene un entramado propio entre átomos, de forma que casi siempre hay alguna discrepancia cuando se colocan unos sobre otros. Para William Gillin y sus colegas del Queen Mary and Westfield College de Londres (Reino Unido), la respuesta es obvia: no usar cristales. Propugnan trabajar con materiales que tengan una disposición desordenada de átomos, como los plásticos. No es una novedad. Los polisilanos -polímeros de silicio e hidrógeno con moléculas encadenadas- han sido ya investigados antes con el mismo propósito. Emiten luz, pero no conducen muy bien la electricidad y es difícil hacer con ellos dispositivos electrónicamente controlados. El grupo de Gillin intenta salvar este obstáculo usando dos materiales no cristalinos diferentes, ambos orgánicos. El primero lleva la corriente desde la base de silicio a la segunda capa emisora de luz. Esta segunda capa está hecha de moléculas con un átomo de erbio -buen emisor de luz- en su núcleo. Un diodo de dos capas como éste, con base de silicio, emite luz infrarroja en la longitud de onda más usada en telecomunicaciones. Y los dispositivos pueden hacerse con técnicas más sencillas y baratas que las que se necesitan para elaborar las finas películas de semiconductores cristalinos. Pero estos diodos se enfrentan aún a grandes retos. De momento no son muy eficientes: convierten en luz sólo una centésima parte de la energía eléctrica y encienden sólo en voltajes de unos 33 voltios, demasiado alto para aplicaciones prácticas sobre un chip de silicio. Algunos creen que es pronto para renunciar a los materiales cristalinos. Dicen que sencillamente hay que seguir buscando aquellos que coincidan con la constante (distancia entre átomos colindantes en el silicio) del entramado del silicio. Están usando ordenadores para diseñar materiales virtuales con las propiedades precisas. En 1999, el equipo de John Joannopoulos (Instituto de Tecnología de Massachusetts) tomó este enfoque para identificar hipotéticos semiconductores que se ajustarían al entramado del silicio y emitirían una considerable luz infrarroja. Su mejor candidato era una combinación de cinc, silicio, fósforo y arsénico. Marvin Cohen y sus colaboradores (Universidad de California, en Berkeley) usaron métodos similares con los ordenadores para buscar nuevos materiales más accesibles compatibles con el silicio. sus candidatos favoritos son aleaciones de carbono, latón y o bien silicio o bien germanio. Volver al principio del artículo Volver al principio de Recortes Volver al principioDestacados investigadores acusan a Birulés de "falta de transparencia" en la concesión de ayudas.Cataluña, Madrid y Valencia se benefician de los 31.500 millones para equipamientos científicosXAVIER PUJOL GEBELLÍ, Barcelona. Diario "El País", 15 de enero de 2001. La resolución de la última convocatoria del Ministerio de Ciencia y Tecnología (MCT), dedicada a la adquisición de equipamientos e infraestructuras científicas, ha desatado una oleada de críticas entre representantes de la comunidad científica. Destacados investigadores acusan al ministerio de "falta de rigor y transparencia" en la concesión de unas ayudas que, en su opinión, se han repartido de forma "arbitraria". El MCT ha concedido créditos a interés cero y en apenas 20 días a parques científicos y tecnológicos por valor de 31.500 millones de pesetas. Los créditos han beneficiado, según fuentes del ministerio, a nueve comunidades autónomas. Cataluña, Madrid y la Comunidad Valenciana son las que más dinero han recibido a interés cero y con un plazo máximo de amortización de 15 años. Desánimo e indignación son las dos expresiones que más se han oído en los últimos días entre la comunidad científica española. La causa no es otra que la "convocatoria relámpago", como se la empieza a llamar en determinados foros, que el Ministerio de Ciencia y Tecnología lanzó el pasado mes de diciembre para dar salida a un montante cercano a los 40.000 millones de pesetas en forma de créditos para la adquisición de equipamientos e infraestructuras científicas. Las quejas, más que por la intención de la convocatoria, considerada por la gran mayoría como una "excelente idea", se ceban en cómo se fraguó y en el mecanismo empleado tanto para su resolución como en la evaluación de las propuestas que al final se han hecho acreedoras de las ayudas del ministerio. En opinión de destacados investigadores, la resolución de la convocatoria, lejos de ser una buena noticia, "acrecienta el desamparo" entre los miembros de la comunidad científica. La convocatoria, lamenta Fernando Palacio, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Zaragoza, "abre gateras alternativas" en los mecanismos de financiación de la ciencia en España. "Los científicos", resume, "nos hemos acostumbrado a someter nuestros proyectos a la evaluación de expertos por vías regladas". Estos mecanismos, añade, corren el peligro ahora de verse "carentes de sentido" ante lo que considera una "puerta alternativa" para la financiación de proyectos de interés científico. La "convocatoria relámpago" del ministerio se publicó el pasado 8 de diciembre en el Boletín Oficial del Estado fijando como plazo límite para la presentación de solicitudes el día 15 del mismo mes. El dinero disponible para la misma alcanzaba sobradamente los 40.000 millones de pesetas, cantidad que supera con creces los presupuestos que anualmente destina el Gobierno a la financiación pública de la ciencia a través de los Planes Nacionales y el Programa de Promoción General del Conocimiento. Entre ambos, según datos oficiales, apenas alcanzan los 32.000 millones. Para acceder a ellos, los investigadores deben elaborar un proyecto y someterlo a una evaluación por expertos. Al final del proceso, un grueso considerable de los proyectos se queda sin financiación, y buena parte de los que la obtienen reciben menos de lo que han solicitado. En 15 días"El sistema no es perfecto, pero asegura unos mínimos de calidad y una cierta ecuanimidad" en la repartición de los escasos fondos existentes, sostienen los científicos. En la resolución de la convocatoria, indican, no hay garantía de la existencia de ese tipo de mecanismos. Según consta en el texto de la misma, el comité de evaluación está formado íntegramente por funcionarios del Estado. "No hay ningún científico entre ellos", lamenta Josep Fontcuberta, investigador del CSIC en Barcelona. La resolución de la convocatoria, algo inusual, se cerró en 15 días escasos. Sus resultados, según costa a este diario, se han comunicado ya a los centros solicitantes. De acuerdo con fuentes del ministerio, se han otorgado 31.500 millones de pesetas, distribuidos en nueve comunidades. Aunque el desglose de las concesiones no ha trascendido, Cataluña (con casi 12.000 millones), Madrid (de 8.000 a 10.000) y Comunidad Valenciana (7.000) habrían sido las más beneficiadas. El resto, entre 4.000 y 6.000 millones, se habría repartido entre Galicia, Andalucía, Canarias, Castilla y León, Murcia y País Vasco. Por proyectos, destacan los promovidos por la Universidad de Barcelona y la Pompeu Fabra en el área biomédica y que habrían recibido en conjunto de 6.000 a 8.000 millones (en el mismo debe incluirse la participación de la Universidad Politécnica de Cataluña y de Idibaps); el Parque Científico de Madrid, impulsado por la UAM para el "desarrollo de un centro de alta seguridad en sanidad animal", aunque consta que se han sentado las bases para la adquisición de un sincrotrón por valor de 4.500 millones, y la Ciudad Politécnica de Valencia, de la Universidad Politécnica valenciana, inicialmente para el desarrollo de un centro de cultivos transgénicos. Otras propuestas son las presentadas por el Centro de Supercomputación de Galicia, Grantecán (Gran Telescopio de Canarias), Parque Mediterráneo de la Tecnología y Parque Científico Biosanitario de la Universidad de Salamanca. Asimismo destacan las impulsadas por Red Iris (2.000 millones) y por el CSIC en el complejo urbano integrado por nueve centros alrededor de su sede en la calle de Serrano de Madrid (1.400). La escasa información oficial existente, así como los rumores desatados sobre los mecanismos de evaluación y concesión de los créditos blandos del Departamento que dirige la ministra Anna Birulés, ha llevado a la organización de asambleas informativas en distintos centros de investigación. En las mismas se barajaba la posibilidad de elaborar un manifiesto de protesta ante la situación creada. Una historia entre pasillosX. P. G, Barcelona La historia de la convocatoria relámpago del Ministerio de Ciencia y Tecnología se fraguó en poco más de veinte días. Durante noviembre, apenas a un mes del cierre del año fiscal en la Administración, funcionarios de Hacienda advirtieron la existencia de una enorme bolsa de dinero todavía por gastar en el ministerio. Ante el temor de que esa cantidad, entre 40.000 y 45.000 millones de pesetas desconsolidara para el próximo ejercicio, surgió la idea de reconvertir esos fondos, mayoritariamente procedentes de la transferencia de las arcas del Ministerio de Industria al nuevo ministerio, en créditos blandos para "equipamientos científicos y tecnológicos". Dado que ese concepto no es aplicable a universidades o centros públicos de investigación, se optó por la figura de los parques científicos y tecnológicos, regidos por patronatos o fundaciones. Tras su publicación en el BOE, técnicos del ministerio llamaron a representantes de universidades y de centros del CSIC para apremiar la presentación de solicitudes. Sin embargo, no se llamó a todos los candidatos potenciales ni se informó a todos los centros, a pesar de que formaran parte de una misma institución. Para Xavier Obradors, investigador del CSIC en Barcelona, ello demuestra una "alarmante falta de igualdad de oportunidades", agravada, en su opinión, por los "dudosos criterios de evaluación" empleados. "Es un descrédito para el sistema", zanja. Por su parte, Márius Rubiralta, vicerrector de investigación en la Universidad de Barcelona, lamenta la fórmula, aunque no el fondo. "La convocatoria permitirá salvar proyectos importantes", indica. Volver al principio del artículo Volver al principio de Recortes Volver al principioLa economía de nuestros hijosJOAQUÍN ESTEFANÍA. Diario "El País", lunes 4 de diciembre de 2000 Los monstruos de buenas esperanzas son aquellos seres excepcionales que quizá han nacido antes de tiempo, cuando el ambiente que los rodeaba aún no estaba preparado para ellos. En la excelente novela del mismo título, de Nicholas Mosley, uno de esos monstruitos explica: "La realidad no es una metáfora que construimos a partir de las matemáticas; las matemáticas son una de las metáforas que usamos para referirnos a la realidad". Leyendo esta certera aseveración recordaba aquella vez, hace más de quince años, en que observamos cómo un alto cargo de la OCDE, en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, reducía a una ecuación de segundo grado la compleja situación de México que acababa de suspender el pago de la deuda externa, con sus sufrimientos y sus desafíos políticos. Hay testigos de que, ante la estupefacción de los alumnos, el tecnócrata afirmaba satisfecho viendo en el encerado la fórmula matemática que él mismo había elaborado: "Esto es México". Alumnos de las facultades francesas de ciencias económicas han elaborado un manifiesto contra la enseñanza de la economía en sus centros universitarios. Consta que otros estudiantes, profesores y economistas españoles se han solidarizado con él. Escapar del "mundo imaginario" que algunos profesores les enseñan, para comprender los fenómenos económicos que preocupan a los ciudadanos. Los estudiantes proponen con sabiduría recuperar la relación de la economía con lo real, una enseñanza que "por tener una dimensión teórica, se separa de las contingencias de la realidad, lo que es muy legítimo y necesario en un primer momento, pero que ya no vuelve a confrontarse casi nunca con los hechos, de manera que la parte empírica es prácticamente inexistente". (la negrita es de VA) Cuando no se tiene en cuenta la recomendación de este manifiesto y se tiende a la irrealidad ideológica es cuando surgen propuestas como la de la maternidad pagada por las mujeres que acaba de hacer el Círculo de Empresarios (y que ha tenido que retirar estrepitosamente so pena de ser calificados de loquinarios, por su extremismo). O cuando al mismo tiempo que se presentan los resultados de la central de balances del Banco de España se aplaude el crecimiento espectacular de beneficios de las empresas (en buena parte motivados por la subida del precio del petróleo); se pone en la letra pequeña que el ritmo de creación de empleo en esas empresas, en idéntico periodo, se ha reducido, y se sugiere al mismo tiempo, con mayor énfasis que al principio, que no se demanden subidas salariales relacionadas con la inflación prevista, ante el peligro de aumentar ésta. Sencillamente, los mensajes no son creíbles. Tratan de mundos imaginarios para los ciudadanos. Dos profesores norteamericanos, Richard Heilbroner y William Milberg, en su libro La crisis de visión del pensamiento económico desarrollan la idea de que hasta que el contexto social del comportamiento económico (esto es, hasta que se vuelva a la noción de economía política, más que utilizar la de ciencia económica) no sea reconocido de forma abierta -lo que es muy difícil dentro de la ortodoxia dominante- la política económica será incapaz de tener un papel útil como intérprete de las perspectivas humanas: una teoría económica potente siempre se erige sobre visiones políticas fuertes y poderosas. Heilbroner y Milberg hablan de la "impecable elegancia" a la hora de exponer los términos del problema, acompañada de una "absoluta inoperancia" en cuanto a la aplicación práctica. "La fuerte teorización del presente", dicen enlazando desde el otro lado del océano con los estudiantes franceses, "alcanza un grado de irrealidad que sólo se puede comparar con la escolástica medieval". Además del uso exagerado de la modelización matemática en el estudio de la economía, el otro punto significativo del manifiesto está dedicado a defender el pluralismo en la enseñanza de la economía. Muchas clases no hacen reflexionar; de las varias posibilidades y enfoques que existen para solucionar los retos económicos sólo se da uno y se tiende a explicarlo a partir de un razonamiento axiomático, como si se tratase de la verdad económica. ¿Les suena? Esto no se origina sólo en la enseñanza sino con mucha frecuencia en la aplicación de la política económica. Los estudiantes dicen que no se puede aceptar como indiscutible que la existencia de un salario mínimo genere paro, que la reducción de la jornada laboral no sea un tema a considerar, o que la mundialización haya de ser dirigida por el universo financiero y no por la democracia política. A esto es a lo que se llama pensamiento único. Y lleva, en bastantes ocasiones, al vacío intelectual como respuesta a los nuevos problemas, o a los problemas de siempre (paro, desigualdad, globalización, desarrollo, etcétera). ¿Cómo hemos llegado al hecho de que no se pueda discutir, so pena de excomunión académica, sobre la bondad de un instrumento -el déficit cero del presupuesto- sin ponerlo en contexto con los problemas de la coyuntura o con los retrasos estructurales de algunos de los países que quieren hacer de ese concepto el nuevo dogma inamovible? ¿Déficit cero? Depende de las circunstancias. De nuevo, el manifiesto contra la enseñanza de una economía imaginaria, despegada de la realidad ("una economía autista", la definen sus autores, a los que se han unido ya muchos docentes) conecta con las tesis de Heilbroner y Milberg: la teoría tiene influencia en los ciudadanos cuando su visión moviliza las simpatías morales. Para que haya un núcleo consensual bien definido en el capitalismo global, como lo hubo con el keynesianismo hasta los años sesenta, se exige, cada vez más, no sólo un grado de acuerdo entre los expertos encerrados en sus torres de marfil y que se edifique en las asambleas del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial; también se requiere un consenso entre los no técnicos, basado en algunos elementos persuasivos. Por ejemplo, que los expertos proporcionen una descripción convincente del fenómeno económico, que dé sentido a las experiencias vitales; buscar una guía para enderezar problemas económicos, tras el estrepitoso fracaso de los que, de forma miope, han abjurado de toda intervención política en la economía; o la convicción de que el laissez faire también es una decisión política. La tendencia de algunos economistas a oponerse a cualquier clase de intervención del Estado puede no ser más que la excusa para no admitir que, sencillamente, no saben qué hacer. Hay una demoledora crisis en la ciencia económica como consecuencia de la ausencia de una visión de conjunto de los conceptos políticos y sociales de los que, en última instancia, depende la economía. Escribe Krugman, uno de los economistas de moda: "Supongamos que compraran ustedes un ejemplar del manual más vendido de economía internacional. ¿Qué diría sobre la manera de afrontar una pérdida semejante de confianza de los inversores internacionales? En realidad, poca cosa. Créanme: soy coautor de ese manual". Evitar la arrogancia en los dictámenes, las políticas de talla única sean cuales sean las coyunturas de los lugares en donde se aplican. Por eso son tan satisfactorios los debates entre economistas que de vez en cuando emergen. El que hace cuatro años enfrentó a Krugman y Lester Thurow, ambos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, sobre las causas de la manifiesta y persistente diferencia de salarios en Estados Unidos después de seis años (entonces; hoy, diez) de crecimiento estable, fue modélico. Krugman entendía que las distancias salariales se debían a la revolución tecnológica que requiere muchos trabajadores bien pagados y universitarios y pocos de los que están menos cualificados; por el contrario, Thurow afirmaba que la culpable era la cambiante economía global, con sus cientos de miles de trabajadores mal pagados que envían lo que producen a Estados Unidos y hacen que baje el salario del trabajador estadounidense medio. Políticos, historiadores, sociólogos y otros economistas se lanzaron a una polémica estimulante. Lo que trescientos economistas estadounidenses, incluidos nueve premios Nobel, han hecho interviniendo en la campaña electoral de la presidencia de Estados Unidos en contra de la radical bajada de impuestos de Bush, es otro ejemplo oportuno. Lo peor es el silencio impuesto que han denunciado los estudiantes de ciencias económicas franceses. La unanimidad en las respuestas. El compromiso moral y político del intelectual consiste en plantear preguntas y responderlas, no en afirmar respuestas preconcebidas. Superar el dogmatismo y la ideología militante que tanto daño han hecho a los propios valores que los militantes querían defender. La peor de las cegueras es la ceguera voluntaria. Volver al principio del artículo Volver al principio de Recortes Volver al principio47 científicos españoles remiten una carta a Birulés en la que explican que no pueden volverEMILIO DE BENITO, Madrid Domingo 7 enero . Diario "El País". Los cerebros españoles no se fugan. Lo que ocurre es que les resulta "descorazonador" volver. Ésta es la tesis de una carta que 47 investigadores españoles han dirigido a la ministra de Ciencia y Tecnología, Anna Birulés, en la que lamentan la imposibilidad de desarrollar sus carreras profesionales en España. Los científicos, casi todos de los aproximadamente 50 que han pasado por el prestigioso John Innes Centre (Reino Unido) en los últimos cinco años, denuncian la inoperancia de los contratos de reincorporación puestos en marcha por el Gobierno para facilitar la vuelta de los posgraduados españoles una vez que finalizan su periodo de formación en el extranjero. En el Ministerio no pudieron confirmar el jueves que se había recibido la carta, que fue enviada el 21 de diciembre, ni hicieron ningún comentario sobre su contenido porque se encontraban "de vacaciones". "De los 50 investigadores que hemos pasado por el John Innes Centre (JIC) durante estos cinco años, únicamente tres hemos obtenido un empleo estable en España", dice la carta. "En el plazo de unos meses a dos años seremos 11 los desempleados", añaden. Sólo 14 del medio centenar de científicos ha intentado -o conseguido- volver a España tras acabar su periodo formativo de dos años en el centro británico. El JIC está considerado como el mejor centro europeo y uno de los mejores del mundo en biología de las plantas. Contratos Según Ana Caño, una de las firmantes de la carta, el problema está en que los contratos de reincorporación tienen una duración máxima de tres años no prorrogables, y sólo se dan para proyectos específicos. "Faltan plazas en los centros oficiales de investigación o en la universidad para colocar a todos los investigadores", añade Caño. "Por eso, muchos preferimos quedarnos en el extranjero, donde se nos ofrecen contratos en el mismo JIC o en otros centros científicos", explica. En cambio y por poner un ejemplo, sus compañeros franceses consiguen ejercer su profesión "de una manera estable de vuelta en su país después de una estancia en el extranjero de uno a dos años". Los investigadores lamentan que el desembolso realizado por el Estado en su formación se pierda. Primero se invierte en su formación universitaria; luego algunos consiguen que se les den becas para realizar la tesis doctoral; a continuación, los mejores consiguen becas posdoctorales, y, por último, todo este esfuerzo, tanto por parte de las administraciones como de los interesados, no repercute en la ciencia del país porque los científicos no tienen unas condiciones adecuadas para volver. Los científicos concluyen: "Si la sociedad española necesita de nuestra aportación a su progreso científico y tecnológico, y nosotros estamos deseosos de contribuir y devolver de manera productiva lo invertido en nuestra formación, ¿por qué no nos dejan?". Volver al principio del artículo Volver al principio de Recortes Volver al principio |
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